Después de tanto tiempo en éste país, he decidido hacer una parodia de la vida en el mismo. Bueno, más que una parodia es la pura realidad reflejada a través de los personajes de Harry Potter y un poco adaptada a la historia.

BUENOS AIRES ¿CIUDAD MÁGICA?

Capítulo I

El viaje

Eran las once de la mañana. Los alumnos del colegio Hogwarts de Magia y Hechicería se encontraban en el aeropuerto de Manchester (Inglaterra), preparados para hacer un largo viaje en avión, al más puro estilo muggle, hacia Buenos Aires (Argentina). Había varios motivos por los que se había decidido realizar éste proyecto: el primero, y más importante, era que Hogwarts había dejado de ser un lugar seguro desde el asesinato de Albus Dumbledore en manos de Severus Snape. La segunda razón es que se trataba de una excelente oportunidad para que los jóvenes magos se introdujeran en la comunidad muggle y aprendieran a respetar lo que es diferente a ellos.

Arthur Weasley, quien había acompañado a Harry, Ron, Hermione y Ginny hasta el aeropuerto en uno de los coches del ministerio, estaba fascinado con la idea. No dejaba de formular preguntas a Harry y Hermione acerca del funcionamiento de los aviones. Cuando llegaron al aeropuerto, se demoró alrededor de quince minutos interrogando a un guardia de seguridad que se encontraba en la entrada.

- ¡Arthur!- lo regañó la señora Weasley.

- Lo siento, Molly- se disculpó el señor Weasley- ¡Pero es que no lo puedo evitar!

- ¡¿Y tenemos que ir a ese estúpido país tercermundista?!- se quejaba Malfoy.- Bueno, Weasley seguramente se sentirá cómodo. No debe ser muy diferente a vivir en esa choza que tiene por casa.

Harry, Ron y Hermione hicieron oídos sordos al comentario de Draco.

- Y la sangre sucia Granger también debe sentirse como en su casa entre todos los mugrosos sangre sucias que están aquí.- dijo Malfoy, arrastrando las palabras.

Harry sintió ganas de propinarle un buen puñetazo en la nariz para que dejara de decir estupideces. Ron estaba en la misma situación que su mejor amigo.

La gente los observaba con curiosidad.

Al pasar por el detector de metales, a Draco Malfoy le sonó la alarma.

- ¿Qué es lo que pasa?

- ¿Llevas algo de metal?- le preguntó un oficial.

- ¿Metal?- dijo Draco, sin comprender.

- Sí, metal- respondió el guardia, con poca paciencia.

Draco no sabía qué decir. Harry, Ron y Hermione se reían. El oficial obligó a Malfoy a vaciar el contenido de sus bolsillos, quien protestó.

- ¡Usted lo que quiere es robarse mi dinero!

Después de comprobar el contenido de los bolsillos de Malfoy, que consistía en una generosa cantidad de galeones, el guardia lo dejó pasar.

- Weasley, tu ríete, pero ya te gustaría que esa cosa te hiciera ruido como a mí por llevar los bolsillos repletos de dinero.- sentenció Malfoy en tono burlón y desapareció.

- No le hagas caso- le dijo Hermione a Ron.

Una vez que hicieron todo el papelerío típico de los aeropuertos, pasaron por la aduana, y llegaron a una zona de libre comercio, donde había restaurantes y tiendas de todo tipo, con precios más bajos que los habituales. No era de extrañarse ver a Vincent Crabbe corriendo hacia el restaurante más cercano para llenar su voluminoso estómago de comida, una actividad que parecía ser realizada con mucha frecuencia por él y su amigo Gregory Goyle. Ambos ya habían estado ingiriendo toda clase de alimentos en otro restaurante del aeropuerto, antes de dejar sus equipajes y pasar por la aduana.

Posteriormente, los alumnos ingresaron a una sala donde tomaron asiento a la espera del embarque. En una pantalla podía leerse: "Buenos Aires, puerta 20. Aerolíneas Argentinas."

Transcurrieron alrededor de veinte minutos antes de que Ron se quejara.

- ¿Cuánto tiempo más tenemos que esperar?

- No sé- dijo Hermione.- Por lo menos, en los viajes que yo he hecho en avión no he tenido que esperar tanto.

Los alumnos se encontraban bastante inquietos ante la demora, hasta que, cinco minutos después, una voz femenina anunció por un megáfono: "Pasajeros de Aerolíneas Argentinas con destino a Buenos Aires, puerta 9."

- ¿Y dónde está la puerta nueve?- preguntó Ron. Harry, imposibilitado para dar una respuesta, se encogió de hombros.

Después de unos minutos de confusión, los alumnos comenzaron a abandonar el salón, aparentemente en dirección hacia la puerta número nueve.

- ¿Para qué nos hicieron esperar tanto allí entonces?- se quejó Malfoy.

Cuando ellos llegaron al salón, todos los asientos se encontraban ocupados, por lo que debieron de esperar de pie, formando una larga fila ante una puerta de color azul, sobre la cual podía observarse otra pantalla en cuyo interior decía: "Buenos Aires, puerta 9. Aerolíneas Argentinas."

Quince minutos después, volvió a oírse la voz del megáfono: "Pasajeros de Aerolíneas Argentinas con destino a Buenos Aires, puerta 16."

- ¡¿QUÉ?!- masculló Ron.

- Ciertamente, parece una broma- dijo Harry.

- ¡Éstos estúpidos sangre sucias...!- se quejaba Malfoy pocos metros detrás de ellos.

Después de treinta minutos en los que se oyeron, mayoritariamente, resoplidos y quejas por parte de los estudiantes, se abrió la puerta número dieciséis.

- ¡Al fin!- dijo Ron, harto de tanto esperar.

Los alumnos atravesaron la misma, en fila. Todos se peleaban por ir antes que los demás, y Crabbe empujaba a todo aquel que se encontrara delante de ellos con el fin de conseguir un lugar decente para él y su amigo Malfoy (que más que un amigo, parecía una especie de amo de perro), quien iba de la mano junto a Pansy Parkinson.

- ¡Un momento!- dijo Malfoy- ¿Dónde está Goyle?

- No sé- respondió Crabbe, dejando un lapso de tiempo entre ambas palabras, como si tuviese alguna complicación cerebral que le impidiese pronunciarlo todo junto.

- ¿Cómo que no sabes?- le espetó Malfoy de malas maneras- ¿No estabas con él?

- Si- contestó el alumno corpulento de Slytherin.

- ¿Y entonces?

- No sé- volvió a decir Crabbe en un tono demasiado idiota.

La fila estaba avanzando, hasta que apareció el profesor Filius Flitwick.

- ¿Dónde está Gregory Goyle?

Debido al jaleo que todos hacían para salir por la puerta dieciséis, nadie lo había escuchado.

- ¡¿Dónde está Gregory Goyle?!

Todos seguían en lo suyo.

- ¡¡¿DÓNDE ESTÁ GREGORY GOYLE?!!

- No sé- respondió Blaise Zabini- hace rato que no lo veo.

- Seguro que se quedó arrasando con toda la comida de los restaurantes- dijo Ron. Harry, Hermione, Ginny y varios estudiantes de Gryffindor rieron, a lo que varios Slytherins, respondieron con miradas amenazantes.

- Bueno, me temo que el señor Goyle no está- dijo la profesora McGonagall después de haber examinado minuciosamente la fila para cerciorarse de que realmente Goyle se había perdido.- Tendremos que avisar a las autoridades del aeropuerto que se ha perdido un alumno.

- Bah, no creo que Goyle sea muy difícil de encontrar- dijo Seamus Finnigan- Es decir, es muy visible a corta y larga distancia.

La profesora McGonagall miró con desaprobación a Seamus.

- Señor Finnigan, diez puntos menos para Gryffindor.

- Pero...- comenzó a decir Seamus.

Los Slytherins lucieron en sus caras gestos de satisfacción.

Después de varios minutos, un guardia se acercó a la profesora McGonagall.

- ¿Cómo que no lo encontraron?

- No, señora, no está por ninguna parte.

- No puede ser, si ha venido con nosotros.

- Pues se debe haber marchado. Revisamos todo el aeropuerto, y no lo vimos por ninguna parte.

Ron abrió la boca para decir algo, pero la cerró rápidamente al recibir una mirada de la profesora McGonagall. El guardia se marchó, y la profesora se dirigió a todos los alumnos.

- Me temo que deberemos despegar sin el señor Goyle.

- Es una lástima- se lamentó Harry sarcásticamente.

Pasaron por la puerta número dieciséis y se repartieron en grupos para subirse a los autobuses.

- ¿No era que viajaríamos en avión?- preguntó Ron.

- ¡Claro que viajaremos en avión!- respondió Hermione, irritada por la pregunta estúpida de su amigo.

Hicieron un recorrido a través de largas filas de aviones separados a mucha distancia los unos de los otros.

- ¿Esos pájaros gigantes son aviones?- le preguntó Lavender Brown a una chica de sexto.

Se detuvieron ante uno de ellos, donde podía leerse perfectamente, en azul y con letra imprenta: "AEROLÍNEAS ARGENTINAS."

Uno a uno, los alumnos fueron abandonando el autobús y formando una fila para subir por una enorme escalera hacia el avión. Mientras todos intentaban ordenarse, se oían rumores acerca de una posible actividad gastrointestinal de Crabbe llevada a cabo durante el viaje en autobús.

- ¿Has oído eso, Harry?- preguntó Ron, riéndose.

- ¿Qué cosa?

- Parece que Crabbe se tiró un pedo.- respondió el pelirrojo, riéndose con más ganas.

- Y no sólo eso- añadió Harry, con un deje de asco en su voz y señalando con un dedo acusador el enorme trasero de Crabbe, cinco puestos más adelante- si no que también se cagó encima.

- ¡Qué asco!- exclamó Hermione, intentando no mirar hacia el trasero de Crabbe.

- Aunque intentes no verlo- dijo Ron, divertido- no podrás evitar caer en la tentación de contemplar su culito sexy y cagado. Nadie puede resistirse a ello, Hermione. Deberás resignarte y aceptarlo.

Hermione le dirigió una mirada de pocos amigos, mientras Harry se reía.

Las puertas del avión ya se habían abierto, una azafata sugirió que los alumnos se dividieran en dos filas para subir más rápido, y la profesora McGonagall intentaba en vano que sus alumnos se callaran para dar la orden.

- ¡CRABBE!- se escuchó un grito.

Malfoy lucía verdaderamente enfadado en la fila un puesto delante de él.

- ¡ERES UN SUCIO!- le espetó.

Crabbe se avergonzó. Malfoy, que había estado todo el tiempo delante de él, no había visto lo que sí habían podido observar los demás.

- ¿Qué es lo que sucede, señor Malfoy?- inquirió la profesora McGonagall, muy molesta.

Malfoy no supo qué responder.

- Es Crabbe.- contestó, sin saber muy bien qué decir.

- ¿Qué pasa con el señor Crabbe?- preguntó la profesora.

- Se cagó- dijo Ginny Weasley.

Todos empezaron a reírse, y Crabbe se puso tan rojo como el cabello de ella.

- No hace falta que sea tan explícita, Weasley- la regañó McGonagall.

- También se tiró un pedo cuando íbamos en el autobús- comentó Ernie MacMillan de Hufflepuff.

- ¡MacMillan!- gritó McGonagall.

- Bueno, lo siento- dijo Ernie.

- ¿Y usted, señor Crabbe, por qué no fue al baño antes?- le preguntó la profesora.

Crabbe se puso aún más rojo.

- Ehh...- se quedó mirando con cara de idiota hacia la profesora- No sé.

McGonagall frunció el ceño y, finalmente, dio un suspiro.

- Qué desastre.

Una vez que todos se callaron, explicó a los alumnos que deberían formar dos grupos para subir al avión. La tarea no fue tan fácil de realizar ya que nadie quería ir en la fila con Crabbe porque se había cagado, por lo que la profesora tuvo que colocarlo al final de una de ellas.

Finalmente, todos embarcaron con mucho más orden del que McGonagall esperaba. Harry iba sentado del lado de la ventana, en la fila de la izquierda junto a Ron y Hermione. En los asientos de atrás, Ginny, Neville y Luna. Y en los de adelante, Pansy Parkinson, Draco Malfoy y Blaise Zabini. La hilera del centro estaba ocupada por alumnos de cuarto y quinto, mientras que en la de la derecha iban los de segundo y tercero. Al parecer, nadie quería compartir asiento junto a Vincent Crabbe.

Hermione estaba leyendo uno de los periódicos que allí había.

- ¿"Sigue el conflicto por las papeleras"?- se escuchaba decir a Malfoy, incrédulo- ¡¿Y ésto a quién le importa?!

Harry percibió en la cara de Hermione un cierto gesto de molestia ante el comentario de Malfoy.

- Las imágenes no se mueven- dijo Ron, reparando en la portada de una revista- ¡Qué aburrido!

Había pasado una hora desde que subieron al avión, aguardando que éste despegara pero, a pesar de que el piloto se encontraba en su cabina, nada sucedía.

- ¡Qué fastidio!- masculló Ron, irritado por tanta demora junta.

Finalmente, el avión arrancó y comenzó a rodar en la pista, dobló en una curva y... se detuvo.

Todos se miraron, con notable irritación.

La misma operación se repitió alrededor de diez veces, con lapsos de insufrible espera entre cada una.

- ¡Esto es insoportable!- bramó Draco Malfoy- ¡Qué servicio tan ineficaz, qué incompetencia!

Por primera vez, Harry, Ron y Hermione estaban de acuerdo con Malfoy.

Media hora después, luego de que las azafatas dieran instrucciones precisas respecto a la seguridad y esas cosas, el avión abandonó la pista y el aeropuerto de Manchester, y empezó a elevarse en el aire. A varios alumnos, como a Neville, se les taponaron los oídos.

Poco a poco, a medida que ganaban altura, Inglaterra se iba empequeñeciendo a la vista de todos. Abandonaron el país por el suroeste, pasando al Océano Atlántico.

- Ay, Draco, no sé porqué pero siento la impresión de que hay una sangre sucia cerca nuestro- se escuchó la voz de Pansy Parkinson.

- Así es, Pansy- dijo Malfoy mirando de reojo hacia los asientos de atrás- creo que deberíamos haber escogido mejor nuestros lugares.

- Pues cambiaros de sitio- replicó Hermione- ninguno de nosotros os necesita delante nuestro. Es más, resulta bastante molesta vuestra presencia.

- Sí, por qué no os váis con el culo-cagado de Crabbe?- corroboró Harry.

- Nadie te pidió tu opinión, Potter- respondió Malfoy arrastrando las palabras.

- Y a ti nadie te pidió que hicieras los mismos comentarios estúpidos de siempre.- dijo Hermione.

- Tú cállate, sangre sucia inmunda.- le espetó Pansy.

Ron sacó su varita y la apuntó hacia ambos, algo que Malfoy advirtió enseguida.

- Oh, qué vas a hacer, Weasley?- se burló Malfoy- ¿Vas a hechizarnos?

- Ron, no lo hagas!- le dijo Hermione en un susurro- Tenemos prohibido hacer magia durante todo el viaje, a no ser casos excepcionales. ¡Te meterías en graves problemas!

- No me importa- masculló Ron.

- Oh, Weasley, seguro que los asientos inmundos de éste chiquero muggle son mucho más cómodos que los de tu casa. Bueno, si es que a eso puede llamársele casa.

-¡Aguamenti!

Harry estaba de pie, furioso. Un chorro de agua salió de su varita disparado directamente hacia las caras de Malfoy y Parkinson. Ron soltó una sonora carcajada, y Hermione, que sabía que estaba terminantemente prohibido, no pudo evitar reírse.

- ¡POTTER!- bramó la profesora McGonagall, muy enfadada.- ¡BAJA ESA VARITA YA MISMO! ¡10 PUNTOS MENOS PARA GRYFFINDOR!

- ¡Me las vas a pagar, Potter!- gritó Malfoy, lleno de ira, sacando su varita con la mano derecha y secándose la cara con la manga izquierda de su jersey.

- ¡MALFOY! ¡NI SE TE OCURRA!

Lentamente, y mirándose con un profundo odio, Harry y Draco se sentaron en sus respectivos asientos. Mientras tanto, Pansy chillaba insoportablemente.

- ¡Ay, mi maquillaje! ¡Se me va a correr el maquillaje! ¡Y mi pelo se mojó!

- Uy, qué desgracia- dijo Ginny. Hermione no podía contener la risa.

La pantalla del avión, que hasta ese momento se encontraba transmitiendo una imagen satelital de la zona que estaban recorriendo a miles de metros de altura, y ofreciendo datos como la temperatura y los kilómetros que llevaban recorridos, dio paso a una película de amor que muy pocos alumnos, entre los que se encontraban Lavender Brown y Romilda Vane, miraron con atención.

- ¡Qué romántico!- dijo Romilda, a varios asientos de los chicos- Ojalá Harry me dijera algo así...

- Sí, seguro- murmuró Harry por lo bajo. Ron se reía.

Una hora más tarde, el viaje se había tornado verdaderamente insoportable.

- ¡¿No podíamos aparecernos en ese cochino país tercermundista?!- se quejaba Malfoy.

Por si fuese poco, Crabbe se había tirado otro pedo, y el olor era insoportable.

Hermione vio, cómo, delante de ella, Pansy Parkinson intentaba romper el cristal de la ventana para disipar el mal olor.

- ¡¿Qué haces?!- le gritó.

- ¡¿Qué te importa?!- respondió Pansy de muy malas maneras.

- ¡No hagas eso, tonta, que nos matarás a todos!- le espetó Hermione.

- ¿Estás loca?- le dijo Harry.

- ¿Qué pasa si rompo el cristal de la ventana?- preguntó Pansy a Draco.

- No sé- respondió Malfoy desinteresado y con malhumor.

- ¡PARKINSON! ¡¿QUÉ ESTÁS HACIENDO?!- bramó la profesora McGonagall- ¡NI SE TE OCURRA TOCAR ESE CRISTAL!

Pansy Parkinson desistió inmediatamente en su intento y recostó su cabeza sobre el hombro de Draco. Hermione se sintió aliviada.

- ¿Qué pasa si uno rompe el cristal de la ventana?- preguntó Neville a Luna.

- Creo que se meten los pájaros y comienzan a darte picotazos por todas partes.- respondió la chica.

Harry y Hermione intercambiaron miradas.

Cuando Harry echó un vistazo por la ventanilla, estaban llegando a territorio continental.

- Estamos llegando al norte de Brasil- anunció Hermione.

- ¿Cuánto falta?- preguntó Ron, impaciente.

- Me temo que unas cuantas horas- respondió Hermione, con toda la tranquilidad del mundo mientras continuaba leyendo el periódico.

- ¡¿QUÉ?!- se alteró Ron.- ¿No había un método más rápido que éste?

- Los alumnos de séptimo podríamos aparecernos, pero el resto del colegio no.- selló Hermione.

Ron lanzó un bufido de fastidio... Muchos de los estudiantes se encontraban durmiendo sobre sus asientos. Los ronquidos de Neville eran insoportables.

- ¡Longbottom, quieres dejar de roncar?!- dijo Malfoy, bastante molesto. Pero Neville estaba sumido en un profundo sueño y continuó roncando durante el resto del viaje.

Más tarde llegó la hora de la comida. El aburrimiento, la espera, y el estar ahí sentado sin hacer nada había despertado el apetito en todos los alumnos que se encontraban despiertos en ese instante.

- ¡¿Esto vamos a comer?!- dijo Pansy Parkinson con desprecio, contemplando con asco su plato.- Bueno, tampoco podía esperarse mucho de la comida de los sangre sucias.

- Seguro que a Weasley le parece exquisito- comentó Malfoy mientras Ron, detrás suyo, mordía entusiasmado una pata de pollo- debe ser un manjar comparado con la comida de su choza mugrienta.

Hermione se levantó de súpeto cargando en sus brazos una bandeja con las sobras de su comida y, sin querer, la volcó sobre Draco y Pansy.

- ¡Uy, perdón!- se disculpó inocentemente sin poder evitar esbozar una sonrisa.- ¡Fue sin querer!

Harry y Ron se reían con ganas.

- ¡Estúpida sangre sucia!- chilló Pansy.- ¡Mi vestido nuevo!

- ¡¿Por qué no tienes más cuidado, Granger?!- le espetó Malfoy, furioso.

- Señorita Parkinson, diez puntos menos para Slytherin por utilizar lenguaje agresivo contra una compañera.- dijo la profesora McGonagall, claramente enfadada por haber oído el término 'sangre sucia.'

- ¡Me arruinó mi vestido!- chilló Pansy, al borde del llanto.

- A la señorita Granger se le ha caído la bandeja sin querer- dijo McGonagall- y me temo que si vuelvo a escuchar un vocabulario similar por éste sector, tendré que descontar cincuenta puntos a Slytherin.

Pansy seguía chillando por su vestido; Harry, Ron y Hermione intercambiaron miradas de satisfacción e intentaron disimular las risas delante de la profesora de Transformaciones.

Horas después, se encontraban abandonando Uruguay, y cruzando el Río de la Plata para arribar a Buenos Aires (Argentina). El avión iba disminuyendo la altura progresivamente. Neville seguía roncando, y Pansy chillando por su vestido.

Todos estaban deseando ansiosos abandonar el avión de una puñetera vez y dejar de escuchar los llantitos de Pansy así como también los ronquidos de Neville. Malfoy llegó a un punto en el que no podía soportar más la situación.

- ¡Ay, no! ¡Una mancha de salsa de tomate! ¡Mi vestido!

- ¡¿QUIERES CALLARTE DE UNA PUTA VEZ?!- le gritó Draco, de muy malhumor.

- ¡Malfoy! ¡¿Qué es esa forma de hablar?!- bramó la profesora McGonagall- ¡Cincuenta puntos menos para Slytherin!

Pansy se había puesto de tan malhumor, o incluso peor, que Malfoy. En todo lo que restó de viaje no pronunció ni una sola palabra y, de vez en cuando, dirigía miradas cargadas de odio y rencor hacia Hermione, quien le devolvía una amplia sonrisa salpicada de cinismo.

Ya habían llegado a Argentina. Para culminar el viaje, Crabbe se meó encima.

FIN DEL CAPÍTULO

Bueno, espero que os haya gustado y que sigáis leyéndolo, así como también que dejéis un review expresando vuestra opinión al respecto.

¡GRACIAS POR LA LECTURA!

MUCHOS BESOS!!!!!

Que seáis felices y caguéis lombrices!!!!!