Disclaimer: Todo de la bitc— Stephanie Meyer.

Claim: Mel/Wanda

Summary: Los besos eran dulces al principio, Wanda era tan frágil que no quería lastimarla, fue recorriendo lentamente su cuerpo, sus lenguas se entrelazaban con enredaderas y sus gemidos se mezclaban, rompiendo el silencio.

Notes: Drabble, 364; Femslash; Cítricos; Dedicado a MC'Phoenix.-


Más que suficiente

...Take me on the floor, I can give you more...


Le resultaba extraño el acariciar con tanto ímpetu el cuerpo que en algún momento fue suyo, le resultaba extraño escuchar esos gemidos —de su nombre, «Wanda»— con la voz que antes había sido suya, le resultaba extraño besar a Melanie, pero le encantaba.

Le encantaba la forma en su cabello castaño se enredaba entre su piel pálida, le encantaba esa manera en la que sus ojos avellana le miraban fijamente haciéndola sentir desnuda y expuesta, le hacían sentir un calor recorriéndole la espalda, el estomago y más abajo.

Los besos eran dulces al principio, Wanda era tan frágil que no quería lastimarla, fue recorriendo lentamente su cuerpo, sus lenguas se entrelazaban con enredaderas y sus gemidos se mezclaban, rompiendo el silencio.

Las manos vagaban temerosas y afables, hasta que la rubia le indicó que no quería más delicadeza. Ella quería pasión, quería desenfreno y quería entrega total. Ella quería morder, chupar, jadear, lamer y rasguñar, quería besar como nunca y beberse su aliento, necesitaba rudeza por una vez en su vida.

Ella deseaba sentir, sentir la fricción, los toques, la deliciosa lujuria impregnada en las caricias salvajes; ella no quería amabilidad ese día, ella quería brusquedad. Estaba harta de ser la muñeca de porcelana que nadie tocaba, estaba cansada de ser vista como la débil chica que no hacía nada más que deambular por los pasillos, no quería ser vista como la muchachita que hablaba dulcemente con todos, la que sólo traía comida y medicinas.

Ella quería que supiera que bajo esa cubierta de fragilidad se escondía una fiera, una mujer salvaje y sin miedo a nada, por eso mordía, golpeaba y gemía, porque es fuerte y le gusta el sexo fuerte.

Melanie le revolvió los rubios cabellos, la miró fijamente antes de morder su pezón, ella gimió —como era costumbre— y con sus manos tanteó el terreno, tocó sin parar las curvas de la castaña y ella jadeaba de excitación. Mordidas, chupadas y rasguños, eso era lo que ella quería.

Ella quería demostrar que era ruda, quería que todo el mundo lo supiera, pero por el momento sólo podía demostrárselo a Melanie, y eso era más que suficiente.