¡Hola! Eso se me ocurrió de repente y creo que es una buena idea para una nueva historia larga. Espero que os guste, es un poco más oscura que las demás.

la estrofa es de los celtas cortos de la canción la senda del tiempo.

Me despierto por la noches
entre una gran confusión
es tal la melancolía
que está acabando conmigo
siento que me vuelvo loco
y me sumerjo en el alcohol
las estrellas por la noche
han perdido su esplendor


El último hombre, el gran hombre, el más temido de los bajos fondos de Marte. El líder de los Dragones Rojos. Ese era él ahora. Con solo chasquear sus dedos era capaz de envolver la ciudad en un caos de fuego y sangre. Era un hombre muerto. Era un hombre sin alma, se la arrebataron el día que mataron a la mujer que amaba. Se le habían arrebatado todos y cada uno de aquellos que se empeñaron en convertir su vida en un torbellino de muerte drogas y violencia. Había leído que antaño muchos grupos mafiosos se tatuaban con cada una de sus victimas si fuera así no habría un centímetro de su piel sin tatuar. Sus manos olían a pólvora olían a sangre. Fue un buen chico pero ya no recordaba esos días.

Allí estaba sentado en su despacho bebiendo whisky caro, whisky que sabía a sangre, hacía tiempo que no saboreaba nada. Las pantallas le mostraban lo que ocurría en su casino. Bonita tapadera, había elegido un casino con la estúpida idea de volver a ver a alguien a quien sabía que no podía ver. Un casino era la mejor manera de blanquear el dinero de las drogas y las armas. Alguien golpeó la puerta y antes de hacerlo pasar apagó la colilla de su cigarro en un cenicero que reposaba sobre su lujosa mesa de caoba. Se levantó y se aseguró que su Jerico estuviera a la vista.

Señor Spiegel – dijo el tipo del que no recordaba el nombre, últimamente todo era así, caras sin rostro, sin nombre, hombres anónimos que darían su vida por él si lo pedía. – Esta noche llega al puerto el cargamento de Red Eye.

¿Esta todo preparado para la distribución?- preguntó con voz calmada y suave.

Si, los chicos están listos – dijo él y se quedo mirándole esperando algo más.

Bien – dijo Spike dando por terminada la conversación.

Permaneció en pie mirando a la puerta hasta que el tipo desapareció de su vista, ya no le daba la espalda a nadie, no recordaba la última vez que lo había hecho, ya no se fiaba de nadie, muchos le querían muerto. No recordaba haber dormido bien en meses. Siempre en vigilia sabiendo que si cerraba los ojos quizás no los abriría de nuevo. Se sentó en la mesa y volvió a beber, el sabor del licor le revolvió el estomago y sintió deseos de vomitar. Se llevó las manos a la cabeza mareado.

Descolgó el teléfono y marcó con desgana aquel maldito número de teléfono. La madame le reconoció enseguida y sin decir nada mando una de sus chicas junto a él. Siempre era lo mismo, nunca la misma chica, todas rubias todas con los ojos azules, mujeres sin nombre, todas eran Julia, mujeres que fingían amarle por una horas, a la que él abrazaba y amaba por minutos y que luego se perdían y no volvían jamás.


Espero vuestra opinión!