Me despierto una vez mas, recordando con cada despertar la perdida que hace casi un mes tuve que vivir. Dormir no ayuda a olvidar, sólo a no pensar y a dejar de sentir por un breve lapso de tiempo este dolor y este vacío inmenso que me carcomen por dentro. No es ya de noche, no es tampoco de día, es la hora en que las primeras luces de aurora iluminan el oriente anunciando que pronto el sol se asomara en el horizonte.
Sea de día o sea de noche no importa, el dolor en mi alma sigue latente. Veo en el reloj en la cómoda a un lado de mi cama que son apenas las 5 de la mañana. No puedo seguir aquí acostada, salgo de la cama y me visto rápidamente con un conjunto deportivo de pantalón y sudadera en color negro, me calzo unos tenis rojos y me hago una coleta alta para después dirigirme fuera de mi habitación.
Necesito correr, necesito sentir el aire rozando mi rostro, necesito pensar, necesito mi soledad, necesito llorar y necesito resignarme a que ese pequeño ser a quien perdí nunca a mi lado estará. Camino por entre los pasillos de la mansión, paso por la habitación que habíamos remodelado para que la ocupara mi bebe. Me quedo pensativa y al fin abro la habitación y entro, clavando mis ojos en las paredes pintadas de azul cielo, algunos juguetes de bebe y en el centro de la habitación la cuna donde está la pequeña cobija en color azul que con paciencia tejí ansiando abrigar con ella a mi bebe, a mi pequeño bebe que jamás traje a casa y que nunca estuvo en esta cuna.
Me detengo. Pienso en la noche en que mi pequeño fue fecundado, en lo que sentí cuándo me entere de que él se estaba formando dentro de mi vientre, en la sensación de sentirlo moverse, en la ilusión con que lo espere para tenerlo entre mis brazos y verlo crecer pero eso nunca podrá ser.
De pronto, siento una lagrima traicionera rodando por mi mejilla. Pensé que las lágrimas que le había llorado a mi pequeño habían acabado aquel día en que a solas sostuve en mis brazos su cuerpo aun tibio. Limpio las lagrimas que quieren seguir saliendo de mis ojos, tomo una bocanada para aliviar el terrible dolor en mi garganta y después salgo de la habitación, salgo de la mansión y me alejo hasta llegar al parque donde comienzo a trotar, como sin con trotar buscara que el dolor de haber perdido a mi pequeño quedara atrás.
El tiempo pasa. No se si son horas, minutos o segundos, sólo sé que de pronto el sol aparece por el horizonte y sintiéndome agitada y cansada camino a una de las bancas donde me dejo caer y después le doy un sorbo a mi botella de agua para refrescarme. Sigo sola en el parque, está sensación de vacío nunca se va pero cuando entonces me comienzo a relajar y siento que puedo poner en orden mis emociones aunque sea por un instante, veo del otro extremo del parque a una mujer que se entretiene con su bebe que parece estar aprendiendo a dar sus primeros pasos. Sí, había creído que podría tener controladas mis emociones, pero entonces el pensar que jamás veré a mi bebe aprendiendo a dar sus primeros pasos y viviendo la vida que no vivió, siento como si todo dentro de mi se derrumbara, un dolor se apodera de mi garganta, un dolor que me ahoga, que no me deja respirar.
"Makoto." Escucho que alguien me llama. Se quien es ese alguien, podría reconocer su voz aun cuando pasaran mil años sin escucharlo. No quiero responderle y aunque quisiera, de mi garganta en este momento no sale la voz. "Mako." Susurra nuevamente. Yo no le respondo y entonces siento su mano tibia tocando mi hombro. Él se sienta a mi lado, busca mi mirada pero yo evado mirar sus orbes azules. "Perdóname pequeña."
Pequeña, escucho esa forma en que él siempre me ha llamado. Su mano tibia estrecha la mía y entonces, aunque quiero evitarlo, las lágrimas comienzan a salir a borbotones de mis ojos. Él no me dice nada, me estrecha entre sus brazos y en su hombro me deja llorar.
¿Sera que él me comprende?... Sí, aunque no lo hubiera creído antes, me doy cuenta ahora de que él es la única persona que puede comprender mi corazón, lo siento en mi alma, lo siento en mi corazón.
Vida no vivida.
Cap. 1. Diciembre.
23 de Diciembre.
Dentro de un lujoso automóvil en color negro, en los asientos de la parte trasera del auto, se encontraba una pareja de jóvenes abrazados el uno al otro, descubriendo sus cuerpos, dejando que el impulso propio de su juventud y del deseo los llevara. Sus gritos y gemidos de placer quedaban atrapados dentro del automóvil, como único testigo de la lujuria. Las manos grandes y habilidosas de él la despojaron de la blusa y el sostén, ella también con el mismo ímpetu iba descubriendo la piel de su amante hasta que al fin sólo quedaba la falda de ella y el pantalón de él como una barrera que se interponía en la unión de sus cuerpos.
"Estás tan buena." Le susurró él con voz cargada de lujuria. Le metió las manos por debajo de la falda, despojándola de las bragas y entonces él se desabrochó el pantalón, dispuesto a tomarla como suya a hacerla su mujer pero entonces ella cerró las piernas y se sentó en el asiento, poniéndole fin a aquel momento de lujuria y placer. "¿Qué sucede?" Le preguntó él con una molestia que no podía disimular.
"Así no Sapphire." Se quejó Makoto.
"¿Cómo que así no?" Le respondió él con una pregunta. "No te voy a hacer daño Makoto… ¡Por favor, sabes que te amo!"
"Pero así no quiero." Respondió ella. "Vas demasiado rápido."
Sapphire tomó una bocanada de aire, tratando de controlar su molestia. Sabia que Makoto quizá querría algo mas romántico, un poco mas de jugueteo sexual antes de entregarse a plenitud, y dispuesto a hacerla suya, se acercó a ella y la arrinconó en la puerta del automóvil, besándola con fiereza y pasión mientras sus manos se perdían tratando de bajarle la falda.
"No Sapphire." Lo empujó Makoto de su lado. "No quiero."
"¡Al demonio con tus padres!" Se quejó Sapphire. "Ya estoy harto de tus niñerías… ¿Y sabes que?... Hasta aquí llegamos." Sapphire abrió la puerta del automóvil y tomando él suéter en color vino y el sostén de Makoto salió de él. "Baja de mi auto."
"No me puedes dejar aquí." Habló Makoto asustada, pues aquella noche fría estaban en medio de la carretera, aun bastante lejos de la ciudad.
"¡Baja de mi auto!"
"No me puedes dejar tan lejos de la ciudad." Se quejó Makoto. "¡Además tienes que darme mi ropa!"
Ella no estaba dispuesta a salir del auto y quedarse ahí en medio de la carretera, mucho menos sin su ropa pero entonces él la jaloneó de la mano queriendo obligarla a bajar del auto y aunque ella trataba de resistirse, al final él estaba ganando, después de todo… ¿Qué puede hacer una mujer ante la fuerza de un hombre?
Al fin él fue quien terminó ganando en aquella lucha de fuerza y la sacó del automóvil haciéndola caer y golpearse las rodillas en el pavimento.
"¡Aquí te quedaras y veras como te las arreglaras para regresar a la ciudad!"
"No me puedes dejar aquí!" Habló ella asustada, tratando de quitarle la ropa que él aventó dentro del automóvil.
"Por supuesto que si puedo."
Ella trataba de luchar contra él, subir al auto para siquiera recuperar su ropa pero en el forcejeo de pronto él la empujo y la hizo caer sentada en el asfalto. No pudo hacer mas, Sapphire subió a su auto y se alejó a toda velocidad dejándola sola y sin la ropa con que pudiera cubrir la parte de arriba de su cuerpo.
Sapphire era muy dado a tener arranques de cólera, dejarse llevar por sus impulsos pero… ¿Dejarla en medio de la noche e la carretera?... ¿Dejarla además sola y sin su ropa cuando el crudo invierno le helaba los huesos?
Nunca se hubiera esperado eso, pero ahí estaba, en medio de la carretera en aquella noche de invierno, con frio, tratándose de dar calor y al mismo tiempo cubrir su desnudez abrazándose a su cuerpo.
¿Tenia miedo?
Por supuesto que lo tenía. Podía morir de frio si nadie la ayudaba y en caso de que alguien se acercara a ayudarla bien podría ser algún loco que al verla desnuda quisiera aprovecharse de ella para después desaparecerla. Después de todo… ¿Quién se enteraría?... La carretera estaba completamente sola.
De pronto, miró las luces de un auto acercándose. No sabia si esconderse arriesgándose a morir de frio o arriesgarse a pedirle ayuda a quien pudiera ser un loco que se aprovechara de ella al verla así, pero no tuvo tiempo de sopesar las dos ideas, pues antes de tomar una decisión el lujoso auto en color negro se detuvo. No supo que decir, no supo como actuar pero entonces su mirada asustada cambio a una mirada de tranquilidad cuando del auto miró bajar a un apuesto hombre rubio de elegante porte el cual vestida pantalón negro, camisa azul y una gabardina negra.
"Makoto." Susurró él con un dejo de preocupación y se acercó rápidamente a ella, quitándose la gabardina para ponérsela sobre los hombros. "¿Qué haces aquí pequeña?... ¿Estas bien?... ¿Alguien te hizo daño?" Él notó el miedo en los ojos de Makoto, la vio titiritar y como quien desea proteger a una persona sola e indefensa en el mundo la estrechó entre sus brazos. "¿Qué es lo que sucede?... Yo te voy a proteger, dime que pasa."
"Llévame a casa." Pidió ella. "No quiero estar mas aquí."
Andrew le abrió la puerta del lado del copiloto y ella subió. Por extraño que pareciera, Andrew siempre aparecía cuando ella mas necesitaba de la ayuda de alguien, pues pese a que Andrew solía molestarla desde que era una niña, así mismo durante la infancia también siempre la había defendido y la había protegido de los chicos que la molestaban y ella, que siempre vio en él al chico mayor que la protegía, durante toda su niñez lo había tenido además como su amor platónico y aunque ahora que ella era una adolescente de 17 años y él un adulto de 24 años que estaban separados debido a que él se había mudado a Alemania para estudiar en una prestigiosa universidad en Berlín y ella hubiera tenido novios, Andrew le seguía haciendo sentir un delicioso escalofrió recorriendo su cuerpo cada que lo miraba.
"Tomate este café." Le dijo él ofreciéndole un vaso térmico en color crema. "Te calentara. Además no quiero que te resfríes." Dijo Andrew. "Y cuéntame que fue lo que sucedió."
"Andaba con mi novio." Dijo Makoto. "Quedamos en que íbamos a ir a tomar un café pero…" Makoto hizo una pausa sintiéndose apenas, pero después decidió continuar. "Después decidimos dar un paseo por la carretera. Nos peleamos y me bajó aquí en medio de la carretera el muy imbécil."
El silencio se hizo presente entre ambos. Makoto no había mencionado la palabra sexo, no creía que fuera necesario tocar esos detalles, aunque por como la había encontrado Andrew era seguro que lo supusiera.
"La verdad estaba muy asustada. Tenia mucho miedo pero tu apareciste." Dijo Makoto. "¡Maldito Sapphire!" Exclamó Makoto con rabia.
"¡Como eres tonta!" Escuchó que Andrew se dirigía a ella con molestia en su voz lo cual la dejó sorprendida, pues no esperaba que él le hablara de esa manera. Aunque a él siempre le había gustado molestarla nunca le hablaba de esa manera. "No me mires así, eres una tonta… ¿Cómo se te ocurre subirte al auto de un tipo que no conoces?"
"¡Si lo conozco!" Le respondió Makoto en el mismo modo. "Te dije que Sapphire es mi novio. No es un desconocido."
"Pues entonces no conoces bien a tu noviecito." Le dijo él. "Si es capaz de dejarte aquí en medio de la carretera y semidesnuda porque se pelearon es porque es un idiota poco hombre y tú eres una tonta por subirte al auto de un hombre que sabes que es un patán."
"¡Yo no sabia que me haría esto!" Enojada Makoto. "Además no tienes derecho a hablarme de esa manera!"
"Lo que sucede es que no te gusta que te hablen con la verdad." Le respondió él. "Pero en parte es tu culpa porque o no lo conoces o eres tan tonta que no te has dado cuenta de la clase de hombre que es."
Makoto no respondió nada. Dejó el café en el lugar reservado para las bebidas en el auto y clavó sus ojos a través de la ventana de la puerta de copiloto para evitar ver a Andrew y seguir discutiendo con él. No esperaba que le hablara tan duramente y tenía que reconocer que sus palabras habían calado en el fondo de su alma, le habían dolido.
Andrew siguió conduciendo, con la vista fija en la carretera aunque de vez en cuando mirando a Makoto de reojo. La conocía tan bien que sabia que estaba enojada, triste y decepcionada. Por un momento pensó en disculparse, quizá había sido demasiado duro con ella, aunque en el fondo no se arrepentía de lo que le había dicho, mucho menos al darse cuenta de que estaba estúpidamente triste por alguien que no la merecía.
El tiempo fue pasando en la carretera, tornándose incomodo aquel silencio para ambos. Él pensando por momentos que quizá había sido demasiado duro con ella, mientras ella iba mas dolida por las palabras de Andrew que por el hecho de que su novio la hubiera terminado.
"Creo que ese hombre necesita ayuda." Dijo Andrew rompiendo el silencio después de largo tiempo en que ambos habían estado callados.
Makoto, quien había comenzado a fingir que dormía, abrió los ojos al escuchar la voz de Andrew y entonces miró que quien necesitaba ayuda era un hombre a quien se le había quedado tirado el auto en medio de la carrera. Para su mayor sorpresa, ese hombre era Sapphire.
"Lo ayudare. Se nota que no sabe nada de mecánica."
"Es Sapphire." Dijo Makoto sin siquiera pensar.
"¿Tu noviecito?" Le preguntó Andrew.
"Sí. Es ese maldito idiota." Dijo Makoto molesta. "Bien merecido tiene que se le haya quedado tirado el auto. Vámonos."
"Vamos a ayudar." Dijo Andrew. "No lo podemos dejar aquí."
"¿Qué?" Preguntó Makoto desconcertada. No comprendía como Andrew quería ayudar a aquel que era un desconocido para él, después de que ella le había contado que era su ex novio, ese patán que la había dejado en medio de la carretera y semidesnuda.
¿Acaso podría sentirse más humillada ese día?
Makoto se negó a bajar del auto, pero aun así a través de los vidrios podía ver a Andrew acercarse a Sapphire e incluso escucharlo hablar.
"¿Le puedo ayudar en algo?" Escuchó la voz de Andrew. "¿Sabe mecánica?"
"Mi auto trae un problema. Hace un ruido extraño y…
"No se preocupe." Lo interrumpió Andrew. "Yo se de mecánica. De hecho siempre traigo herramienta en el auto. Espéreme un momento."
Andrew fue a la parte trasera de su auto y sacó una caja de herramientas. Se puso a hacer trabajo de mecánica y al final sonrió con satisfacción.
"Listo."
"Muchas gracias." Respondió Sapphire. "No sabe cuanto se lo agradezco… ¿Cuánto será?"
"Pues, con lo que usted pueda apoyarme." Dijo Andrew.
Sapphire sacó su cartera y le entregó a Andrew algunos billetes que equivalían a la cuarta parte de lo que normalmente se cobra por reparar un motor.
"Muchas gracias. Que tenga buen viaje.
Andrew subió al auto y lo echó a andar. Makoto estaba molesta por su actitud, no quería ni dirigirle la palabra, se sentía dolida, pero entonces el rompió el silencio.
"Falta media hora para que lleguemos a la ciudad." Dijo Andrew. "¿Te gustaría que fuéramos a comer comida italiana a nuestro restaurante favorito?"
"No tengo hambre." Respondió Makoto con molestia.
"Estas enojada… ¿verdad?"
"Como esperas que este después de que me tratas como a una prostituta y encima te pones a ayudar al imbécil que me dejó tirada en la carretera." Dijo Makoto con voz entrecortada y de pronto no pudo resistirlo, unas lágrimas traicioneras cayeron de sus orbes color esmeralda.
"No dije que fueras una prostituta." Dijo Andrew. "Además no lo ayude, yo…
Andrew no dijo mas, pues entonces sus palabras se vieron interrumpidas por una explosión que ambos escucharon.
"Creo que alguien dormirá esta noche en la carretera." Soltó Andrew una risa maliciosa. Una risa que Makoto conocía, tan propia de él desde siempre, de pequeño cuando hacia alguna travesura, de adolescente y ahora de adulto cuando hacia alguna broma pesada a alguien.
"¿Tú?... ¿No le arreglaste el auto?"
"Creo que me equivoque." Dijo Andrew.
"¿Y si lo mataste?... ¿Y si se hizo daño?"
"No te preocupes." Dijo Andrew. "Sólo comenzó a salir un poco de humito de su auto, seguro se asustó y bajó antes de que el motor hiciera corto circuito y explotara."
"¿Y si no bajó a tiempo?"
"Sí no bajó a tiempo es por pendejo." Dijo Andrew. "Pero no te preocupes. No pasa de que haya pegado un buen grito y de que su auto no prenda."
Andrew aprovechó un retorno en la carretera para regresar al lugar donde estaba Sapphire y dejar tranquila a Makoto y entonces, cuando se acercó al auto de Sapphire bajó el vidrio de la ventana.
"¿Qué sucede amigo?" Le preguntó Andrew con un tono de burla en su voz. "¿No te deje bien el auto?"
"¡Que le hiciste a mi auto imbécil!... ¿Acaso no sabes mecánica?... ¡Devuélveme mi dinero o llévame a la ciudad!"
"Te informo Sapphire que te quedaste sin auto, pasaras la noche en la carretera y no se te ocurra volver a meterte con Makoto, porque entonces te ira peor."
"¿Qué?"
Makoto quien había estado con la cabeza agachada para que Sapphire no la viera de pronto se asomó y esbozó una sonrisa burlona.
"¿Ahora quien se quedara en la carretera querido?... Hasta la vista"
Andrew aprovechó un retorno cercano y entonces tomó camino para dirigirse de nuevo a la ciudad.
"Bien. Todavía nos falta media hora para llegar a la ciudad." Dijo Andrew. "Discúlpame si te ofendí, creo que fui un poco duro contigo. Aunque si te soy honesto la verdad no me arrepiento."
"Entonces para que te disculpas." Dijo Makoto regalándole una sonrisa, pues aunque le decía no arrepentirse, percibía que la tensión entre ella y Andrew había desaparecido.
"Sí te hable así es porque te quiero." Le dijo Andrew tomándole la mano y besándole suavemente en el dorso. "Me dolería si alguien te hace daño… ¿Me prometes que serás mas cuidadosa?"
"Sí." Respondió Makoto, sintiendo un delicioso escalofrio que recorria todo su cuerpo al haber sentido los calidos labios de Andrew besando su mano.
"¿Sabes?... Tengo hambre." Dijo Andrew. "Cuando lleguemos a la ciudad me gustaría comer comida italiana… ¿Qué te parece?"
"¿En nuestro restaurante favorito?" Preguntó ella.
"Sí. En nuestro restaurante favorito."
Ambos se olvidaron de Sapphire y comenzaron a hablar de trivialidades, no sin antes pactar que él no comentaría nada de lo ocurrido y que ella se cuidaría más. Las luces de la ciudad comenzaban a verse, anunciando que pronto llegarían, pero mientras tanto, durante el trayecto, ellos disfrutarían de su compañía.
N/A: Bueno Lucelli, en vista de que a todas mis amigas les hago regalo, aquí esta el tuyo, aunque mas bien es un regalo para las dos porque sabes que adoro escribir de Makoto.
En una semana te hago el proximo capitulo.
Mademoiselle Rousseau.
