Creo que me gusta atormentarme... y hoy deje salir la parte sombría de mí. Se supone que esta historia es relativamente corta, pero me encuentro tan distante de la realidad que aún no me decido. Y cuando por fin volví mis pies a la tierra ya había escrito esto. Así que pensé ¿Por que que no publicarlo?

Y entonces lo hice... Disculpen el atrevimiento.

Ahora, como tomo la mayoría de las cosas de la mitología japonesa tengo que explicar unos términos como Izanagi e Izanami, que son el dios y la diosa creadores, pero Izanami es mala y trajo la muerte al mundo. Amaterasu, Tsukiyomi y Susanoo son los tres dioses nobles del cielo y el sol, la luna y la noche, y la tormenta y el rayo respectivamente. Y ya de mi propia imaginación me sigo con los nombres Junsuinatsuki (que se pronuncia Junsuinátsuki) que significa Luna Pura o Pureza de la Luna y Kuroishi (Kuróishi) que se interpreta como Oscura Muerte o Muerte oscura, y son realmente traducciones del japones.

Advertencia: Les parecera extraña la historia, pero este es el prólogo, por así decirlo, ya que en el primer capítulo contaré como es que llegaron a todo esto. Tendran dudas, pero la historia las responderá conforme avance.

Esta es una historia del inframundo en donde los conflictos entre los dioses con respecto a los humanos llegan al límite.

Un error tan grande no podría ser perdonado por mucho amor que hubiere... ¿verdad?


El ocaso de un amor imposible

"No puedo dejar de llorar….

Duele demasiado…"

Se escuchaba doloroso y profundo el lamento de una suave y delicada voz femenina haciendo eco en la nada del vacio.

-¿Qué?-

¿De donde había salido esa voz? Se suponía que en ese sitio solo podría estar el. Pero su entrañable recuerdo se coló a lo más hondo de su subconciente por la carga que representaba.

Estaba muriendo, pero escapó a su mente por un segundo unicamente. Estando algo sin sentido y totalmente desdichado.

.

-Niño- reconoció esa lóbrega voz que siempre lo atormentaba con su presencia al apoderarse de su cuerpo y obligarlo a desatar su poder sobre todos aún si ese nunca había sido su objetivo, ya que lastimaba a los que más quería, matando tanto a culpables como a inocentes. Manchando con el carmesí de su sangre la tierra bajo sus pies y con su metálico olor inundando sus pulmones, acuchillando su interior. Dejando cernir sobre él toda la culpa cuando regresaba en si mismo. Haciéndose consiente de la destrucción que había provocado.

-Kyubi…- vió detrás de enorme jaula que lo encerraba en su interior. Pero solo lograba divisar su sombra.

Por un segundo no se vio movimiento alguno hasta que aquel rubio trató de acercarse a los barrotes y el oscuro demonio se hizo hacia atrás con un inevitable y extraordinario miedo nunca antes conocido por nada ni nadie en el mundo. Eso lo tomo por sorpresa. Nunca lo imaginó.

-Aléjate, ya has hecho suficiente-

-¿Qué?- No había nada de coherencia en lo que estaba pasando. El zorro de nueve colas nunca sería condescendiente con nadie. Menos con el.

Se quedo estupefacto un rato, sin saber que hacer. Pero luego retomó la palabra con rudeza.

-Condenaste a Junsuinatsuki- sonó al tiempo que la energía voraz del demonio parecía volverse parcimoniosa y melancólica, bañada en soledad. Sumergiéndolo todo en su profundo rigor eterno. -La condenaste...-

Ni siquiera el, siendo tan poderoso, pudo hacer algo al respecto, pues nunca lo notó. Y cuando por fin lo supo ya era tarde. No quedaba más que hacer.

Era el fin, y el inframundo subiría a la tierra irremediablemente, quedando todo a merced de la fría y dañina oscuridad que lo devoraría todo con crueldad, sin compasión alguna. La vida sería un eterno estado de putrefacción que al paso del tiempo acabaría con los rastros de lo que una vez fue un mundo lleno de luz.

-¿Junsui… nátsuki…?- salió de los labios del ojo azul con un gélido vaho aterrador. Nunca antes había escuchado ese nombre pero todo su cuerpo se tensó al escucharlo. Había cierta familiaridad indefinible para su entendimiento.

En ese instante, como si siempre hubiere estado cayendo, Naruto dirigió sus ojos hacia arriba donde una flor de un azul intenso inexplicablemente bello caía en medio de un baile pacífico y torturantemente hermoso en el aire sin viento inexistente de su cabeza pero con una cuchillante frialdad alrededor suyo. Todo excepto ella.

-Naruto kun-

Escuchó de nuevo aquella voz que en un principio derramaba sufrimiento en su tono.

-Hinata…- abrió inconmesurablemente sus ojos al reconocerla, comenzaron a temblar por el impacto y el horror cuando aquel lirio azul comenzó a quemarse por una llama rojiza cruel y lacerante.

¡¡Nooo!!

Volvió a escucharse su voz, esta sufriendo su alma y Naruto podía oírla claramente como si estuviera con ella, viviéndolo al mismo tiempo. Podía sentir su dolor al ver aquella llama consumir sin piedad esa pulcra e inexorablemente inocente flor.

¡No! ¡Naruto! ¡Ayúdame! ¡Naruto!... ¡Noo! ¡No!...

Calló permaneciendo en silencio total, estaba quemándose al caer quedando justo en ese instante frente a sus ojos. No podía creerlo.

¡Por favor…!

Suplicaba aquella voz, aquella calcinante voz que lo quemaba como si estuviera bajo la lluvia de su desolado llanto.

por favor…

Naruto kun…

Una fugaz y nítida escena se poso en su mente mostrándole lo que nunca supo y que había pasado por su causa. Su memoria estaba llena de lagunas como producto del venidero fin de su ciclo vital. Era decadente el no recordar en ese último aliento suyo tan aplastente y largo en el que se tomaba la molestia de hacer una retrospección tan absurda así como necesaria. Pero esa imagen lo helo.

Era joven, alta y esbelta, con una piel sumamente blanca y un sedoso cabello lacio y largo, tan oscuro como la noche, y que enmarcaba su cara al tiempo que cada hebra de su cabellera se movia con brusquedad hacia todos lados por la violencia con la que el fuego que la estaba quemando ardía.

Su rostro tenía una expresión demacrada que deprimiría a cualquiera con solo verla por lo que estaba pasando. Sus ojos, esa cristalina y pura mirada clara y blanca observándolo, con dolor, con pena. Con sacrificio. Con lágrimas que dolían como la más fiera punzada que pudiera atacarla, estaba soportando lo que sería su castigo y pena en el infierno con una brutal entrada reposando en un lecho de llamas, pero el solo veía su cuerpo, vestido con un kimono lila de un tono tan claro que a penas podía definirse.

De su boca, saliendo por la camisura de sus finos y contorneados labios cerrados, un hilo de sangre se dibujaba rojo como nunca se imaginaría ver un color. Y sus lágrimas, brillando por si solas, indiferentes a la cruel luminosidad del fuego del infierno, eran azules y puras bajando por sus mejillas y desapareciendo al caer de su rostro.

La miro un segundo, solo un segundo que fue más que suficiente para comprenderlo todo cuando su dolorosa mirada se apagó al cerrar los ojos resignada, con la sombra de una sonrisa que no estaba en ella desde hacía ya un tiempo, haciéndolo sentir su resignación. Su completa aceptación al sufrimiento perpetuo del infierno para salvarlo a él. Por ÉL, quien no la salvó a ella por mucho que fuere esa su última voluntad, pues a pesar de poder podido hecerlo, el acabó siendo el responsable de llevarla al lecho de la muerte, entregándola entera a la oscuridad.

¿Es que nunca sintió por ella ni siquiera un poco de amor? ¿Tan solo un poco?

-No…- regresó a su mente después de haberse perdido en esa terrible imagen tan inmersa en lo marcaba el fin.

Callo de rodillas aún con los ojos totalmente abiertos y permaneciendo boquiabierto. Su espalda estaba recta, veía la nada. Había visto el alma Hinata siendo condenada por voluntad, ¿y todo por que? ¿Por el? ¿Por Naruto? ¿Por aquel a quien amo tanto y nunca la miró?

-Hinata…- dijo con el hilo de voz que le quedaba. Las cenizas de la flor acabaron por desaparecerse con él doblegado por lo que había visto -¡¡¡HINATA!!!- gritó con toda su fuerza rompiendo con el mismo todo su entorno, quedando solo el, muy pequeño. Sus manos hechas puños, sus ojos fuertemente cerrados, sus lágrimas cayendo con su desgarradora pena.

Se hiso hacia delante, golpeo el piso cubierto por la leve capa de agua que había. Estaba acabado. Ella lo mató por dentro al salvarlo.

¿Por qué?

Esa era la pregunta.

*

-No mereces ser salvado- volvió a hablar el demonio, acercándose a la reja que los separaba únicamente por lástima. Naruto lo escuchó y subió el rostro para mirarlo, seguía destruido por lo inocuo de Hinata que se había perdido en el submundo en las garras del mal. –Pero al final su sacrificio será en vano si no te saco de aquí-

El rostro del rubio se torno lleno de impresión. Lo que más quería en ese momento era morir… pero, no podía…

-Odio tener que salvarte el pellejo. Yo la odiaba por ser débil y después por resultar ser quien era, pero la respetaba, pues no estaba a su altura como para enfrentarme a ella sin ser castigo por los dioses- se acercó aún mas- Pero tú, tu eres despreciable, no la merecías aún cuando ella estaba en forma humana. Tsukiyomi le otorgó la inseguridad y la fealdad para protegerla y que muriera lo más pronto posible y que regresara al reino de los dioses, pero sobrevivió, sobrevivió gracias a ti llegando a romper lo que el le brindó. Desatando su propio poder… Y entonces tú la mataste-

-No…- Naruto se llevó ambas manos a la cabeza, no lo soportaba -¡¡Basta!!-

-No intentes escapar Naruto- se vio por fin al demonio de nueve colas claramente, sus ojos estaban inyectados en sangre, enfermizos, su pelaje antes feroz se encontraba áspero y vulgar. Sucio. Estaba terrible para ser de quien se trataba y debería infundir miedo, pero esta vez no.

La oscuridad del inframundo lo afectaba, pero al estar unido a Naruto podía medio solventarlo. Pero con todo y esoi era denigrante estar con el, quien lo causare todo.

-¡¡Yo no lo sabía!!- replicó tratando de hallar una escusa.

-¡Tu no la merecías!- respondió colérico el demonio –Tu… Humano…- sonaba su odio –No intentes escapar ahora. No puedes-

Naruto sintió de golpe esa herida abierta cuando miró su pecho. Ahí, debajo de su corazón, atravesándolo hasta llegar a su espalda, estaba aquel agujero de espada que le estaba devolviendo el dolor de la pelea que el estaba perdiendo…

*

En cuanto abrió los ojos de nuevo se encontró en esa última escena en la que estaba justo antes de que se perdiera su mente en la oscuridad y se traumara con lo que acababa de ver y sentir por lo que se enteró.

El temible ocaso carmesí, rojo como la sangre estaba desapareciendo en la lejanía. Ambos estaban en la cima del templo de esa montaña. El crepúsculo marcaba con deshonra la hora de su muerte.

Abajo se encontraba la aldea, Konoha, toda resumida a cenizas y aún ardiendo en algunas partes de su acabada esencia. Sin población. Sin sobrevivientes. Sasuke había logrado su venganza, destruyó Konoha. Fue en ese entonces, cuando caminaba hacia el sendero de la muerte cuando él apareció. Aquella deidad de la que ningún otro mortal había sido capaz de ver.

Pero el Uchiha no era ningún mortal. Ya no.

-Sa… Sasuke…- lo miró con la punzada de dolor doblándolo y desfigurándole el rostro por lo insoportable que era. El azabache esta frente a el, con la mirada perdida mientras lo asesinaba. Lo había atravezado de tal forma que lo alzo en el aire de arriba a bajo con aquel movimiento letal.

Cuando Naruto pronunció su nombre, regresando a la realidad, movió sus oscuros y penetrantes ojos ónix llenos de odio y mostrando una frialdad inhumana hasta toparse con los azules del Uzumaki impávidos, padecientes de la más terrible de las desolaciones. Mirando, interrogando. Maldiciéndolo.

¿Cómo ser Hokage de una aldea que ya no existía?

-¿Ahora lo sientes?- preguntó el pelinegro con una inmutable voz a pesar de tener la sangre del rubio en la cara, en la ropa y en las manos de haber resbalado por su espada hasta ellas. -¿Ahora lo sientes Naruto?- volvió a preguntar con rencor.

-Agh…- se quejó el Uzumaki escupiendo sangre al sentir cuando el Uchiha metía con más fuerza y desición el filo de la espada en su cuerpo, girándola, cortando irremediablemente sus víceras y pulverizando los huesos que se topaban en su camino. -Sasuke…-

-¿Ahora sientes lo mismo que ella Naruto? ¿Lo sientes? ¿Puedes sentir el dolor?- volvió a girar la espada doblando más al rubio y haciendo caer más sangre a borbotones de su cuerpo...

-Ugh...-

–Ella no tenía que morir, te iba a dejar en el olvido en cuanto hubiera dejado su cuerpo humano- le susurró al oído al estar el rubio tan cerca de su cuello por la posición en la que Sasuke lo estaba matando.

-Hinata…- trataba de pronunciar, pero ya no resistía. El demonio de nueve colas no había podido enfrentarse ante la ira de un dios.

-Si, a Hinata le gustabas Naruto- decía con veneno en su sombría vozm rencorosa y maldita –Pero Junsuinatsuki me amaba a MI...- en ese instante retiró la espada de Naruto alzándola por debajo de su cabeza en horizontal mientras el cuerpo de este caía de bruces al suelo.

-¡Naruto!-

Si. Lo recordaba. El como ella se sacrificó por él de nuevo a pesar de haberse atrevido a ignorar sus sentimientos; el como aceptó condenar su alma al infierno por siempre con tal de salvar su vida. Y él no pudo hacer nada para detenerla al verla convertirse en aquella doncella extremadamente bella en que se transformó antes de bajar a las llamas eternas del inframundo.

-Hinata…- recordaba sus lágrimas con esa profunda tristeza que la llevaron a ofrecer su alma a cambio del bienestar de Naruto. Con ese amor marchito jamás correspondido.

El dios de la noche encolerizó mandando sombras para destruir al mortal por el cual su hija se había sacrificado, pero tan lejos llegaba el sacrificio de Hinata que no pudieron tocarlo.

Para Sasuke, era el pacto de los dioses lo que lo llevaron a involucrase con Hinata. Conoció lo que no le había sido revelado de su alma: Kuroishi.

Sin embargó cayó a los pies de la Luna pura que se le presentó en el camino cuando Susanoo le ordenó capturarla. Así había sido planeado y así fue.

Miraba desde la lejanía a Hinata sin mostrar su presencia durante el día y amaba a Junsuinatsuki por la noche.

Pero Junsuinatsuki murió de día con la conciencia de Hinata y sus recuerdos...

.

-¡¡La encadenaste al sufrimiento eterno!! ¡Aaaah!- volvió a atravesar al rubio en el suelo, esta vez en el corazón. Volvió a vomitar sangre convulsionándose en espasmos apruptos de su muerte tan próxima a llegar. Miraba al cielo con el sol ocultándose en las montañas y la luna creciente reinando entre las nubes, pero sin vida, sin brillo. Todo por que Hinata había muerto, la luz de la luna se había esfumado.

-Resiste chico. Resiste- escuchaba al zorro de nueve colas en su interior con pocas fuerzas.

-Kyubi…-

-Solo vagaras en el limbo por corto tiempo, tienes que resistir. Tienes que ser más fuerte que la muerte, o si no Izanami habrá ganado-.

.

-¿Qué sentido tiene la vida si Hinata ya no estará aquí nunca más?- se le volvía borrosa la vista al igual que la imagen de Sasuke con aquella oscuridad emanando de el, todo como estragos del término de su vida con esas mortales heridas.

No debía decírselo, estaba prohibido solo por ser el único que podría salvar a la tierra en un vuelco del destino, pero si Naruto no tenía la voluntad para regresar entonces no habría esperanza.

-Eso no es tan cierto como crees-

Naruto desorbitó los ojos de nuevo.

-¿A que te refieres?- preguntó en su mente inquieto –¡Habla!-

-Sasuke no solo esta vengando a Hinata tomando tu vida Naruto, lo hace por que hay una ínfima posibilidad de que destruyéndote a ti ella pueda regresar liberada por Izanami…-

Naruto enfureció.

-¿Entonces para que volver si ella puede regresar a la vida con mi muerte?-

El Kyubi nunca imaginó ver a Naruto tan destruido por la muerte de Hinata si hasta hacía unos días seguía pensando en Sakura. Pero todo cambió de súbito dando un vuelco total al desenmascarse la verdad acerca de las raíces de Hinata y su misterioso pasado. Aunado a eso la desesperación de Sasuke cuando Hinata murió mostrando la cara del poder que nunca se había revelado ni siquiera para el.

El heredero de un dios había vencido al Kyubi.

-¡Hinataaa!¡Hinata!- corrió hasta ella cuando su cuerpo cayó al suelo una vez Junsuinatsuki desaparició cuando los enviados de la muerte se la llevaron. -¡Hinata!- acogió su cuerpo entre sus brazos, seguía con ese traje que había aparecido de la nada bordado con hilos de oro y adornado con diamantes y piedras preciosas. –Hinata…- se volvió un susurro su voz ya sin fuerza. Acababa de aceptar ir al infierno solo por el. Su piel estaba fría y gris, enferma del mal, inherte y floja. Vacía del alma. –No…-

.

Y su cuerpo comenzó a desvanecerse en luces plateadas y azules dejando los brazos del rubio vacios, con sus lágrimas cayendo a la nada.

-Hinata…- se partía completamente.

La primera vez que la vio convirtiéndose en Junsuinatsuki y la primera en que ella estuvo consiente de lo que le pasaba, de lo que ocurría en todas noches que quedaban en blanco al despertar al día siguiente, fue lo más deslumbrante de todo, lamentablemente en esa horrible situación. Pero ya lo había hecho. Estaba sellado su trato.

-Por que si regresa con tu muerte a manos de Sasuke ella volverá como Junsuinatsuki y el mundo se sumirá en tiniblas para siempre… pero… si lograras traerla de regreso al forzarlos a retornarla y llendo tu por ella, Hinata, volvería tal y como se fue, recordándolo todo. Recordándote a ti…-

Naruto no sabía que pensar, la espada de Sasuke estaba en aire de nuevo para encestar el golpe final. Sus ojos lo fulminaban con su odio por matar a Hinata y dejarlo sin la esperanza de recuperarla a pesar de poder levantar a los muertos solo por estar fuera de su alcanze al ser esa su última voluntad: Naruto.

-Si Tsukiyomi ve de vuelta a su hija a su lado se retirará de la causa de Izanami y dejará de apoyar a Susanoo. Liberando a Amaterasu y trayendo el sol de nuevo al cielo, al términode la noche se acabará la oscuridad que Izanami quiere traer a la tierra. Pero solo podrá ser así si regresas a tiempo…-

En ese instante en que los ojos de Sasuke lo perforaban en lo más interno de su ser, Naruto volvió a pensar…

-¿Por qué querrías ayudarme?- preguntó directo.

El demonio calló un segundo mientras el rubio veía el brillo de la espada destellar con su sangre en ella. Tenía razón, el zorro de nueve colas no tenía más en su interior que odio y sed de destrucción, pero había algo más que lo estaba inquietando desde el instante en que Hinata salió de la nada como la primera vez y la vio de forma irrevocable vender su alma.

-Por que si tu mueres yo regresaré al infierno y a las sádicas garras de Izanami que terminaran castigándome sin piedad únicamente por haber estado encerrado dentro de ti durante más de diecisiete años…-

Los ojos de Naruto temblaron por última vez cuando la espada de Sasuke lo atravezo dando fin a su vida definitivamente, disipando por completo sus funciones cerebrales.

-Muere…-


Bien, tuve problemas al subirla por que creo que mi compu va a morirse de tantos virus, pero bueno, aqui esta, tediosamente rara pero aqui esta.

Ahora, lo siquiente es explicar como fue que Hinata vendió su alma para salvar a Naruto, por que y como lo hizo, y en que circunstancias.

Y no se aún si terminará Hinata con Sasuke o terminara con Naruto, así que no se fíen y díganme que sería lo más conveniente...

Sin más que contar los dejo.

ViX