Esta es una historia corta, de tan solo 3 capítulos (en realidad era un one-shot pero he decidido dividirlo en tres capítulos para no asustar demasiado) yo la llamo "microhistoria".
Forma parte de una serie de retos que hace unos meses me propusieron. Me gusta aceptar retos para ver si soy capaz de llevarlos a cabo. En este caso se me propuso escribir un NejiIno y bueno... pues este es el resultado.
Es una historia simple y sencilla de como dos personas, aparentemente muy diferentes, comienzan a conocerse y va dedicada a la chica que me propuso el reto Dariela Jaeger.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
CAPITULO 1
Se podía decir que Ino Yamanaka y Neji Hyuuga no tenían casi nada en común y se estaría en lo cierto.
Pero también se podía decir que Ino y Neji tenían más en común de lo que creían y también se estaría en lo cierto.
Todo dependía de cómo se quisiese ver.
Para Ino ellos dos no tenían casi nada en común.
Para Neji ellos dos tenían muchas cosas en común.
Y a los dos había que darles la razón.
Para empezar, aunque iban al mismo instituto, no estaban ni en la misma clase, ni siquiera en el mismo curso. Neji tenía 18 años y cursaba 2º de Bachillerato de Ciencias. Era un chico serio y formal, hablaba poco, pero nadie podía decir de él que fuera poco amable. Era un chico ante todo educado, ordenado y pulcro.
Ino tenía 17 años y cursaba 1º de Bachillerato de Humanidades. Era una chica alegre y popular, bastante popular, quizás por su pelo rubio o por su forma de vestir, siempre tan sexy. Era una chica bonita y simpática y también muy inteligente, aunque muchos tendiesen a decir de ella que era "una rubia tonta".
No eran amigos pero si se conocían, aunque se podría decir que si eran amigos, aunque no amigos íntimos… dependía del punto de vista.
Ambos sabían de la existencia del otro, era imposible que Neji no conociese a Ino, la rubia y que Ino no estuviese al tanto de Neji, uno de los chicos más guapos del instituto y poseedor de esos ojos tan claros e increíbles, como si ella no tuviese fichados a todos los chicos guapos del instituto.
Además tenían amigos en común y habían coincidido bastantes veces, no habían hablado entre ellos, pero habían coincidido porque el mejor amigo de Neji, Lee, estaba loquito por la mejor amiga de Ino, Sakura, y no lo ocultaba para nada y luego estaba Naruto, otro gran amigo de Neji al que también le gustaba Sakura, en resumidas cuentas, más de una vez, y dos, habían salido todos juntos o se habían encontrado en el recreo.
Pero hacía unas semanas que Neji sentía una especial conexión con Ino. Seguían sin hablarse salvo cuando se saludaban y poco más pero él se sentía unido de una forma abstracta a esa chica. Fue a raíz de saber que el padre de Ino había fallecido en un accidente, algo que afectó a Neji más de lo que imaginaba.
Ino ya no era la misma chica alegre que él recordaba. Ahora se la veía triste y callada. Normalmente tenía una voz bastante estridente pero ahora casi ni se la oía. Ya no reía continuamente, ni siquiera se arreglaba con el mismo cuidado, su pelo, siempre brillante y recogido en una coleta alta ahora lo llevaba de otra forma más descuidada. Eran cambios que desde luego no pasaban inadvertidos.
El padre de Ino había fallecido y ella no se sentía con fuerzas para nada. Se sentía abandonada y un gran vacío se apoderaba de ella. Echaba mucho de menos a su padre y no podía creerse que eso se estuviese sucediendo de verdad.
Lo intentaba, en serio que lo intentaba pero cada día que pasaba se sentía más sola ¿Y qué hacía para superarlo? Tenía que superarlo, no podía estar toda su vida así pero… ¿y qué hacía? Quizás solamente esperar a que el tiempo fuera curando la herida.
Neji podía, no solo ver, si no sentir su dolor. Conocía la soledad y el abandono que esa chica sentía y en más de una ocasión estuvo tentado de acercarse a ella y decirle "Yo te entiendo, no te preocupes, todo va a estar bien, pero mientras tanto puedes llorar", pero no lo hacía. Lo pensaba, lo volvía a pensar, imaginaba en su mente la escena pero nunca se levantaba, permanecía en su sitio dejando pasar la oportunidad.
Neji había perdido a su padre hace unos años, quizás esa era la razón por la que se sentía unido a ella, como si al perder a su padre ella hubiese entrado a formar parte de un club al que él ya pertenecía.
Ino tenía la terrible necesidad de hablar con alguien y en varias ocasiones pensó en acercarse a Neji, seguro que él la entendía, porque sabía que él también había perdido a su padre, así que seguro que la comprendía, pero le veía tan serio que nunca se atrevía a hablarle, no quería resultar boba o que pensase que quería llamar la atención.
Aquel domingo amaneció bastante despejado a pesar de que durante toda la noche no había parado de llover.
A Ino no le gustaba la lluvia, siempre que llovía se ponía triste, era como si necesitase el sol y cuando este le faltaba la energía se iba de su cuerpo, como si la lluvia se la absorbiese. Pero a pesar de que ese día algo nublado la deprimía aún más había tomado la decisión de ir al cementerio a visitar la tumba de su padre y hablar con él y nada le haría cambiar.
A Neji no le molestaba en especial que lloviera, no es que le entusiasmase pero le daba igual. Después de desayunar miró por la ventana del comedor y comprobó que el cielo parecía más encapotado pero no llovía, eso a él le daba más o menos igual pero se alegraba por su madre porque eso de mojarse no le hacía ninguna gracia.
- ¿Estás listo? – preguntaba su madre.
- Sí. Ya ha dejado de llover.
- Mejor, pero no te olvides un paraguas de todas formas, por si acaso.
- ¿Pero no vamos a ir en coche?
- Si, pero lleva el paraguas de todas formas.
Todos los años, en esa fecha, Neji y su madre tenían una cita muy importante. Era el día del cumpleaños de su padre y ese día siempre acudían al cementerio.
Poco a poco el cielo iba nublándose más, la madre de Neji había estado limpiando la lápida mientras de vez en cuando lo miraba y cada vez le gustaba menos el aspecto que estaba tomando.
- Al final va a llover – refunfuñaba – No sé para qué me he molestado en limpiar.
- Ya te lo había dicho – suspiró Neji.
Una de esas gotas grandes y pesadas cayó en la frente de Neji. Apenas si acababa de secársela cuando empezaron a caer más y más gotas y en un instante la lluvia empezaba a empaparlo todo. La madre de Neji miró a su hijo triunfante bajo su paraguas mientras este se ponía la capucha de su cazadora.
- ¿Ves? Te dije que teníamos que traer el paraguas.
- Será mejor que nos marchemos. Aquí no hacemos nada, solo mojarnos.
- Tienes razón – suspiró – Mira, Neji ¿Esa chica no es la hija de Inoichi Yamanaka?
Neji miró a la figura que, aunque en pie, se veía encogida, frente a una de las lápidas y luego miró a su madre. Al principio se quedó un poco confuso pero en seguida recordó que cuando falleció el padre de Ino, su madre comentó que ellos habían sido compañeros en el instituto e incluso había ido al funeral.
- Si, es ella.
- Pobrecilla – comentó con compasión su madre - ¿Es amiga tuya?
- Bueno, la conozco. Es amiga de Naruto, alguna vez hemos salido en grupo. Se está empapando.
- Si, Neji, se está empapando. Anda, llévale el paraguas. Pobre muchacha.
- Si le llevo el paraguas te mojarás tú.
- Yo voy corriendo al coche. Toma el paraguas. La pobre debe estás tan mal.
Neji tomó el paraguas y vio cómo su madre corría hacia la salida, seguro que se iba a empapar también pero no merecía la pena discutir con ella. Se encaminó hacia donde estaba Ino, parecía muy mojada ¿Por qué no se movía? ¿Por qué permanecía ahí, quieta, bajo la lluvia?
La lluvia cada vez era más abundante. Ahora, caía con tanta fuerza que parecía formar una especie de cortina. Al acercarse a Ino, Neji pudo comprobar como la chica estaba allí, quieta, llorando amargamente.
Se paró. No sabía qué hacer, no quería molestarla pero quería darle algo de consuelo. No se atrevía a hablar por si la asustaba o por si la molestaba pero quedarse allí, mirándola, parecía más propio de un acosador.
Recorrió los pasos que le separaban de la chica hasta llegar a su lado y, sin hablar, poner el paraguas cubriéndola.
Sorprendida, Ino dio un pequeño respingo y me miró asustada.
- ¡Ay que susto que me has dado!
- Lo siento, no quería asustarte, es que vi que te mojabas y…
- Ya – habló algo avergonzada de la situación e intentando secarse las lágrimas pero que, como tenía las manos mojadas, el gesto resultaba inútil.
- Estás… temblando – observó al ver como tiritaba.
- Debo resultarte patética – intentó sonreír.
- No – contestó escuetamente – Te entiendo. Has venido a hablar con tu padre. Yo he venido a visitar al mío y se ha puesto a llover.
- Es que… - empezó a llorar de nuevo.
- Mi madre está esperándonos en el coche. Será mejor que vayamos o se preocupará.
- No quiero irme y dejarle… aquí.
- Pero está lloviendo, estás mojada y hace frio, te resfriarás y no creo que a tu padre eso le gustase. Toma, lleva tú el paraguas, yo tengo la capucha.
…
- ¡Vamos, entrad, que esto parece que no va a parar! – decía Hitomi, la madre de Neji bajando la ventanilla del coche cuando les vio acercarse.
- Sube – añadió Neji abriendo una de las puertas del coche.
- No, muchas gracias. La parada de autobús está ahí mismo.
- ¿Pero qué dices? – protestó la madre – Nosotros te acercamos a casa, sube.
- Sube – insistió Neji.
- No, de verdad, es que estoy mojada y lo voy a empapar todo.
- ¡Que subas te digo! – ordenó la madre.
Con bastante vergüenza Ino hizo lo que le pedían y subió al coche. Neji cerró la puerta.
- Muchas gracias, señora Hyuuga – habló Ino.
- No tienes por qué darlas, te acercamos a tu casa en un momento.
- Menuda forma de llover – comentó Neji subiendo en el lado del copiloto – Me ha parecido ver un rayo.
- ¡Ay no! – se lamentó Ino. Fue una exclamación completamente espontánea, no pudo escapar que saliera de sus labios, a Ino no le gustaban para nada las tormentas.
- ¿Por dónde queda tu casa? – preguntó Hitomi.
- Déjeme por cualquier sitio, por donde mejor le venga.
- Te voy a dejar en la puerta de tu casa. Seguro que tu madre está preocupada pensando en que te estarás mojando.
- Pues no creo. Mi madre está en el pueblo.
- ¿En tu pueblo?
- Si, es que tenía que arreglar algo de la herencia de mi padre – contestó con voz entrecortada.
- ¿Estás tú sola?
- Pues sí. A mí no me apetecía ir.
- Ya veo… ¿Y cuando regresa?
- Me ha dicho que va a intentar volver mañana.
- Ah pues no, eso no está bien ¿Y tus abuelos?
- Mamá, por favor – intervino Neji – La estás incomodando.
- Lo siento, lo siento. Es que siempre me meto donde no me llaman, ya lo sé. Por cierto Neji, hablando de trabajos, yo me tengo que ir un poco antes.
- ¿Y eso?
- Una de las chicas no se encuentra bien y me han llamado a ver si puedo ir.
- ¿Cuándo te han llamado?
- Cuando estábamos en casa, antes de salir.
- ¿Y a que esperabas para decírmelo? – parecía reprochar a su madre.
- Ay, se me olvidó. Pero mira ¿Sabes que se me ocurre? Que ya que estáis solos los dos podríais comer juntos, claro, a no ser que tengas otros planes – se dirigió a Ino - ¿Vas a comer con alguien?
- N-no, pero…
- Entonces ir a comer juntos, yo os invito.
- Mamá, no creo que le interese comer conmigo.
- No es eso – rectificó Ino – Es solo que…
A partir de ese momento fueron inútiles las explicaciones que dieron Neji o Ino, la madre de Neji era una mujer muy insistente y parecía que no había forma de convencerla de que lo que estaba diciendo era una barbaridad.
Al final tanto Neji como Ino desistieron de seguir excusándose. Sería mejor seguirle la corriente y una vez solos ya lo solucionarían.
Llegaron a la puerta del edificio donde vivía Ino. Salieron del coche y Hitomi llamó a su hijo para decirle algo antes de marcharse de allí.
- Escúchame – habló en voz baja – Esa chica necesita hablar con alguien, alguien que haya pasado lo mismo que ella, lo necesita de verdad, Neji. Intenta ayudarla.
- Pero mamá ella no va a querer hablar conmigo – respondió también en voz baja – No tenemos tanta confianza.
- Tú inténtalo. A mí me da mucha pena, de verdad, inténtalo. He visto esa mirada muchas veces, es la mirada de alguien que necesita que la escuchen, que necesita hablar.
Neji suspiró y se resignó. Su madre era así, por alguna razón que él no comprendía siempre estaba intentado "arreglar" la vida de los demás.
Continua...
