"Lost Souls"
Por Ulti_SG
Capítulo 1
* Año nuevo, esperanzas de un futuro mejor.
- Dios... Protege a mi familia...- Masaki Amamiya
Sus delicados pasos resonaban a través de las estrechas paredes de las catacumbas por las que se desplazaba inmersa en la oscuridad del lugar. Solo se guiaba por la minúscula luz que miraba al final de un largo pasillo.
Sus pies descalzos la llevaron al interior de una cámara secreta de grandes complexiones, en la cual se desplazó con solemnidad al encontrarse rodeada por los Colosos de su pueblo. Ante su presencia en aquel recinto, la llama que anteriormente le había servido de guía se extendió mágicamente, encendiendo antorchas y jarros que contenían fuego sagrado.
El olor del incienso era perceptible para su olfato. Caminó hasta subir a un pequeño relieve por unas escalinatas, sintiendo el calor de las llamas que lograban translucir sus delicadas vestimentas, exhibiendo sus dotes femeninos.
Se arrodilló en medio de aquel altar frente a la escultura, que comparada con las que se encontraban formadas en dos líneas paralelas a su alrededor, resultaba la más monumental de todas por su gran tamaño. Sus ojos color esmeralda contemplaron al imponente Ra, el padre solar de todos los dioses de su nación.
Inclinó el mentón, juntando sus manos en forma de oración al momento de cerrar sus ojos, permitiéndole a su largo cabello café el recaer sobre su rostro para después comenzar a hablar en su idioma natal- Venerables dioses, estoy por comenzar la travesía por la cual he sido preparada desde los inicios de mi vida, como fue su mandato- hablaba a manera de oración- Solicito sus bendiciones ante mi partida. Bríndenme la fortaleza para cumplir mi misión, y que no sean los deseos de mi corazón lo que impulse mis acciones sino su guía divina y protectora. Concédanme la capacidad de ajusticiar a mis enemigos sin remordimiento.
Ante sus palabras, pareciese que las llamas ganaran vitalidad y que poco a poco parecieran tornarse de un color escarlata, seguidos de extraños sonidos que comenzaron a emerger, como murmullos apenas captables a sus oídos, provenientes de las estatuas mismas.
- Condúzcanme por el camino indicado hacia la victoria ante mis enemigos, y si he de convertirme en guía de aquella que se encuentra agraciada por ustedes, concédanme la sabiduría para mostrarle el camino y el poder para protegerla...
Ante el final de sus palabras, un rayó escarlata emergió del cetro que la estatua del dios Ra sujetaba en sus manos, el cual y golpeó directamente a la mujer en el pecho. Ante la presencia de aquella energía golpeándola, su cuerpo se elevó del suelo hasta alcanzar la altura de la estatua del Rey de los Dioses Egipcios.
Ante esos momentos en los que sentía tanto un terrible dolor recorrer sus huesos y piel, de igual forma sentía una fuerza renovadora y confortante recorriendo su ser, escuchando con atención un mensaje que solo fue percibido por ella entre los murmullos que aumentaron el tono de resonancia.
Repentinamente todo se silenció, y al instante la luz escarlata de Ra se esfumó, liberando el cuerpo que mantenía a flote y que cayera pesadamente.
Le privaron la agonía de golpear el suelo tan bruscamente cuando unos brazos semihumanos la tomaron, salvándola de tan abrupta caída.
La mujer emitió un ligero gemido al resentir un calor tremendo en el pecho. Levantó su vista a su salvador entonces, olvidándose de su malestar solo para contemplar a la criatura tan magnifica que hizo acto de presencia, comprendiendo entonces lo que sucedía.
Sonrió ampliamente a aquel ser que lograba mantenerse de pie en un cuerpo similar al humano pero con piel de color negro, poseyendo una cabeza que simulaba a la de un galgo, adornado por vestimentas metálicas antiguas.
Volvió su atención entonces en su pecho, palpando con su mano en donde aquel rayo de energía la golpeo, y ahora había dejado una quemadura tras traspasar el manto que la cubría, una marca con una figura que ella conocía perfectamente.
Entendió entonces que los dioses le habían otorgado su bendición y la mejor de las protecciones, sin mencionar que le han brindado a un aliado poderoso, a alguien de sus mismas filas... Se sintió complacida y afortunada de tener a su lado como aliado al dios de las tormentas...
Abrió sus ojos con rapidez, aun recostada sobre la suave cama de su habitación. Entre la oscuridad estiró la mano hacia la mesita continua, encendiendo la sencilla lámpara cuya luz iluminó tenuemente la habitación. Miró con ternura la forma en la que Dash (Carrera) se mantenía acurrucado sobre su abultada colcha por lo que se movió con cuidado para no despertarlo y poder salir de la cama, lográndolo con éxito. Se acercó a su escritorio y tomó asiento, extrayendo de los cajones una libreta en cuya pasta se encontraba grabado su propio símbolo mágico junto con su nombre, comenzó a escribir una vez que encontrase una hoja en blanco.
Desde algún tiempo atrás, había recibido el consejo de Kaho Mizuki sobre tener un control sobre sus sueños los cuales y podían ser premoniciones o imágenes de un pasado, sueños que podrían ser importantes el preservar cuando menos en registros sencillos como aquellos. Un 'Diario de Sueños' se podría decir, el cual y debía ser protegido por algunos conjuros y personalizarlo como ya lo había hecho.
Las ultimas semanas habían sido muy repetidas las noches en la que un sueño lograba preocuparla o llamar su atención, si hojeara aquel diario seguramente repasaría las visiones sobre siluetas humanas hechas por fuego de diferentes colores que se desintegraban cuando una columna de oscuridad las consumía; dos jóvenes exactamente iguales volviéndose uno solo ; una mujer, la cual solo podía ver su silueta oscura al encontrarse respaldada por una cegadora luz, se movía con gracia en sus movimientos, sosteniendo un largo rosario que resonaba ante cada alzamiento de la mujer; y así sucesivamente. Trataba de encontrar significados de todos ellos, pero aun no era capaz de descifrar lo que sus sueños intentaban alertarle, y eso le preocupaba, ya que sabía que ante el comienzo de sus visiones... el desastre se aproximaba. ¡No! No debía ser tan pesimista, no quería pensar si quiera que algo malo pudiese ocurrir, no en aquellos tiempos en que la 'paz' había sido tan corta y aun las heridas emocionales se encontraban abiertas... Aun había tanto dolor en el mundo como para que más calamidades pudiesen sacudirlo nuevamente...
Ha tratado de no mostrarse angustiada, ni tampoco decir a los demás sobre esto y muchas otras cosas que la atormentaban... De nuevo debía ocultar su tristeza y su preocupación hacia los demás para no alarmarlos... Pero debía ser sincera consigo misma, no había podido dejar de fingir el que 'todo esta bien y todo estará siempre bien', en ocasiones se encontraba cansada de ocultar sus sentimientos pero no encontraba salida, deseaba mantener las esperanzas de los demás sobre un futuro mejor en el que sus vidas podrían reestablecerse.
Trato de conservar su serenidad, por lo que concentró su mente en tratar de escribir lo que había visto de la forma más detallada posible: la descripción del lugar, la chica que había visto y aquella criatura. Con su lápiz alcanzó a dibujar el símbolo que había visto grabado en su pecho... Le resultaba familiar, estaba segura de haberlo visto antes aquí en su propia casa. Se esforzó por recordar pero... Sintió cómo es que Dash se postró sobre su cabeza, distrayéndola por completo al tratar de acaparar su atención.
Ella tomó al cuadrúpedo del que recibió varias muestras de afecto. Recargó ligeramente el asiento para poder mimar a la criatura que buscó arrullo en sus brazos. Mientras acariciaba su bello pelaje no pudo evitar sonreír pensando en el cambio que sus pequeñas cartas trajeron consigo en su actitud después de aquella convivencia con un hombre al que jamás terminaría de agradecer sus atenciones... Habían transcurrido alrededor de dos meses desde aquel momento en que observó aquella silueta serpentina surcando los cielos de Tomoeda; Yue le había explicado lo que sucedió en parte y se sentía un poco triste al pensar en que jamás lo veria de nuevo, sabía que Yue, Kero y sus cartas sentían lo mismo, pero encontraba conforte en sus palabras y promesas hechas...
Resintió el frío entonces, mirando algunos copos de nieve sobre el vitral una vez que hubiese echado un vistazo a su calendario, contemplando el circulo con letras rojas que marcaba este día- Año Nuevo.
Pensó en lo que sucedería una vez apareciera el sol, como era de costumbre irían al templo a orar, prepararían alguna sabrosa comida y postres y de igual forma harían una visita al cementerio, el cual y estimaba se encontraría concurrido.
No podía decir que aquellas fechas pasadas que debían significar dicha y convivencia con la familia y seres amado habían resultado del todo agradables... pensar que para muchas personas había sido la primera navidad y año nuevo en la que la pasarían con la ausencia de algún miembro importante de su familia... Que tristeza sentía hacia los demás. No importaba que pasaran 20 o 50 años, jamás podrás perdonarse por lo ocurrido y en ocasiones creía que solo estaba viviendo un sueño y que en cualquier momento despertaría y se encontraría aun poseída por ese espíritu... Por más que Eriol se lo aseguró, no creía encontrarse del todo a salvo... había algo que le impedía sentirse segura...
Miró de forma vacía los copos que se deslizaban por su ventana, pensando en lo que había sido de su vida en los últimos meses: Aún se mantenía dentro del grupo comunitario para el reestablecimiento de las zonas más dañadas, ayudando en la construcción de nuevos hogares para aquellos quienes lo habían perdido, ayuda en el hospital para aquellos pacientes que aun después de tantos meses aun se mantenían en recuperación de sus lesiones, acudir a los cultivos que se sembraron en los terrenos propicios y ayudar en el mantenimiento y recolección de los viveres los cuales y se encontraban en ocasiones escazos al no alcanzar a satisfacer las necesidades de las personas ya que no era lo mismo suplir alimentos naturales que los enlatados y congelados; aun con la comida y viveres que el gobierno les proporcionaban, la comunidad se encargó en organizar la creación de pequeñas hortalizas que se han desarrollado adecuadamente gracias a su intervención, no por nada algunas de sus cartas eran capaces de dotar de fertilidad a los nuevos campos y que los frutos se desarrollaran con mayor rapidez; y eso es solo poco de las tantas actividades que durante por días llevaba a cabo... Pero aun con su esfuerzo, no se sentía completamente satisfecha, jamás lograría reponer el daño que había causado y ello lo atormentaria el resto de su vida...
Dejo escapar un ligero suspiro, mirando el reloj que marcaba una hora cercana al amanecer, y ante su falta de sueño decidió bajar y preparar un suculento desayuno para el glotón de Kero y su padre quien parecía haber adoptado las malas costumbres del guardián en cuanto a glotonería.
Dash permaneció sobre el hombro de su dueña y la acompañó.
Al caminar entre la oscuridad y pasar por el cuarto de su padre, notó como es que la luz del interior se encontraba encendida, seguramente se encontraba trabajando en ese 'proyecto' del que no habla mucho pero que sí logra consumir parte de sus horas de sueño. Fujitaka Kinomoto la pasaba atareado todo el día al igual que su hija, su carácter amable y comprensivo jamás dejaría de acudir y ayudar a los necesitados, solo en la noche es capaz de dedicarse un poco de tiempo el cual y aprovechaba en vez de dormir en su trabajo, algo que en si no mortificaba a Sakura, pero si la mantenía curiosa... Ya había preguntado algunas sobre este, pero su padre solo emitía una sonrisa y le decía - Pronto lo sabrás, no desesperes.
Bajo las escaleras y comenzó a buscar lo que necesitaba, no sin antes haber 'saludado a su madre'.
- Creo que preparare unos waffles, seguro a Kero le encantaran- dijo con cierta alegría. No había duda que el cocinar aun lograba trazar una genuina sonrisa en la joven Sakura- ¿Tu también quieres Dash?- preguntó amigablemente a lo que la criatura solo movió con efusividad su cola y alzó las orejas, sabiendo que estaba de acuerdo.
Cada una de las Cartas Sakura ahora parecían poseer una seguridad ante el mundo exterior como nunca antes, eso alegraba a su dueña, el poder verlos tan activos y contentos, solo desearía que no se encontrasen limitados por aquellas paredes... Seguramente la vida en aquel otro mundo resultaba mucho más gratificante que esta...
A aquellas horas de la madrugada resultaba el tiempo propició para sentir la autentica tranquilidad de la naturaleza y los espíritus que lo rodeaban, todo buen especialista en los campos espiritistas lo sabía.
Dentro de una gran casa con fachada feudal, un muchacho se encontraba admirando el panorama después de haber sido espectador de cómo es que un año había terminado y uno nuevo acababa de comenzar, uno el que esperaba y refortalecería a la Tierra misma después de un año que había traído consigo grandes desastres a la humanidad... Sentía compasión por ellos, por los humanos que no contaban con poderes que hubiesen podido salvarlos o salvar a los que amaban, él había intentado ayudar a todos pero fue incapaz de hacerlo, fue como si el planeta mismo se hubiese puesto en contra de todos ellos, ¿cómo luchar contra las fuerzas de la naturaleza?
Aun recordaba lo sucedido hace algunos meses, como es que una fuerza extraordinaria se había dejado sentir en todo Japón y había sido la causante de todo lo ocurrido... No pudo acudir al centro del problema, sus instintos lo impulsaban pero el sentido común de su mujer fue más poderoso que él, como siempre...
La única forma en la que fue capaz de ayudar y sentirse un poco satisfecho, fue al haber respondido a aquella simple petición- 'Levantar las manos'- algo que hizo sin chistar a diferencia de los habitantes de su casa en aquella ocasión.
Suspiró levemente al pensar que no necesitó convertirse en 'Shaman King' para alcanzar su mayor sueño: una vida sin preocupaciones. Por largos años lo consiguió, y pese a lo sucedido, continuaba tal y como le agradaba.
Si había pasado mucho tiempo ya desde aquella aventura que como niño tuvo que presentar hace... hmmm Cuatro, cinco años, sí: El Torneo de los Shamanes.
- Amo Yoh ¿cree que este bien que se desvele de esta forma? Recuerde que la señora Anna no tolera sus faltas en el día por no dormir como es debido- escuchó de la voz de su fiel acompañante, quien emergió de lo invisible y tomó la apariencia de un joven samurai, vestido como tal, y de cabellos grises mal peinados.
- No te preocupes Amidamaru, sé a lo que me atengo con esto- le respondió el joven con una sonrisa despreocupada, característico en él.
- Recuerde lo que paso la ultima vez...- dijo el espíritu del samurai.
- Je je je, créeme, he tomado medidas para eso- añadió al darle un sorbo a una taza de la cual y estaba tomando café, Amidamaru echó un vistazo y notó cómo es que había unas cinco o siete tazas más con residios de la misma bebida.
- A usted siempre le gusta aprender por la mala, ¿verdad amo Yoh? ;_;
- Ji ji ji, ya lo sabes.
Él es Yoh Asakura, aun bajo su apariencia tranquila, despreocupada, amigable y un tanto atolondrada, él es un shaman de primera clase que salvó al mundo de una gran amenaza hace algunos años. 'Shaman' es aquella persona que es un instrumento que sirve para la unión de este mundo con el otro, poseyendo capacidades de comunicarse con los espíritus de los difuntos, de la naturaleza misma. Algunos de ellos se alían con espíritus de guerreros o alguna esencia poderosa para volverse seres poderosos al permitir que aquellas almas compartan su cuerpo, brindándoles así grandes capacidades y habilidades de las que solos como individuos carecen.
Habiendo participado en el 'Torneo de los Shamanes', un evento de suma importancia en el mundo espiritista que solo se suscitaba cada 500 años, fue cuando se ganó la reputación del Shaman más poderoso de la Tierra, siendo él quien derrotara al temible Hao Asakura en esta época.
El Torneo tenía como propósito el nombrar al nuevo 'Shaman King', es decir, a aquella persona que se le dotaría del poder para estar en contacto directo con 'el Rey de los espíritus', entiéndase como, aquel espíritu que posee todo conocimiento existente del Universo; sin embargo el Torneo fue suspendido hasta nuevo aviso por la situación precaría que se susitó, habían pasado alrededor de cinco años y no habían recibido ningun aviso para convocar nuevamente a aquel evento; aunque en aquel tiempo Yoh y muchos de los Shamanes involucrados habían logrado sus objetivos sin tener que haberse convertido en el 'Shaman King' para lograrlo.
Yoh podría estar seguro que aun ante una nueva convocación, él no asistiría, por nada dejaría aquella vida que había forjado al pasar de esos años...
Cinco años no pasaban en balde, traían cambios y en él no había sido la excepción. Primeramente había dejado su cuerpo infantil y ahora a sus 18 años era todo un hombre buen mozo, aunque las facciones de su rostro continuaban inocentes y un tanto infantil. Segundo, una vez que Anna hubiese calculado fríamente sus planes, puso en marcha el proyecto del cual siempre habló a sus catorce años: Hacer de aquella casa un establecimiento de nombre 'Aguas Termales Funbari'. Obtuvo cierto éxito y prestigió, pero adivinen ¿quién fue el pobre que debió hacerse cargo de casi todas las actividades una vez que el lugar se hubiese abierto al publico?... Bueno, no podía quejarse, el hacer los quehaceres y la limpieza del lugar con sobrepeso y las tremendas exigencias de Anna lo ayudaban en 'su entrenamiento', ni aún en los años de paz Anna permitiría que 'su prometido' flaqueara en sus habilidades. Desafortunadamente (dependiendo del lado en que lo vieras, claro esta) después de los desastres ocurridos algunos meses, el lugar cerró.
- Bueno- dijo de pronto el shaman de cabello café y ojos negros, una vez que se hubiese puesto de pie, como si hubiese deseado darle la bienvenida al amanecer una vez que lo hubiese visto emerger del horizonte- Si queremos ir al templo más vale preparar el desayuno antes de que Anna se moleste- dijo al estirar sus extremidades tratando de que la pereza que pudiese sentir lo abandonará ante aquel inicio de año, el cual y esperaba solo trajera buenos presagios.
- ¡Aaaaah!, esta vez te luciste Sakurita bonita *_*- exclamó con alegría el pequeño guardián una vez tomado su puesto en la mesa.
- Espera Kero no seas impaciente- lo reprendió al ver cómo es que se acercaba peligrosamente a los wafles- No quiero que vuelvas a dejar a mi papá sin comer solo por goloso.
- Ouhhh, ya te dije que no fue mi culpa- trató de disculparse.
- ¿Hasta cuando vas a dejar de atormentarlo con eso?- se escuchó de una noble voz entrando a la cocina.
- Buenos días papá- saludó- Toma asiento.
- ¡Buenos días!- añadió con más entusiasmo la criatura. Sin duda alguna era una gran ventaja el poseer a 'un aliado' en aquella casa para cuando se metía en problemas.
Fujitaka Kinomoto tomó asiento y rápidamente fue atendido por su hija Sakura, sin duda alguna le alegraba haberla recuperado, es decir, desde antes de su ultima expedición fuera de Japón la había notado diferente, como si fingiera cada buena acción que realizara... Pero ahora era la misma niña que había visto crecer llena de salud y alegría, le recordaba tanto a su difunta madre, llena de dulzura y nobleza que resaltaban en sus sonrisas.
Le alegraba infinitamente compartir el secreto que por tantos años Sakura había guardado con recelo, por supuesto que en un principio se entristeció al pensar que ella no le tuvo la confianza suficiente para confiárselo, pero Sakura le explicó sus razones, evitar el involucrando en sus problemas, debió ser responsable de sus actos y por ello aquella travesía la embarcó por un tiempo sola... Pero ahora sabía bien que los amigos y aliados en los momentos difíciles son proveedores de una fuerza indescriptible.
No había modificado su trato hacia ella, ahora su casa es mucho más concurrida con aquellos pequeños seres corriendo por ahí, sin duda había vuelto la alegría a su hogar pese a la tristeza que podían aun inundar las calles allá afuera y en el mundo entero.
- Debes darte prisa Sakurita, ya es un poco tarde y no te has arreglado, llegaremos tarde- anunció el guardián ante la hora.
- Tienes razón, prometo no tardar- dijo con alegría. Sin duda alguna adoraba aquellos espacios de tiempo en los que podía actuar con sinceridad ante la espontaneidad de su carácter flexible y alegre.
Kero y su padre se habían vuelto grandes amigos, incluso Kero logró poseer una habitación propia ¿pueden creerlo? Solo esperaba que ese hecho no le molestase a su hermano Touya quien continuaba en América, al parecer ya había sentado buenas bases allá y en su ultima llamada anunció su decisión de quedarse tal vez de por vida, pero aun así en aquella casa se había convertido en su refugió ante la crueldad de la situaciones del exterior.
No le tomó mucho tiempo el arreglarse adecuadamente. Se prepuso que aquel día, que muchos lo tomarían de descanso, lograría que valiera cada minuto al lado de los que amaba.
Se vistió con un kimono que Tomoyo había insistido en confeccionar para ella, de color azul con estampados de color blanco; recogió su cabello con una peineta y una vez lista bajó, su padre la esperaba luciendo un traje apropiado para la ocasión y Kero estaba listo para el paseo.
Al salir de la casa se pusieron en marcha hacia el Templo Tsukimine, en donde esperaba poder saludar a Yue, Shaoran y a Tomoyo.
Aquel camino que durante por años recorrió hacia el templo parecía no haber cambiado, era bueno ver que parte de lo que ella conocía y de la que tenía tantas buenas memorias aun se encontrase ahí. Sonrió levemente al contemplar el sitio en el que durante su infancia Yukito siempre esperaba el arribo de ella y su hermano... Extrañaba la compañía de Yukito Tsukishiro, pero sabía que estar al lado de su hermano era lo que deseaba, y por lo menos el que este acompañándolo en su propia aventura la mantenía tranquila sabiendo que Yukito jamás permitiría que se metiera en problemas.
En el trayecto pudieron percatarse de cómo es que muchas más personas iban hacia la misma dirección, tal pareciese que aun las costumbres sobrevivirían al dolor de los corazones de los creyentes.
Al pie de las escalinatas pudieron divisar a Li Shaoran quien los saludo aun de lejos con una seña. El rostro de Sakura se iluminó al solo verlo, ello lo notaron Kero (dentro del bolso de la joven) y Fujitaka, quien no se oponía a aquella relación, el joven Li parecía ser un joven justo y de nobles sentimientos hacia su hija.
- Sakura, feliz año nuevo- le dijo una vez que la tuvo cerca, debiendo contener sus emociones por educación ante su padre.
- Feliz año Shaoran- dijo del mismo modo.
- Fujitaka-san, feliz año, buenos días- añadió respetablemente al realizar una ligera reverencia con cierto nerviosismo, pese a los años, aún se apenaba con facilidad y más cuando Sakura se encontrase involucrada.
Fujitaka respondió del mismo modo respetuoso y sincero- Sakura, me adelantare- dijo una vez que desease permitirles un momento a solas.
Una vez que lo perdieron de vista se miraron y frente a ella Sakura recibió un ramo de flores que Li Shaoran ocultó bien. Ella las tomó con cuidado, oliendo su fragancia mientras que su rostro mostró un ligero sonrojo ante la gallardía del muchacho a quien beso en los labios como muestra de agradecimiento.
- Cof, cof Por favor tórtolos, no olviden que estoy aquí- escucharon de la vocecita del guardián quien salió unos momentos del bolso de Sakura.
- Nadie te pidió que te quedaras a hacer mal tercio- dijo el joven chino.
- Lo hago por el bien de Sakura, ¿acaso crees que te permitiría quedarte con ella sin ninguna clase de vigilancia? Ni en tus sueños.
- ¡¿Me crees algún tipo de depravado acaso?!
- ¡Basta!- pidió la joven- Por favor, no empiecen con eso de nuevo, no este día.
- Solo porque tu me lo pides- respondió la criatura.
Li Shaoran no podía apartar su mirada de Sakura, sus ojos se encontraban magnetizados por su belleza, se alegraba tanto el que hubiesen sido capaces de salvar su relación; por supuesto que esto tomo tiempo, Sakura le había pedido un poco de tiempo para recobrar su confianza y despejar sus dudas, y él fue muy paciente. Sus esfuerzos fueron compensados al tenerla de vuelta como su novia, una a la que amaba con todo su corazón y estaría dispuesto a pasar el resto de su vida a su lado... Bueno, aun eran muy jóvenes y aún no sabía bien lo que su madre pudiese pensar por sus sentimientos hacia una chica como Sakura Kinomoto.
Él no fue capaz de abandonar Tomoeda una vez que todo el peligro hubiese terminado, no abandonaría de nuevo a sus amigos, a su amor, por lo que en todos esos meses contribuyó a la reconstrucción de lo perdido durante la tragedia, siguiendo los pasos de Sakura, procurando siempre estar a su lado cuando lo necesitase.
Sakura correspondía los sentimientos de Shaoran y se sonrojaba aún cuando demostraba su gallardía ante aquellos detalles hacia ella, flores, obsequios pequeños, citas, etcétera. Daba gracias de poder contar con su compañía y apoyo.
- Ji ji ji es bueno ver que ante este nuevo año haya cosas que no cambiaran- escucharon de una voz amiga.
Los tres se volvieron solo para recibir a Tomoyo Daidouji, luciendo un sencillo kimono de colores violetas y portando consigo su inseparable 'cámara', era increíble ver que aun en su aspecto maduro pueda conservar su 'gusto' por la grabación.
- Hola Tomoyo, feliz año- dijo con anticipación Sakura.
- Feliz año a todos, Sakura, Li, Kero- respondió apropiadamente, recibiendo los mismos buenos deseos de los demás- Sakura te vez preciosa con ese kimono *.*, ¿pero qué estoy diciendo? Tú siempre te vez bien.
- Je je- rió nerviosamente- Ay Tomoyo, deja de apenarme de esa manera.
- ¡Tomoyo! Estoy listo para tu pastel con fresas esta tarde XD~~~~- exclamó con jubilo el guardián al pensar en el postre- Espero y no lo hayas olvidado.
- Por supuesto que no, esta en el auto- respondió- Me alegra poder volver a estas viejas tradiciones, en Alemania no resultaba lo mismo- comentó al sentirse nostálgica.
Tomoyo Daidouiji, otras de las personas que fue incapaz de abandonar Tomoeda y dejar a una amiga a la cual y sentía deber compensar todo el tiempo perdido y en el que no estuvo ahí para ella. A su lado y con una mano amiga que pudiese darle soporte cuando lo necesitase. Aun tras las exigencias de su madre se había negado a partir.
- Entonces ¿qué esperamos? Vayamos de una vez, hay mucho por lo que debemos dar gracias, y mucho más que pedir- agregó la dueña de las cartas una vez hubiese tomado a Li de la mano y juntos entrar al templo.
- ¡Hola! ¡Buenos días! ¡Feliz Año!- se dejó escuchar una voz alegre y simpática en la residencia de los Asakura aquella mañana.
Una persona de muy baja estatura y cabello rubio arribó al sitio, listo para acompañar a sus amigos en aquel día tal y como habían quedado de acuerdo la noche pasada que fue toda una fiesta.
rápidamente fue recibido por el señor de la casa- Feliz año Manta, que bueno que llegues a tiempo- dijo al salir de la construcción vistiendo ropas casuales tal y como le gustaba vestir a dónde quiera que fuese (un pantalón de mezclilla, una camisa de mangas largas muy holgada desabotonada de color azul y debajo de esta una sencilla camiseta blanca; sin mencionar aquella bufanda alrededor de su cuello para resguardarse un poco del frío clima y esos audifonos que siempre adornaban su cabeza)
- Ni lo menciones Yoh, sé muy bien lo que Anna puede hacer para reprender la impuntualidad ;_;- habló con 'sabiduría' el hombre pequeño- Aún me sorprende que puedas aguantarle todos su caprichos.
- Te escuche- dijo la temible voz de la señora de la casa.
- ¡AAAAH! ¡No fue mi intención, lo juro!- trató de protegerse tras el shaman- Solo se trató de un comentario sano y sin prejuicios.
Él era Manta Oyamada, amigo de confianza de Yoh Asakura, el primer amigo 'humano' que este Shaman pudo tener ya que jamás lo despreció, lo miró con malos ojos o creyó que se trataba de un demonio por sus habilidades. Él no es un shaman, pero su buen corazón le permite ver de igual forma a los espíritus que se desplazan libremente por la ciudad. Externo al mundo del shamanismo, se embarcó hace años en las aventuras que Yoh y los demás shamanes tuvieron, siendo testigo del desarrolló extraordinario de estos y cómo es que la amenaza de Hao Asakura logró ser erradicada del planeta.
A este joven parecía no faltarle nada, era miembro de una familia ostentosa de Japón, lleno de comodidades, lujos, buenos estudios, un chico muy inteligente... Pero ello no compensaba en ocasiones la 'imperfección' que su cuerpo pudiese tener. Pese a que los años pasasen, él continuaba con una apariencia y estatura de un niño pequeño; para los demás a él no parecía tomarle importancia, pero cuando uno comienza a crecer y alcanzar cierta edad... mucho de lo que creías sentir y creer cambia...
Durante los desastres ocurridos hace meses, tuvo la suerte de no haber perdido a ninguno de sus seres queridos, aunque las finanzas de la empresa de su padre decayeron de forma peligrosa y por ello él no había dejado de molestarlo con que como su hijo y único heredero debía preocuparse tanto como él e incluso ayudarlo, pero ante los 'negocios' Manta hacia de oídos sordos.
- Por favor Anna, este día cuando menos trata de ser más tolerante ¿esta bien?- pidió Yoh.
- ¿Insinúas que no soy tolerante?- habló con frialdad la joven de cabello rubio de tono opaco, una vez que hubiese cerrado tras de si la puerta de su casa.
- Vamos Annita bonita, sabes que lo dije en el mejor de los sentidos- intentó disculparse el shaman tras una sonrisa.
- Claro- murmuró al adelantarse hacia la salida, luciendo un lindo kimono de color rojo con estampados de tonos mas pasteles del mismo, algo raro en ella al dejar atrás sus vestidos oscuros... Pero Yoh no podía quejarse, lucía muy bella y femenina- ¿Qué esperan par de holgazanes? Mientras más tarde lleguemos no podremos comprar buenos talismanes- añadió al volverse y darse cuenta que ambos habían quedado embobados por su manera de vestir en aquella ocasión.
- Es extraño que la señora Anna luzca de esa manera- comentó el espíritu del samurai Amidamaru una vez que hubiese aparecido al lado de su amo.
- Sí... pero se ve linda- añadió sonriente el shaman- Ojala y siempre se vistiese así y no con esos trapos feos y ya pasados de moda- Y como si la mujer contase con un súper sentido del oído, solo debió murmurar una ligera orden y de pronto el Shaman se encontraba tumbado en el suelo al ser embestido por lo que parecía un lobo- Ah jejeje lobito bonito, lindo lobito- rió nerviosamente al tener las fauces de la bestia amenazando arrancarle la nariz- ¿Verdad que no vas morderme como la ultima vez?- le hablaba al magnifico lobo que se encontraba sobre su pecho amenazadoramente, poseyendo un pelaje de color gris como el plomo pero reluciente como el metal mejor pulido.
- ¿Se encuentra bien amo Yoh?- preguntó preocupado su espíritu acompañante.
- Ya déjense de tonterías- ordenó la joven- Garou, puedes dejarlo, pero si vuelve a decir algo a mis espaldas... ya sabes que hacer- añadió antes de comenzar a avanzar nuevamente. El lobo obedeció la orden y desapareció.
- Y esto es tooodos los días- suspiró con resignación, aunque resultaba bueno ver que pese al transcursos de los años, había cosas que jamás cambiarían.
Anna Kyouyama, una chica ruda, fría, calculadora y manipuladora. Prometida del joven Yoh Asakura. Fue educada desde su niñez para convertirse en la esposa del heredero de la Familia Asakura y así lograr que sus costumbres se preservaran y fueran transmitidas a la siguiente generación que ellos deberían forjar. Desde que Yoh la conoce, Anna ha sido una joven que no expresa lo que siente o piensa, su rostro se muestra la mayor parte del tiempo con un temple de seriedad extrema, el único sentimiento que parece reflejar es su enfado cuando alguien 'le falta al respeto'. jamás se sobresalta, pero cuesta trabajo creer que siendo tan joven pudiese con un carácter como aquel.
Pese a lo que pudiese aparentar, Anna esta completamente enamorada de su prometido, jamás se lo demostrará y siempre lo tratara mal, pero Yoh entiende sus sentimientos y con los años a aprendido a corresponderlos ante sus malos tratos, cualquiera que no fuese él seguramente ya hubiese huido de una mujer como ella... Pero esa es una de las razones por las cuales comenzó a amar a Yoh, su forma de ser ante los demás, fue el primero que no pensó cosas negativas de ella y la acepto tal y como era.
En el pasado se convirtió en su 'entrenadora oficial', no le gustaría el encontrarse atada con un hombre que no fuese fuerte, aunque ella aspiraba a que Yoh se convirtiese en el Shaman King en el anterior Torneo aún no perdía las esperanzas de que pudiese ocurrir... Aunque a aquellas alturas eso ya no importaba, mientras continuara siendo el mismo Yoh que conocía, estaría complacida al permanecer a su lado.
- Oye Yoh ¿y Fausto?- preguntó Manta caminando al lado del shaman- ¿No piensa acompañarnos?
- Lo dudo, al parecer la resaca de Año nuevo no le permitirá abandonar la casa por el día de hoy- respondió.
- Sí, creo que se extralimito con el sake... Pero bueno, eso solo demuestra lo contento que se encontraba, es difícil que él demuestre esa clase de comportamiento ante los demás.
- Tienes razón... Pero me pregunto si tenemos derecho de celebrar tan alegremente estas fechas sin tomar en cuanta que aun hay mucha congoja en el mundo- habló con seriedad- No todos celebraron como nosotros...
- Es triste, lo sé, pero... la vida debe continuar, lo que ya paso jamás cambiara. No quiero sonar egoísta pero se debe celebrar y el agradecer el aun estar con vida, librar las tensiones, y así algún día este mundo volverá a ser como solía ser antes- dijo Manta con seguridad en sus palabras.
- ... Concuerdo contigo Manta- añadió- Habrá cosas que jamás se podrán cambiar y solo queda ver hacia adelante y tratar de empujar a los que podamos a seguirnos.
Templo Tsukimine.
El lugar se encontraba repleto de creyentes que buscaban buena suerte en aquel nuevo año que se iniciaba, así como dar gracias por todo lo que tenían y orar por el bienestar de los seres amados.
El Templo logro mantenerse aun después de aquellos meses, lo que fue destruido en la pelea pasada se reconstruyó con la ayuda de la comunidad y del mismo modo lograba funcionar en aquel día tan concurrido. Mientras unos se encontraban atendiendo a los visitantes otros se encargaban de mantener el orden y en otras diversas actividades.
Yue contemplaba con cierta nostalgia el cerezo que crecía dentro del templo, viniendo a él recuerdos de vivencias no muy lejanas, es entonces cuando se puede aprovechar aquel retroceso para percatarse de la evolución y rumbo de tu vida actual:
Había aceptado el permanecer como un individuo independiente de cualquier identidad falsa, viviendo en aquel Templo del cual era uno de los encargados. Su convivió con los humanos lo han llevado a experimentar cosas que desconocía, tener nuevos amigos de diferentes clases y personalidades... Había sentido dicha en su alma por aquella oportunidad, y agradecía siempre a todos aquellos que lo ayudaron a llegar hasta aquella fase de su vida.
Seguía al pendiente de su dueña y tutora, Sakura; primero que sus asuntos personales siempre estará su deber como guardián y protector del legado de Clow.
Dentro del bullicio del Templo, gente saliendo y entrando, arribó un grupo de niños que eran guiados y cuidados por un grupo de tres mujeres de mediana edad y entre ellas se colaba una de aspecto mas juvenil, siendo la voz que aquellos niños parecían obedecer más. Aquella era una joven de complexiones muy delgadas, su cabello café grisáceo se encontraba adornado por un sencillo broche, lo corto de su pelo le permitía el requerir tan poco para lucir bien. Sus ojos color miel dedicaban atención a todas las preguntas que aquellos niños pudiesen hacerle, pero en un momento su mirada se afianzó en una silueta a lo lejos, la cual y fue capaz de reconocer. Pidió a los pequeños obedecer a las demás mujeres que los cuidaban mientras ella va a saludar a aquel amigo.
Su kimono de una tonalidad verde y estampados de color blanco, se ondeaba con el ligero viento frío que soplaba durante su trayectoria.
Yue sintió unas manos suaves cubrir sus ojos, sonriendo una vez que hubiese escuchado una voz que dijo- 'Adivina quién soy'- con gentileza.
- Rei- pronunció su nombre el apartar con sutileza sus manos de su rostro, volviéndose a ella- Sabes que jamás podrás engañarme- le dijo con tranquilidad.
- Je, no pierdo las esperanzas- dijo sonriendo- algún día te sorprenderé- comentó al guiñar su ojo- Veo que tienen trabajo hoy.
- Es el día, ya pasara- dijo despreocupado- Veo que trajeron a los niños- comentó al divisar rostros conocidos a lo lejos.
- Sí, pese a que algunos aun no lo entiendan del todo, es bueno que refuercen su fe y oren por el descanso eterno de sus padres- murmuró con cierta amargura.
Yue ya era capaz de compartir la empatía de esa clase de situaciones, por lo que su indiferencia ya no era algo en lo que pudiese ocultarlo.
Miró a la joven entonces, su nombre era Rei Tachibana*, y podía considerarla su mejor amiga humana.
Rei es una chica dulce y de nobles intenciones, aunque su timidez es un impedimento a la hora de socializar con los demás. A los catorce años perdió a sus padres en un accidente automovilístico, por lo que quedo al cuidado de su abuela quien murió algunos meses atrás, y no a causas del desastre ocurrido, tal parecía que era demasiada la tristeza que reflejaba el mundo para que ella se aferrara a vivir...
Pero Rei se consideraba una sobreviviente, y continuaba su camino en la vida en la cual se concentró en el cuidado de aquellos niños huérfanos que perdieron a sus padres durante los desastres sobrenaturales; algunas mujeres, quienes habían perdido a sus propios familiares, encontraron cierto conforte en sus vidas al poder dedicarse al cuidado de quienes en verdad los necesitaban, Rei se ofreció como voluntaria y con ello recibió techo y comida a cambió de sus servicios. Los niños la consideraban como la hermana mayor de todos ellos, era en quien mas confiaba y mostraban más afecto y ella los quería a todos por igual.
Fue durante sus visitas al templo Tsukimine en donde conoció a Yue, le intrigó desde el primer momento, su cabello, sus ojos... Logro cautivarla de una forma en la que no pudo evitar buscar un acercamiento, y finalmente se sentía satisfecha al poder tener una estable amistad con él, siendo una persona muy interesante y misteriosa... Aun recordaba que él solía evadirla en un principio, pero fue más fuerte su determinación que las evasivas del guardián.
Se habían vuelto muy unidos, incluso Yue le tenia ya la suficiente como para atreverse a confesarle su origen, lo qué él es en verdad... Pero tenia miedo, miedo que ello pudiese alejarlo de esta vida que apreciaba tanto... Le resultaba imposible de creer el darse cuenta que temía ahora a los humanos...
Prefería mejor no arriesgarse y que todo permaneciese tal y como esta.
- ¡Yue!- escuchó que lo llamaron, solo para dar la bienvenida a rostros conocidos- Feliz año.
- Feliz año Sakura- habló a la recién llegada que venía en compañía de sus amigos.
- Rei, es bueno verte, feliz año- saludo ella de igual manera, recibiendo cortésmente respuesta.
Sakura no podía olvidar tan fácilmente que su trato con Rei comenzó durante sus aventuras como Card Captor, después de ello no había ocurrido grandes acercamientos, solo al pasar los años y con lo ocurrido recientemente es como se habían vuelto amigas, o cuando menos hablaban más.
- ¿Ya pidieron su talismán?- preguntó Rei.
- Acabamos de llegar, aun debemos pasar y orar, solo espero encontrar a mi padre, no sé dónde se habrá metido- comentó buscando a su alrededor.
- Igual yo, debo regresar al lado de los niños. Fue bueno saludarlos, me despido- dijo Tachibana con un ligero incline de cabeza y partir- Nos veremos después Yue.
- 'Nos veremos después Yue'- arremedó el guardián dorado de Clow al poder emerger un poco del bolso de su dueña, emitiendo una sonrisa picarona- Tienes pegue con las chicas, dale una oportunidad- bromeó a su compañero.
- Cierra la boca- le susurró con tono molesto. Kerberos no siempre se encontraba al lado de Sakura, en ocasiones él salía de la casa y venía hasta aquí solo para verlo o platicar sobre algunas cosas, es de esta forma por la que Kero sabía bien que su contraparte solía atraer a muchas chicas al templo solo para intentar algún acercamiento, y no se resistía a hacer bromas sobre ello cuando pudiese.
Tomoyo, Sakura y Li aun no podían asimilar la idea del cambio en la actitud de Yue, tan 'amigable' y sociable... tan humano; y mucho menos que con Kero pudiese llevarse tan bien si antes apenas y se soportaban el uno al otro, y si trato era muy lejano.
- Como sea- suspiró levemente- Entre tanta gente será difícil que encuentres a tu padre si permaneces aquí- dijo Yue.
- Creo que tienes razón, lo lamento, pero tenía que pasar a saludarte.
- Vete sin cuidado, me gusto verlos, nos veremos después- se despidió del grupo.
- Hay que admitir que se ve muy apuesto con esas ropas, es normal que las chicas lo persigan- comentó Tomoyo.
- ¿Si verdad? No por nada él y el lindo de Yukito fueron uno alguna vez- añadió la maestra de las cartas.
- Mejor vayamos y busquemos a tu padre- repuso Li con un tono que desaprobaba la conducta de las chicas.
- Alguien esta celoso- añadió Kero con tono melodioso pero sarcástico.
- No te enojes Shaoran- pidió una sonriente Sakura al sujetarlo dulcemente por el brazo- Sabes que solo tengo ojos para ti- le murmuró al oído, provocando un ligero sonrojo en el muchacho- Busquemos a mi padre, hagamos lo que debemos hacer y regresemos a casa, estoy segura que te encantaran los postres que prepare.
A Li le agradaba recibir esa clase de atenciones de su novia, por lo que no podía evitar sentirse celoso al pensar si quiera que pudiera perderla ante cualquier persona.
Buscaron con insistencia a Fujitaka, hasta que optaron por buscar en alguna zona un poco más apartada.
- Allá esta- apuntó Tomoyo una vez que pudiese verlo detrás de la construcción del templo. Se acercaron, Sakura lo llamó poco antes que lo alcanzase.
Fujitaka parecía encontrarse platicando amenamente con alguien, pero ante la voz de su hija volvió su atención a ella una vez que lo hubiese alcanzado.
- Papá ¿dónde te habías metido? ¿qué haces aquí?- preguntó al llegar hasta él.
- Lo siento hija, pero me tope con viejos amigos- dijo.
Sakura se volvió entonces, su ojos no pudieron ocultar su sorpresa al verlos.
- Saludos Sakura, feliz año. Me alegra ver que estés bien- dijo sonriente el hombre con anteojos que se encontraba acompañado de una mujer, a ambos ella los conocía bien.
- ... Eriol...- murmuró casi sin aliento.
Año nuevo, un día que debía reestablecer los ánimos de las personas creyentes a un futuro mejor y comenzar de nuevo, teniendo 365 días por delante llena de expectativas entusiastas... Pero él no, como muchos otros miraba aquel día como cualquier otro.
No recordaba por cuanto tiempo es en el que había optado por vivir en aquella casa de campo lejos del bullicio de la ciudad y de todos los problemas. Estuvo conciente de los desastres del pasado, pero para su fortuna sus propiedades no sufrieron grandes deterioros.
Mientras más viejo se volvía, más cascarrabias se sentía. Le era indiferente al dolor del mundo ya que desde hace muchos años había perdido lo que más atesoraba en su vida.
Tomó un sorbo a su copa casi vacía, sus cansados ojos miraban con serenidad el movimiento de las flamas en la chimenea de aquella sala de estar. Sentado en un cómodo sillón no resentía la soledad y solo se reconfortaba con el agradable calor del fuego en aquel día.
Miró entonces la repisa sobre la chimenea, algunos viejos recuerdos se encontraban ahí, portarretratos con fotografías que atesoraba y resultaban como una maquina del tiempo, pero se concentró en una sola de aquellas imágenes: la de su linda Nadeshiko. Tan joven, tan bella, tal y como la recordaba la ultima vez que la vio... Se entristecía en que su vida hubiese terminado de manera tan abrupta, habiendo tanto que ella tenía derecho a disfrutar pero su futuro le fue arrebatado solo por lo que ella era...
Una solitaria lagrima resbaló por su mejilla al sentirse tan desdichado, el era el único que no podía, pese a los años, olvidar tan fácilmente la muerte de Nadeshiko, por que él... él parecía ser el único que sabía la verdadera razón de su deceso, jamás se perdonaría el no haber podido hacer nada por ayudarla, la pobre se encontraba maldita por algo que ella jamás pidió tener y eso la llevo a la tumba... El saberlo no lo dejaba tranquilo.
Se levantó de su asiento una vez que no encontrase consuelo en el fondo de su copa, dirigiéndose a la mesa en donde se encontraba una gran variedad de botellas, todas de buena cosecha. Se sirvió con tranquilidad y observó una fotografía que se encontraba clavada en la pared frente a él; no había día que no pensase en sus nietos, ojala y pudiese sentirse tranquilo respecto a ellos y a su futuro... pero tal vez ellos habían heredado la maldición de su madre...
Pasó sus dedos sobre la fotografía en donde su pequeña nieta y nieto se encontraban, un recuerdo que Fujitaka le obsequió hace mucho tiempo... Ellos dos eran el tesoro de Nadeshiko, lo único que dejo ella en este mundo. Solo podía desear que el destino de su madre no los hubiese apuntado ya.
El cristal que cubría aquella fotografía le permitió percatarse de su inesperada compañía, lo extraño es que no se sobresaltó o sintió temor. Dio un sorbo a su copa y habló- No esperaba visitas el día de hoy, ¿puedo ofrecerle algo de tomar?- preguntó sin volverse, no recibiendo una respuesta rápida.
- Masaki Amamiya*, vengo en busca de algo que se encuentra bajo su poder- escuchó de una voz masculina.
- ¿Bajo mi poder? Tengo muchas cosas, dinero, joyas, reliquias...
- No me refiero a utensilios triviales- interrumpió el recién llegado- Sabe bien a lo que me refiero.
- Oh, sí, creo saberlo- murmuró despreocupado y volverse lentamente, caminar de vuelta a su sillón y solo ser hasta tomar asiento el que mirase a su invitado, el cual y se encontraba cubierto por una larga capucha que cubría todo su cuerpo y su cabellera, de su cuerpo solo podía contemplar sus ojos tranquilos al encontrarse el resto de su rostro cubierto por una manta- ¿Quiere tomar asiento?- preguntó el anciano- Imagino que ha sido un largo viaje.
- No vine aquí a jugar con usted. Deme lo que busco y prometo dejarlo vivir- murmuró aquel hombre de forma siniestra.
El anciano sonrió- Temo decir que su viaje y búsqueda resultaron en vano, el rosario no esta aquí.
- Miente- agregó con rapidez.
- Créalo o no, no me interesa, aunque destruyera la casa buscándolo no lo encontraría ya que no esta aquí- explicó con cierta rudeza.
- ¿Dónde esta?- preguntó amenazadoramente al mover rápido su brazo y apuntar al hombre con una delgada espada.
Masaki contempló sin miedo el filo de aquella arma cerca de su cuello- No lo sé- respondió, recibiendo un corte rápido y profundo en su mejilla por tal respuesta.
- El que sea un anciano no me impide el tratarlo como el perro que es- habló con despecho el encapuchado- Es humano y no tengo nada en su contra, pero si ayuda y protege a los demonios que caminan entre nosotros deberé ajusticiarlo por traidor.
Masaki resintió la herida, pero no se mostró débil ante él- ¿Traidor?... ¿Quién eres tú para catalogar eso?- preguntó.
- Uno de los que llevara justicia a quien la merecen- habló- Ahora, hable o comenzare a cortarle miembro por miembro hasta que me lo diga- amenazó.
- Le soy sincero, no lo sé... Hace años que dejo esta casa- respondió el anciano.
- ¿Por qué?- cuestionó el hombre.
- Hace años vinieron por él, me dieron razones justificables para que cediera, y desde entonces no lo he visto- explicó.
- ¿Quienes?
- No revelaron su identidad, solo necesite escuchar lo que hablaron para permitirles el llevárselo... Y ahora veo que hice bien al entregárselo- dio el ultimo trago de vino.
El hombre sombrío bajó su arma, miró al anciano tratando de buscar una pista que delatara su mentira, pero no la encontró. Se encaminó hacia la mesa de bebidas, mirando con interese la fotografía de la pared, frunciendo el entrecejo ante ella y de un golpe rompió el cristal para extraer la imagen.
Masaki solo escuchaba los sonidos de cristales rompiéndose, no se volvía, después solo vino el silencio... Uno extraño y temible.
- Dios... Protege a mi familia...- alcanzó a murmurar antes que un hilo de sangre manchara su rostro. Su mano cayó pesadamente por un costado, soltando la copa de cristal que se quebró en pedazos en el suelo.
El hombre extrajo la hoja de su espada con rapidez una vez que hubiese atravesado el respaldo alto del mueble con facilidad y que de la misma forma se abriera paso por la cabeza del anciano hasta emerger por la mitad de su frente.
De un rápido movimiento limpió su espada y avanzó hasta la chimenea, tumbando la reja de protección y tomó un leño encendido el cual y sujetó para arrojarlo a las piernas del cadáver, permaneciendo inmóvil hasta ver que el fuego comenzase a actuar sobre este y todo el lugar. Sujetó aquella fotografía que había tomado y con despecho la estrujó en su mano- Será a ti a quien la justicia deberá alcanzarte en su forma más despiadada- murmuró con resentimiento al arrojarla hacia el mismo fuego y emprender la retirada de aquella gran residencia que se reduciría rápidamente a solo cenizas.
- Fin del Capitulo 1-
Rei Tachibana* en si ES un personaje original de la serie. Tal vez muchos no lo recuerden, pero es la niña que en el Anime apareció en el Capitulo en donde Atrapan a 'Carrera/Dash'. ¿Por qué escogí a ella en vez de algún otro personaje más 'popular'?... Solo diré que fue una de esas ideas que te hacen muchas 'cosquillas' y no te dejan en paz hasta que las planteas... Y por lo menos con esto me librare de esas cosquillas por un rato.
Masaki Amamiya* es el nombre del Abuelo de Nadeshiko Kinomoto (Madre de Sakura), por lo tanto, él ERA el bisabuelo de Sakura y Touya. (Descanse en Paz)
