Pov: ZORO

¿Sabes una cosa, Bruja? Cuando Luffy te invitó a unirte a la tripulación no me hizo ni pizca de gracia tenerte entre nosotros. Lo único que podía ver en ti era un ser antipático, interesado, materialista y más cosas negativas que podría decirte pero que ahora mismo no recuerdo.

Tal vez Luffy confío en ti desde un principio, con su cara estúpida y esa amabilidad sin límites. Yo pensé que caíste ante esa sonrisa tan inocente propia de él. Siempre tan unidos como capitán y navegante. Pero me equivoqué, tú no estabas enamorada de él.

Luego apareció el estúpido cocinero que no dejaba de halagarte y babosear por ti. Siempre te mimaba con zumos o comidas bien refinadas. ¿Qué si tenía envidia? Con sinceridad te puedo decir que me era igual lo que hicieras con ese pervertido o el hecho de que te consintiera tanto y tú lo recibieses de buen grato, me era igual, yo sabía que no había nada de especial entre vosotros comparado con lo que tenías con Luffy.

La relación que tenías con Luffy se basaba en confianza pura, era consciente de las miradas llenas de lealtad con las que te dirigías a él. Y con Sanji eras muy interesada pero tenías la consideración de mostrarle amabilidad, aunque fuera por conseguir algo.

¿Y qué había de mí? Te la pasabas criticando y contradiciéndome en todo, las deudas contigo aparecían de la nada, no había muestra de respeto por tu parte y me insultabas cuando tenías la oportunidad. Pero reconozco que yo tampoco fui un santo contigo. Aun así yo te respeté mucho más de lo que Sanji pudo hacerlo. Te respeté a mi manera, aun llamándote Bruja, nunca te consideré como una. Te respetaba por tu pasado, por tu inteligencia, por tu humildad, por tu lealtad y porque fuiste la única capaz en robarnos el corazón al capitán y a mí.


¿Cómo fue que rápidamente y sin que yo lo pudiese impedir, ya ocupabas la inocente mente de Luffy? Contigo se comportaba diferente y no porque fueras mujer, podríamos decir que te valoraba como si fueras "su" segundo sombrero de paja. Reconozco que me obsesioné demasiado intentando descifrar si realmente él sentía algo por ti, y fue así como yo comprendí que yo también te veía como algo especial.

Pero no iba a desperdiciar mi tiempo con algo tan estúpido como lo es el amor. ¿Y qué si te consideré más importante que los demás? Y qué más dio todo si ya estabas más que satisfecha con las atenciones de Sanji y la presencia de Luffy. Por eso fue que intenté mantener las distancias, no podía estar detrás de alguien, el cual ya estaba en mente de mi capitán. Eso era lo correcto; lo leal; lo justo, pero solo fue la excusa perfecta que mi cabeza me dictaminó para no sufrir más.

Al unirse Nico Robin a la tripulación, no pude evitar fijarme en esa mujer. Era la sensualidad personificada. Ella era madura, callada, misteriosa... Muy diferente a ti. Empecé a sentir cosas contradictorias, la mujer me llamaba la atención no por su físico ni nada por el estilo. Más bien por el nerviosismo que sentía al hablar con ella que lo llegué a confundir con atracción. Tú que a veces te comportabas como una cría enfadándote por cosas tan triviales nunca pudiste llegar al nivel de madurez de Robin. Y paulatinamente, mi olvido por ti iba a más, y mis ojos se decantaban más por observar a la pelinegra, o eso quería creer yo.

Como ya ves tenía motivos suficientes para alejarme de tu lado y hablarte de esa forma tan descortés. Intenté dejar de pensar en ti, y concentrarme en otras cosas, y evitarte era la solución a todo.

No era normal que en las siguientes noches aparecieras en la cubierta como si el viento nocturno te salvara de un dolor insufrible, cuando te veía gracias a la luna y las parpadeantes estrellas que iluminaban tu delgado y esbelto cuerpo, me entraban inmensas ganas de bajar del nido del cuervo y hablarte de cualquier tontería para poder borrar esa sonrisa tan triste dibujada en tus labios.

Pero ni una sola vez tuve el valor suficiente para cumplirlo.

En ese entonces fui un verdadero idiota al no darme cuenta que solamente buscabas mi atención y que bajara de mi zona de confort para conversar contigo.

La última noche de las 9 consecutivas que también te escapaste de tu cuarto, ocurrió algo que cambió tus veladas y las mías. Te quedaste hasta la madrugada embobada mirando el vaivén del mar, y no te percataste que la hora del almuerzo había llegado. Entonces el cocinero pervertido, quien se despertaba muy temprano para tener a punto el desayuno, descubrió la verdad que escondían tus ojeras cada mañana.

Tú, quien ya eras inmune al frío de las noches y la gruesa manta que te acompañaba en todas tus escapadas, ya no os volví a ver a las dos juntas.

Sanji fue capaz de lo que yo no fui. Habló contigo esa refrescante madrugada. Por lo que vi desde arriba él te hizo entrar en razón. Dejaste de huír de tu dormitorio. Ya no te vi más el pelo por las noches.

Los días consecutivos el cocinero de tercera y tú intercambiabais palabras como si almas gemelas fuerais. Los celos brotaron en mí y por lo que vi en Luffy también. Y por mi orgullo no quise luchar y te dejé ir.


Todos esos recuerdos se compactan y te atormentan cada segundo de tu vida. Mis errores, nuestras promesas, las miradas, el deseo... Todo eso solo pertenecía al pasado y no tenía lugar en el presente.

Tú te llevaste la peor parte y yo tal vez la menos dolorosa. Pero eso no quita que te gustó jugar con fuego hasta el final y yo te correspondí con hielo glacial. Tú buscabas amor un poco por allí y un poco por allá, y te molestó que yo no quisiera dártelo. No obstante, yo quise tener lugar en tu humilde corazón pero sin compartirlo con los otros. Pero tú, maldita mujer te resististe a dármelo entero.

Pero en esos tiempos en los que todos viajábamos felices por el mar, mis intenciones dieron un giro de 180 grados. Después de tantos esfuerzos por olvidarte y tenerte como una compañera más, mis ojos empezaron a disfrutar al ver a la arqueóloga. Y qué decir... Esa mujer supo provocarme, ella era perfectamente consciente de que la observaba cada vez que la oportunidad se me presentaba.

Pero por qué mentirme, sabía perfectamente que mi orgullo actuaba por mí, y es que al verte tan cercana a Sanji, mi ganas por estar junto a Robin aumentaban. Solo pensé en que si hubiese habido una pequeña probabilidad de que sintieses celos se lo hubiera agradecido todo a Nico Robin.

Todo era un maldito bucle. Mis acciones condicionaban las de Robin y las tuyas, y de igual manera las tuyas terminaban condicionando las del capitán y las del cocinero. Con eso me refiero a que las relaciones íntimas que acabé manteniendo con Robin surgieron efecto en ti, y como no en ellos, quienes estuvieron allí para ocupar la tristeza que te inundaba provocada por mi egoísmo.

Era un monstruo el cual disfrutaba al máximo de los revolcones con la arqueóloga para olvidarse de la realidad que lo rodeaba. Y yo sin saberlo, te ahogabas lentamente en tus propias lágrimas. Juro que nunca tuve intención de conquistarla, con eso quiero decir que nunca llegué a pensar que Nico Robin acabaría enamorándose de mí, alguien tan sensata como ella no podía caer rendida por unos cuantos flirteos.

Todo lo que acabé consiguiendo fue aprovecharme de una y herir a la otra. Yo en esos tiempos no era consciente de tu sufrimiento. Tampoco sabía el porqué de tus anteriores escapadas nocturnas. Si todo eso lo hubiese sabido antes nuestra historia cambiaría.

Tus acciones hablaban por ti y no quise darme cuenta, ibas a la cubierta a llamar mi atención. Me querías más de lo que yo te quería a ti. Y te dolía que te evadiese, que no pronunciase tu nombre, que te hablase con desprecio y que me fuese con Robin.

No le contaste nada al pervertido pero él sabía leerte la mente y por galán que era quiso darte la atención que te merecías, aun sabiendo que sufrías por otro hombre. Sin embargo, Luffy era quien más afectado estuvo al verte tan decaída y no entender lo que sucedía a su alrededor.

Y yo como desgraciado que fui escondía mi frustración en el cuerpo de tu mejor amiga por pensar que preferías pasar el tiempo con ellos que conmigo.

Tú y yo éramos iguales pero incompatibles.