"Dear Dean:
Caí enamorado. Caí enamorado de tu sonrisa, de tu cabello, de tus ojos azules que me hacen querer ahogarme en ellos, como el agua mas cristalina y mortal. Caí enamorado de tu personalidad, de tu humor, de tu sarcasmo e ironía. Caí enamorado y, querido Dean, nunca he querido estarlo. Pido entonces, que tengas piedad y rompas la cuerda, porque me tienes en tus manos aunque no quieras. Pido entonces, que me alejes si no me deseas, no me des esperanzas a puertas cerradas, tampoco rompas mi corazón a puertas abiertas. Pase por esto antes y se como sobrellevarlo, pero no soportaría otro corazón roto. Entonces deja de tocarme cuando lo crees oportuno, porque haria lo que me pidas, iría a donde me dirijas, moriría si así lo prefieres.
Ahora no soporto estar en el mismo lugar que tu y saber que no me sonreirás, porque la miras a ella, y ella, es todo lo que tu puedes ver. Por eso a veces pienso en rendirme, luego tocas mi puerta llorando, diciendo que me necesitas, ¿se supone que me debería negar? No soporto dos minutos sin que me mires, por eso me voy del cuarto al minuto y medio, cuando hablas con ella por teléfono.
Pero no somos amigos Deán, y nunca lo hemos sido. Roman me lo recuerda cada vez que estoy tan cansado que no llego a recordar. No somos amigos, pero estoy dispuesto a renunciar a esto. Porque me contradigo, Dean, por favor. Cuando me tocas se siente tan bien, y tan mal al mismo tiempo. Cuando me besas creo que imaginas a alguien mas, pero me gusta. Cuando me dices que me amas tu voz suena tan rota, y me duele, Dean.
Entonces creo que ya no deberías hacerlo. Ya no deberías aparecerte en mi habitación a media madrugada, aunque se que tengo tu espalda, y lo que uníco que se escucha es tu respiración tranquila, cuando la mía me falta. No deberías mirarme cuando la tienes a ella. No deberías tocarme con la misma mano que toca su mejilla. No deberías decirme que me amas si ella lo escuchó antes.
No, Dear Dean. Ya no deberías aparecerte en mi habitación a media madrugada, aunque se que tengo tu espalda, y lo único que se escucha es tu respiración tranquila, cuando la mía me falta. No, Dear Dean. No somos amigos.
Seth.
