La Prometida de mi Hermano

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, la idea de la historia si.

Prólogo

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Corría mientras su respiración se agitaba a gran velocidad, la adrenalina que vivía en ese momento no impedía que gruesas lagrimas recorrieran su fino rostro y si no fuera por la mueca de dolor que tenía, nadie hubiera creído que lloraba ya que en ese momento llovía con gran intensidad.

¿Por qué lo había hecho? ¿Por que sólo jugaban con ella? Se sintió ridícula al no vislumbrar antes lo que era su realidad, quizás siempre lo supo o intuyó, pero siempre confiando en la persona equivocada.. ¿Qué acaso nunca aprendería?

Y aunque una leyenda antigua en su familia dijera que sus ojos podían ver el alma y los pensamientos de las personas, que ninguna mentira se les escapaba. Ahora mismo entendió que nunca llegaría a ser una digna Hyūga, le dolía pero de verdad pensaba en aquello.

Y él se lo había advertido y ella necia nunca le creyó, lo lastimó y ahora se arrepentía.. si pudiera regresar el tiempo y alejarse de aquel sujeto que solo la usaría.. de haberle creído a la persona que decía amarla nunca estaría pasando por aquel dolor en su corazón.

Divisó que ya todas las calles eran alumbradas por las luces de los postes y se detuvo. Sabía a donde tenía que ir, su alma se lo exigía pero su mente decía que lo mejor era alejarse. Quizás el se burlaría o muy probable la mandara al diablo, suspiró sabiendo que ya lo tenía decidido y afrontaría el mayor error de su vida que su subconsciente no dejaba de repetir. Iría y pagaría las consecuencias.

Al llegar empapada al edificio que era muy conocido para ella, sostuvo su corazón en un vano intento de reprimir los fuertes latidos que esté profesaba, un sentimiento de nerviosismo, arrepentimiento y dolor se mezclaban pero no iba a retroceder su camino.

Entro y vio como el recepcionista le sonreía amablemente mientras la dejaba pasar sin problema alguno pero eso más que intrigarla solo sintió un enorme agradecimiento. Tomó el ascensor y presionó el botón que conducía al piso octavo donde él vivía. No pudo evitar mirar el reflejo suyo en el ascensor.

Sus ojos estaban muy rojos después de todo el llanto, sus mejillas estaban rojas por el esfuerzo físico producido y sus labios estaban muy pálidos además de tener la blusa blanca pegada levemente a su pecho dejando ver su pronunciado busto. Agradecía interiormente el tener ese gran saco beige que al instante se colocó escondiendo su corta falda negra.

Ya estando ahí, camino lentamente preguntándose si estaba bien lo que iba a hacer pero lo mínimo que él chico necesitaba era una profunda disculpa de su parte.

Estando ya en la puerta correspondiente del azabache, se armó de valor y dejó de lado sus miedos y obteniendo una fuerte determinación presionó el timbre de dicho apartamento.

Solo tuvo que esperar unos cuentos minutos para que abrirá la puerta, pero doloroso había sido lo que se encontró.

—¿Ah? Disculpa querida, pero Sasuke-kun me llamó a mi primero.. vete por donde viniste—

Y tras de aquella pelirroja salió un joven alto de cabello y ojos oscuros que solo vestía una bata de baño, mirándola sorprendido.

Y si sintió que su corazón estaba hecho trisas anteriormente, ahora este ya no existía...