Bueno, luego de ver por segunda vez este buenísimo anime, me decidí por escribir una historia que tenía rondando mi mente desde que lo vi la primera vez. Sean un poco sutiles conmigo porque es el primer fic que hago de éste anime.
Disclaimer: Kaze no Stigma no me pertenece; aunque acepto feliz el cargo de querer crear fics que sean agradables y divertidos.
Aclaraciones: recuerden que en Japón, en algunas instituciones educativas (por no decir la mayoría) estudian los sábados.
CAPITULO 1
"RUMBO A FUJIYOSHIDA"
Abrió lentamente los ojos y observó con algo de molestia el reloj digital sobre la mesa de noche; apenas eran las seis de la mañana y ya alguien se había tomado el tiempo de llamarle; especialmente un sábado. ¿Quién en su sano juicio llama un sábado por la mañana?
-Hola Kazuma, siento tener que despertarte.
-Está bien tío… ¿Dime a que encargo tienes para mí? – sí, solamente a Juugo Kannagi se le podía cruzar por la mente. No sabía si el carácter tan particular de Ayano procedía de su padre o de su madre. Enarcó una ceja al tener el presentimiento de que aquella petición no era precisamente por un demonio; pudiera estar involucrado alguno pero las intenciones de su tío iban más allá. Lo podía presentir y tenía la sensación de que no quería rechazar la proposición.
-Necesito que tú y Ayano vayan a Fujiyoshida; especialmente a Fuji Sengen Jinja; ya arregle todo con Wasaki para que los reciba, necesito que ayudes a mi hija a desarrollar sus poderes y a que aprenda a controlar el Koen – el silencio se mantuvo por algunos segundos en ambos lados de la línea, Kazuma esperaba a que le terminara de dar la "razón" de su llamada y Juugo pensaba en la mejor manera de no demostrar que todo era un plan confabulado por su propia mente y algunos cuántos involucrados más – Se irán el próximo fin de semana, aprovecharemos que Ayano ha terminado ya el curso y será por quince días, la paga será de cinco millones más tus gastos allá.
No podía resistirse a esa oferta, era demasiado tentadora. Quince días solos en un bosque, en la lejanía de la ciudad y las personas.Sí, valdría la pena el sacrificio. Sonrió con malicia y varios recuerdos de la pelirosa surcaron su mente. Asintió para él mismo y se rió malignamente. Su tío que aún permanecía en la línea, sintió varios escalofríos recorrerle el cuerpo. Ya no estaba tan seguro de haber hecho lo correcto; solamente quería ayudarlos, darles un empujón en su tan rara "relación", si es que se le podía llamar así porque aún a pesar de haber luchado juntos hasta casi la muerte, seguían comportándose de la misma manera entre sí.
-Kazuma… ¿Sigues ahí? ¿Qué ocurre? – se sentía preocupado y ya no por su sobrino sino más bien por su hija. Se reconfortó pensando que eso era lo mejor para todos, especialmente para Ayano, aunque ésta no tuviera noción de lo que estaba a punto de ocurrir. No. Con ella tenía que hacerlo de otra manera y que mejor que con la ayuda de él.
-Si tío, sigo aquí. Acepto ir. En esta ocasión me gustaría la mitad del pago adelantado y la otra mitad para cuando regresemos – el anciano se mantuvo en silencio antes de proferir la pregunta - ¿Por qué ese cambio? – decir o no decir, he allí la cuestión. Le gustaba más jugar con el fuego, así que no diría nada.
-Por nada en especial, por cierto, me gustaría llevarme algún carro de la familia, no pienso viajar en transporte público con ella – no se iba a arriesgar a tener que estarla cuidando tanto a ella como a sus maletas. Tenía la sensación de que la chica pertenecía a ese extraño club de féminas que al momento de escuchar la palabra viaje, empacaban hasta las mascotas de ser posible.
-Comprendo, puedes venir por el que más te guste… por cierto, tú te encargarás de decírselo. ¡Gracias! Sabía que podía contar contigo – Kazuma apenas pudo abrir la boca antes de escuchar claramente el sonido de que la llamada había finalizado. Colocó el teléfono en la base y se dejó caer de espaldas en su cama. Quince días. Solo Dios sabía que ocurriría en todo ese tiempo. Si bien se habían dicho lo que sentían el uno por el otro, muy a su manera, seguía teniendo aquella sensación de que la chica no había comprendido del todo, lo que él le había querido decir. Abrió sus ojos de golpe y gruñó con molestia. Recién se daba cuenta que su tío se había lavado las manos con él. Le había puesto a ÉL precisamente la misión de informarle a la chica. Era de supone que no quisiera hacerlo, siempre terminaba igual, peleando y exponiendo su orgullo Kannagi hasta el cansancio.
No podía negar que ese carácter precisamente era lo que lo volvía loco.
*****Mansión Kannagi*****
-Yo sé que tu podrás controlar la situación Kannagi… ya estoy viejo para eso.
-¿De qué hablas papá? – el pobre Juugo casi bota el teléfono al escuchar a su hija por detrás. Por estar tan concentrado en sus pensamientos ni siquiera la escuchó, tampoco sintió su presencia. Solo esperaba que no llevara el tiempo suficiente para haberse enterado de la plática.
-¿Yo? ¿De qué hablas tú? – se sentó nuevamente frente a la puerta que daba al jardín y sorbió de su taza de té mientras veía por el rabillo del ojo todas las expresiones y gestos de su hija. Ayano parpadeó confundida, estaba segura de haber oído a su padre quejarse por algo pero no sabía con exactitud, cuáles habían sido sus palabras.
-Mmm… supongo que escuché mal – sonrió dulcemente y se despidió de la cabeza del clan. El hombre suspiró con alivio al notar que, al ser tan despistada, podía sacar cualquier respuesta que ella lo creería sin rechistar; principalmente porque eran palabras venidas de su padre.
-¿Qué estás planeando Juugo? – Por todos los dioses, él aún estaba joven para morir por un infarto ¿Es que en esa casa nadie anunciaba cuando llegaba? A ese ritmo, no podría conocer a sus nietos. Ni siquiera vería la boda de su hija; si ya de por sí eso se veía bastante complicado, los nietos iban por un camino peor.
-Genma…
-¿Qué ocurre?
-Es de familia – el pelinegro no comprendió. Observó a su hermano unos instantes antes de sentarse a su lado y disfrutar del día. Después de varios días de lluvias, parecía que finalmente sería un día templado. Lo suficientemente frío para no morir sofocados por el calor y lo suficientemente caluroso para no congelarse - ¿Qué opinarías tú que Ayano y Kazuma fueran a Fujiyoshida?
-Motivo.
-Entrenamiento.
-No le veo el problema – bien, no había necesidad de explicarle nada más. Pero ahora la duda de si su hermano aceptaría aquella relación estaba presente en su mente; tenía que hacer la pregunta con cautela, teniendo el cuidado de que Genma comprendiera a la perfección lo que él estaba intentando hacer y cuáles eran los verdaderos motivos de aquel viaje tan repentino.
-¿Qué opinas de que vayan ellos dos? ¿Solos?
-Me parece bien - ¿Realmente estaba entendiendo y es que era él que no entendía? ¿Era posible que Genma ya se hubiera percatado de los sentimientos de los jóvenes? ¿O estaría malinterpretando todo? Optó por arriesgarse a preguntar con mayor claridad.
-¿Por qué te parece bien?
-Así el estúpido de mi hijo podrá entrenar como se debe. Quien más que Ayano para hacerlo disciplinarlo. Puede que con eso, logre llegar a mi nivel – Juugo tuvo la fuerte sensación de que era adoptado. No podía ser posible que tanto Genma como Ayano tuvieran el pequeño problema de no comprender la situación a su alrededor. Su hermano no era así de despistado. Él era uno de los mejores Kannagi que habían existido, poseía el poder más alto que se hubiera visto en todos los siglos de existencia del clan pero ahora comprendía porque casi toda la familia había tenido que interceder por él para su matrimonio. De no ser por eso, muy probablemente tanto Kazuma como Ren, no existirían.
-¿Me pregunto quién será más tonto? – murmuró por lo bajó, terminándose su té. Colocó la taza en la bandeja y suspiró con pesadez. Iba a tener que aprender a explicar las cosas con una pizarra, a lo mejor de esa manera le entendían.
-Me refiero a que si has notado… - cayó. Acababa de comprender un punto importante. No podía dejar que Genma se enterara, al menos no hasta que esos dos estuvieran claros en sus sentimientos y se los hubieran dicho al otro. Por ahora lo dejaría pasar.
-¿Qué cosa? – su hermano se comportaba cada vez más extraño. Desde hacía algún tiempo parecía estar enviando a muchos trabajos a su sobrina y a su hijo pero también se mantenía más distante del resto. No descuidaba sus obligaciones como el líder pero en sus momentos de ocio, que comenzaban a abundar, parecía meditar en un tema que lo carcomía profundamente. Esperaría. No le presionaría para que le contara. Quizás solo era una trivialidad y como casi no tenía que hacer, en eso se ocupaba.
-En que… - ¿Y ahora qué se inventaba? Tenía que ser rápido – En que Kazuma y Ayano se llevan mucho mejor ahora.
-Pues sí. Creo. No les he puesto atención realmente.
Juugo sintió que ese día la suerte estaba de su lado. Sólo pedía porque su hija no le armara alboroto cuando llegara. Estaba seguro que su sobrino disfrutaría de tener que contarle sobre lo del viaje. Ya se estaban haciendo viejos y necesitaban que gente joven los suplantara. Era casi urgente que Ayano terminara de entender y manejar sus poderes. Tampoco es que era un viaje sin provecho para Kazuma, le había arreglado una pequeña sorpresa. Su misión no solo era ser guardián de su hija; había una misión más que no le había mencionado por el bien de su plan.
****Por la tarde****
-¿Qué tal princesa? – La joven Kannagi sintió un fuerte escalofrío por la espina dorsal cuando el tibio aliento de Kazuma le acarició la oreja. Se alejó con rapidez y sintió sus mejillas arder. Ahí estaba él de lo más feliz mientras ella sentía que el corazón se le saldría por la boca del susto y la impresión.
-¡Kazuma! ¡¿Acaso no te enseñaron a respetar el espacio personal de las personas? – el chico puso cara pensativa antes de sonreír socarronamente. Le encantaba hacerla enojar pero sobretodo, hacer que se sonrojara. Era una gota más para su amplio ego el saber que sólo él generaba esas reacciones en la chica.
-¡Claro! Pero… - calló, le dejaría unos segundos con la duda en el aire, sabía que su curiosidad era demasiado grande como para que ella misma soportará aquel grato silencio.
-¿Pero qué? – y ahí estaba, no lo había aguantado. Se observó la manga de la chaqueta sin interés y viró el rostro hacia la tienda frente a ellos, como restándole importancia al asunto – Pero no soy de los respeta las reglas – buen punto. Malo para ella ¿Cómo refutaba ahora? Tenía que pensar; debía de existir alguna manera de darle vuelta al asunto.
-¿Qué haces aquí? – era extraño que él apareciera por esos caminos y mucho más raro, el que estuviera sin que eso fuera un trabajo. ¿Había llegado por cuenta propia? Eso o bien podría ser que hubiera terminado algún trabajo y se lo topara por simple casualidad de la vida. El único inconveniente que su alma encontraba es que Kazuma sólo trabajaba para dos personas. Su padre y la detective Tachibana; sintió que algo dentro de su ser afloró. Algo mucho más grande que sus poderes, algo que parecía no tener control ni límite alguno. Sabía que era tonto sentir esa clase de celos por parte de la rubia puesto que ella ya le había dejado en claro que la única, aparentemente, en la vida de Kazuma era ella. Pero era inevitable.
-¿Qué dijiste? – por andar en sus cavilaciones, no había escuchado la repuesta del castaño que sonrió divertido al comprender que no le había puesto atención en ningún momento. Sabía que su aparición tan repentina, la haría pensar en muchas cosas, especialmente en la detective. No entendía muy bien por qué Ayano seguía sintiendo celos de ella pero lo aprovechaba lo mejor que podía. Eso era lo que realmente interesaba para él. Confirmar con cada broma que le hiciera, los sentimientos de la chica hacia él.
-Te dije… que tu padre nos encargó un nuevo trabajo; es en Fujiyoshida, en el templo Fuji Sengen Jinja; no me dijo los detalles pero nos iremos el próximo fin de semana – no le diría las razones, era más divertido si la llevaba a tientas. Podría divertirse con ella durante un tiempo. No creía que realmente los demonios de aquel lugar fueran el verdadero problema para su tío. Más parecía que el problema que estaba intentando solucionar, era el mismo al que él le daba vueltas. Esto les ayudaría a ambos.
-Ese lugar está lleno de demonios, es probable que estén teniendo problemas – se levó de hombros y reanudó su marcha. Estaba decidida a no pensar más en el primer tema que había tenido en su cabeza pero ahora otro más importante se había asentado. Se detuvo para encararlo.
-¡¿Y por qué tengo que ir contigo? ¡Yo me puedo encargar de eso sola! – sabía que era capaz de hacerlo. No entendía por qué su padre insistía en que él la acompañara.
-Porque aún te falta mucho para que puedan dejarte hacer las cosas – respondió sin complicaciones el chico. Ayano se mantuvo un instante en silencio hasta que una vena se marcó en su frente y le aventó su mochila con fuerza; pero ésta, antes siquiera de acercarse a Kazuma, se detuvo en el aire y la colocó en el piso. Estaba molesta, ofuscada, frustrada y muy levemente emocionada. Estar con él era como perder la razón en menos de cinco minutos. Tenía una capacidad sobrenatural de hacerle perder los estribos. Sabía que aunque se pusiera de cabeza, su padre no cedería en la orden.
-Además… sabes que quieres ir – no podía negarlo, quería ir, sería la primera vez que iría a un templo sintoísta pero no le alegraba el saber que sería precisamente con él que iría.
-Si quiero pero no contigo.
-Siempre tan sincera Ayano, eso te traerá problemas algún día.
-¿Por qué? No veo que sea malo decir lo que uno piensa.
-Lo es cuando lo que dices no es lo que realmente piensas - ¿Lo que realmente pensaba? Pensaba que no deseaba ir con él… ¿Lo pensaba o deseaba pensar así? Sacudió la cabeza y negó. No podía dejarse engatusar por sus palabras. Conocía a Kazuma un poco más y sabía que la mayoría del tiempo, solo se burlaba de ella con frases de doble sentido y no porque fueran obscenas, sino porque parecía querer desnudar su alma y corazón. No señor, no le dejaría.
Se agachó para recoger su mochila y antes de que se diera la vuelta, sintió como su mano le acariciaba la mejilla, depositó un beso en su frente y dio un ligero brinco hacia atrás antes de que pudiera reaccionar. Le encantaba estar con ella, era como jugar a la ruleta… nunca sabes que pasara.
Le incomodaba, estaba tratando de controlarse pero era imposible, Kazuma caminaba tras ella; además, su apartamento no quedaba por ese camino… ¿Entonces? Continuó así hasta que finalmente se hartó y dos cuadras antes de llegar a su casa, se detuvo con molestia.
-¡¿Puedo saber por qué me estás siguiendo?
-No te sigo – dijo con tranquilidad – vengo a cobrar el dinero.
Se maldijo internamente por olvidar que el usurero de Kazuma siempre cobraba por adelantado y con las cifras tan exorbitantes que cobraba, lo más seguro es que en un futuro no muy lejano, terminaran viviendo en la calle.
La chica entró en la casa principal y sin saludar a nadie, se dirigió a su habitación. Un fuerte portazo indicó a todos que no deseaba ser molestada y con gusto, todos acotarían. Juugo por su parte, saludó paternalmente al chico que ahora se encontraba recostado en el marco de la puerta de la sala familiar. El hombre veía despreocupadamente el periódico con el televisor encendido. A nadie más en toda la familia, le había visto esa manía. Éste le invitó a tomar asiento en la pequeña mesa. Kazuma así lo hizo.
-Veo que ya le dijiste – el chico sonrió divertido.
-¿Vienes por tu pago?
-Sí y no – Juugo lo observó con curiosidad - ¿Deseas algo más?
-Sí, el automóvil.
-Creí que vendrías por él, el viernes.
-No, aprovecharé e iré el martes para ver cómo es el camino y cuáles son las rutas. También necesito hablar con ellos para saber que tanto movimiento hay en éstas fechas – el mayor de los Kannagi comprendió; al parecer su sobrino había captado el mensaje y le iba a sacar el mejor provecho posible. Sonrió con orgullo. Por mucho que se hubiera cambiado el apellido, Kazuma seguía siendo un miembro honorífico de la familia Kannagi.
-Bien, me voy – se levantó y pasó tomando un conjunto de llaves; se despidió justo cuando llegaba Ren por lo que también se despidió de él.
-Oye… Ren… - el pobre chico tuvo un mal presentimiento y antes de que cualquier cosa ocurriera se adelantó.
-Lo siento tío, esta vez no, ya tengo planes y no los cancelare – no esperó respuesta, simplemente corrió lo más rápido que pudo hasta su habitación y espero hasta que fuera la hora de la cena.
*****Sábado por la mañana*****
-¡Eso es emocionante para nuestra princesa! – comentó extasiada Yukari. La pelirosa simplemente las ignoró, no estaba segura de querer ir, era un trabajo y la familia Kannagi nunca decía no a eso pero el hecho de tener que estar sola con Kazuma la hacía sentir nerviosa; además, no quería que notara un pequeño detalle en su cuerpo, sabía que eso podría hacerlo enojar y no estaba de ánimos para tener que soportarlo en ese estado.
-Cierto, es hora de que comience la batalla real - dijo Nanase logrando llamar la atención de Ayano. Sus amigas sabían algo que ella no. Quería saberlo, deseaba saberlo pero como preguntar sin que notaran su curiosidad. Imposible. Por ahora se centraría en lo que tenía por delante. Y es que ciertas palabras dichas por el castaño hacía ya mucho tiempo, durante la batalla contra Burnheart aún rondaban en su mente y hacían estragos en sus sueños.
"Prepárate. Soy egoísta y tengo deseos muy fuertes."
Aceptaba que en un principio no había entendido el verdadero significado de aquellas palabras pero hace un mes pareció darse cuenta de ello mediante un sueño. La estaba volviendo loca y él ni siquiera estaba enterado. Ya no podía estar cerca de él sin sentir en su cuerpo aquella extraña sensación que noche a noche la atormentaba. No le gustaba estar cerca de él porque sentía que no podría separarse y no quería ser parte de ese sueño. Sabía y comprendía sus sentimientos pero no entendía del todo los de él.
-¡Ayano! – Nanase movía la mano frente a la chica que parecía perdida en sus pensamientos. Estaban preocupadas. Su amiga no era de esas personas que podían vagar en sus pensamientos y olvidarse del mundo. Ella no entraba en ese grupo. Volvieron a llamarla pero nada parecía sacarla de su estupor.
-Crees que sea algo malo – preguntó Yukari. Nanase negó, tenía la sensación de que ese nuevo estado se debía a Kazuma. Parecía ser el único capaz de sacar facetas nuevas en la chica e impresionarla incluso a ella misma con eso. Suspiraron resignadas pero la sensación de tener a alguien a sus espaldas las hizo sobresaltarse.
-Tranquilas – las detuvieron por una mano en el hombre y al reconocer la voz se tranquilizaron.
-No hagas eso Yagami – pidió Nanase mientras ponía una mano en el pecho y sentía nuevamente a su corazón palpitar a ritmo natural. Yukari por su parte, se limitó a sonreír aliviada. Estaban acostumbrándose al hecho de que estando con Ayano, podrían ver cualquier cosa rara y sobrenatural que existiera.
-¿Qué le pasó? – Nanase se levó de hombros y sonrió divertida – Desde hace unos minutos que está así – Kazuma enarcó una ceja y sonrió de lado. Tenía que aguantarse la risa, no era propio de la pelirosa el estar en ese estado. No, ella era más del tipo extrovertido que expresaba todo y no pensaba nada.
-Yo me encargaré de ella, no se preocupen – pasó entre las chicas y alzó a la distraída Kannagi. Ayano parpadeó sorprendida y de pronto, su cara rivalizó con orgullo con el color de su cabello, había estado pensando en él y precisamente ahora lo veía y encima de eso, la tenía alzada; su piel se rozaba con la de él y eso le hacía sentirse más ruborizada.
-Ba… Bájame – pidió mientras intentaba hacerlo por sus propios medios. Kazuma rió fuertemente, le gustaban los retos y ella siempre había supuesto uno muy interesante – Kazuma, bájame – era impresionante la fuerza que tenía para retenerla. Sabía que era fuerte y le admiraba por ello pero ser conocedora de primera mano de aquel impresionante poder era diferente.
-No te preocupes, lo haré – y antes de que algún sonido manará de la garganta de Ayano, Kazuma se elevó y desapareció entre las nubes; dejando a dos chicas viendo hacia el cielo.
-Ohhh es una lástima que no pueda ver ese viaje – se quejó Yukari mientras sacaba una libreta y hacía unas anotaciones.
-¿Qué haces con eso? – inquirió curiosa Nanase, Yukari se rió malvadamente y la peliazul se preguntó si la rubia no era alguna hermana perdida de Kazuma.
-Escribo el desarrollo de la relación de Ayano con Kazuma; si seguimos bien de cerca todo, podremos saber que ocurrirá, anticiparnos a sus propios actos… - se mantuvo unos segundos en silencio y luego el brillo de la victoria se asomó en sus ojos - ¡Ya sé! Iremos a Fujiyoshida también, no nos vamos a perder de esto – y acto seguido corrió como posesa, arrastrando consigo a Nanase que se preguntaba cómo es que había terminado metida en ese lío.
-Por favor Ren, necesito que vayas y te asegures que todo va bien – pidió por quinta vez Juugo a su sobrino.
-Tío por favor, sé que todo irá bien, confía en mi hermano.
-Yo confío en él pero conozco a mi hija y sé que encontrará la manera de arruinar las oportunidades aunque no sea consciente de eso – el pequeño suspiró, sabía que lo que su tío quería decir pero él también tenía sus planes y no tenía intenciones de entrometerse en la vida privada de su hermano. Él sabía cómo controlar el temperamento de Ayano y acomodaría las cartas a su favor. Siempre lo hacía.
-Bueno, si tú no me ayudas, le pediré a Suzuhara que me ayude, sé que ella lo hará – se giró para darle la espalda y tomó el teléfono. Ren no estaba seguro de si su tío hablaba en serio o solo lo hacía para que él aceptara. No caería en su trampa, no iría. Debían de dejar de estarse metiendo en la vida de los demás y en especial de ellos. Todos habían notado que entre ellos había un vínculo que nada tenía que ver con la familia, algo mucho más allá de la sangre pero tampoco era para estar presionando las cosas.
-Bien, gracias querida – colgó el teléfono y sonrió. Ren tuvo un mal presentimiento – Creo que Suzuhara estará por acá en media hora, yo que tú, me iba arreglando.
-¿Qué hiciste?
-Te dije que ella me ayudaría – lo había hecho y sabía que Kannon había aceptado. Quería mucho a Ayano y sabía que apoyaría cualquier acto que le diera alegría a la chica. Estaba metido en un buen embrollo. Ahora no podía negarse, igualmente, ya no tenía planes para el fin de semana. Se resignó.
-¿Qué le dijiste? – debía saber que decir y que no. No quería problemas con la chica.
-Que estaban demasiado nervioso para hablar y que querías que fueran a unas aguas termales en Fujiyoshida. Por supuesto que ella aceptó inmediatamente – la sonrisa victoriosa de Juugo Kannagi era impresionante, especialmente si uno recuerda que tiene una humildad impresionante para el cargo que ocupaba.
-Oh hermano… si tú supieras… - el castaño estornudo ligeramente y observó por el retrovisor.
Una Ford Runner color gris viajaba a 100kms por hora sobre la autopista rumbo a Fujiyoshida. Kazuma tenía la sensación de que algo inusual iba a ocurrir en aquel sitio y ya no era solo por la idea de tener a Ayano a su disposición. Algo en el viento le decía que no estaba solo pero no podía concentrarse en buscar a sus seguidores. Le llamaba la atención el silencio de Ayano. Ese día había descubierto que odiaba que la chica no hablara, se sentía extrañamente solo.
Algunos carros más atrás, en un pequeño Accent color verde musgo, dos chicas les seguían el paso. Yukari se mantenía concentrada en la camioneta gris que iba algunos carros delante de ellas. Nanase por su parte, disfrutaba de la vista. No todos los días podían viajar a lugares como esos sin tener que pensar en algún reporte para la escuela.
Tres automóviles más atrás, en un Toyota Land Crusier negro, iban cuatro personas: el chofer de la familia Kannagi, Kannon, Ren y Tatsuya.
-¿Por qué vienes tú? – le acusó con molestia Kannon mientras Tatsuya seguía viendo por la ventana.
-Porque sí.
-¿Cómo te enteraste? – el pelinegro sonrió y la encaró – por un pajarito, así que ahórrate el cuento o ¿Acaso creíste que te dejaría esta oportunidad para ti?
-Estúpido Tatsuya – se sentó con indignación pero sonrió arrogante cuando comprendió que Ren iba atrás con ella; según Kannagi para que no llamara la atención de Kazuma por el color de su cabello. Así que siendo buen para aprovechar ocasiones se pegó ligeramente al chico quien no evito sonrojarse.
-¡Oye! ¡Aléjate de él!
-O… bli… ga… me – Suzuhara se pegó más al joven Kannagi al tiempo que le mostraba la lengua a Tatsuya. Ren se pasó una mano por el rostro y negó. Ahora comprendía porque a su hermano no le gustaba que se metieran en sus asuntos. Él solamente quería tener una buena tarde de sábado junto a Kannon y ahora estaba de espía, encima, tenía a sus amigos peleando y tenía la sensación de que hermano ya sabía o por lo menos presentía que algo raro estaba ocurriendo a su alrededor.
-Ahh – gimió con molestia – Esto es el colmo – aceleró un poco y trató de alejarse de los demás. No era complicado para él saber quienes venían atrás. Ayano lo observó con curiosidad, era muy raro que él estuviera de mal humor y ahora parecía estarlo.
-¿Qué ocurre? – el chico la observó era la primera vez desde que la dejará en el asiento que hablaba.
-Nada importante.
-Oh – y calló nuevamente. Se estaba volviendo loco. Lo estaba volviendo loco y ella no lo notaba. Lo haría. Inicialmente no tenía intención alguna más que de molestarla durante todo el trabajo pero ahora estaba decidido a aclarar las cosas; estaba cansado de tener que ver ese rostro y no saber qué pasaba por su mente. Tenía claro que ella no había entendido las verdaderas palabras de aquel momento pero ahora se lo haría entender de una u otra forma y se encargaría de hacer que la familia Kannagi y demás, se metieran en sus asuntos. Ya pensaría en alguna manera de hacerlo, por ahora, hacer que la chica hablara era su principal misión. Total, tenían un largo viaje por delante, aún les quedaban dos horas más de camino.
Era claro que los implicados en ésta misión pensaban en lo mismo. Aunque todos con diferentes perspectivas. Muy diferentes.
Ayano leyó algunas pancartas de publicidad, antes de divisar un letrero de información vial y no supo por qué, algo en su interior se removió profusamente al leer la última línea.
-75kms Fujiyoshida… "Voy rumbo a Fujiyoshida por quince días junto a Kazuma ¿En qué estaría pensando mi padre?"
Bien, este es el primer capítulo, espero les haya gustado, no quiero hacerla muy larga puesto que no poseo mucho tiempo; exprimiré a mi musa y la obligaré a terminar la historia para irla subiendo en un tiempo estimado de al menos un capítulo por semana (si no se presenta algo más) No olviden dejar sus comentarios y críticas sobre la historia. Estaré encantada de recibirlos.
Nos vemos la siguiente semana. Matta ne!
