Capítulo 1: En el Callejón Diagon

Era casi la media noche y una niña, como de 10 años de edad, escribía en su diario, las lágrimas hacían que se corriera la tinta de las palabras que acababa de escribir. De pronto, se escucharon unos fuertes golpes en la puerta de la habitación:
- ¡Con un demonio! Deja ya de llorar, niña, si no quieres que te de otra paliza. ¡Estoy tratando de dormir! –
- Sí, papá. Ya no voy a llorar. No te enojes, por favor – dijo Morgan muy asustada, sabía que nunca debía contradecir a su padre, y menos cuando estaba enojado. La niña se limpió los ojos con la túnica y fue a su escritorio a guardar el diario, el tintero y la pluma de águila, abrió el cajón y guardó las cosas junto con algunos libros de magia, frascos con pociones y una vieja fotografía de una hermosa bruja con túnica lila que sonreía –Te extraño mamá- dijo la niña a la bruja de la foto. Cerró el cajón y, al ir a su cama, se paró frente al espejo y se quedó un rato observándose, trató de cubrirse el ojo izquierdo con el rizado y largo cabello, pero era inútil, estaba muy hinchado y se seguía viendo. Se dio por vencida y se puso la pijama.
Miró el reloj, era casi la 1:00 a. M. Se asomó a la ventana y vio a su hermano entrando a la casa tratando de no hacer ruido. Ahora estaba más tranquila, él ya había llegado a casa y estaba bien.

En menos de un minuto Salomon ya estaba entrando a la habitación y cerró la puerta con mucho cuidado.
- ¡Morgan¿Todavía despierta?- pregunto bastante asombrado.

- Te estaba esperando, me tenías muy preocupada, papá estaba muy enojado y yo no quería que te oyera llegar -. Dijo la niña mirando a su hermano con reproche.

- ¿Cómo¿Se dio cuenta de que yo no estaba¿Preguntó a dónde había ido¿No le habrás dicho nada?

- Sí, sí y no, no le dije nada, pero debí hacerlo¿ya viste cómo me dejó por encubrirte? Es la última vez que lo hago. Si quieres salir con tus amigos de nuevo, pídele a alguien más que te cubra.

- Perdóname, hermanita – dijo el chico viendo el ojo de su hermana – pero teníamos que sacar a Harry de su casa. Te prometo que no volverá a pasar. Mañana hablaré con papá y aclararé las cosas – dicho esto, le dio un beso a su hermana.

Morgan se dio la vuelta para meterse a la cama y fue cuando Salomon pudo verle la espalda: tenía marcas y moretones por todos lados y dijo lleno de rabia: - ¡¿Cómo se atrevió papá a hacerte esto¿Qué no se da cuenta de que apenas tienes 10 años? Y todo por culpa mía. Ahora mismo voy a hablar con él y a aclarar este asunto. Que se meta con uno de su tamaño –.

- No, Sal. Si vas ahora, te va a matar, ya sabes cómo se pone cuando está enojado contigo. De nada va servir que hables con él. Lo hecho, hecho está y no lo puedes cambiar – dijo Morgan con resignación y metiéndose a la cama
- Está bien, pero que quede bien claro que es la última vez que le permito que te haga eso. Ya tengo 15 años y debo defenderte- concluyó Salomon dándose importancia.
Los chicos se acostaron y se durmieron.

A la mañana siguiente, cuando los chicos estaban desayunando, entró el señor Rusalka a la cocina y gritó: - ¡Salomon Rusalka¿Me quieres decir dónde diablos estabas anoche cuando llegué? – el señor Rusalka se veía muy enojado, estaba tan rojo que parecía que iba a estallar y le brillaban los ojos. Morgan estaba temblando y comenzó a recoger los platos. Salomon se puso pálido, también estaba temblando, pero se armó de valor y le contestó a su padre, tratando de que no se le quebrara la voz: - Salí con los Weasley, pero Morgan no lo sabía, no tenías porqué golpearla así -. El muchacho se dio cuenta de que había hablado demasiado.
El señor Rusalka se veía aún más enojado. Salomon sabía lo que le esperaba. Su padre caminaba hacia él quitándose el cinturón y diciendo: - En primera, tú no me vas a decir lo que puedo o no hacer con mi hija y en segunda¿cuántas veces te tengo que repetir que no me gusta que andes con esa gente¿Por qué no sales con tu primo Draco?– cuándo hacía esta última pregunta le dio un fuerte golpe al chico y lo tiró al piso. Comenzó a golpearlo. Salomon intentaba defenderse, pero entre más lo intentaba, peor se ponía su padre. Justo en ese momento, cuando el muchacho pensaba que ya no aguantaría más, entró una lechuza por la ventana. Esto distrajo al señor Rusalka y fue a tomar las cartas, dejando el cinturón en la mesa. Salomon ("por lo menos no fue un cruciatus", pensó) se levantó con ayuda de su hermana y se acercaron a la mesa para ver las cartas.

Ambas cartas eran del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, una estaba dirigida a Salomon y la otra era para Morgan. El Señor Rusalka abrió la carta de Morgan: - Dice que te aceptaron un año antes de lo previsto por tus "grandes habilidades mágicas". ¿Quién lo diría? No eres tan estúpida como pareces – dijo en tono despectivo a la niña. Morgan estaba muy feliz por primera vez en varios meses y corrió hacia su padre para tomar la carta, pero éste no se la dio.
– Parece que necesitarás cosas nuevas para la escuela, igual que el bueno para nada de tu hermano, así que mañana iremos a Diagon Alley a comprar lo que sea necesario.-

Morgan estaba muy feliz¡por fin asistiría a Hogwarts! Salomon también parecía contento, después de todo, lo habían aceptado en Hogwarts a pesar de haber estado los cuatro primeros años en el colegio Durmstrang porque le familia Rusalka vivía en Bulgaria, pero este año se habían mudado a Inglaterra porque el Sr. Rusalka, que era medimago, había encontrado un mejor empleo en el Hospital Mágico San Mungo y Lucius Malfoy, que era su cuñado, le había conseguido una casa en las afueras de la ciudad. La casa era un poco lujosa, aunque no tan grande como la que tenían en Bulgaria, así que los chicos compartían una habitación. El único defecto que tenía la casa (según el Sr. Rusalka) era que los vecinos más próximos eran los Weasley y que Salomon ya había hecho amistad con ellos durante el verano y se habían vuelto inseparables.

Durante todo el día Morgan estuvo brincando y cantando y comenzó a empacar sus cosas en el viejo baúl que su madre había dejado cuando se fue de casa. Con mucho cuidado metió sus túnicas (la mayoría de color lila y púrpura), sus sombreros, sus libros de cuentos, su muñeca consentida, su diario y la foto de su madre.
-¿Qué estás haciendo? Nos vamos hasta mañana- preguntó Salomon al ver a su hermanita tan apurada.
–Estoy empacando para no hacerlo mañana y que se me vaya a olvidar algo por la prisa. Tú también deberías hacerlo. – contestó la niña.
Salomon la miró y le dijo, en un tono bastante deprimente:-No puedo, me duele todo. Otro día sin poder moverme, cortesía de papá -. Morgan comenzó a revolver en su cajón y sacó un pequeño frasquito transparente con un líquido azul en su interior y se lo dio a su hermano.
– Bebe un poco, las marcas desaparecerán y te dolerá menos, es lo que nos daba mamá¿recuerdas?- dijo la niña. Salomon le hizo caso y bebió un sorbo de la botellita, sabía que las marcas desaparecerían temporalmente, pero eso de que le dolería menos... francamente, lo dudaba mucho.

A la mañana siguiente Salomon corría de un lado para otro buscando su varita, la escoba, la capa, los zapatos. Por fin, salieron hacia el Caldero Chorreante y cuando llegaron se encontraron de frente con las personas que los chicos menos apreciaban: su tío Lucius Malfoy y su primo Draco.
-Lucius¡qué sorpresa encontrarlos aquí!- dijo el Sr. Rusalka al encontrarse con ellos-. Yo quería agradecerte por lo de la casa, nos ha sido de gran ayuda, con el nuevo trabajo, la nueva escuela de los chicos...
- No tengas cuidado Rusalka, ya me lo pagarás como habíamos acordado. Draco – dijo el Sr. Malfoy dirigiéndose a su hijo de cabello rubio platino-, ve con tus primos a comprar lo que necesiten, que yo tengo que hablar con tu tío.
Draco miró despectivamente a Salomon y Morgan, pero no dijo nada.
El Sr. Rusalka agregó, dirigiendo una severa mirada a sus hijos, en especial a Salomon: - No quiero que se tarden mucho. Salomon, quiero que vigiles a tu hermana y no quiero que por ningún motivo te acerques a los Weasley. No quiero tener el mismo problema de anoche. ¿Está claro?- Salomon empezó a temblar (era un horrible efecto que su padre producía en él) y contestó con resignación un "Sí, señor."

Los tres muchachos salieron al patio trasero del bar y Draco golpeó con la varita el ladrillo sobre los botes de basura. La entrada a Diagon Alley se abrió ante sus ojos. Morgan estaba más que fascinada, alguna vez había ido a ese viejo callejón cuando era pequeña, pero no recordaba que fuera tan "mágico". Había brujas y magos graciosos por todos lados, niños corriendo, tiendas extravagantes, animales extraños... todo esto tenia a Morgan como hechizada.

Los muchachos continuaban callados hasta que Draco comenzó a hablar, sacando a Morgan de sus fantasías.

- Así que, irán a Hogwarts este año¿cierto?- preguntó sólo por iniciar una conversación.

- Sí-, contestó Salomon cortante. No tenía muchas ganas de escuchar las estupideces de su primo.

- Y¿tú que me dices, prima?. Supongo que no te ha de hacer mucha gracia ir a ese colegio- preguntó Draco a Morgan.
- ¿Estás loco? Desde chiquita me moría de ganas por entrar a Hogwarts, como mamá, pero nunca pensé que papá lo permitiría. En realidad yo nunca tuve muchas ganas de ir a Durmstrang. Salomon me dijo que no es un lindo lugar para vivir y que el director Karkarov era demasiado estricto. Me interesan mucho las pociones y las criaturas mágicas y en Durmstrang le ponen más atención a las artes oscuras. Así es que, yo estoy muy contenta de ir a Hogwarts- concluyó la niña.

- Vaya que tienes una boca grande, pareces cotorra. ¿Siempre hablas tanto?- le dijo Draco en tono despectivo- Supongo que es lo único que tu hermano y tú han aprendido si se han juntado todo el verano con los Weasley y con la sangre sucia de Granger.

- Cuida tus palabras, Draco. Son mis amigos de quienes estás hablando- reclamó Salomon muy enojado-. ¿Por qué no te vas con los tuyos y nos dejas a Morgan y a mí hacer nuestras compras en paz? Ya nos tienes hartos de tantas tonterías-. Y se dio la vuelta jalando de la mano de su hermana y dejando a Draco con la palabra en la boca.

Los dos hermanos siguieron caminando por todo el callejón y se detenían en las tiendas para comprar ingredientes para pociones (a Sal le costó mucho trabajo sacar a Morgan de esta tienda), pergaminos, tinta, diccionarios de runas, los uniformes y, casi por último, pasaron a Ollivander's a comprar la varita de Morgan (maple, 25 centímetros, pelo de unicornio, muy flexible).

Sólo les faltaba comprar los libros, así que fueron a Flourish y Blotts, donde se encontraron con toda la familia Weasley, los Granger y Harry Potter, a quien Salomon y los chicos Weasley habían sacado de su casa la noche anterior.

- Hola chicos-, saludó el Sr. Weasley- ¿cómo están? Justo ahora nos preguntábamos si vendrían.
- Estamos bien, gracias. Papá accedió a que viniéramos, pero está en el Caldero Chorreante hablando con el tío Lucius- contestó Salomon.
- ¿Ya han hecho sus compras?- preguntó la Sra. Weasley a Morgan
- Ya, sólo nos faltan los libros del colegio y otros que tengo muchas ganas de comprar- dijo Morgan pensando en la colección de libros de princesas, caballeros, magos y hechiceras medievales con la que había soñado todo el verano y que su padre no le había querido comprar porque era "desperdiciar el dinero en estupideces".

Recorrieron todos los estantes de la tienda buscando los libros, los Weasley llevaban algunos de segunda mano, y luego la Sra. Weasley les dijo que salieran a dar un paseo mientras ella y los otros adultos pagaban los libros. Todos los chicos estuvieron de acuerdo, así que salieron y comenzaron a caminar hacia la nevería.

- Morgan, quiero presentarte a Harry- dijo Salomon de repente – Harry, ella es mi hermana Morgan.
- Hola Morgan, por fin te conozco, tu hermano habla maravillas de ti – dijo Harry tendiéndole la mano a la niña en señal de saludo.
- No te creo que mi hermano hable tan bien de mí como dices, pero gracias de todos modos. También me da mucho gusto conocerte- contestó Morgan con una amplia y sincera sonrisa.

Después de todo un día de compras y de mucho relajo (Morgan nunca la había pasado mejor en toda su vida), Salomon y Morgan se despidieron de los Weasley, Hermione y Harry; pues tenían que encontrar a Draco para luego volver con su padre al Caldero Chorreante.

Buscaron a Draco hasta debajo de las piedras, pero no lo encontraron, así que decidieron regresar al Caldero Chorreante y decirle a su padre que Draco los había dejado solos y que no lo habían vuelto a ver. Pero se llevaron una gran sorpresa cuando entraron en el bar y vieron a su padre, a Lucius y al mismísimo Draco cenando tranquilamente en una mesa.

Morgan sintió que se le caían los calcetines cuando sus ojos se cruzaron con los de su padre, y sintió que las tripas se le revolvían cuando en un tono bastante meloso les dijo a Salomon y a ella: - Supongo que cuando dejaron solo a Draco se habrán ido a comer algo por ahí con los defensores de muggles y la sangre sucia, así que no deben tener hambre. Váyanse a la habitación, es la 14, y empaquen sus cosas para ir mañana a King Cross. Cuando yo suba hablaremos –

Salomon estaba tan pálido como la cara de Draco, pero no dijo nada, sentía un escalofrío que le recorría toda la espalda y que tenía un gran nudo en la garganta. Los dos hermanos subieron las escaleras y entraron a la habitación 14. Sus baúles estaban ahí, sobre las camas.
Salomon guardaba sus libros y uniformes en el baúl casi de manera mecánica, no se daba cuenta de lo que hacía y se le cayó un par de calcetines cerca de la cama de Morgan. Fue en ese momento que el muchacho se fijó en su hermana, la niña estaba sentada en la cama, recargada contra la pared con las rodillas pegadas al pecho y abrazando su muñeca y la vieja foto de su madre. Tenía los ojos inundados de lágrimas y hacía un gran esfuerzo por no dejarlas rodar por sus mejillas.

- Oye Morgan-, dijo Salomon - ¿por qué no estás empacando? Te van a agarrar las prisas mañana, enana- hacía mucho tiempo que no llamaba así a su hermanita.
- Lo siento, pero estoy triste, papá nos va a regañar cuando llegue (en el mejor de los casos) y ya no podremos ver a mamá antes de ir al colegio, te aseguro que papá no le dijo que nos vamos mañana – contestó la niña.

Salomon abrazó a su hermana y le quitó un oscuro mechón de cabello de la cara que le cubría los grandes ojos color violeta. Le partía el corazón ver a su hermana así y se sentía impotente al no poder hacer nada para devolverle la hermosa sonrisa, que hacía varios años que no veía, no desde que su madre se fue a causa del divorcio.

Casi a la media noche entró el Sr. Rusalka a la habitación. Salomon miró a su hermana dándole a entender que fingiera que dormía. Morgan no dudó en obedecer a su hermano y cerró los ojos, se tapó con las mantas y se quedó escuchando muy atenta. Salomon se levantó de la cama cuando entró su padre y lo miró fijamente a los ojos.
– Morgan se quedó dormida. Por favor, papá, no la despiertes, todo fue mi culpa. – dijo el muchacho tratando de sonar seguro de sí mismo, pero por dentro estaba temblando.
- ¿Cuántas veces te tengo que repetir que no te juntes con esa clase de gente? Debieron quedarse con Draco. Parece que ya olvidaste que Lucius nos ha ayudado mucho y necesitamos que lo siga haciendo¿qué ni siquiera con eso me puedes ayudar, inútil? – decía el Sr. Rusalka con mucho veneno en la voz. Morgan escuchaba muy, muy atenta. – Yo me voy a encargar de que no lo olvides otra vez.- Esta fue la última palabra que Morgan escuchó esa noche, después sólo se oían golpes y los gritos ahogados de su hermano.