Disclaimer: Los personajes de Vampire Diaries no me pertenecen. sin embargo la trama y un par de personajes que participan constantemente en la trama son totalmente de mi autoría.
El clima era refrescante como el de cualquier otra noche de inicios de Noviembre; no hacia tanto calor como en verano ni demasiado frío como en invierno. Caroline Forbes amaba el otoño.
Estaba sentada en su escritorio tecleando con velocidad sobre el portátil; entre párrafos daba un sorbo a la taza de café que tenía a un costado y continuaba con su labor. Encima de la mesa estaban regadas varias revistas, periódicos y libros, que le ayudaban a poder obtener más información para el artículo que estaba escribiendo.
Usaba los pantalones de un viejo pijama que le quedaba bastante holgado y una camiseta de tirantes negra. Su largo cabello rubio estaba recogido en una coleta alta y usaba unas gafas protectoras para el brillo de la computadora.
El reloj marcaba las 3:30 de la mañana y solo necesitaba dos hojas más para terminar aquel molesto artículo que su jefa le había pedido de último minuto. La página web de la empresa para la que trabajaba solía escribir artículos semanales sobre las cosas nuevas que tendría la compañía y a la jefa de Caroline le pareció buena idea que la rubia hiciera el de esta semana. ¡Cómo detestaba hacer las cosas sin planeación y orden! Eso simplemente no era lo suyo.
La chica se quedó quieta frente a la computadora un par de minutos mientras pensaba en qué más podía escribir. De pronto un bostezo se coló por su boca y sacudió la cabeza para intentar despejarse y que el sueño se le quitara.
Al no ocurrírsele nada más que escribir, decidió levantarse para estirar las piernas, así que se acercó a la ventana que daba a la calle. Ésta se encontraba en completa calma, algo bueno tenía el vivir en una de las mejores zonas residenciales de Mystic Falls, todo gracias a que su padre le había dejado esa bella casa antes de marcharse a su largo viaje por Europa. Caroline no tenía ni idea de si su padre volvería algún día o conocería algo allá que le hiciera quedarse. Desde que él y su madre se habían divorciado, todo era incierto.
De vez en cuando, Bill Forbes mandaba alguna postal desde el país en el que se encontrara, aunque estas no se recibían muy a menudo. El futuro de su padre era incierto, pero a Caroline no le importaba demasiado; después de todo, él gustaba de las aventuras y seguramente estaría pasándoselo en grande.
De pronto escuchó un ligero ruido a sus espaldas que la sacó de sus pensamientos y se giró para mirar de donde había venido y allí estaba la causante: una pequeña niña de cuatro años, que se frotaba los ojos con una mano y con la otra sostenía un oso de peluche en color crema.
-Cariño, ¿Qué haces despierta a esta hora? – preguntó Caroline acercándose a la pequeña y poniéndose en cuclillas frente a ella. Le acarició el cabello con suavidad y la miró a los ojos con ternura mientras le daba la mano.
-No puedo dormir mami- respondió mientras se abrazaba a Caroline aferrándose a su cuello. Caroline sostuvo a la pequeña con firmeza entre sus brazos y se levantó.
-Oh cielo. ¿Qué podemos hacer para que puedas dormir tranquila? – Caroline se detuvo a pensar por unos instantes y la pequeña levantó los hombros con dulzura y poniendo un lindo puchero en los labios. - ¡Ya lo tengo!- Caroline chasqueó los dedos de la mano que tenía libre y sonrió- ¿Quieres que probemos con la técnica mágica de la abuela?- le preguntó con una sonrisa mientras la miraba con dulzura.
-¡Sí!- respondió la pequeña alegremente mientras sonreía y unos pequeños hoyuelos se marcaban en sus mejillas.
-¡Muy bien!- Caroline caminó hasta la cocina con Katie entre los brazos; al llegar, la dejó sobre la encimera y sacó del refrigerador una botella de leche. Abrió una de las puertas de un mueble en la cocina y sacó un recipiente para poner a calentar la leche.
-¿Por qué no has ido a dormir todavía mami?- preguntó Katie moviendo los pies con dulzura y mirando a Caroline con sus enormes ojos azules. Era una niña encantadora, nadie podía resistirse a una de sus tiernas miradas.
La pequeña era la viva imagen de su madre. Ambas tenían el pelo de un color rubio dorado y unos ojos azules demasiado expresivos.
-Porque mami tiene trabajo que hacer para mañana cielo.- respondió sonriéndole a su pequeña. Caroline sacó dos tazas y les colocó un poco de cocoa que sacó de otra de las repisas. Cuando la leche estaba tibia, apagó la estufa y la sirvió en ambas tazas sin llegar al borde, después abrió una de las puertas de la alacena y sacó una caja de mini malvaviscos, colocando unos pocos en cada taza.
Caroline le entregó uno a Katie, quien sopló ligeramente al recipiente y comenzó a beberla con prisa, no había duda de que la bebida tenía la temperatura perfecta. Katie se había terminado el chocolate caliente en menos de 5 minutos y la pequeña ahora tenía una linda cara de satisfacción junto con un divertido bigote de chocolate dibujado sobre la boca. Caroline rió y tomó una servilleta para limpiar el rostro de su pequeña.
La rubia estaba segura de que tan pronto Katie tocara su cama caería rendida.
-Bien preciosa, ahora a la cama y a dormir.- Caroline dejó la taza que acababa de vaciar la pequeña en el lavaplatos y cargó a Katie hasta su habitación. Era un dormitorio bastante amplio; las paredes estaban pintadas en un tono rosa pastel y los muebles eran blancos con detalles en el mismo color que las paredes.
-Buenas noches linda, dulces sueños.- la arropó y depositó un tierno beso sobre su frente. A los pocos minutos Katie ya tenía los ojos cerrados y un pequeño ronquido salía de su diminuta nariz. La fórmula secreta de Liz Forbes había funcionado una vez más.
¡Gracias a las sabias enseñanzas de mi madre!, pensó Caroline mientras sonreía mirando a su pequeña dormir. Salió sigilosamente de la habitación, cerrando la puerta con cuidado a su paso.
Caroline volvió a la cocina y sirvió un poco más de leche en su taza para preparar más chocolate. Decidida a darse un pequeño descanso y después terminar con el trabajo, salió al porche que daba a la calle principal y se sentó en uno de los cómodos sillones que tenía allí, disfrutando de la brisa que le regalaba la noche.
De pronto miró hacia la casa del frente y vio luz en una de las habitaciones.
-¿Qué esa casa no estaba en renta?- se preguntó a sí misma. Se quedó confundida ya que hasta donde ella sabía, nadie vivía en aquella casa desde hacía un par de años. Era una casa bastante grande y no había mucha gente en Mystic Falls que pudiese permitir pagársela. Seguramente se trataría de alguna nueva persona que hubiese llegado a la ciudad.
Sin darle mucha importancia al asunto terminaba su taza de chocolate mientras pensaba un poco sobre su vida en los últimos años. Si alguien le preguntaba si era feliz, ella sin duda respondería con un alegre y sincero "Si", a pesar de todo lo que había pasado.
Tenía un hermoso hogar, con una familia inigualable y amigos que valían muchísimo para ella. Aunque Caroline no podía negar que a veces se preguntaba como hubiese sido su vida si las cosas hubiesen sido diferentes.
Intentó no pensar en ello y bebió la última gota de chocolate de la taza para después volver al estudio a terminar con el ensayo que debía entregar mañana a primera hora.
Después de otro par de horas de trabajar sin descansos ni interrupciones, Caroline pudo terminar su ensayo y decidió que podría dormir un par de horas antes de tener que llevar a los niños a la escuela.
¡Hola! Vengo con esta nueva historia. Esta vez de Vampire Diaries. Aunque estará basado en la pareja Klaroline también incluirá más sobre otras parejas. Tengo algún capítulo ya escrito pero de todas formas tengo que revisarlo y cambiar algunas cosas. =) Espero que os guste y por favor, dejen su comentario sobre la historia. Cualquier opinión o sugerencia es bien recibida.
