Disclaimer: Ninguno de los personajes, por desgracia, me pertenece Y.Y son propiedad de Rumiko Takahashi, PS, etc, etc...

Ahora, vamos con el fic...


Las Cuatro Deidades

Tiempo...

Lenta y apesadumbradamente se alejaba de aquel el sitio donde lo había hallado todo... cosas desagradables, como enemigos, peleas y varios desvelos, pero también aspectos extremadamente serafines de la vida: momentos magníficos con unos inolvidables amigos y... amor. Esta última, irónicamente, era una de las causas por las que últimamente se alejaba de esa seudo utopía; por ese amor que había descubierto. Era extraño para ella el hecho de que no sorprenderse ante accionar de aquel impredecible hanyou de profundos ojos ambarinos... Después de haberse abierto por completo, luego de tal avance en su relación, parecía... ¿evadirla? ¿Cómo podía rehuirle InuYasha, siendo que sabía ahora que ambos sentían lo mismo? A veces la mente del semi-demonio la desconcertaba plenamente y optaba por darle tiempo al tiempo... eso era lo que estaba haciendo ahora con todo el pesar del alma. Sabía perfectamente que a medida que se desplazaba él la seguía recelosamente con la mirada; atento, podía sentirlo, pero aún así él no le dirigía la palabra, lo cual acrecentaba su dolor.

Aquél día en el que él se había atrevido a decírselo... Ahh... El cálido atardecer siendo adornado por una mansa brisa parecía haberse puesto de acuerdo con el contexto para hacer ver que las cosas no podrían ir mejor... la naturaleza a su alrededor daba un alucinante espectáculo: el astro monarca se escondía, hundiéndose en algún remoto y medroso resquicio de un diáfano lago que se veía a lo lejos, haciendo perceptible una furiosamente trazada línea de un color rojizo brillante, en contraste con el verde de la pacífica y cuantiosa llanura... Pero este irrepetible momento del día se veía opacado, no había modo de darle prioridad ante aquella inquietante mirada tan llena de enigma y nerviosismo... Él lucía dispuesto a llevar a cabo una decisión importante, ella lo miraba fijamente sin siquiera notar el modo en que sus ojos se habían clavado en las orbes color miel de él. Sin creerlo, lo observó acercarse tímidamente, retenerla entre sus brazos con cierta desesperación durante unos cuantos segundos que parecieron perpetuos, y alejarla apenas unos centímetros para quedar nuevamente frente a su atónito mirar. Fue entonces cuándo comenzó a hablar con ese suave tono impregnado de una dulzura que la hacían estremecerse de un modo inaudito. Se expresó con gran desenvoltura para lo que solía ser a la hora de hablar temas serios, nunca hubiera imaginado que la tendría en situaciones similares... No dio rodeo alguno al momento de manifestarle cuánto la quería, cuánto la necesitaba, y cuánto ansiaba que permaneciera a su lado... sólo vaciló ante un tema que ineluctablemente surgió en aquella ampliamente prorrogada plática: Kikyou. Sin embargo, al parecer había aceptado el escabroso cambio en su ser y el hecho de que ya no pertenecía a este sitio, sino que su esencia debería estar reposando, no en el mundo terrenal... también dilucidó que ahora que Náraku había sido derrotado por completo, lo único que quedaba por terminar era la tediosa recolección de los kakeras... los cuales se presentaban cada vez más en youkais de poco poder. Tristemente esto significaba que el tiempo remanente para estar en el Sengoku de la joven miko era exiguo, y aseveró que bajo ninguna circunstancia le consentiría partir dejándolo sólo, aunque fuese únicamente por un... capricho de su corazón, como ella lo había calificado. Luego de esta franca charla, dio un par de pasos hacia atrás con un serio talante que examinado más a fondo poseía una pizca de reclamo. Negó rotundamente con la cabeza, como objetándose algo a sí mismo, y dio media vuelta. Ella se le acercó sin tener en claro lo que hacía y dejándose llevar por un impulso rodeó desde atrás al hanyou, con muchísimo cuidado, por su cintura dejando reposar la frente en su amplio dorso. ¿Cómo podría ella vivir sin él? Sería prácticamente imposible... pero ambos sabían que Kagome no podía pasarse la vida de viaje en viaje, entre el Sengoku y su época, evadiendo con esto las responsabilidades que hasta ahora eludía. Parecían no haber posibilidades para aquellos hermosos sentimientos que se habían hallado. Exactamente eso trató de expresarle, ante lo cual InuYasha respondió con un suave bufido de frustración y acto seguido se alejó a toda carrera hacia el bosque. En el momento de enojo, al sentirse traicionada, lo primero que se le vino a la mente a Kagome fue que él era un insensible, que sólo le interesaban sus propias emociones... pero era razonable que le costara asumirlo, después de todo no podía culparlo por no aceptar algo que ella tampoco podía terminar de concebir.

Continuará...


Hola!! Qué tal quién sea que se haya atrevido a leerme...? :P Bueno, les comento que este es el primer Fic que subo, asi que sean sutiles a la hora de bombardearme con lo que sea que me bombardeen. Agradecería cualquier comentario puesto que quisiera enterarme tanto si les gusta como si no... Espero reviews n.n

Besitos!

Sui Aome-chan