Pam se que me pase con unas horas, pero aquí estoy pagando mi deuda n_n
Janeth, Ruth y mi increíble beta Yasna, junto a Pam por supuesto son las causantes de que escribiera está loca idea, la cual espero que disfruten.
La guerra por fin se había ganó. Todo era caos y destrucción pero gracias, a los voluntarios, el colegio se encontraba como en su antigua gloria. Hogwarts daba una gran fiesta en agradecimiento a todos quienes habían contribuido en la victoria y la reconstrucción del castillo.
Música, comida y bebida en abundancia, cientos de globos rodeando pilares. Todos festejaban la nueva etapa que para el mundo habría. Qué gran farsa de personas que no habían combatido ninguna pelea, recibían las felicitaciones, posaban para los periódicos y para sus admiradores, mientras que los héroes de verdad, los que habían dejado hasta el último aliento en la batalla, ni siquiera participaban de la fiesta. Harry, Dumbledore y Lupin solo se presentaron en el banquete por respeto. Hermione, sin embargo no acompañó a los demás, ignoró las críticas, los cometarios hirientes de sus amigos, hacía tiempo que no le importaban y prefería tomar ese espacio en pensar qué sería de su vida.
Muchos quedaron sin familia, sin un hogar donde regresar. Su familia no la recordaba, no tenía dinero, tampoco una casa donde abrigarse. Harry y su padrino derrumbaron la casa de los Black en un arranque de frustración, queriendo enterrar el pasado, y en su lugar construyeron un albergue para personas como ellos, gastaron gran parte de su fortuna en ayudar a los otros, quedándose con lo necesario para poder vivir. Los Malfoy, que al final ayudaron a derrocar a Voldemort, también habían perdido su dinero mientras que el ministerio comprobaba el origen lícito de su fortuna.
Los primeros rayos de luz bañaban las firmes paredes del castillo, el inicio de un nuevo día se veía marcado por los miembros de la Orden que se marcharían dejando solo a los profesores. Hogwarts, como una entidad viviente y con magia legendaria, había despertado la curiosidad de quienes se encontraban ahí, en esa mañana apareció una nueva torre al suroeste del castillo. Pasaron la tarde buscando hechizos y protecciones que aquel lugar podía esconder, Dumbledore junto a los demás residentes se encaminaron rumbo al interior de la nueva edificación que se alzaba ante sus ojos. La entrada no mostraba alteración alguna, parecía ser que siempre perteneció al colegio. La puerta de madera y marcos de acero negro estaba custodiada por dos armaduras antiguas de hierro y plata, quienes se movieron y cruzaron sus lanzas frente a la puerta impidiendo el paso de los visitantes. Voltearon su cabeza hacia el público expectante dirigiéndose hacia el director:
"A magos el castillo asilo os dará,
Hogwarts vive, recuperado ya.
Ahora comienza una era de paz,
El mundo bajo amenaza a salvo va.
Guerreros de luz este es su hogar,
Hogwarts de todos agradecidos está."
Al terminar de hablar las armaduras recogieron sus lanzas e hicieron una reverencia hacia Albus permitiéndole la entrada, pero tomaron nuevamente su posición de cobertura a la puerta no dejando pasar al resto del contingente. Dumbledore los tranquilizó con una sonrisa antes de continuar.
Al entrar vio una gran chimenea rodeada por un largo sillón en forma de L lleno de cómodos cojines, al fondo un par de escritorios de madera dotados de pergaminos, tintas y plumas. Alrededor de la habitación se encontraban cinco puertas, unas cortinas enmarcaban la salida que daba a un hermoso balcón, en uno de los escritorios se encontraba un pergamino dirigido al director de Hogwarts, Albus se tomo su tiempo para leer antes de salir.
Afuera la impaciencia y nerviosismo de todos era enmarcado por el silencio, querían saber qué significaba esa nueva ala del castillo, esperaban que no tuviese trampas como la cámara de los secretos. Suspiraron de alivio al ver la cara de Albus asomarse en la puerta. El hombre los observó a todos meditando un momento para luego sonreír como hacía mucho tiempo no era capaz, sus ojos brillaban a través del armazón de media luna.
-¡Severus está vivo! Mi muchacho está vivo –todos lo miraron sorprendidos, no podía ser, él había muerto, el trío dorado lo vio morir.
-¿Estás seguro Dumbledore? –preguntó incrédulo Sirius. Dumbledore lo vio extasiado, nada podría apagar esa chispa de esperanza de poder ver al que quería como un hijo.
-Hogwarts lo ha dicho... aquí está escrito – Les mostró el pergamino y se dispuso a leérselos:
"Ellos mis habitantes serán; Black Sirius, Granger Hermione, Malfoy Draco, Potter Harry y Snape Severus. Una clave deberán asignar"
Las caras de todos mostraban diversas emociones pero las más notorias fueron la de los Weasley, en especial la de los menores de la familia pelirroja. Estaban indignados, ¿Cómo dos Mortífago vivirían en el colegio? ¿Y ellos, lo héroes de guerra no? Era inimaginable que a Malfoy le permitieran vivir en el mismo techo que Harry y sobretodo qué era esa tontería de que el grasiento estuviera con vida si lo vieron morir.
-El murciélago murió yo lo vi, diles Harry, diles que lo vimos morir –gritó Ron, siendo corregido por Hermione al momento.
-Nunca encontramos su cuerpo Ronald, existe una posibilidad. Cómo puedes hablar así de alguien que siempre arriesgó su vida por salvar a Harry, a nosotros. Al mundo mágico y muggle.
-Eso no lo exonera, fue un mortífago igual que el hurón, sabrá a cuantos mató Hermione, tú qué sabes, no entiendes tanto como crees, lo mejor que puedes hacer es encerrarte en la biblioteca –. Hermione quería golpearlo, pero no les daría el gusto, se dio la vuelta para irse pero Dumbledore la detuvo para recordarle que Hogwarts la quería ahí, que ésta era su casa. Ella sonrió y vio a Harry, esperando que fuera un amigo fiel, que le diese su apoyo como ella sin dudar lo hacía con él. Pero como siempre, terminó respaldando Ron, su hermano, como ellos se decían.
Asintió con dirección al viejo director y se marchó, tenía que alejarse, iría a dar una vuelta antes de ir a cenar. Mientras que ellos se quedaron discutiendo respecto a Snape y Malfoy. Lo importante para Albus era empezar a buscar a Severus, si su muchacho estaba con vida debía encontrarlo. Además tenía que notificar al joven Malfoy que Hogwarts le quería con ellos.
Hermione caminó por los terrenos del colegio perdida en sus pensamientos y preocupaciones, por lo menos ya tenía un lugar donde vivir. Buscaría un trabajo de medio tiempo para poder pagar sus estudios, si tan solo alguien la apoyara…
Siempre era lo mismo, ella no era valorada, solo la buscaban cuando necesitaban su ayuda. Por un tiempo pensó en Mcgonagall y Dumbledore, pero no se atrevió a pedirles su ayuda, ellos en este momento estaban ocupados con el resto del estudiantado en problemas, no quería ser un causante más para sus preocupaciones. Dio un brinco cuando una lechuza aturdida cayó en sus pies, una rama del sauce boxeador la alcanzó y golpeó haciéndola caer. Vio al gran árbol, molesto, no dejando que nadie se le acercara, su corazón se encogió con culpa, ahí fue donde lo vio por última vez. Las imágenes aparecieron en su cabeza una tras otra como si fuera una pesadilla, una película de terror.
Severus suplicaba a Voldemort que lo dejara ir por Harry, pero el Señor Tenebroso tenía otros planes con él. Le hablo de su teoría con las varitas, que matándolo sería propietario de la varita de sauco. Le lanzó un hechizo y se burló de su sirviente mientras ordenaba a Nagini que lo atacara. Ellos miraban escondidos como unos cobardes, podían haber atacado a Voldemort estando solo y concentrado en Snape, pero prefirieron esperar.
Voldemort antes de irse decidió comprobar que la varita le obedecía a su antojo y realizó un par de hechizos sin dificultad, aun así no la sentía en plenitud, la miró con duda pero negó al instante, solo era su imaginación. Un último hechizo más largo y de color morado dio de lleno en el cuerpo de Snape, asiéndolo convulsionar. El Lord lo vio con burla en el rostro -espero reconocerte- le dijo a Severus antes de desaparecer con su serpiente.
Se acercaron a su exprofesor cuando no existía peligro… valientes Gryffindor eran… él sí que era valiente, después de todo lo vivido hacía un minuto, agonizando les dio sus recuerdos a Harry. Ella no podía irse sin tratar de ayudar, sacó de su bolsita de cuencas el antídoto que le dieron al padre de Ron cuando Nagini lo atacó, nunca se sabe cuándo podría ser necesario. Se lo dio a beber, le colocó bálsamo para las heridas antes de ser jalada por un molesto Ron, era un desperdicio usar remedios en él cuando hay gente que realmente las podía necesitar, le dijo al tiempo que la arrastraba lejos de ahí. Se fue con ellos sabiendo que ya no podía hacer más, se prometió a sí mismas volver y comprobar si sus esfuerzos no habían sido en vano. Sin embargo cuando regresaron el ya no estaba. Creyeron que los hechizos que Voldemort había lanzado que eran tan poderosos como desconocidos, desintegraron el cuerpo de Snape sin dejar rastro. Las lágrimas corrían por las mejillas de Hermione, si tan solo se hubiese quedado unos momentos más, si tan solo no lo hubiese abandonado, quizás estaría vivo y de pie en el salón de clases calificando los trabajos con el eterno ceño fruncido. Ya no soportaba las imágenes de la sangre al brotarle por el cuello, no soportaba imaginar sus ojos penetrantes rogándole por ayuda, de terminar su agonía rápidamente.
Y entonces corrió, como siempre lo hacía cuando recordaba la guerra, corrió veloz por aquel camino desconocido que tan bien sabia. Corrió escapando de la realidad, escapando a su mundo de paz, a su paraíso pequeño. Corrió para huir de los recuerdos tormentosos, para ver si el aire se los llevaba en su carrera.
Era un sitio especial, de tierras vírgenes, de árboles verdes frondosos, de saltos de agua, de arroyo que perdían su camino en el bosque. Aquellos saltos de agua donde el sol de verano golpeaba fuerte e iluminaba de arcoíris la pradera. El cielo pincelado de naranjos, azules y púrpuras, con nubes esponjosas con reflejos del atardecer; el vuelo de los pájaros libres, el correr de animales salvajes y desconocidos al mismo tiempo, el aroma a hierba, a tierra y al dulce de las flores. Era su paraíso, y por primera vez sintiéndose egoísta se prometió que jamás lo compartiría.
Se recostó en el pasto con los pies remojando en el agua, las hormigas le hacían cosquillas en los brazos y las mariposas se posaban a un metro de ella. Pero su mundo, su tranquilidad inmaculada terminó bruscamente con los alaridos desgarradores de un animal en sufrimiento. Tomó su varita firme y se concentró en la dirección del sonido, venía de detrás de las rocas grandes de la cascada. Nunca antes había escuchado las quejas de dolor moribundo, y queriendo ayudar a quien sufría se acercó con temor y cautela, botado y lamiendo sus heridas estaba un dragón tirado.
Era un dragón que jamás había visto ni oído hablar, su piel era negra con escamas plateadas brillantes, tenía tres cuernos en la cabeza y unas alas inmensas que lamía sin descanso. Estaban rasgadas en muchas partes, sin duda lo habían tumbado entre varios dragones más, lo más probable era que no pasara la noche así indefenso como estaba. Tuvo la tentación de irse, de dejarlo a su suerte y cumpliese con su tiempo acá en la tierra, a pesar de lo herido que se encontraba no dejaba de ser amenazador, intimidante y muy peligroso si se percataba de su presencia. Comenzó a alejarse rápidamente hacia el bosque, los demás podrían estar rondando a la presa y no tenía ganas de ser el postre para las crías. Sin embargo aquellos gritos de dolor no la abandonaban, recordaba su cobardía en la casa de los gritos dejando a Snape a merced de la muerte, recordaba todas las noches que despertaba con sus ojos traspasándola, culpándola de su desgracia. Esta vez, por muy estúpido que fuera, no dejaría al dragón tirado sin siquiera intentar ayudarlo, solo esperaba que la bestia no la viese como su comida, mucho menos como su enemiga, porque no había nadie quien pudiese socorrerla…
Hola n_n
Espero les gustara
Bye besooooos
