POV Goku

Era un domingo como cualquier otro en el Campamento Mestizo. A casi dos semanas del solsticio de invierno y se empezaba a notar en el ambiente. Muchos de los campistas anuales se habían ido a pasar las fiestas con sus familias o se preparaban para hacerlo en breve y Quirón dejaba que alguna que otra nevada cubriera de blanco el campamento, asegurándose de que las fresas estuvieran protegidas, claro. Se podía respirar el buen humor en el aire, al menos en la mayoría de los campistas, pero tengo que admitir que yo estaba más bien enfadado. Es decir, se acercaba la Navidad, una época en la que familiares y amigos se reunían y, aunque he llegado a considerar que Sally y Percy son parte de mi familia, al punto de que me han invitado a pasar la cena de Navidad con ellos, aun sabiendo cómo me pongo a la hora de comer (Puto metabolismo hiper-acelerado), yo no puedo evitar acordarme de Krillin, Bulma, la familia saiyan que no llegue a conocer y todos los demás de mi universo, ni tampoco sentir envidia por aquellos que pueden ver a todos sus seres queridos, un privilegio del que yo carezco.

Hoy, como todos los fines de semana y puentes que conectan con los fines de semana desde que la conozco he estado entrenando con Thalia. Aunque nunca lo diría en voz alta, menos aún delante de ella para que no se durmiera en los laureles, estoy muy impresionado con cuanto a mejorado en tan poco tiempo. Al principio, a duras penas lograba llevar encima 50 kg durante una pelea y ahora, cerca de cuatro meses después, puede llevar 200 sin mostrar el más mínimo síntoma de molestia.

"Sin duda se ha acostumbrado mucho más rápido que yo. Tarde 3 años en poder llevar 100 kg encima sin tener problemas" pensé asombrado.

Ahora acabábamos de tener un combate, yo con ropa pesada y ella con pesas en sus muñecas y tobillos. Ella llevaba una tonelada mientras que yo llevaba cinco. Era la primera vez que llevábamos tanto peso y ninguno de los dos parecía tener una ventaja real sobre el otro.

Estuvimos entrenando por un buen par de horas, hasta que caímos agotados.

Hestia me mataría si nos viera así comenté a medio camino entre divertido y aterrado ante la muy probable furia de mi matrona.

Jejejeje. Yo definitivamente la ayudaría dijo Thalia sonriente ¿Cuánto llevábamos encima esta vez?

Más que en cualquier otra de nuestras sesiones de entrenamiento dije intentando ocultar una sonrisilla.

Gracias, eso lo aclara todo respondió en un tono sarcastico Veenga, escúpelo dijo dándome un pequeño empujón.

¿Por qué quieres saberlo?

Para saber si ya puedo lanzarte un coche a la cara cuando seas molesto respondió encogiéndose de hombros, aunque yo sabía que solo me tomaba el pelo… creo Venga. Cuando empezamos, cada pesa era de 12'5 kilos. Quiero saber cuanto pesan ahora, cuanto he mejorado.

Por si acaso no me había convencido con eso, hizo una una cara muy similar a la de bebe foca desamparado que hacía Percy cuando quería convencerme de algo.

Sabes que no puedo negarte nada cuando pones esa cara murmuré intentado parecer gruñón "Estupido Percy y su cara de suplica" Añadí mentalmente.

Lo sé dijo con una sonrisa radiante Venga, desembucha.

De acuerdo, tú ganas. Cada una de esas cuatro pesas es de 250 kg. En otras palabra, llevas encima una tonelada.

Se quedó mirándome pasmada, con los ojos como platos.

Una tonelada — dijo en un susurro como si estuviera analizando lo que le había dicho Me estas tomando el pelo, ¿no? Q-quiero decir ni siquiera lo noto tan pesado como cuando empecé a llevar las normales.

Créeme, yo también me he quedado asombrado de que pudieras moverte con tanto peso encima, pero eso solamente prueba que el entrenamiento esta haciendo efecto.

¿P-pero cómo? Es decir, hace cuatro meses no podía llevar 50 kilos sin estar al borde del colapso y ahora puedo llevar 1000. No esperaba que el entrenamiento fuera tan efectivo — la última parte la dijo en un susurro.

Ya, la verdad es que no esperaba que progresaras tan rápido. Quizás es por ser, no solo una hija de uno de los Tres Grandes, sino que también es el rey del Olimpo, pero incluso aun así estoy sorprendido. Puede que seas una prodigio entre los semidioses y tú velocidad de progreso sea mayor, además de que puedas llegar más alto que los demás. Si sigues mejorando a este ritmo, con el tiempo ningún semidiós habido o por haber será capaz de superarte, en cuanto a los atributos físicos se refiere al menos.

¿Qué quieres decir?

Bueno, yo con lo que te estoy ayudando es a mejorar tu fuerza, tu resistencia y demás, pero los poderes como el control de los rayos y el aire, si no te pones con ellos, un futuro o antiguo hermanastro tuyo podría tener un mayor dominio sobre ellos, especialmente en la parte del aire — comenté la última parte con una pequeña sonrisa traviesa, que me sirvió como un vale para un puñetazo, fuerte, en el brazo Eso duele, ¿sabes? — dije un poco divertido mientras me frotaba el brazo.

¿Qué te había dicho del tema del aire? — preguntó con una mirada de advertencia, que ya conseguía distinguir de su mirada asesina que era bastante similar, con la única diferencia de que se le notaba un pelín menos de odio.

O vamos, sigo sin entender por qué te dan miedo

Yo no le tengo miedo a nada. ¿Está claro? — dijo en un tono frío, bajo y mortal, que usa únicamente cuando realmente la has enfadado.

Vale, vale — dije alzando las manos en señal de rendición Deja que lo reformule. Sigo sin entender porque no te sientes cómoda en el dominio de Relámpagos. Con Percy lo entendería, porque ha sido amenazado un par de veces por tu padre, pero si no puedes controlar el aire, al menos déjame que intente enseñarte a volar. Puede ser muy útil.

¿A sí? ¿Para que querría volar?

Puedes ir más rápido que un coche, te evitas dar rodeos para llegar a algún sitio, te da ventaja contra enemigos grandes o iguala el combate contra monstruos voladores y además te ayudaría a sentirte más cómoda en las alturas.

Vale, me lo pensaré, pero deja el tema. Ya he recuperado el aliento, sigamos entrenando — ordenó levantándose.

Me encantaría, pero Quirón me dejó anoche una nota en la cabaña tres mientras dormía, diciendo que era muy urgente que los dos estuviéramos en la Casa Grande en... cinco minutos — dije mientras miraba el reloj que Thalia me regaló hace poco.

Flashback

¡Hey, Thalia! — la saludé cuando la vi — ¿Lista para que te lleve al campamento?

Desde hace veinte minutos.

Jejeje, perdona. Ya sabes como soy con la hora dije mientras me rascaba nervioso la nuca.

Lo sé. Por eso creo que te vendría bien esto dijo mientras me daba una caja negra, de más o menos el tamaño de una bola de dragón.

¿Qué es? pregunté curioso.

Ábrelo y lo verás fue su respuesta.

Cogí la caja y la abrí, para ver un reloj en ella. Me lo puse en la muñeca izquierda. Lo note mucho más cómodo y ligero de lo que me esperaba, hasta el punto de plantearme si solo me había imaginado que me lo había puesto. Las manecillas eran doradas y en zigzag simulando un rayo y la correa era de un metal negro con muchas líneas blancas asemejándose también a rayos.

¿T-te gusta? preguntó un poco tímida, después de haberme quedado callado durante casi un minuto entero

¿Eh? Oh, sí, me encanta y aprecio mucho el detalle, pero... ya sabes como lucho. ¿No crees que se romperá enseguida?

No te preocupes por eso. Le pedí al líder de la cabaña de Hefesto que lo hiciera muy resistente. Dice que, si no te empeñas en romperlo, debería durarte varios años.

¿Has pagado a Beckendorf para que me haga esto? pregunté sorprendido.

A no ser que se lo pidiera al propio Hefesto, no se me ocurre donde más podría encontrar un reloj que no se te rompa en un instante.

Muchas gracias. Supongo que ya no tengo excusa para llegar tarde a los sitios.

Por eso te lo he regalado dijo ella con una sonrisa lobuna que prometía dolor si la volvía a hacer esperar.

Fin del Flashback

Mientra nos dirigíamos a la Casa Grande me cambie mi gi, gracias a los beneficios de ser el Campeón de Hestia, por una camiseta negra y unos vaqueros.

Cada vez que me quito la ropa pesada siento que una leve brisa podría hacerme volar — comenté con una sonrisa una vez tuve la ropa nueva.

No eres el único — respondió Thalia con una sonrisa, habiéndose quitado las pesas de manos y pies.

Quirón, ¿querías vernos? — pregunté cuando vi al centauro en su silla de ruedas mágica, esperándonos en el porche de la Casa Grande.

Veo que ese reloj que te regaló la señorita Grace te ayuda a ser más puntual, joven.

Sí, bueno. Ya sabes como soy con los entrenamientos, se me va el santo al cielo a la mínima que me despiste.

De todas formas, ¿para que nos has pedido que vengamos, Quirón? — interrumpió la hija de Relámpagos.

Sí, eso. Ayer recibí un mensaje Iris de Grover. Está en Maine, en la academia militar Westover Hall. Dice que ha encontrado dos posibles semidioses y un monstruo que le complica las cosas — dijo el entrenador de héroes.

¡Dos mestizos! — exclamamos Thalia y yo sorprendidos.

No sé antes, pero desde que Luke y su ejercito persigue a los mestizos no reclamados, ya sea para reclutarlos o matarlos en caso de que se nieguen, los sátiros han estado haciendo turnos dobles para encontrar más semidioses y traerlos sanos y salvos, pero les resultaba difícil encontrar a un solo mestizo en una escuela, mucho menos dos.

Eso cree — confirmó el centauro.

¿Te ha dicho cual es el monstruo o de qué tipo es? — pregunté por ir con ventaja a una batalla casí segura.

No lo sabe con certeza, sin embargo, está seguro de que el próximo viernes será la oportunidad perfecta para sacarlos. Hay una fiesta y podréis llevároslos en la confusión del baile, con suerte sin tener que pelear — explicó Quirón.

¿Sabe cuál es el progenitor divino de ambos? — preguntó Thalia.

No tiene ni idea. Lo único que puede aportar es que tienen un olor poderoso, por lo que su padre o madre debe estar en el Consejo Olímpico.

Bueno, eso reduce el abanico de posibilidades a once dioses — comentó la Hija de Relámpagos, pensativa.

Supongo que llevaremos a Percy y Annabeth con nosotros, ¿no? — pregunté a mi compañera de entrenamientos.

Yo, personalmente, sugeriría que llevaraís sólo a uno de ellos, a fin de cuentas, tres es un número de equilibrio, por eso siempre en las misiones, a no ser que se diga lo contrario en la profecía, siempre el grupo está formado por tres héroes.

Es cierto, el tres es un número recurente. Las tres Benevolas, los tres Destinos, los Tres Grandes, incluso las tres grandes razas que han gobernado, Primordiales, Titanes y Olímpicos(alguno podrá pensar aquí en los Gigantes, pero ellos no llegaron a gobernar, solo lucharon contra los Olímpicos, por lo que no cuentan)… Pero, si sólo vamos a traer a uno a quién será ¿a Percy o Annabeth?

Thalia pareció pensárselo un segundo, pero no tardo en responder.

Traigamoslos a ambos. Cualquiera de los dos se enfadaría si no nos lo llevaramos para ayudar a Grover, y es solo un monstruo. No creo que nos cause muchos problemas.

Mmmm, no creo que sea buena idea correr el riesgo, pero confío en tu buen juicio Thalia. Aun así, tened cuidado, que os confiéis es lo único que necesita un monstruo para tomar la ventaja en un combate — advirtió el entrenador de héroes.

Descuida, Quirón. Acabaremos con él antes de que ocurra nada malo — aseguré con confianza a mi maestro más reciente.Seguía sin parecer del todo tranquilo, pero dijo que se estaba haciendo tarde y que ya iba siendo hora de que llevará a Thalia al internado en el que estaba con Annabeth, pues mañana al ser lunes tenía que madrugar, no sin antes comentar algo con ella a solas.

Salto de línea.

Una hora más tarde, tras un último combate rápido sin ropa pesada, estabamos junto a su árbol y Peleo, un dragón del mismo tipo que Shenron que conseguimos para que custodiara el Vellocino de Oro.Ambos estabamos agarrados firmemente.

¿Lista? — pregunté a la hija de Zeus.

Todo lo lista que puedo llegar a estar — asintió nerviosa.

Entonces, vámonos.

Alcé el vuelo lentamente para no ponerla muy nerviosa.Soy consciente de que, teniendo en cuenta su fobia a las alturas no debería disfrutar de estos viajes, pero la verdad, entre la vista del cielo nocturno estrellado y la sensación de tener a Thalia pegada a mi… pocas cosas me hacían sentir más cómodo, por no decir ninguna.

¿Sabes? Deberías mirar al frente. Es una noche preciosa — le comenté.

Ya bueno, eso no va a pasar de momento — murmuró ella.

¿Por qué?

¿Acaso te has olvidado de que no soy una gran fan de las alturas?

Créeme, yo nunca me podría olvidar de algo tan sumamente… irónico — respondí midiendo mis palabras y aunque vi como ponía una mueca de molestia, decidí continuar rápidamente, antes de que me fuera a gritar — Mira, se que enfrentarte a tus miedos puede dar… bueno, miedo, pero es la única manera que tenemos de superarlos. Aprovecha que estoy aquí. Sabes que no pienso dejarte caer. Si no te caíste en el primer viaje con lo agitado que fue, no caerás en ninguno.

No puedo.

Por favor — dije con cara de cachorro apaleado, aun sabiendo que con los ojos cerrados y su cara en mi pecho no podría verla.

Estás poniéndome una cara de cachorro apaleado, ¿verdad? — preguntó sin alzar la vista.

Ya me está temblando el labio inferior, y en breve caerá una única lágrima de mis ojos — era un farol, pero era consciente de que era lo único que hacía falta para que ella cediera.

Después se queja de que yo lo manipule — murmuró enfurruñada ¡Vale! Y más te vale sujetarme con fuerza.

Tranquila, ya te he dicho que no te iba a dejar caer, ¿no es verdad? Además, ni siquiera te caíste en el primer trayecto, y ahí si que era difícil mantener mi agarre con como te agitabas — entonces, la agarré con más fuerza, pegando mi cuerpo al suyo ¿Suficiente? — pregunté en un susurro a su oído.

Ella murmuró algo por lo bajo avergonzada, puso la vista al frente y dijo en un susurro:

¿No estamos un pelín demasiados altos? preguntó intentando ocultar su miedo.

Estamos a la altura necesaria para pasar desapercibidos. No deberías preocuparte. No pienso dejar que te pase nada. ¿Qué te parece? pregunté después de un corto silencio.

Hay muy buenas vistas comentó más relajada.

"No tan buenas como las mías" pensé. "¿Acabo de pensar eso?" me pregunté sorprendido.

Pero también me he dado cuenta de que has estado volando en círculos por un rato dijo mientras se giraba para mirarme de manera acusatoria.

Jejeje… perdona, es que…

No hace falta. Sé por qué lo has hecho y… te lo agradezco.

De nada respondí con una pequeña sonrisa adornando mi cara.

Déjame en mi cuarto y ve a avisar a Percy de la misión, yo avisaré a Annabeth.

De acuerdo.

Poco después me acerqué a su ventana y la abrí con cuidado.

Nos vemos este viernes — me despedí una vez que estuvo dentro.

Claro. Y espero que en nuestro próximo entrenamiento me intentes enseñar a volar.

¿En serio?

Por supuesto.

Te pido entonces que seas paciente. Eso puede llevar bastante tiempo. Que duermas bien Thals — me despedí un instante antes de salir volando en dirección a la casa de Percy.

Salto de línea

Poco después llegué a casa de Percy por primera vez en un par meses. Hacía un tiempo que no lo veía ni a él ni a Sally, a no ser que fuera a través de un Mensaje Iris. Desde que llegó Thalia ambos me miraban con una sonrisa a medio camino entre divertida y traviesa, como si tuvieran una broma interna relacionada conmigo, especialmente cuando hablaba del entrenamiento que tenía con Thalia y otros momentos que pasábamos juntos.

Avisé a Percy de la misión de rescate y, después de que su madre me insistiera mucho, me quedé a cenar y a dormir.

De lunes a jueves no pasó gran cosa, no tenía a nadie con quien entrenar, ya que Percy, Thalia y Annabeth estaban en clases y Clarisse llevaba desaparecida en una misión desde hace un mes. Estaba seguro de que era algo serio, ya que el entrenador de héroes le prohibió hablarme de que trataba. La verdad es que estaba preocupado por ella, pero confiaba en el buen juicio de Quirón. Si pensara que le hubiera hecho falta, le habría mandado llevar a alguien más consigo. Además de que Clarisse es una de las mejores guerreras del campamento.

La noche anterior a la misión de rescate tuve problemas para conciliar el sueño. Había varios pensamientos que aparecían y no querían abandonar mi mente.

"¿Qué clase de monstruo será el que le está dando tantos problemas a Grover?", "¿Quién será el progenitor divino de esos dos mestizos?" y los que llevaba pensando desde que Thalia 'resucitó' "¿Por qué me dio un calambrazo Innomita cuando iba a enseñársela?", "¿Por qué se me acelera el corazón cuando la veo a ella y, especialmente, cuando me da una sonrisa?", "¿Por qué no puedo parar de pensar en ti, Thalia?"

Entonces apareció frente a mi un Mensaje Iris que mostraba a un hombre alto, imponente, de piel exageradamente pálida, con unos intensos ojos negros, como el petróleo, igual que su cabello que caía libremente por sus hombros.

Son Goku — dijo con un ligero tono de urgencia.

¿Lo-Lord Ha-Hades? — pregunté después de 'superar' el shock de que uno de los Tres Grandes me estuviera llamando.

Necesito tu ayuda con algo — dijo intentando aparentar serenidad, pero notaba que en el fondo estaba preocupado.

¿Para qué? ¿Un regalo para tu esposa, quizás? — sabía que no era un experto en ese tipo de temas, a fin de cuentas una sola idea no te hace experto, pero no pude evitar las ganas de intentar aliviar el ambiente.

No, estoy muy bien con ella y con la loca de los cereales gracias al regalo que me sugeriste el verano pasado. Gracias, por cierto. Lo que quería era que mantuvieras a Nico y Bianca a salvo.

Disculpe, ¿a quiénes?

Los dos mestizos que vas a llevar mañana al campamento.

¿Son vuestros hijos? — pregunté sorprendido Pensaba que usted era el único que no rompió el pacto.

Y lo soy. Ellos nacieron años antes de hacer el pacto, pero los oculté todos este tiempo en el Hotel Lotus.

¿Por qué sacarlos ahora? — quise saber, verdaderamente curioso.

Porque tanto Thalia como Perseo son mayores que ellos y así no el correrán riesgo, por el momento, de tener que cumplir la Gran Profecía.

Lord Hades, respecto a Thalia… ¿ella estuvo en vuestro reino mientras era un árbol? Su alma, quiero decir.

No, de haber sido así Thanatos, el dios de la muerte, hubiera impedido que su alma volviera a su cuerpo. ¿Por qué lo preguntas?

Una teoría que aún me hace falta comprobar. No ha de preocuparse por eso. Y tranquilo, le doy mi palabra de que volverá a ver a vuestros hijos sanos y a salvo.

Gracias. Más te vale cumplir tu palabra.

No soy tan insensato como para incumplir una promesa que le hago al Señor de los Muertos.

Hump. Descansa. No quiero que cuando vayas a por ellos te estés cayendo del sueño.

Oh, ¿se preocupa por mi? Me siento alagado — dije en tono burlón.

¡N-No seas idiota! — gritó claramente avergonzado, como mostraban sus mejillas ligeramente sonrojadas Lo que me preocupa es que no estés en condiciones de proteger a mis hijos si es necesario.

No se enfade. Que solo le estaba tomando el pelo.

Descansa — me ordenó, mientras con una mano disipaba el Mensaje Iris.

Dándome cuenta del sueño que en realidad tenía me dormí, no sin que antes cruzara mi mente un último pensamiento.

"Bueno, ya tengo la respuesta de una de las preguntas"

Salto de línea

Cuando me desperté en la mañana casi me dio un infarto.

¡LLEGO TARDE! — grite mientras cogía una mochila pequeña con ambrosía y néctar que, sabiamente, había preparado la noche anterior.

Me di una ducha rápida, me sequé, me vestí de manera informal y salí volando a toda velocidad al internado de Thalia y Annabeth.

Cuando llegué, las dos estaban saliendo y poco me faltó para estrellarme con la hija de Atenea.

¡Ten cuidado! — gritó sobresaltada.

Perdón, es que me he quedado dormido y pensé que iba a haceros esperarme — dije jadeando un poco por hacer en diez minutos lo que normalmente me tomaría una hora.

Venga Annie, dame mis diez pavos — dijo alegre la Princesa de los Rayos.

No me puedo creer que haya perdido una apuesta segura — murmuró enfurruñada Annabeth.

¿Apuesta? ¿Qué apuesta? — pregunté.

Aposté a que nos ibas a hacer esperarte — dijo ella.

Pero como has llegado antes que Percy y su madre… — continuó Thalia.

Solo les he hecho esperar a ellos y tú has ganado la apuesta — acabé por ella.

Voy yo y hago una apuesta la única vez que decide ser puntual — murmuró Annabeth mientras sacaba un billete de diez dólares y se lo daba a Thalia.

Estuvimos hablando un rato. Yo les contaba cómo iban las cosas en el campamento mientras que ellas me decían cómo les iba en las clases. Por suerte llegó Sally antes de que Annabeth pudiera empezar a hablar de arquitectura.

Annabeth se metió primero, tomando el asiento pegado a la ventanilla izquierda.

¿Tú primero? — le pregunté a Thalia.

Nop. Me pido ventanilla — respondió ella.

Durante el viaje de ocho horas se podía palpar la tensión en el ambiente. La única que podía hablar era Sally ya que, según parece, cuanto más nerviosa estaba más hablaba, supongo que para no dejar que un silencio incomodo la hiciera preocuparse más. Una vez empezó a contar todas y cada una de las vergonzosas historias de la infancia de Percy, intenté usar cada ocasión que encontraba para desviar el tema y salvarle la humillación a mi amigo. Supongo que sobra decir que fallé estrepitosamente.

Cuando llegamos, Thalia limpió con la manga de su chaqueta de cuero la ventana empañada.

Esto va a ser interesante.

Dijo alegre mientras observaba el ominoso edificio negro, con torres y troneras y unas puertas de madera imponente. Se alzaba sobre un risco nevado, dominado por un lado por un gran bosque helado y, por el otro, el océano gris y rugiente.

Salimos uno a uno del coche y Sally empezó a actuar como la madre preocupada por su hijo que era.

¿Queréis que os espere?

No, mamá, no sabemos cuánto puede llevar esto.

¿Lleváis todo lo que necesitáis?

Mamá...

¿Lleváis suficientes jerséis? ¿Mi número de teléfono?

Mamá...

¿Ambrosía y néctar? ¿Tenéis dracmas para llamar a Quirón?

Antes de que Percy dijera algo, probablemente hiriente a su madre, intervine.

Tranquila, Sally. Mantendremos a Percy a salvo. Y no nos esperes, a fin de cuentas seremos deberíamos de ser siete para cuando acabemos y no podremos meternos todos en el coche. No se preocupe, lo de improvisar maneras de viajar se nos da muy bien.

¿Seguro? — preguntó sin ninguna gana de marcharse, nerviosa por lo que pudiera pasarle a Percy.

Claro que sí, señora Jackson. Todo saldrá bien. A fin de cuentas somos tres semidioses poderosos y contamos con la ayuda de quien derrotó a base de fuerza bruta a el dios de la guerra, que gana todos sus combates a base de fuerza bruta. No tendremos ningún problema.

"Yo preferiría no estar tan seguro de eso" me preocupaba que pudiera pasar algo por eso de ser un grupo de más de tres. Tenia una sensación similar a que se me fuese a caer el cielo encima.

Siendo Annabeth quien lo explicó, la madre de Percy pudo tranquilizarse. Después de todo consideraba que era la semidiosa más sensata que había logrado llegar a octavo.

Tu madre es genial, Percy — dijo Thalia mientras el coche se alejaba.

Pse, es bastante pasable. Y tú, ¿estás en contacto con tu madre?

"¡Mierda! Mala pregunta, Percy" pensé.

De vez en cuando Thalia y yo hablábamos de nuestras infancias, y digamos que no quería mucho a su alcohólica e irresponsable madre.

Vi que Percy se arrepentía de haberlo preguntado, y supe que Thalia lo estaba fulminando con su mirada. Algo que se le daba bien con el aspecto que le daba la ropa punk rock y el corte de pelo desordenado y salvaje.

Bueno, vamos a meternos. Grover nos espera — dije, intentando salvar a Percy de la furia de Thalia.

Sí. Debe de ser un monstruo muy peligroso si ha pedido la ayuda de los cuatro — estuvo de acuerdo Annabeth.

Salto de línea

Las puertas de roble se abrieron con un siniestro chirrido y entramos en el vestíbulo entre un remolino de nieve.

¿Quién iría a decir que esta es una escuela militar? — pregunté sarcástico ante la decoración.

El lugar era inmenso. Entre los muros se alineaban estandartes y colecciones de armas, con trabucos, hachas y demás.

Vi que Percy mantenía agarrado en su bolsillo a su bolígrafo mortífero Anaklusmos y que Thalia estaba frotando su brazalete plateado, la Égida. Ambos presentían que la pelea estaba cerca.

Creo que sería buena idea... — no pude acabar porque las puertas se cerraron de golpe detrás nuestra que empezáramos a buscar a Grover.

Vamos — estuvo de acuerdo Thals a mi propuesta.

Llegaba el eco de una música desde el otro extremo del vestíbulo. Parecía música de baile.

Escondimos nuestras bolsas detrás de una columna y empezamos a cruzar la estancia. Total, llevábamos nuestros artículos de mayor importancia en los bolsillos. No habíamos llegado muy lejos cuando oímos pasos en el suelo de piedra y un hombre y una mujer surgieron de entre las sombras.

Los dos llevaban el pelo gris muy corto y uniformes militares negros con ribetes rojos. La mujer tenía un ralo bigote, mientras que el tipo iba perfectamente rasurado, lo cual resultaba un tanto irónico. Avanzaban muy rígidos, como si fueran soldados de plomo.

¿Y bien? — preguntó la mujer ¿Qué hacéis aquí?

¿Cómo que qué hacemos aquí? — pregunté rezando porque hubiera suficientes estudiantes como para que no se acordara de todos.

¡Ja! — soltó el hombre ¡No se admiten visitas en el baile! ¡Seréis expulsados!

"Vale, parece que se acuerda de que no somos estudiantes suyos"

Hablaba con acento; francés, probablemente. Decía 'seguéis' o algo así. Era un tipo bastante alto y de aspecto duro. No tan duro como Ares, pero, aun así, duro. Se le ensanchaban los orificios de la nariz cuando hablaba, lo que hacía difícil apartar la vista de ahí. Tenía los ojos de dos colores: uno marrón y otro azul, como un gato callejero.

Suponía que nos iban a echar a la nieve sin siquiera pensárselo, pero entonces Thalia dio un paso al frente.

Chasqueó los dedos una sola vez y le salió un sonido muy alto y agudo. Puede que fuera imaginación mía, pero sabía que la ráfaga de viento que sentí que salía de sus dedos y recorría el vestíbulo, que hizo ondear los estandartes en las paredes. Resultó, que no era mi imaginación.

Pero si nosotros no somos visitantes, señor —dijo completamente segura de sus palabras Nosotros estudiamos aquí. Acuérdese. Yo soy Thalia y ellos son Goku, Annabeth y Percy. Cursamos octavo.

El profesor entornó sus ojos con heterocromía. No sé que era lo que planeaba Thalia, pero sin duda funcionaba porque el hombre parecía indeciso.

Miró a su compañera.

Señorita Gottschalk, ¿conoce usted a estos alumnos?

Tuve que morderme la lengua para no reírme. ¿Una profesora llamada Gottschalk? El tío tenía que estar de coña.

La mujer pestañeó, como si acabara de despertar de un trance.

Sí… creo que sí, señor — dijo la profesora, todavía un tanto confusa Annabeth. Thalia. Percy. Goku. ¿Cómo es que no estáis en el gimnasio?

Antes de que pudiésemos responder, oí más pasos y apareció Grover jadeando.

¡Habéis venido…! — se detuvo en seco al ver a los profesores Ah, señorita Gottschalk ¡Doctor Thorn! Yo…

¿Qué ocurre, señor Underwood? — dijo el profesor. Era evidente que le tenía manía al pobre Grover ¿Y qué significa eso de que han venido? Estos alumnos viven aquí.

Grover tragó saliva.

Claro, doctor Thorn. Iba a decirles que han venido… de perlas sus consejos para hacer el ponche ¡La receta es suya!

Thorn nos estudió atentamente. Daba la impresión de que quería despeñarnos desde la torre más alta del castillo, pero la señorita Gottschalk dijo entonces con aspecto de funámbula:

Cierto. El ponche es excelente. Y ahora, andando todos. No volváis a salir del gimnasio.

No tuvo que decirlo dos veces. Nos retiramos con mucho 'sí, señor' y 'sí, señora' y saludándolos al estilo militar. Parecía lo apropiado allí.

Grover nos arrastró hasta el extremo del vestíbulo donde sonaba la música. Notaba como los ojos de los profesores se nos clavaban en la espalda. Entonces oí a Percy preguntándole a Thalia:

Eso que has hecho chasqueando los dedos, ¿dónde lo aprendiste?

¿Eso es lo que te enseñaba Quirón a solas? —pregunté curioso, recordando algunos momentos en los que la entrenaba, pero ninguno de los dos quería decírmelo.

Sí, es lo que me enseñaba Quirón.

Manipulación de la Niebla supongo. Eso puede ser muy útil.

Acaba de serlo — respondió ella — ¿A ti no te lo ha enseñado? — le preguntó a Percy.

Él no respondió, pero no pareció agradarle el comentario.

Grover nos condujo deprisa hasta una puerta que tenía tres grandes letras de vidrio: GIM.

¡Por los pelos! — dijo el sátiro ¡Gracias a los dioses que habéis llegado!

Annabeth y Thalia le dieron un abrazo. Percy y yo le chocamos los cinco.

Estaba feliz de verlo después de tantos meses. Era un poco más alto y le habían salido unos pocos pelos más en la barbita, pero, además de eso, tenía el mismo aspecto que siempre cuando se hace pasar por un humano: una gorra roja sobre el pelo castaño y ensortijado para tapar sus cuernos de cabra, y unos tejanos holgados y unas zapatillas con relleno para disimular sus pezuñas y su peludo tren inferior. Llevaba una camiseta negra en la que ponía 'Westover Hall - Novato'

Supongo que Quirón ya os lo habrá dicho, pero he encontrado dos mestizos. Un hermano y su hermana. De diez y doce años. No sé quien es su progenitor, pero son fuertes.

¿Hay monstruos? — preguntó Percy.

¡Uno! — dijo Grover , nervioso Y creo que ya sospecha algo. Aun no esta seguro de que los hermanos sean mestizos, pero hoy es el último día de trimestre y no los dejará salir del campus sin averiguarlo. ¡Quizá sea nuestra única oportunidad! Cada vez que intento acercarme a ellos dos, él se pone en medio, cerrándome el paso ¡Ya no sé que hacer!

Grover nos miró ansioso a Thalia y a mí

Bueno, ¿dónde están Ni… — entonces me acordé de que no debería saber sus nombres ¿Dónde están estos mestizos?

Están en el baile.

Pues a bailar — dijo Thalia ¿Quién es el monstruo?

Oh — respondió Grover, inquieto, mirando alrededor — Acabáis de conocerlo. Es el subdirector: el doctor Thorn.

Salto de línea

Una cosa curiosa de las escuelas militares: los chicos se vuelven completamente locos cuando un acontecimiento especial les permite ir sin uniforme. Supongo que, como todo es tan estricto el resto del tiempo, sienten que tienen que compensar y recuperar el tiempo perdido.

El suelo del gimnasio estaba salpicado de globos negros y rojos, y los chicos se los lanzaban a patadas, o trataban de estrangularse unos a otros con las serpentinas que colgaban de las paredes. Gracias a dios, las serpentinas se rompían antes de que a algún chico se le pusiera la cara azul. Las chicas se movían en grupos, como las chicas de Afrodita; llevaban bastante maquillaje, blusas con tirantes finos, pantalones llamativos y zapatos que parecían más bien instrumentos de tortura. De vez en cuando rodeaban a un pobre infeliz como un banco de pirañas, soltando risitas y chillidos, y cuando al fin lo dejaban en paz, el tipo tenía cintas por todo el pelo y la cara llena de grafitis a base de pintalabios. Algunos de los mayores hacían como Percy y yo. Deambulaban incómodos por los rincones,tratando de ocultarse, como si su integridad corriera peligro... claro que, con los grupitos de chicas, la integridad de los chicos no estaba precisamente a salvo.

Allí están — dijo Grover señaló con la barbilla a dos jóvenes que discutían en las gradas Bianca y Nico di Angelo.

Bianca llevaba una gorra verde tan holgada que parecía querer taparse la cara. Nico era obviamente su hermano. Ambos tenían el pelo oscuro y sedoso y una tez olivácea, y gesticulaban aparatosamente al hablar. Él barajaba unos cromos; ella parecía regañarlo por algo, pero no paraba de mirar alrededor, inquieta.

¿Ellos ya…? O sea, ¿se lo has dicho? — preguntó Annabeth.

Grover negó con la cabeza.

Ya sabes lo que sucede. Correrían más peligro. En cuanto sepan quiénes son, el olor se volverá más fuerte.

Miró a Percy. Aunque no sabía cómo huelen los mestizos para un monstruo o un sátiro, sabía que ese olor tan característico podía conseguir que los mataran. A medida que un semidiós se vuelve más poderoso, mejor huele para un monstruo. Supongo que es una manera diferente de detectar el KI o algo así.

Vamos a por ellos y saquémoslos de aquí — dijo Percy.

Antes de que echara a andar le agarre por el hombro.

Mira — susurré mientras apuntaba con la barbilla al subdirector, el doctor Thorn, que acababa de deslizarse por una puerta aledaña a las gradas y se había plantado muy cerca de los hermanos di Angelo. Movía la cabeza hacia nosotros y su ojo azul parecía resplandecer.

Deduje que, al ser un monstruo, no se había dejado engañar por el truco de Thalia con la Niebla. Debía sospechar quiénes éramos y ahora aguardaba para ver cuál era el motivo de nuestra presencia allí.

No miréis a los críos — ordenó Thalia Tenemos que esperar a una ocasión propicia para sacarlos de aquí. Entretanto hemos de fingir que no tenemos ningún interés en ellos. Hay que despistarlo.

¿Cómo? — preguntó Percy.

Somos tres semidioses poderosos y un alien con el poder de un olímpico. Nuestra presencia debe de haberle confundido. Mezclaos con el resto de la gente, actuad con naturalidad y bailad un poco. Pero no los perdáis de vista.

¿Bailar? — preguntó Annabeth.

Bueno, estamos en un baile. Es lo propio — dije encongiéndome de hombros.

Thalia asintió; ladeó la cabeza, como identificando la música, y enseguida hizo una mueca de asco.

¡Bajo del mar! ¿En serio? ¿Quién ha elegido Disney?

Grover parecía ofendido.

Yo.

Por todos los dioses, Grover. ¡Es malísima! ¿No podías poner Green Day? o al menos, si eliges de Disney, que sea una de las buenas.

¿Green qué?

No importa — dijo y me miró — Vamos a bailar.

Oye, que me parezca lógico que tengamos que hacerlo, no significa que sepa bailar — respondí alzando los brazos en señal de 'para el carro'.

¡Claro que sabes! Yo te llevo — respondió ella Venga, vamos Bíceps.

Me agarró de la muñeca y nos pusimos a bailar. Los problemas los tuve cuando empezó a sonar la música lenta. Coloqué ambas manos en su cintura, mientras que ella colocó las suyas alrededor de mi cuello. Dábamos vueltas mientras nos turnábamos para echarles un ojo a los di Angelo. Estuvimos bailando durante lo que supongo que serían varios minutos, sin apartar la vista el uno del otro, excepto un corto periodo en el que tenía su cabeza apoyada en mi pecho. Nos miramos fijamente a los ojos, como si nada más importara. Volví a sentir ese irrefrenable deseo de besarla que tuve cuando la vi por primera vez, aunque fuera en un sueño. Antes de que me planteara siquiera hacerlo, algo entró en su campo de visión que hizo que su rostro cambiara totalmente.

Se han ido — gritó en un susurro Tenemos que encontrarlos.

Al menos Grover y Annabeth están aquí — dije cuando los vi aparecer detrás suya.

¿Habéis visto a Percy? — nos preguntó Annabeth.

¿No está con vosotros? — preguntó Thalia, separándose de mí.

No — respondió Cuando vi que habían desaparecido los di Angelo, vinimos a por vosotros, pero en algún momento nos separamos.

Puede que te hubiera perdido de vista y este buscándolos por su cuenta. A fin de cuenta, salvarlos es la prioridad — comenté — Grover, ¿puedes usar vuestra conexión por empatía para encontrarlo?

Debería…

¿Pasa algo? — preguntó Thalia.

Está pidiendo ayuda. Dice que Thorn los tiene secuestrados y que es un maníaco lanza cuchillos.

¿Te dice dónde están? — pregunté.

Seguidme — fue su única respuesta.

Seguimos a Grover hasta llegar a un claro, tras pasar por el bosque. Le ordené a Annabeth que usara su gorra para generar una distracción mientras Thalia y yo nos prepararíamos para atacar.

En cuanto vimos que Percy era tumbado por una Annabeth invisible, Thals y yo salimos. Yo con Innomita en mano y ella con la Égida y su lanza de bronce. Poco después de volver a estudiar le llego en un paquete desde el Olímpo, camuflado como uno de esos sprays anti-violadores.

Su escudo tuvo el efecto que deseado sobre Thorn. Adoptó una mueca de desagrado y gruño.

¡Por Zeus! — gritó ella mientras se abalanzaba sobre él.

Le clavó la lanza en la cara, pero él sólo rugió en respuesta e intentó apartarla de un manotazo.

"Ya decía yo que eso sería demasiado fácil" pensé "Las cosas nunca son tan fáciles"

Su mano se convirtió en una garra naranja con unas uñas enormes que soltaban chispas cada vez que chocaban con el escudo de la hija de Relámpagos. Sinceramente, tenía que reconocerle al bichejo que era rápido.

El estrépito de un helicóptero se hacia cada vez más fuerte.

El monstruo lanzó una descarga de proyectiles con una cola curtida como la de un escorpión. Conseguió esquivar la andanada rodando a un lado.

¡Atacad o poneos a salvo, pero no os quedéis embobados! —ordenó a todos.

Fue el impulso que necesité para aparecer rápidamente a su lado, pateándole la cara de Thorn con ambos pies.

¿Puedo unirme? — preguntó burlón.

Ya estabas tardando. ¿Cómo es posible que seas más rápido que yo y, aún así, haya llegado antes?

Ya sabes, medir su fuerza, velocidad y tal — respondí el encogiéndome de hombros Dame un segundo.

Distraída por la charla, no se dio cuenta de que la mantícora había lanzado una salva de aguijones contra Annabeth y los demás.

Yo sí, por lo que fui a cortar la mayoría con mi espada, pero un par de ellos se escaparon, solo para estrellarse en el escudo de de Percy, que acabó abollado.

¡Rendiós! — rugió el monstruo.

¡Jamás! — gritamos Thalia y yo lanzándonos contra él.

Entre los dos teníamos la batalla completamente dominada. Un tajo aquí y allá, esquivando sus ataques y bloqueándolos con suma facilidad… Por desgracia, tanto Thals como yo tenemos la manía de ponernos a jugar con nuestros oponentes cuando los superamos por tantísimo.

Thalia estaba a punto de atravesarlo de lado a lado con su lanza, pero entonces oímos un estruendo y un gran resplandor nos cegó momentáneamente. Un helicóptero militar negro, armado hasta los dientes, se situó frente al acantilado. La mantícora aprovechó ese momento de confusión y la barrió con su cola, haciendo que dejara caer mi escudo y mi espada en la nieve.

Thalia — grité mientras me interponía entre una andanada de espinas y ella ¿Estas bien?

Sí, ¿estás TÚ bien? — preguntó sorprendida.

Tranquila, he pasado por cosas mucho peores.

De acuerdo. Intenta desarmar el helicóptero. Yo acabo con la mantícora.

¿Estás segura? — pregunté.

¿Te crees que no soy capaz? — respondió entrecerrando los ojos.

Para nada. Solo me aseguraba — dije alzando las manos en señal de rendición.

Entonces ve.

Volé contra la máquina de guerra. Estaba a punto dejar KO a los pasajeros e improvisar como dejar la máquina en tierra firme sin ninguna baja civil. No obstante, fue entonces cuando oí un sonido nítido y penetrante: la llamada de un cuerno de caza que sonaba en el bosque.

El monstruo quedó paralizado. Por un instante nadie movió ni una ceja. Sólo se oía el rumor de la ventisca y el fragor del helicóptero.

¡No! — dijo Thorn No puede…

Se interrumpió de golpe cuando un flecha plateada salió disparada del bosque, a tal velocidad que solo parecía una ráfaga de luz, y fue a clavarse en su hombro.

Artemisa — susurré en voz baja, notando su aura junto con otra docena Parece que viene con parte de sus cazadoras.

El monstruo retrocedió tambaleante, gimiendo de dolor.

¡Malditas! — rugió Thorn, que soltó una lluvia de espinas hacia el bosque del que había surgido la flecha de plata.

Con la misma velocidad surgieron del bosque infinidad de flechas. Cada flecha chocaba y partía a la mitad las espinas del monstruo. Una hazaña de precisión que no podía lograr ni un hijo de Apolo.

La mantícora se arrancó la flecha del hombro con un aullido. Ahora respiraba pesadamente.

Entonces, salieron del bosque los arqueros. Efectivamente, eran cerca de unas doce chicas, más o menos. La más joven aparentaba tener unos diez años y la mayor unos catorce. Estaban vestidas con parkas plateadas y vaqueros, y cada una empuñaba un arco. Cuando las miré con más detenimiento me di cuenta de que tenían un aura plateada, aunque una sobresalía de las demás.

¡Las cazadoras! — gritó Annabeth entusiasmada.

Por la cara de Thalia, ella no parecía muy contenta por su intromisión en la batalla.

Una de las mayores se aproximó con el arco tenso. Era alta y grácil, de piel cobriza. Tenia el pelo negro recogido en una trenza, coronado con una tiara plateada, que le daba el aspecto de una princesa persa. Igual que la última vez que la vi.

¿Permiso para matar, mi señora? — preguntó la 'princesa'.

Obviamente hablaba con la cazadora que tenía el aura más destacada, la diosa que la llevaba guiando a ella y sus hermanas en armas, antiguas y actuales, durante dos milenios o más.

El monstruo soltó un gemido.

¡No es justo! ¡Es una interferencia directa! Va contra las Leyes Antiguas.

No es cierto — terció una de los gemelos arqueros; de unos trece o doce años en apariencia. Llevaba el pelo castaño rojizo recogido en una coleta. Sus ojos, amarillos plateados, parecían dos pequeñas lunas. Incluso yo reconozco que su cara era tan hermosa que quitaba el aliento, pero su expresión era sería y amenazadora Primero, son mis cazadoras quienes han disparado, no yo, por lo que es una intervención indirecta. Además, la caza de todas las bestias salvajes entra en mis competencias. Y tú, repugnante criatura, eres una bestia salvaje — miro a la chica de la tiara Zoë, permiso concedido.

"Odio dejarlo en sus pretenciosas manos, pero sin duda pueden con esto" pensé mientras me adentraba en el helicóptero. No tarde nada en dejar inconscientes a un par de soldados, o mercenarios, no estoy seguro, que había abordo, y poco después, arranque las ametralladoras Gatlin de los lados y los mísiles. Estaba por dejar inconsciente al piloto y llevar el helicoptero al suelo cuando oí un grito:

¡Noooooo!

Entonces, solo puede observar con horror como las flechas volaron. La primera atravesó el cuello del monstruo. Otra en el pecho. La mantícora dio un paso atrás y se tambaleó aullando:

¡Esto no es el fin, cazadoras! ¡Lo pagaréis muy caro!

Y antes de que alguien pudiese reaccionar, el monstruo saltó por el acantilado y se hundió en la oscuridad, no sin antes envolver su cola en el tobillo de Thalia para arrastrarla con él.

¡THALIA! — grité desesperado, mientrás me lanzaba a rescatarla desde el helicóptero, ahora desarmado.

Fui tras ella lo más rápido que pude. El tiempo pareció ralentizarse a mi alrededor, mientras extendia mi mano para poder alcanzar la suya, pero entonces, tanto ella como Thorn se desvanecieron en una humareda púrpura que atravesé.

Rápidamente miré a mi alrededor, concentre todos mis sentidos para convencerme de que me equivocaba, pero por desgracia, pocas veces lo hacía, y solo intentaba engañarme a mi mismo. Sentí que algo se rompía dentro de mí mientras soltaba un grito desesperado, que la rabia no me dejaba oír

Habían secuestrado a Thalia, y no había sido capaz de evitarlo.

Nota de Autor

Hola a todos, siento mucho la tardanza y sí, como os abreis dado cuenta estoy haciendo un cambio en el rumbo que iba a tomar esta historia, empezando con que Caulifla no aparecerá aún, aunque creedme que la pondré antes de llegar a Super. Todavía queda mucho pero ya me las ingeniaré para hacer todo esto.

Esto llevará una eternidad y quizás no lo acabe nunca, o incluso olvide durante una temporada que lo estaba haciendo, pero de momento, la historia continua.

Esto de no poner a Thalia es sin duda un movimiento arriesgado, pero creo que puede ser muy bueno para el desarrollo del 'ship' obvio.

No sé con que frecuencia estaré escribiendo, pero creo/espero que el siguiente capítulo llegará pronto.