Konichiwa mina-san

He decidido volver a resubir todas mis historias que tenia anteriormente publicadas, pues desde hace algun tiempo no habia actualizado, me habia perdido en los caminos de la vida...y bueno pasaron muchas cosas, se que no es excusa por haber abandonado mis historias, pero esta vez vengo dispuesta a terminar lo que hace algun tiempo comence...

Esta historia es un ItaSaku, amo esta pareja!

Advertencias: Lemon, Tortura, Lenguaje obseno, y un poco de lolicon bueno al menos en este capitulo...

Ni naruto ni sus personajes me pertenecen todos son propiedad del gran Masashi Kishimoto-sama, yo solo los tome prestados para darle vida a esta historia

MIL GRACIAS POR LEER Y ESPERO QUE PUEDAN DARME DE NUEVA CUENTA UNA OPORTUNIDAD!


Capitulo 1

-¿Por qué lloras?- Se pudo escuchar levemente una fría voz que provenía de la nada

-Lloro por que estoy sola- Se limito a responder, dejando que su voz se perdiera entre las cuatro paredes de aquella oscura habitación, que solo era iluminada por la el matiz de la luna llena que se colaba entre las cortinas desgastadas, dejando solo a la vista a una pequeña de diez años, que se encontraba sentada en un rincón, su cara se encontraba escondida entre un par de mechones de cabello rosa que fácilmente tapaban sus ojos dejando solo a la vista el camino que recorrían las lagrimas desde sus ojos hasta el suelo.

-Sabes que eso es mentira, yo estoy aquí contigo- De nuevo escucho aquella fría y misteriosa voz

-Pero, tu no eres real, eres solo algo que invente para no sentirme tan sola- Dijo la pequeña entre sollozos, tratando de borrar todo rastro de lagrimas, pero era imposible, por mas que las limpiara ellas jamás desperecerían, se abrazaba a si misma en un intento desesperado por sentirse protegida, por sentirse amada –No llores- se repetía a si misma una y otra vez –Aquí estoy yo contigo, por eso no llores mas- Se decía una y otra vez, en un intento fallido por controlarse, alejar la soledad que la atormentaba.

De nuevo la luna solitaria seria testigo de aquel cruel castigo que sufría la pequeña todos los días de su vida, pues desde que sus padres murieron en un terrible accidente automovilístico, él se había hecho cargo de la pequeña, pero ella lo sabía, sabia que él era malo, había logrado ver mas allá, de lo que sus padres habían visto en él un hombre bueno y gentil, gran amigo de la familia, sus padres confiaban ciegamente en él, incluso su padre había decidido que el seria el indicado para cuidar a su pequeña hija, si es que algo algún día les llegase a pasar, mas lo que nunca imagino fue que días después de haber hecho los arreglos necesarios, él y su esposa fallecerían metros antes de llegar hasta su casa, en donde la pequeña los esperaba con besos y abrazos, mas estos jamás los volverían a recibir, la policía había dicho que se había tratado de un accidente, eso fue lo que aparecía en el informe policiaco, pero ella sabía que eso era mentira, sabía que aquél hombre solo la quería por una cosa, en un principio llego a pensar que era por la fortuna de sus padres, y ella siendo hija única seria la heredera absoluta de todos los bienes materiales que su familia llego a poseer con el paso de los años, pero no era así, que equivocada estaba, esa no era la razón del por que él la quería…

Sus ojos se abrieron como platos al ver como la perilla giraba lentamente y solo escucho el tétrico sonido de la puerta al abrirse

-Tranquila, esto es solo una pesadilla, si cierras los ojos, todo esto desaparecerá- Se repetía mentalmente mientras sentía como un par de manos recorrían todo su cuerpo, tras un par de minutos aquellas repugnantes caricias habían terminado, solo pudo sentir como la tomaban de la muñeca y la levantaban bruscamente

-Anda, mi pequeña flor de cerezo, déjame admirarte bien- Aquellas palabras resonaron por toda la habitación, haciendo que la pequeña se estremeciera, pues sabia muy bien lo que tenia que hacer si no quería que él lo hiciera...

-Estoy esperando- Aquellas palabras la llenaban de un asco y una repulsión total, pero prefería hacerlo ella misma antes de que él intentara hacer otra cosa, esa era la promesa que mantenían, él no haría nada con ella ni acabaría con su vida, siempre y cuando ella acatara e hiciera todo lo que él pidiese, sin importar lo que fuera ella tendría que hacerlo, esa era la regla del juego que el mismo había instaurado en aquella mansión, cuando la pequeña fue suya legalmente.

-Me estoy impacientando- Dijo mientras se sentaba al borde la cama bajando el cierre de su pantalón y esperaba como todo un espectador a que la pequeña comenzase con su actuación, una media sonrisa se dibujo en su rostro en cuanto se percato que la pequeña se despojaba de su pequeña blusa, dejando ver así una parte de su espalda.

-Sabes muy bien, que eso no es lo que quiero ver, anda date vuelta- Al escuchar aquellas palabras lo único que hizo fue suspirar profundamente y lentamente dio la vuelta mientras se cubría su pequeño pecho con ambos brazos, solo se podían escuchar leves sollozos que rompían el silencio de aquella oscura habitación

-Quítalas, o las quito yo- Grito molesto al ver la actitud de la pequeña, ante aquélla amenaza, ella solo bajo los brazos dejándole ver su pecho –Buena chica, ahora termina de quitártelo- Agrego mientras comenzaba a masturbarse delante de la pequeña, ante aquella acción solo se limito a cerrar los ojos fuertemente, torpemente trato de zafarse su pequeña falda, pero los nervios y el miedo se lo impedían –Dije que terminaras de quitártelo todo- Se escucho un fuerte grito lleno de furia mezclado con placer, pues ver así a la pequeña niña le producía éxtasis, le gustaba jugar con ella, como el mismo se lo decía después de que todo aquel acto terminase, ese era su juego, verla despojarse de su ropita y masturbarse delante de ella...

-¿Qué estas esperando? O ¿Acaso quieres repetir lo que paso la primera vez que llegaste a esta casa? ¿Quieres volver a experimentar ese dolor?- Pregunto arqueando una ceja dejando ver una sonrisa demasiado tétrica, para después soltar una carcajada ante la reacción de la pequeña, pues le divertía en sobre manera ver aquella carita llena de terror y de angustia, el verla llorar lo hacia que se excitara aun mas.

-No por favor, ya termino- Se escucho levemente la voz de la pequeña, así que lentamente comenzó a bajar su ropa interior, dejándole ver parte de su intimidad

-Buena niña, lo ves no era tan difícil- Articulo entrecortadamente, pues su respiración era demasiado agitada, como para poder hablar con claridad –Anda acércate un poco- Agrego mientras continuaba con su labor, ante aquella petición, abrió un poco los ojos y sin siquiera alzar su mirada comenzó a caminar lentamente, pues sabia perfectamente lo que iba a pasar, estando ya enfrente de el, cerro fuertemente sus ojos y se tapo los oídos, con ambas manos, pues detestaba el sonido que producía en cuanto un espeso liquido blancuzco caía en su cuerpo, en cuanto sintió aquello, sin abrir los ojos comenzó a tallarse desesperadamente en intentos fallidos por quitar aquel liquido mal oliente de su cara y parte de su pecho.

-Has sido una buena niña- Dijo levemente recuperando un poco de su compostura mientras acariciaba la cabeza de la pequeña –Sabes, te mereces un premio- Agrego al mismo tiempo en que dejaba una paleta sobre su cama y comenzaba a subirse el cierre del pantalón

-Muy bien mi pequeña flor de cerezo, es hora de descansar, date un buen baño y a la cama, se una niña buena y obediente- Dijo con una media sonrisa al mismo tiempo en que salía de aquella habitación y cerraba la puerta con llave.

Al escuchar la puerta cerrarse la pequeña levemente abrió los ojos y a paso lento llego hasta el baño, abrió la llave del agua caliente y se metió en la tina, tomo un jabón y comenzó a lavarse todo su cuerpo, se sentía tan sucia, desde hace tres años el mal olor y la suciedad no se iban, permanecían ahí, sin importar que tan fuerte se tallara, la suciedad no desaparecía, al paso del tiempo el cansancio poco a poco la iba venciendo, así que solo se dejo caer de rodillas apoyando el peso de su cuerpo sobre sus manos, de nueva cuenta los sollozos se convirtieron en un llanto incontrolable, simplemente se dejo caer, dejando que su cuerpecito chocara con la poca agua caliente que se había juntado en la tina, para después hacerse un huevito, dejando que el agua caliente golpeara su cuerpo, sujetaba fuertemente sus piernas con sus bracitos –Ya no llores, ya paso, ya termino todo- Se decía una y otra vez –Esto es solo una pesadilla, pronto todo acabara-

Ya no podía mantenerse despierta por mucho más tiempo, había llorando tanto que ya no salían lagrimas de sus hermosos ojitos color jade, le ardían demasiado así que lo único que hacia era tallárselos una y otra vez.

Para ella las noches desde hacia tres años eran un infierno y los días significaban la esperanza de un futuro mejor y lejos de aquél infame señor que le había arrebatado todo, su inocencia de niña y su felicidad...

-Sakura, mi bella princesita despierta- Tras aquella frase pudo sentir como alguien le acariciaba lentamente su rostro, era una caricia distinta a las que solía recibir, esta estaba llena de amor y cariño

-Aun no papá, es muy temprano, cinco minutos mas- Contesto la pequeña entre sueños

-Anda despierta, hoy es un día importante para nuestra princesita- Se escucho otra voz, esta ves era una voz dulce y melodiosa

-Cinco minutos mas- Respondió de manera automática tapándose hasta la cabeza con las sabanas...

Lentamente una a una empezaron a escurrir las lagrimas por sus mejillas –Fue solo un sueño- Se dijo a si misma mientras abría los ojos, se levanto un poco y cerro la llave del agua caliente, de nuevo aquella mañana se repetía en sus sueños, aquel día fue el ultimo en que los vio con vida.

-Deja de llorar- Pudo escuchar como aquella fría voz le hablaba de la nada

-No puedo- Replico tristemente mientras cerraba sus ojos –Los extraño demasiado- Susurro levemente mientras se levantaba y salía de la tina

-¿A caso yo no soy suficiente compañía para ti?- Pregunto aquella fría voz

-Si lo eres, pero hay veces que desearía fueras real, que me pudieras abrazar y dar un beso en la frente, pero por mas que te lo pido, jamás llegara- Dijo tras un suspiro largo y profundo, salio de aquel baño y se dirigió hasta una pequeña cómoda, lentamente comenzó a abrir un cajón y se quedo ahí parada, solo se limitaba a observar aquellos hermosos vestidos que yacían ahí guardados desde hace tres años, pues desde que perdió su inocencia a la corta edad de siete años, ya no se sentía tan digna para poder utilizar aquellos vestidos de holanes con encaje, pues para ella, aquellos hermosos trajes solo eran dignos de una princesa, pero desde hacia tiempo ella sentía que ya no lo era, se había convertido en un juguete, su juguete, así era como él la llamaba...

-Sakura, mira lo que mama te trajo- Decía una hermosa señora de piel blanca como el marfil, su largo cabello rosa ondulado caía sutilmente por su espalda, sus ojos verde esmeralda veían con gran ternura a la pequeña que se encontraba aun recostada sobre la cama

-¿Qué es mama?- Pregunto dulcemente la pequeña mientras le dedicaba una tierna sonrisa

-Un nuevo vestido, para mi pequeña princesa- Respondió gentilmente al mismo tiempo en que le enseñaba un hermoso vestido color blanco con encajes rosas, para después besar la frente de la pequeña

-Un nuevo vestido- Susurro de manera automática con una voz llena de dolor, mientras acariciaba su frente y las lagrimas amenazaban con salir, suspiro profundamente y de un solo golpe cerro aquel cajón, dejando consigo todos aquellos hermosos recuerdos de cuando aun se consideraba pura, se acerco hasta el pie de la cama y abrió un pequeño baúl, uno en donde guardaba la ropa que consideraba digna de poder vestir, ropa desgastada y sin color...

-Aun sigues siendo una princesa- Pudo escuchar aquella voz que le hablaba de la nada, una voz demasiado fría y distante, pero era su única compañera para evitar caer en la locura y en la desesperación

-No es cierto- Grito hacia la nada –Yo solo soy un juguete- Su voz sonaba llena de dolor mezclada con una infinita melancolía -¿Por qué no vienes a rescatarme? ¿Por qué no me abrazas y me llevas lejos de este lugar?- Pregunto desesperadamente, pero jamás obtuvo una respuesta, pues por mas que la deseara, ella sabía que esta jamás llegaría...

Termino por sacar una playera que le quedaba demasiado grande, era lo único que tenia de su padre, pues cuando llego a vivir con Orochimaru, fue lo único de las pertenencias de sus padres que le permitió quedarse...

-Muy bien, mi pequeña Sakura, este será tu nuevo cuarto, dime ¿No te gusta?- Cuestiono fríamente al mismo tiempo en que empujaba a la pequeña a una habitación oscura –Créeme que aquí pasaremos muchas horas de diversión, por que de ahora en adelante tu serás mi pequeña muñequita, serás mi flor de cerezo, ya no hay nada ni nadie que lo impida, y para dejarte muy en claro que ahora eres mía- Tras decir aquella frase, una tétrica sonrisa se dibujo en su rostro

Se acerco hasta el oído de la pequeña y susurro levemente –Te enseñare un juego que es muy divertido- Ante aquel acto el cuerpo de la pequeña se tenso demasiado, solo sentía como aquel horrible moustro recorría su cuerpo con sus asquerosas manos, repartiendo besos por todos lados, nada pudo hacer, pues se había vuelto presa del pánico y el terror, por mas que ella le pedía entre gritos y sollozos que parara, él simplemente no lo hacia

-Duele, duele, por favor detente- Gritaba desesperadamente con lagrimas en los ojos, solo pudo sentir como una mano la golpeaba fuertemente en el rostro –Cállate, y déjame disfrutarlo- Grito furioso, ante esto ella solo se quedo petrificada, tras un par de minutos solo se escucho un fuerte grito

-Ahora eres solo mía- Le susurro levemente al oído –Te has convertido en mi juguete, no lo olvides-

La pequeña yacía en el piso, petrificada el dolor que sentía en medio de sus piernas no le permitía moverse –Duele- Susurraba una y otra ves mientras las lagrimas caían al piso

-No debería de darte nada, pues te portaste muy mal, justo cuando lo estaba pasando bien, me pediste que me detuviera, pero supongo que te ganaste esto- Dijo seriamente mientras le aventaba una playera a la pequeña –Si yo fuera tu, no dejaría que se ensuciase, pues pertenece a tu padre- Agrego con ironía, aquella fue la ultima frase que pudo escuchar antes de que Orochimaru saliera de aquel lugar, dejando a la pequeña sola, sin importarle si tras aquel infame acto ella pudiese morir del dolor...

-¿Por qué no me sacas de este lugar?- Pregunto hacia la nada mientras se acostaba sobre aquel viejo colchón y se tapaba con las sabanas todas desgastadas -¿Por qué no vienes y me llevas contigo?- Pregunto con lagrimas en los ojos mientras comenzaba a quedarse dormida...

Continuara...


MIL GRACIAS POR LEER!

Espero que halla sido de su agrado!