Prólogo

Bajo el despejado cielo, en Ikebukuro todo transcurría como era lo común: Simon gritaba y repartía propaganda del Sushi Ruso a los transeúntes; Mikado, Masaomi y Anri se dirigían al colegio; Celty estaba llevando a cabo un encargo; Shinra laboraba como médico en el bajo mundo; Kadota y los suyos deambulaban en su camioneta al tiempo que revisaban las nuevas notificaciones de los Dollars, donde Erika alternaba sus lecturas con las de sus mangas yaoi; Shizuo y Tom visitaban las casas de aquellos que se habían negado a pagar lo debido…

Sin duda, era un día como cualquier otro o eso aparentaba a primeras.

Por su parte, Izaya Orihara no estaba en su departamento cumpliendo su cuestionable trabajo como informante. No estaba proclamando su amor por los humanos y tampoco le decía nada a Namie quien gran parte de las veces solía responderle sin prestarle realmente atención, pues tenía un mayor interés en dilucidar qué era lo que podría estar haciendo su querido hermano menor.

En cambio, el joven Orihara vagaba por las calles sin tener intención alguna de toparse con Shizuo (o con cualquier otro), porque, dada su condición actual, no creía ser capaz de esquivar los objetos que probablemente le arrojara el guardaespaldas nada más lo viera.

Se llevó la mano a la frente y suspiró con ligero fastidio. Tras quitarse el abrigo que en aquellos momentos le pareció demasiado caluroso, siguió andando sin saber que, de un momento a otro, las cosas iban a dar un giro inesperado: pese a sus precauciones, no contaba con que Shizuo iba a encontrarlo y con ello, hacer que lamentara haber optado por estar en las calles y no en la seguridad de su edificio. Nunca hubiera creído que, por lo sucedido ese día, su trabajo se pondría en juego o que su extraña y en ocasiones incomprendida relación con Heiwajima cambiaría por completo.

Mucho tiempo después, Izaya se cuestionaría si acaso las cosas pudieron haberse dado de otro modo y no como lo hicieron…

N. del A. ¡Saludos a todos!

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¡Espero que el fic sea de su agrado!