—Ya es hora de dormir —avisó Mabel a su niño no apartaba la mirada de la ventana por si observaba una criatura extraña.

—No tengo sueño—espetó su hijo.

—¿Que observas? —preguntó tomándolo de los hombros y asomándose a fuera.

—¡A Gravity Falls! —Exclamó emocionado— Tío Dip, me contó las aventuras que vivieron cuando vinieron a pasar sus vacaciones.

—Hey ¡Yo también te las conté! —objetó con fingida ofensa.

—Pero, pensé que eran cuentos, pero en la tarde vi un gnomo ¡Son reales! Pasan muchas cosas extrañas en Gravity Falls.

—Sí, lo hacen—admitió—Pero no se van a ir ni te las vas a perder porque duermas.

El niño negó con la cabeza. Negándose a pegar un ojo.

—Así que Pino es la causa de que no pueda dormir —espetó Bill, ingresando a la habitación del pequeño—No te preocupes —le dijo a Mabel—Déjamelo a mí —se ofreció el rubio—Con mi cuento, va a dormir enseguida.

—¿Es aburrido? —preguntó la chica en diversión.

—Me ofendes, Estrella Fugaz —dijo y su ojo no cubierto, sonreía—Yo no soy para nada aburrido.

El niño giró su cuello y se quedó un rato mirando a su padre.

—¿Me vas a contar un cuento para dormir?—preguntó el niño, observándolo con sus ojos grandes y curiosos a su progenitor. Bill, sonrió traviesamente, luego de asentir.

—Vamos acuéstate—pidió su padre. El obedeció rápidamente, nunca le había contado un cuento su papá, el creía que porque no era nada imaginativo.

Se tapó con las frazadas y espero que empezara.

—Había una vez un niño que no se podía dormir —comenzó, su voz tranquila y pausada.

—¿Como yo? —preguntó ya emocionado.

—Aja—confirmó— Y como no podía dormir—continuó—Entonces se moría.

Los ojos del niño, lo observaron incredulo.

—Fin.

—¿Qué? Eso no es un cuento...

—Dije fin, es un cuento y con final.

—Papá—gritó no conforme por lo que decía.

—¡Que tengas dulces pesadillas! —ya marchándose.

—Mamá, eso no es un cuento ¡Eso es una mentira!

—Hijo —llamó seriamente—Ese cuento...—lo observó con fingida tristeza— Está basado en hechos reales.

Su hijo se aterrorizó mientras su madre se iba velozmente de su habitación ¡Que tengas dulces sueños!

—Eres cruel—repuso Bill, quien la esperaba en la pared, cerca de la puerta.

—Sería un horror si a una edad tan pequeña tiene ojeras como Dip —se excusó.

Bill rió.

—A si me gustas, Estrella Fugaz.