Disclaimer:Los personajes de esta historia son propiedad exclusiva de J.K. Rowling. Soy pobre y no lucro escribiendo esto L

Antes de leer: ¡Hola! Quería saludarlas/los primero y agradecerles muchísimo por sus reviews y por haber marcado como favorito mi anterior historia Ambigüedades. ¡No saben lo feliz que me hacen al leerlos! En fin, a continuación leerán algo pequeñito pero que sale del pecho de alguien que vivió un amor fugaz...¡espero que les guste!
Contexto: Post-Hogwarts. Draco se une a la orden después de haber sido gravemente herido y curado por Hermione…
Actualización Abril 30, 2016: Ya me había olvidado que había subido esta historia y decidí releerla y me horroricé al ver tantos errores. La primera vez que la subí lo hice de manera rápida, agregando elementos de Dramione y quitando otros personales (ya que esto fue escrito en memoria de MI amor platónico). Decidí actualizarla y darle un poquito más de detalles, sin cambiar por supuesto su contenido original. Espero que les guste

Este fic está dedicado a ti, Mos.

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Platónico

"…Se refiere al amor inalcanzable, al que por diversas circunstancias no se puede materializar; en él puede haber un elemento sexual que se da de forma mental, imaginativa o idealística y no de forma física…"- Gloria Gavito

No compartimos nada. Ni opiniones, ni amigos, ni historia. Lo único que compartimos es esa nada que nunca sucedió. Solo sé que es una persona que me encanta no sólo física si no intelectualmente. Me gusta su manera de pensar, sus conocimientos, su humor, su forma de ser y su lado estricto y despiadado que todos parecían odiar. Parece ser que todo es una contradicción, y no tengo idea de cómo explicarla porque al final de cuentas pasó. Él llegó moribundo una media noche. Nadie quiso apiadarse de él, nadie excepto yo.

-¿Qué vas a hacer, Granger?

-Voy a desvestirte y darte un baño…

-Yo puedo solo…

-No, no puedes, estás herido. Déjame ayudarte.

-¡No soy un maldito niño!

-Merlín, no, claro que no…

Me gustó, si ¿qué puedo decir? Fue diferente, y me gustó que me gustara. Sentir esa sensación de alegría y admiración por él fue algo novedoso. No fue un enamoramiento tan sufrido, si no uno que me provoca sonrisas, agradecimientos y dulzura. Nunca esperé que fuera más allá. Jamás. Nunca me hice ilusiones y siempre me contuve. Por eso no me arrepiento de ningún movimiento que llegamos o no a hacer. Lo que hicimos fue simplemente lo correcto. En este mundo no hay espacio para una historia. No hay espacio para un nosotros.

Recuerdo la vez que lo volví a ver meses después de haberlo sanado. Me gustó su espalda perfectamente atlética y recta. Se me fue el aire cuando se dio la vuelta y me di cuenta de que era él. Después de ese día todo lo demás fue llegando solo. Siempre me he considerado demasiado madura para mi edad; nací anciana y sabia. Pero eso que pasó…esas sensaciones y esos anhelos que sentí me demostraron que quizás no fui tan madura como yo pensaba. Quizás me hacía falta tener a alguien a quién admirar, a alguien a quien desear...

Él era la cúspide de mi pequeña pirámide de admiraciones, esperaba ávida escucharlo hablar y devorarme todo lo que dijera, lo observaba atentamente, lo escuchaba con una emoción silenciosa de la que nadie pudo percatarse. Agitaba su varita con una ligereza y una agilidad serena que hacía que las oscuras palabras que ordenaban una maldición sonaran como algo sacro.

Él era mi razón de asistir todos los días puntualmente a las planeaciones de emboscadas. Él despertó de nuevo mi curiosidad por el saber y el entender. Fue el primero con el que soñé de verdad y repetidas veces, una y otra vez, noche a noche, de modo que estar dormida y despierta era un estado de alegría constante que no parecía acabar nunca. Soñarlo tanto fue la clave; fue el signo que me alertó que de verdad lo deseaba.

El día que me di cuenta de que estaba enamorada de él me cayó como balde de agua fría. Justo en el momento menos esperado, cuando comencé a compararlo con todos los demás, y lloré, pero lloré feliz. Me gustó llorar por él. Me gustó llorar por algo diferente, algo que no tenía nada que ver con muertes, con frustración, con odio, con la guerra.

Aprendí tanto, admiré tanto, soñé tanto. Recuerdo como me fui dando cuenta, poco a poco de lo mucho que me gustaba. No fue algo inmediato. Me di cuenta hasta que partió y me angustió mucho no haber disfrutado lo suficiente de su presencia.

Me quedan muchos recuerdos aún. No olvido su voz, su entonación, su risa, su mirada inquisitiva. No olvido sus tantos halagos, los primeros que en mi corta vida acepté, porque no eran halagos banales, si no halagos de verdad. Halagos secretos, halagos que nadie habría entendido. Halagos dichos a la luz del fuego a media noche, mientras yo cambiaba sus vendas, cuando todos respiraban hondo mientras dormían, inconscientes de lo que pasaba en mi interior.

Me gustaba ver en él las cosas que lo harían imperfecto bajo cualquier otra mirada. Me gustaba que no le importara la lluvia, que fuera algo tan común como el sol y no tener miedo de empaparse de ella. De él aprendí eso, a dejarme de importar si llegaría temprano a casa antes de que la tormenta me tomara por sorpresa. Quizás lo aprendí a las malas: me acatarré gravemente varias veces. Pero después dejó de suceder y dejó de importarme. Que llueva, que llueva mucho y que llueva más. Cada gota era una caricia indirecta de él.

Lo recuerdo enojado, hasta el punto de decir la verdad de manera cruda, sin suavizante para los sentimientos. Lo odiaron más. Recuerdo escucharles quejándose de él, matándolo con palabras por lo bajo, a sus espaldas, bajo las escaleras, en la biblioteca. Pedían mi opinión y yo lo justificaba sonriendo ensimismada. Tiene algo por ti, me decían, tiene algo por ti ¿No has visto cómo te mira? Pero es cruel, no lo intentes ¡Qué estupidez! ambos éramos conscientes de que era demasiado arriesgado, demasiado irreal, no teníamos nada más que esa secreta complicidad. Ellos no tienen ni idea y por eso me río. Nunca esperé nada. Nada.

Me maravilló demasiado que fuera cruel ¿Por qué hubiera debido ser tan perfecto todo? Ahí estaba lo perfecto, en su evidente favoritismo, en su lado elitista, en su humor sarcástico e inteligente, en su escandaloso estornudo, en su carcajada desconcertante; en su fría caballerosidad; en aquella vez que observé por media hora, con cierta fascinación, el dobladillo de sus pantalones de vestir salpicados de lodo; en lo humano que se veía. Seguro pisó un charco… ¡en fin, daba igual!

Se enojan cuando hablo bien de él. Tengo el derecho de recordarlo porque le debo tantas cosas. Me sentí feliz en medio de tanto dolor. Que sigan quejándose, diciéndome a quién admirar o no. Pero no pueden. No pueden venir a decirme. Cierro los ojos y como antaño volteo hacia él para verlo sonriéndome con esa extraordinaria y secretísima complicidad.

Siempre me quedé con las ganas de acariciar su cabello…quizás algún día en sueños lo haga y me dé por satisfecha. Recuerdo los últimos días y las veces que logré atraparlo mirándome a mí, sólo a mí.

-Tú sabes que no puede pasar nada, Granger…- Dijo un día al fin, mientras yo colocaba un parche de venda sobre su brazo. Lo dijo tan bajo que incluso yo misma pensé haberlo imaginado. Había gente en la habitación y nadie había escuchado.

-Lo sé…- Me atreví a contestar con la cabeza gacha, sintiendo su mirada clavada sobre mí. Me miró fijamente por unos segundos y suspiró.

-Pero me muero por que pase…- Confesó, levantando la cabeza y evitando mirarme a los ojos mientras escaneaba con los suyos la habitación. Lo dijo con tanta naturalidad como si acabara de anunciar que iba a llover.

-¡No! Prefiero verte vivo, por favor…- Supliqué yo ajustando con fuerza de más su venda.

-¿Estás segura?- Preguntó con suavidad. Me armé de valor y levanté la mirada para encontrarme con sus ojos. Ambos éramos piezas vitales para ganar esta guerra, para salvar a millones. No podíamos darnos el lujo de ver por nosotros y de ser egoístas. La guerra era algo mucho más grande que nosotros. Asentí discretamente y sin cortar contacto visual. En un intercambio de miradas en el que ambos nos imaginamos todo lo que nos quisimos hacer el uno al otro y jamás pudimos. Fue un saludo, una declaración, un agradecimiento y una despedida.

Y sin más, lo vi cruzar el umbral de la puerta del número 12 de Grimauld Place por última vez. Lo recuerdo todo, no lo olvido. Sonrío.

Que él se haya ido no significa que no siga aquí.

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Espero que les haya gustado. Me sentí muy inspirada esta noche y comencé a escribir acerca de mi amor platónico (Una persona real, de carne y hueso) y cuando terminé me di cuenta de que mi pequeña historia y fascinación por ese hombre podría adaptarse a algo que Hermione pudo haber sentido por Draco y viceversa. Un enamoramiento rápido, casi infantil, uno donde nunca pasa nada, sólo la sensación de que sucedió pero a la vez no ¿Me entienden? Espero que se hayan sentido identificadas o al menos que les haya gustado. Pienso que no hay más devoción que la que hay en un amor platónico. Siempre lo recordarás, siempre te hará sonreír ¿En quién piensan? ¡No duden en platicármelo! :D Me despido, no olviden de dejar reviews! ¡Nos vemos hasta la otra!

Alella.