A través del Tiempo…

Por Nep

Considero que Candy siempre nos dejó muchas enseñanzas, a pesar que siempre quisimos que todo fuera una historia típica color de rosa, trascendió porque nos mostró que la vida no lo es, aún así, debemos luchar porque sea algo parecido para nosotros, siempre tenemos que ver lo mejor de nosotros y nuestra existencia en este mundo, aprendiendo de todo lo que nos ocurra…

"Mirar adelante, siempre adelante…ver y sentir que estamos vivos…y donde quiera que estemos ser muy felices..."

Siempre quise escribir algo un poco diferente, en honor a tan excelente historia.

- Te acompaño a la estación…

No… es mejor así...

Te llevaré a la estación…

No… solo harás las cosas más difíciles…- Sin mirarlo, ella pasa a su lado, él la mira tristemente que comienza a bajar las escaleras, no puede creer que haya decidido por los dos, él la alcanza, y la toma bruscamente del brazo. – ¡TE LLEVARÉ!...

¡NOOO!…- Ella se suelta con brusquedad y comienza a bajar rápidamente los escalones, él corre tras ella, ambos corren con angustia, cada vez más rápido, él queriendo hablar, solucionar las cosas; ella, huir, para que no viera cuanto lo amaba. Ella descendió apresuradamente las escaleras, su mente estaba confusa y nublada. el fuerte golpeteo de su pulso, le había dicho que esto era real. Unos frenéticos pasos masculinos la seguían..."Tengo que apresurarme…" había pensado "Si le hago frente, no tendré la fuerza para hacer lo que debo." Las escaleras parecían interminables, ella había deseado nunca llegar a la planta baja y siempre sentirlo corriendo detrás de sí... siempre cerca de él. Las piernas de él, al ser más fuertes y largas que las de ella, habían acortado la distancia fácilmente, hasta que ella no tuvo forma de escapar de su firme abrazo. Ella pensó que su cuerpo iba a desfallecer cuando él la atrapó por la cintura, jalándola hacia su cuerpo hasta que los brazos de él estaban alrededor de ella. Ella pudo sentir cómo cada uno de los músculos de él se tensaba como una roca contra su espalda.

Él susurró su nombre suavemente en el oído de ella – …No quiero perderte…, quiero… quiero que el tiempo se detenga… para siempre… – agregó casi suplicando. El se había reclinado sobre ella enterrando la cara en sus rizos, de un modo en que la joven podía sentir su rostro sobre la piel de su nuca. Una gruesa gota de un cálido líquido calló sobre su cuello desnudo, ella supo entonces que aquello había sido una lágrima que él había derramado. ¡Él lloraba…! Su orgullo característico había desaparecido. "Está llorando... está llorando…" pensó ella mientras su corazón se quebraba en mil pedazos, cerrando los ojos al ver sus manos rodeándola, "Mi amor…Te amo, pero... separarnos... separarnos así… Si me vuelvo ahora..." se dijo así misma, "Si lo encaro ahora, nunca podré renunciar a él… No tengo el valor para mirarle a los ojos y abandonarlo así… Tendré que irme sin mirarlo una vez más..."

Entonces el agarre de sus brazos en la cintura de ella perdió fuerza y ella supo que él finalmente había renunciado. El soltó su talle para poner levemente las manos en los hombros de ella.

- Serás feliz… ¿Verdad?... – dijo finalmente con acento angustiado – tienes que prometérmelo… ¡PROMÉTEMELO!...

"Tengo que ser fuerte… por los dos…por nuestro amor…mirar adelante…siempre adelante…" pensó ella, entonces tomando aire, inmediatamente reunió el coraje para decir audiblemente:

-… Tú también…

Ella volvió su cabeza suavemente para dirigirse a él por última vez, pero mantuvo su mirada fija en un punto perdido de las escaleras sin poder mirarle a los ojos una vez más, sonriendo ligeramente. Finalmente, no pudo resistir más fingir y se volvió suavemente, se dirigió a la salida, hacia la gélida y oscura noche, afuera de aquel lugar, sin mirar atrás... Sentía tanta angustia, tanto dolor, quería volver sobre sus pasos, y decirle que se equivocó, estar nuevamente en sus brazos y no separarse jamás… Antes de salir definitivamente se detuvo en la acera, cerca de un árbol que la cubría a la vista de todos y miró por última vez el lugar, en una ventana vio una sombra confusa, que parecía mirar al exterior… Ella suspiró, comenzó a cubrirse bien y se alejó caminando de ese lugar, en medio del viento frío y la nieve… para siempre…*

Un dolor agudo le sobresaltó… abrió los ojos, por un momento no supo donde se encontraba. La oscuridad envolvía la habitación, de nuevo ese extraño sueño, despertando siempre con la misma sensación de angustia, de pérdida… Se preguntó que hora sería, perezosamente se estiró en su cama, se dio vuelta abrazando una almohada, quería dormir "otro rato más", pensó, le parecía que no había podido dormir en toda la noche. Cerró los ojos para dormir unos momentos más.

¡Arriba!... Es hora de levantarse o llegaremos tarde a clase…- Una voz masculina le llamó al tiempo que palmeaba fuertemente para que las luces se encendieran. – Solo faltan 30 minutos y…

¡RAYOS! – Se levantó a la carrera, pero cayendo al instante al piso para deleite del joven. - Creo que no llegarás...

Aún con somnolencia se levantó a toda prisa y entró al baño, la ducha al instante comenzó a mojarlo, dando un grito, el agua estaba terriblemente fría, al abrir más los ojos miró su rostro, sus ojos verdes se veían algo irritados por la mala noche que pasó. Se miró detenidamente el rostro, las ojeras esta vez eran más profundas, a pesar de ello eso no disminuía su atractivo, las pecas de antaño ya eran casi invisibles parecían moverse juguetonamente sobre su nariz, mientras intentaba reconocer su imagen en el espejo, los leves rizos que se formaban en su cabello a los hombros, desaparecían por la caída del agua.

Karl, si no te apresuras, esta vez no te van a perdonar...

Salió apresuradamente del baño y comenzó a vestirse, Andy se divertía con la loca carrera de su amigo, más al verlo desesperado buscando sus cosas. Cuando finalmente estuvo listo salieron de la habitación corriendo, en dirección a las escaleras de la mansión, en el camino se encontraron con los padres de Karl, de los que se despidieron con un grito, salieron al enorme jardín donde el auto de Andy los esperaba.

¿Ni siquiera porque es nuestro último año escolar puedes despertar temprano? – dijo este poniendo el piloto automático con las coordenadas de la escuela, el cual salió disparado a toda velocidad.

Lo siento…

¿Qué dirán los pacientes del futuro Dr. William Charles Ardley?

No creo que por unas cuantas veces que me haya quedado dormido, no pase de la preparatoria…

OK, ya me di cuenta que cuando no desayunas te pones muy sensible… Toma glotón… – Dijo Andy pasándole un pastelillo.

Mi favorito… Dale las gracias a tu hermana…

Oye…

Mira ya llegamos, justo a tiempo…- Distrajo Karl a Andy para que quitara el piloto automático del auto y se estacionaran.

No esta mal, rompimos nuestro propio record…- Dijo sonriendo Karl mientras bajaban aprisa del auto, sin percatarse de que alguien los observaba cuando entraron a la escuela corriendo.

Sr. Ardley, Sr. Cornwell, no creo que estar a estas horas en el estacionamiento sea romper un record, así que si no se ponen en marcha a su salón, tendré que agregar otro castigo a su expediente – Dijo el Director Marius al verlos.

Si señor…- Dijeron corriendo por el pasillo desierto.

No es que ambos chicos fueran un problema, es solo que a ultimas fechas algo sucedía con Karl, Andy se preocupaba por él, jamás quiso contarle de las misteriosas pesadillas que lo distraían y eso le dolía, ambos se conocían desde pequeños, Karl siempre había sido un joven alegre, preocupado por sus seres queridos y demás personas, aún las extrañas, siempre queriendo hacer lo mejor para los demás, pero el fallecimiento de su novia, lo cambió, decidió estudiar medicina, y se sumergió en sus estudios para no mostrar cuanto le dolía aun esa perdida… Andy siempre esperaba que Karl se repusiera, ya que le costaba trabajo indagar sobre el asunto, cada vez que lo intentaba, se salía por la tangente… solo le quedaba esperar que su corazón sanara lo más pronto posible y verlo sonreír nuevamente.

Con mirada triste contemplaba los jardines, sus intensos ojos azules tenían como siempre una mirada enigmática… De nuevo esos sueños extraños, no le permitieron descansar… Salió por la ventana, trepando hábilmente el árbol, decidió quedarse ahí y contemplar el paisaje, encendió un cigarrillo, lo miró por un momento y comenzó a inhalar, creyó oír que le llamaban. En esos momentos no quería ver a nadie, quería despedirse a su modo de su hogar. Escuchó voces cercanas al árbol, se escondió lo más que podía entre las ramas, su hermana insistía en su llamado, parándose cerca de su escondite, la vio sacudirse desesperadamente el rubio cabello. Se encogió lo más que pudo, pero no contaba con el hecho de que la rama no soportaría su peso, rompiéndose al instante.

Sabía que por aquí andarías… -Dijo la rubia riendo.

¡MALDITA RAMA!... ALICE ¿QUÉ DIABLOS QUIERES? – Preguntó la chica molesta por el incidente.

Vamos, no seas tan gruñona, solo quería decirte que te apresures a empacar o perderemos el vuelo a América. – Respondió riendo Alice al ver el desastre en que se convirtió su hermana- ¿A caso tienes tanto miedo a volar y creyendo que si te fracturabas se te cumpliría tu capricho de hacer un viaje tan tedioso en un espantoso barco? – Se burló.

No, yo solo… quería disfrutar la vista…- Respondió recogiendo los mechones de su larga cabellera castaña, que escapaban de su peinado, mientras observaba su traje deportivo cubierto de barro y hojas.- Aunque no sería mala idea para que nos fuéramos en barco.- ironizó.

Eres incorregible hermanita, ¿Que dirían de nuestra familia si se te viera en semejantes circunstancias? – Se burló Alice

¡NO CREO QUE SE ATREVIERAN A DECIR ALGO, YA QUE ME ENCARGARÍA DE HACERLES TRAGAR SUS PALABRAS!...

Cuidado, ese comportamiento no es propio de una dama…

¡POR FAVOR! Estamos a principios del siglo XXII, creo que ya hemos logrado bastantes cosas como para aún preocuparnos por algo tan arcaico…

Si pero eso no quiere decir que dejemos de ser educadas… es símbolo de buenas costumbres… aunque eso parece no importarte…

¡Fiuuu!... Esta bien me rindo… no puedo objetar eso…

¿Te sucede algo?... Estás muy pálida, ¿Sigues sin poder dormir?

¡Bah! No es nada, seguramente son los nervios por el viaje… - dijo haciendo menos las preguntas al darle la espalda, y hacer como que se sacudía, pero se preocupó al ver que nada se le escapaba a su hermana mayor.

¿Te preocupa volver a ver a papá después de todo este tiempo?- Intentó sondear Alice al ver que continuaba dándole la espalda.

¡NOOO!. -Dijo cortando la conversación al dirigirse a la entrada lateral de la residencia.

No podía perdonar que él prefiriera otras cosas, a sus hijas, y que ahora, después de 10 años se sintiera inspirado por el instinto paternal y mandara por ellas. No podía creer como Alice se podía olvidar del dolor de no haber crecido con su verdadero padre y aceptar sin más la invitación por las dos, ella había pedido a su madre que se negara, pero ella no lo hizo, solo se limitó a decir que era tiempo de que se reunieran con él, y dejar atrás el pasado. El hecho de recordar todo esto fue motivo para que se dirigiera al garaje y sacara su motocicleta a toda velocidad... Alice la observó, no podía estar protegiendo para siempre a su hermana menor, de ahora en adelante ella tendría que solucionar sola sus problemas.

Hola Andy ¿Cómo estás?

Bien Tío, ¿se encuentra Karl?

Claro, está en el jardín estudiando como siempre… Aunque no lo podemos encontrar, me preocupa no verlo de travieso, verlo sonreír como antes… ¿Tu…

No. – suspiró Andy - No ha querido hablar conmigo… no se preocupe, solo es cuestión de tiempo…

Claro…- suspiró el padre de Karl – Yo, no te entretengo más. Si puedes encontrarlo, dile que cenaremos dentro de una hora. Estás invitado.

Muchas gracias Tío, con permiso – Andy salió al jardín. Ese lugar le encantaba, lleno de plantas exóticas. Tomó un camino que llevaba hasta un área del jardín con muchos árboles, sabía perfectamente que su amigo amaba trepar en ellos y disfrutaba enormemente cuando se escondía de sus padres por alguna travesura que juntos hubieran realizado. Recordaba cada una de ellas, añoraba ver a su amigo feliz, pues aunque trataba de aparentar, sus ojos no tenían el brillo que lo caracterizaba cuando estaba bien.

Una melancólica melodía se escuchaba a lo lejos, Andy se detuvo, sabía muy bien que a su amigo no le gustaba que lo distrajeran cuando tocaba. Abrió su carpeta, escribió una breve nota, que colocó en el respaldo de una banca cercana y se alejó.

Desde lo alto del árbol, unos ojos verdes vieron la acción de su amigo, y agradeció que respetara ese momento. Pronto haría dos años desde que ella falleciera, y aún no podía olvidar ese dolor, habían pasado tantas cosas juntos, que incluso llegó a fantasear con la idea de casarse con ella… "Fantasías infantiles" se burló de si mismo. Siguió tocando por un rato más.

¿Cuánto tiempo había pasado?, no lo sabía, pero ya debía ser tarde, bajó del árbol y se encaminó a la casa, poco a poco podía oír la conversación, tal vez aun lo estaban esperando… las puertas de cristal se abrieron y pudo ver que no solo estaban sus padres y Andy, sus demás primas, en cuanto entró, las jóvenes corrieron a saludarlo con entusiasmo.

¿Cómo estás Karl? – Lo abrazó Amanda, su prima mayor, una morena y locuaz intelectual de lentes.

Si sigues trepando árboles, tus futuros pacientes creerán que te has vuelto loco… - Se burló Annie, la hermana menor de Mandy.

Yo… yo lo siento. – Se disculpó Karl - no quería retrasar la cena, yo solo…

No te preocupes. La abuela aun no ha llegado, y sabes como le gusta cumplir con las reglas…- Mencionó su madre entrando en ese momento y mostrando una nota. – Que les parece si conversamos por un rato más en lo que llega.

Todos estuvieron de acuerdo, mientras todos reían con las ocurrencias de Amanda, Annie miraba con insistencia a Karl, quien parecía ser el único que no se daba cuenta de la atracción que ejercía en la joven, quien se empeñaba en atenderlo solícitamente. Cuando llegó la abuela, la atmósfera antes festiva se volvió solemne. A pesar de ser ahora William Albert Ardley VI el jefe de la antigua familia de Banqueros de Chicago, su abuela seguía imponiendo el respeto y las buenas costumbres. Después de la Cena informó a la familia su decisión de pasar las fiestas de fin de año en Nueva York, todos se entusiasmaron, excepto Karl, quien miraba con tristeza el jardín lleno de rosas, ahora sin flores por estar cerca el invierno.

¿Te sientes bien? – Se acercó Annie al verlo triste.

Karl… ¿Estás bien?

Yo… lo siento… ¿que decías?...

Parece que no te agrada la idea de la abuela…

Es solo que pensaba en… cuidar el jardín… - Comenzó a excusarse tontamente Karl.

¡No es cierto!… - Lo reprendió Annie – Deja ya de culparte… tú no sabías lo que sucedía… tienes que dejar atrás lo que pasó con…

¡NO LA MENCIONES!... – Cuando se dio cuenta de que había alzado la voz al ver que todos lo miraban, solo salió sin disculparse.

¿Qué rayos fue lo que le dijiste? – la regañó Amanda mientras se le acercaba.

Yo… lo siento… no debí haberle mencionado a…

No te preocupes, ya verás que se le pasará, solo hay que ser pacientes…

Es solo que nunca puedo decirle algo que lo aliente…- dijo al tiempo que se dirigía al gran ventanal y lo veía partir.

Salió a toda prisa, subió a su auto, solo quería dejar de sentir esa angustia, ese vació de estar sin ella, nada de lo que había en la ciudad lo tranquilizaba, solo lo aturdía más, sus recuerdos de esos buenos momentos juntos lo invadían más y más… Apenas se dio cuenta de que estaba tomando el camino a Lakewood, la residencia de campo, solo ahí se sentía seguro, rodeado de bosques, el lago, y las ancestrales rosas que habían sobrevivido por generaciones. Antes de llegar a la casa, no resistió la tentación de ir al panteón familiar.

Generaciones de Ardley yacían ahí. Aunque era de noche no le parecía lúgubre el lugar, le parecía que lo llamaba. Sacó de la guantera una lámpara y salió, el aire comenzaba a arreciar su fuerza, pero no le importó, entró al gran mausoleo. Los truenos no se hicieron esperar y al instante la lluvia comenzó a caer… ¿Cuánto tiempo tendría ese lugar? No lo sabía, pero le agradaban las historias que se contaban, en especial las ocurridas durante la vida de William Albert Ardley I, la familia y su estricta vida había cambiado radicalmente con su guía en los negocios y su forma de ser tan sencilla, apacible y sabia. Comenzó a alumbrar los nombres de las lápidas, caminaba lentamente, disfrutando de esa sensación de seguridad que le brindaba el lugar.

A muchos les parecería extraño, pero para él era como si le brindaran fuerza sus ancestros con solo estar ahí. Siguió buscando, hasta que alumbró la lápida más reciente, la de su querida novia… se arrodilló y comenzó a llorar.

- Lo siento… no pude traer Dulces Candys… - sollozaba - en estos momentos ya no hay ninguna en flor…no… desde… desde que tú… dejaron de florecer… yo no pude hacerlo… no soy tú… no puedo lograr que sean como cuando tú estabas conmigo… ¡te necesito tanto!… ¡¿EN DONDE ESTÁS?... ¡DESEO VER EL BRILLO DE TUS OJOS!... ¡QUIERO QUE ME ABRACES!... ¡QUIERO SENTIR TUS MANOS!...** - gritó lleno de dolor a la penumbra que lo rodeaba.

-…

-…Kaaaaaaaaaaarl

-...

-Kaaaaaaaaaaaarl…

El chico abrió sus ojos, alguien lo llamaba, era de día y estaba cerca del lago… ¿Como había llegado hasta ahí? Seguramente no se dio cuenta que por la noche se encaminó hasta ahí, después de todo no quedaba muy lejos el mausoleo. Se incorporó con dificultad.

Karl eres un dormilón, ¿lo sabías? – Le dijo a sus espaldas una dulce voz, que por la sorpresa lo paralizó, no quería creerlo.

¿Quién eres?... – No lograba identificar su rostro, pues el resplandor del Sol se lo impedía.

No te hagas el tonto, sabes perfectamente quien soy. – Dijo al momento en que se le acercaba y le daba un beso en la mejilla. Él se volteó y vio con asombro que ella estaba ahí, con un hermoso vestido azul, que hacían resaltar sus hermosos ojos azules y su cabello dorado volaba con el viento, parecía un ángel.

Pero tú… tú has…

Lo que importa es que sepas que siempre estaré contigo, no importa lo que suceda…

Espera… yo… yo quiero estar contigo para siempre…

Siempre estaré a tu lado, siempre estaremos juntos, no llores más por mí, el destino no te lo da una persona, tú tienes que buscarlo y tomarlo por ti mismo, debes ser fuerte…- La bruma comenzaba a cubrirla - Recuerda siempre esto: Eres más apuesto cuando sonríes… que cuando te deprimes…

Tony, espera no me dejes… yo… te amo…

Y yo a ti…

Perdóname… por no habértelo dicho…

Siempre lo supe…

El vuelo se había retrasado, Alicia miraba divertida a su hermana que se movía como león enjaulado por la sala de abordaje. Pasar un tiempo con su padre, tampoco era de su agrado, después de lo que les hizo, pero viendo las cosas desde otra perspectiva era mejor vivir sin rencores, y tratar de conocerse nuevamente.

Vamos, nos divertiremos…- Quiso tranquilizarla cuando la vio que se dejaba caer en el asiento junto a ella y sacaba unos cigarrillos.

¿Crees?...

Siempre has querido conocer Nueva York… si te sientes aburrida, puedes pasear por toda la ciudad… - Le contestó al tiempo que le arrebataba la cajetilla y la tiraba a un bote de basura con un tiro de básquetbol.

OYE, ¡¿QUE CREES QUE HACES?... – Preguntó molesta por la acción.

Cuidando de ti, eres muy joven para fumar de la forma en que lo haces…

Que importa…- Dijo molesta. Se escuchó el aviso para el abordaje y ya no dijeron más. Cuando estaba despegando el avión, Alicia miraba la expresión triste de su hermana.

¿Pasa algo?

Ya verás que pronto regresaremos. Todo va a salir bien.

…- No respondió, solo miraba por la ventana la ciudad de Londres, no podía describir que era lo que le sucedía, tenía una especie de presentimiento que no podía distinguir y la hacía temer como jamás le había sucedido.

Todo estaba oscuro, abrió lentamente los ojos y de pronto no sabía donde se encontraba, tocaron a la puerta y al instante entró una mucama con una bandeja de comida…

¡Buenos Días! Que bueno que se encuentra bien.

Buenos Días… ¿Qué pasó?...

El Sr. Carther, el jardinero, lo encontró cerca del mausoleo, empapado y con fiebre. Lo trajimos lo más pronto posible.- Respondió la mucama al tiempo que dejaba la bandeja en una mesa y dirigiéndose a abrir las cortinas.

Tengo que avisar a casa… - dijo Karl tratando de incorporarse pero al instante se mareó.

Ya lo hicimos, joven. Usted descanse, pronto vendrá el médico a revisarlo.- Le recomendó, mientras le llevaba la bandeja hasta la cama.

Dorothy es usted muy amable. ¿Qué haríamos sin usted?...- Le sonrió el joven.

Creo que nadie lo mimaría como yo, siendo tan incorregible como es…- Dijo sonriendo mientras salía de la habitación.

"Todo fue un sueño". Suspiró. ¿Cuánto tiempo tenía que no iba a la casa de campo? "Desde que ella falleció… hace 2 años… Ahora comprendo porque me he sentido tan triste… siempre regreso aquí, el aire y la libertad que se siente aquí me da fuerza para soportar lo que sea… pero esta vez el solo hecho de escuchar del lugar me deprimía… ¿Cómo es que vine hasta acá después de tanto tiempo?..."

Después de haber desayunado se sintió un poco más fuerte, se vistió y salió a recorrer la mansión. Subió hasta el tercer piso, lugar que guardaba figuras de cera de todos los descendientes más importantes de la familia. Le causaba fascinación ir a admirar las esculturas, todas vestidas de acuerdo a la época en que vivieron. La que más admiración despertaba en él era la de William Albert Ardley I, notable por su insistencia en que se colocara una de su esposa junto a él. Ahora más que nunca se sentía intrigado por ella, fue una mujer muy hermosa, y curiosamente él se parecía a ella, algunos de los familiares lo decían desde que era pequeño, jamás lo creyó posible, ahora al contemplarse en un espejo cercano, si no fuera por el hecho de ser hombre y tener los rasgos más fuertes, les daría por completo la razón. Una extraña opresión se apoderó de él, jamás la había contemplado por tanto tiempo, parecía como si lo mirara y le sonriera, comprendiendo lo que a los demás les ocultaba y quisiera confortarlo, como si de pronto fuera a cobrar vida y abrazarlo. Se sintió mareado, aturdido y de pronto la oscuridad lo envolvió.

Karl… muchacho… Despierta…

… - Abrió lentamente los ojos al escuchar su nombre, pero no distinguía nada.

Que susto nos diste… No debiste salir de tu habitación… Tu padre no me perdonaría que te hubiera pasado algo…

…¿Dr. Martin?...

Vamos, tengo que checarte…- Lo ayudó a incorporarse, bajaron las escaleras y regresaron a su habitación. Después de revisarlo solo era un leve resfriado a consecuencia de haber estado en el frío mausoleo toda la noche. – Tienes que ser más cuidadoso, ¿Cómo se verá a un médico que no sabe cuidarse a sí mismo?

Lo siento. Es solo que quería estar un rato a solas,… no se preocupe, ya me siento mejor.

Eso espero. Ánimo, quiero volver a ver a ese joven sonriente y optimista de siempre. Hay muchas personas preocupadas por ti.

Yo…yo siento mucho causarles tantos problemas.- Dijo apenado.

Sólo vuelve a ser el mismo.

Lo haré. Gracias Dr. Martin.

Tío… Karl acaba de llamar desde Lakewood, dice que estará unos días allá y nos alcanzará antes de las fiestas en Nueva York.- dijo Annie tristemente al cortar la comunicación.

¿Estará allá solo?- Preguntó Andy extrañado de las actitudes de su amigo.

Eso parece… ¿Por qué no lo acompañamos?- Insistió Annie.

No… Es mejor dejarlo solo. Debe aprender a enfrentar sus problemas como mejor le plazca.

Tenemos que prepararnos para el viaje. A la abuela no le gusta esperar- Finalizó la conversación el padre de Karl.

No es justo… y ¿si nos necesita?

Hermanita, no seas tan impertinente, el debe sanar sus heridas solo. A todos nos duele la perdida de Tony, pero nadie sabe lo que hay en cabeza ajena. Es mejor así.- La calmó Mandy. – Verás que cuando estemos en Nueva York volverá a ser el mismo.

Si tú lo dices…

Los siguientes días la familia estuvo atareada preparando todo para su partida. Mientras tanto Karl pasaba el tiempo en Lakewood, intentando proteger las rosas de Tony, con ayuda del Sr. Carther, ponía todo su empeño. Disfrutaba trabajar al aire libre, del esfuerzo físico, sentir la frescura del lugar y terminar tan cansado que no tenía pesadillas, detestaba la vida de la Ciudad. Por las tardes salía a montar a caballo, caminar rumbo al mausoleo y se entretenía hablando a la tumba de Tony, como se sentía y los progresos con el jardín. Por primera vez se dio cuenta de que toda la familia y sus acontecimientos más importantes giraban en torno a esas rosas. Decidió por ésta vez, hacer caso a la insistencia de la abuela de estudiar la historia de la familia, se dirigió a la biblioteca y buscar en la base de datos sobre los antepasados que siempre le intrigaron: William Albert Ardley I y su esposa: Candice White Ardley.

Al llegar al aeropuerto internacional de Nueva York, Alice miraba con insistencia buscando a su padre, mientras que su hermana miraba a todos con mucha altanería. Iba a encender un cigarrillo cuando vio a un caballero distinguido de edad madura, acercarse, y saludar a Alice, quien se sobresaltó al verlo e inmediatamente lo abrazó…

Me da gusto que hayas podido venir por nosotras

Es lo menos que podía hacer después de…

No lo digas,… solo quiero que sea un nuevo comienzo…- Se sonrojó Alice al decirle lo que por años había deseado hacer.

Me… me da gusto que hayas aceptado venir.- Dijo emocionado, el caballero al ver a su hija menor, al tiempo que extendía una mano.

¡A MI NO!… - Se apresuró a atacar - pero no puedo negarme a hacerle un favor a Alice y a mi madre... Nos vamos ya... - Respondió dejando con la mano tendida a su padre y tomando una mochila de los asientos y encaminándose a la salida.

Papá… yo… - Comenzó a Decir apenada Alice.

No te preocupes… Sé que no es fácil… y menos para ella… - dijo el caballero tomando el bolso y abrigo de Alice tristemente – El auto nos espera…

Cuando salen la ven fumando, pero Alice detiene a su padre, no quiere que su hermana haga un escándalo, pues sabe bien que solo estaba buscando una confrontación con él. Su padre les indica el auto y ambas suben. El silencio que los envuelve es demasiado tenso. En el asiento trasero, Alice la ve que se recuesta, colocando los pies en la ventanilla de la puerta trasera siguió fumando.

Por favor, serías tan amable de apagarlo...- Pidió Alice. La miró de forma sarcástica y lo hizo refunfuñando.

¿Le molesta señor?...- Comenzó a atacar a su padre.

Venimos cansadas, será mejor que no ocasiones ningún problema. – La interrumpió su hermana mirándola por el espejo retrovisor con severidad.

OK…- Dijo abriendo la ventana para arrojar el cigarrillo.

Siguieron avanzando por las concurridas calles de Nueva York, hasta las afueras, a una zona residencial. El auto avanzó por un camino bordeado de frondosos árboles, se detuvo frente a una mansión enorme del s. XIX, rodeada de jardines. El mayordomo y demás sirvientes salieron a recibirlos y recoger el equipaje.

El es Stewart, llevarán su equipaje a sus habitaciones… - comenzó a decir el caballero – Fanny ¿Ya está la cena?

Si señor en…

YO ESTOY MUY CANSADA, PREFIERO IR A MI HABITACIÓN.- Interrumpió tajantemente la morena

Por favor, no seas así… - Comenzó a decir Alice pero su padre la detuvo.

Como gustes… Stewart, por favor llévala a su habitación, mandaré que alguien le lleve la cena…

NO SE MOLESTE… NO TENGO APETITO… CON PERMISO…- Hizo una especie de reverencia burlona y se alejó. Su padre la miraba con incertidumbre. Como lograría acercarse a ella si era tan fría y mal educada.

No te preocupes, yo… - Comenzó a decir Alice pero su padre la interrumpió.

Es mi culpa… Vamos… la cena se enfriará.- Le sonrió con pesar. Ella lo abrazó y juntos se dirigieron al comedor.

Mientras caminaba tras el "Estirado", observaba los pasillos de la mansión, siempre le agradaron las construcciones viejas, y muy a su pesar le agradaba esta. Se detuvieron, el mayordomo le cedió el paso, al entrar se sorprendió de que su habitación fuera como la de Londres.

Su padre ordenó que fuera lo más adecuada para usted señorita, espero que le agrade. Con permiso…- Le dijo en un tono que no le agradó nada, pero por esta vez cedió, sin voltear contestó:

Gracias. Estaré bien.- El mayordomo quedó desconcertado, así que se retiró.

Cuando escuchó que la puerta se cerraba, se acercó al ventanal, sin más lo abrió, el viento estaba muy frío, pero no le importó, sentándose a la orilla. Algo en esa ciudad la inquietaba y la entristecía sin razón. Miraba los enormes rascacielos, tomó su mochila que dejó sobre la cama, buscó en ella, sacó una cajetilla, pero al ver los cigarrillos, recordó a su hermana…

"Tendré que dejar este maldito hábito"… Sonrió sarcásticamente de medio lado y encendió uno… "algún día"

Rápidamente llegó Diciembre, Lakewood comenzó a cubrirse de nieve, dentro de unos días se tendría que reunir con la familia en Nueva York. Había pasado mucho tiempo en la biblioteca, su ánimo mejoró al conocer las vidas de los familiares que más admiraba, decidió poner lo mejor de sí mismo para salir adelante. Antes de irse decidió hacer una fiesta para los sirvientes y desearles lo mejor. Todos se sintieron felices al ver que el joven Karl había vuelto a ser el mismo de antes, sonriente y en ocasiones travieso, solo por eso le perdonaban las ocurrencias que tenía al jugarles alguna broma. Al anochecer todos los sirvientes se despidieron deseándole unas felices fiestas, en cuanto se retiraron, tomó la chaqueta más abrigadora y salió rumbo al mausoleo, se arrodilló frente a la lápida de Tony, le contó sobre la fiesta, las bromas que les había jugado a los sirvientes, después con tristeza se despidió de ella.

A la mañana siguiente muy temprano, se levantó con muchos ánimos, antes de ir a almorzar, salió a dar un paseo por los alrededores, no pudo resistirse, revisó que no hubiera nadie cerca y comenzó a trepar y balancearse tal y como lo hiciera Tarzán, los sirvientes lo miraban sonrientes desde una distancia prudente, el ir al campo le había ayudado mucho. Cuando se hubo cansado, decidió nadar un poco en el río, sin importarle el clima.

Buenos Días joven…- Saludó el jardinero al verlo llegar sacudiéndose el agua del cabello, a la puerta trasera de la mansión.- Me da gusto que esté contento.

Gracias… Buenos días a todos…- Saludó entrando a la cocina.

En un momento le llevamos su desayuno al comedor…

No se preocupen, preferiría tomarlo aquí con ustedes… Claro, si no les molesta…

No, con gusto…- Comenzó a decir Dorothy.- Es solo que sus primos acaban de llegar y creímos que…

¿Annie, Amanda y Andy?... – Gritó emocionado corriendo al comedor si dejar que terminara de hablar Dorothy.

Su sorpresa fue enorme al ver que se trataba de sus primos los Ligan, Edward y Nancy, que no le agradaban en absoluto. Siempre tan pretenciosos y descorteses.

Buen día querido… - Comenzó a decir Nancy de forma melosa.

Que descortesía la tuya no habernos visitado durante tu estancia aquí… - Reclamó directamente Edward.

Hola… yo creí que… habían salido a Europa…

Que ordinario te has vuelto – Reclamó Nancy – Estar rodeado solo por los sirvientes te ha hecho olvidar cual es su lugar…

No me importa lo que digan… ¿Gustan acompañarme a Almorzar?...- dijo simplemente por cortesía, cruzando los dedos para que dijeran que no. – Como estoy solo…

Lo sentimos pero tenemos que irnos. El chofer espera por nosotros para llevarnos al aeropuerto.- se negó Edward. – La abuela nos espera ansiosamente en Nueva York.

¿No iban a viajar como cada año a Europa?- Preguntó sorprendido Karl

Nos preocupa demasiado la salud de la abuela… - dijo Nancy - ¿Quieres que te llevemos? Será más entretenido el viaje si vamos los tres…

No yo iré después… tengo otras cosas que hacer aquí…

Como quieras. Nancy, vámonos…- dijo bruscamente Edward, saliendo del comedor – Te esperaremos esta noche…- dijo Nancy mandando un beso al aire mientras le sonreía coqueta. Cuando salieron, Karl se dirigió a la cocina, donde lo esperaba la servidumbre.

Listo, ya no molestarán…¡HAGH!- diciendo esto puso una cara tan cómica que todos comenzaron a reír alegremente.

Cuando terminó, se encargó de firmar el cheque que donaría como siempre lo hacía la familia, cada año a varias instituciones de beneficencia, encabezadas por el orfanato local del que eran los propietarios. Antes de tomar el tren lo iría a depositar personalmente.

Al esperar el tren comenzó a sentir el aire frío del campo, cerró los ojos y aspiró profundamente. No le agradaba en lo más mínimo pasar las fiestas fuera de la casa de campo de la familia, pero había estado tan delicada la abuela que se esforzaría por complacerla. No llegaría de inmediato a Nueva York, pero al menos disfrutaría un poco más de estar a solas. El tren llegó, lo abordó y en su compartimiento sacó su instrumento musical favorito, una flauta dulce y comenzó a tocar su melodía favorita.

Díganme… ¿Qué les parece?.- Preguntó el caballero a sus hijas mostrándoles con orgullo el teatro recién remodelado. – Fue un proyecto muy difícil, pero finalmente logré restaurarlo…

¿Y POR ESTE ESTÚPIDO LUGAR… ESTE MONTÓN DE PIEDRAS SIN VALOR, NOS DEJASTE? – Atacó su hija menor.

¡ESTA VEZ NO VOY A TOLERAR TUS PALABRAS JOVENCITA!…- Exclamó furioso su padre.

LA VERDAD DUELE ¿NO?... – Respondió tranquilamente mientras se recargaba en una pared

¿PODRÍAS DECIRME QUE HAS HECHO TÚ QUE VALGA LA PENA?- Le respondió su padre intentando calmarse.

¿Por qué no mejor nos muestras el interior? – Intervino Alice.

Como quieran… No quiero echar a perder la sorpresa que este señor nos tiene preparada.- Dijo la morena mirando con burla a ambos.- Ya que no tengo nada interesante que hacer en estos momentos…

Alice tomó a su padre del brazo animándolo para que entraran y les mostrara el interior, hablando en susurros con él, para tranquilizarlo respecto a la morena. Ésta última contemplaba el lugar, admiraba los acabados y el decorado, pero había algo más… Algo que la hacía sentirse triste, intranquila. Escuchó la explicación de que ese teatro había sido construido a principios del S. XX, albergó por mucho tiempo a una compañía teatral llamada Stradford, famosa por su dedicación a conservar e interpretar las obras de William Shakespeare. Cuando entraron a la sala un extraño nerviosismo la llenó, se fue alejando de ellos, no pudo evitarlo, se subió al escenario, casi podría decir que veía a la gente, sentada en la sala y el anfiteatro, escuchar la música y los aplausos. Se sentía tan feliz, que no pudo evitar que una lágrima saliera de sus ojos. Alice la miraba, dejó a su padre hablando con las personas que seguían trabajando en ese momento, dándole los últimos toques al teatro, para acercarse a ella, jamás la había visto en ese estado. Por primera vez se dio cuenta de que no conocía a su hermana como creía.

¿Te sientes bien…?

¿Por qué lloras?...- Se acercó más, se dio cuenta de que tenía los ojos cerrados y parecía que no la oía. Dudó por un momento en acercarse más, su padre les hizo señas para que continuaran con el recorrido. Le tocó levemente un hombro y su hermana se asustó tanto que hizo una especie de llave al brazo de Alice mirándola con expresión hosca.

¿QUÉ DIABLOS QUIERES?...- Gritó, jamás la había aterrorizado su mirada como en esos momentos.

Papá quiere que prosigamos con el recorrido… - Intentó sonar calmada como siempre, no mostrarle cuanto la había impresionado con su cambio de actitud. - ¿Quieres quedarte aquí?...

¿ACASO EL VIEJO NO QUIERE QUE LE VAYA A ECHAR A PERDER SU OBRA MAESTRA?...- Respondió soltándola y dándose la vuelta, al darse cuenta de que tenía lágrimas en los ojos, detestaba que la vieran llorar. Se limpió con furia, volteó a ver a su padre que les seguía haciendo señas desde la salida de la sala. – Ve tú… yo me quedo, estoy aburrida de su tonta conversación…

Está bien… Sólo… no vayas a meterte en problemas… - Advirtió Alice, ante lo cual la miró con burla.

No te preocupes, no voy a quemar la "Gran Obra" de tantos años de nuestro padre.- Dijo dirigiéndose a tras bambalinas. Le daba la impresión de conocer ya el lugar, vio que aún los camerinos estaban en remodelación, así que no podía pasar, encontró una puerta que daba acceso a unas escaleras, subió hasta el techo del teatro, no había duda de que tenía una hermosa vista de la ciudad desde ahí. Buscó en su chaqueta de piel, sacó sus cigarrillos y comenzó a fumar. Todo lo que sentía respecto a ese lugar la perturbaba demasiado, y no le gustaba esa extraña sensación de vacío que la invadía. Extrañaba estar en casa, andar en su moto, haciendo lo que quisiera. Quería decirle de una buena vez por todas a su padre cuanto lo odiaba por haberlas abandonado, por un estúpido proyecto familiar, tan fácilmente que podía haberse deshecho de ese lugar. "Todo por capricho… le importó más un montón de piedras, a estar en casa cuando más lo necesitaba…cuando más necesitaba de él…"

El tren por fin llegó, después de dos días de viaje, pero no le importaba, no le gustaba volar, para él era mejor así, ver todo el paisaje del campo. Cuando salió del vagón Annie, Mandy y Andy lo esperaban y sin más protocolo corrieron a abrazarse, les dio mucho gusto verlo fuerte y sonriente, todos tomaron el equipaje de Karl y entraron en un café de la Estación Central de Nueva York.

¿Adivina quienes llegaron sorpresivamente a pasar las fiestas con nosotros?- Preguntó Annie que jugaba con su tasa de café.

Edward y Nancy…- Contestó con desgano Karl – Fueron a Lakewood…

No soporto a esos dos… - Dijo Mandy haciéndole travesuras a su hermana. – Y pensar que estarán todo este tiempo con nosotros…

No creo que a esos les preocupe tanto la salud de la abuela…- Dijo bruscamente Andy mirando a Annie. - Solo es interés…

¿Como puedes decir eso?

Querido Karl… eres tan… ingenuo al respecto de esos dos…- Se burló Annie imitando a Nancy en sus poses, que todos comenzaron a reír.

Creo que mientras más lejos estemos de esos dos, mejor… - Suspiró Mandy.

Pobre de la abuela, tendrá que estar en compañía de ellos… mientras que nosotros nos divertimos…- Dijo Annie.

Hay que hacer algo… tengo miedo de la abuela, pero no creo que se merezca algo como la compañía de ese par… - Dijo Karl mientras miraba distraídamente a la salida del café.

Es solo que… tiene gustos tan… - Comenzó a decir Mandy.

Tan caros y no muy gratos…- Terminó Annie fingiendo un bostezo.

Ya veremos… creo que por lo pronto vamos a descansar. Karl ha tenido un viaje largo. – Dijo Andy

¿Qué haremos respecto a Ed y Nancy? - Preguntó Annie.

Escaparnos de ellos… - dijo Mandy sacudiéndose de forma exagerada que todos comenzaron a reír.

Al salir de la estación comenzaron a sentir el viento frío invernal, una leve nevada comenzaba a caer y todos se apresuraron a llegar hasta el auto, para dirigirse a la zona residencial de la ciudad donde ya los esperaban sus padres y la abuela.

Mientras se dirigían a la mansión, Karl miraba las congestionadas calles, los enormes anuncios de neón de las marquesinas de los teatros, los enormes rascacielos que rodeaban todo Nueva York, "¿Quién puede sentir tanta fascinación por un lugar tan frío y gris?... Al menos yo no, todo es tan vacío… tan solitario…Melancólico…"

Annie miraba a Karl con insistencia, no podía evitar lo que sentía por él y le preocupaba que hubiera dejado de ser el chico tan sonriente y travieso que recordaba. Al parecer algo le preocupaba, pues siempre se había negado a visitar la Gran Manzana, alegaba que de todos los lugares del mundo que podían visitar jamás iría ahí. Solo por un favor a la abuela, debido a su delicado estado de salud había cedido. Llegaron a la mansión de los Ardley. Bajaron las maletas y entraron, Karl saludó a sus tíos y la abuela, sorprendido de que no estuvieran los hostigosos de los hermanos Ligan. La abuela le dijo que se quedarían en su propia casa ya que había tantos familiares en la mansión de los Ardley que no querían importunar con su presencia. Los chicos se burlaron de tan tonta excusa, pero felices de no tener que verlos por todo el día. Pasaron un día muy alegre toda la gran familia junta, con divertidas anécdotas, pero sobre todo, contentos de ver que Karl parecía volver a ser el mismo de antes.

Alguien llamaba a su puerta, pero ella no quería ver a nadie, no quería que nadie la viera, se sentía aún furiosa por que su hermana la haya visto llorar, recostada en el sofá de su habitación, miraba el techo. No hizo caso de los suaves golpes a su puerta. Alguien entró, rápidamente se colocó el libro cubriendo su rostro, fingiéndose dormida.

Sé que no estás dormida… yo… siento mucho haberte molestado esta tarde… - Dijo Alice acercándose lentamente. – No era mi intención… Es solo que me preocupaste demasiado… – Como no recibía respuesta alguna, esperó unos momentos, como no recibió respuesta decidió salir de la habitación.

Cuando ya no oyó ruido alguno, se incorporó, no era justo que se portara así con la única persona que siempre la consolaba y comprendía…

Era más de media noche cuando decidió salir de su habitación, al parecer todos dormían en la mansión. Era peligroso salir a esas horas, pero no le importó. ¿A dónde iría?... Sabía perfectamente que Central Park era un lugar muy peligroso a esas horas. Sabía defenderse a la perfección, pero aun así eso la detuvo un poco. Además quedaba lejos de la mansión. Recordó que no lejos de ahí había un pequeño parque, sin pensarlo más se vistió con ropa muy abrigadora, salió a hurtadillas, no le gustaba que sus pasos resonaran por la escarcha en el piso, una ligera bruma cubría las calles. Pero al parecer toda la gente del vecindario, estaba perdida en profundos sueños. Atravesó la calle desierta hasta el parquecillo, le pareció al principio como algo irreal, pero mientras más caminaba, lograba distinguir una melodía, le parecía extraño el silencio que la rodeaba roto sólo por las delicadas notas musicales, sentía una extraña atracción, que comenzó a buscar la procedencia de las mismas.

Repentinamente le pareció como si la melodía comenzara a perderse, "es imposible… no he visto a nadie merodeando por aquí, como…", de pronto se dio cuenta de que se estaba alejando de una zona llena de árboles. "¿Habrá alguien ahí?... escondido" regresó a la zona, la música se escuchaba con mayor intensidad, salió del camino y comenzó a caminar entre los árboles, sin fijarse, pisó una rama, la cual crujió fuertemente bajo su peso, al instante la melodía se detuvo, todo quedó en silencio. Ella se asustó un poco, se repegó a un árbol, esperando a que algo sucediera ya que escuchaba extraños sonidos muy cerca de ella, le pareció que estaba conteniendo la respiración debido a que cada vez más se oían cerca.

Repentinamente algo le cayó encima, golpeándola fuertemente en la cabeza, tirándola al suelo, se sintió un poco aturdida por el golpe, cuando intentó levantarse, solo pudo ver una alta figura correr, perdiéndose en la bruma. Esperó un poco para recuperar el aire, se levantó, tomó algo que estaba junto a ella y se dirigió a su casa, corriendo, con la zozobra de que el sujeto que la empujó, no la fuera siguiendo.

¿Cuánto tiempo estuve afuera?... Pensó mientras recuperaba el aire. La carrera que realizó hasta la mansión lo sofocó. "¿En dónde está?... Maldición…No puede ser…"

Esperó pacientemente a que todos hubieran ido a descansar, para poder salir sin que nadie lo notara… Camino de la estación, descubrió que cerca de la mansión había un pequeño parque, lleno de árboles frondosos. La reunión con toda la familia fue más de lo que esperaba, todos estaban felices al verlo sonriente, pero como siempre los hermanitos Ligan tenían que ser la mosca en la sopa. Llegaron en el último momento, antes de la cena, y se debió a la insistencia de Nancy por verlo, Edward no perdió ocasión para aguadar la reunión con sus comentarios respecto a Tony, que terminaron por poner de mal humor a todos y triste a la abuela, pero él se resistió a mostrarles cuanto lo lastimaban. Así que Karl junto con los demás chicos, fueron por sus instrumentos musicales para alegrar a la abuela, Annie y Andy tocaron el piano, mientras que Mandy hacía enormes esfuerzos por no desafinar con el violín, todos se divirtieron con los esfuerzos de la chica. Karl tocaba maravillosamente la flauta, por lo que los Ligan se "tuvieron que retirar temprano, pues tenían muchas cosas importantes que hacer". Tal parecía que aunque nadie lo quería reconocer, esa parte de la familia, siempre sería todo lo que los demás no eran: presumidos, egoístas, manipuladores; siempre a la espera de recuperar el "viejo prestigio" que en alguna época los hacía sentirse muy orgullosos.

Cuando escuchó la última voz que se despedía rumbo a su habitación, Karl esperó en la biblioteca, la cual tenía una muy buena vista de las habitaciones de todos, a ver que la última luz se apagara. Se abrigó bien, tomó su flauta, saliendo sigilosamente de la mansión rumbo al parque. El clima era extraño, había bruma, pero no le importó así que escogió un buen lugar y subió a un árbol, comenzó a tocar, como quiso, sin fingir que la melodía que tocaba le era indiferente… era la favorita de Tony… en la mansión quiso demostrar que estaba bien, para no mortificar más a la abuela, pues era su nieta favorita y su trágica muerte le dolía demasiado. Él como futuro estudiante de medicina, sabía como el ánimo influía en la salud de las personas, por ello organizó el pequeño concierto, con la meta de consolar a la dura anciana. Pero ahí, en ese solitario lugar, dejó libres sus sentimientos, le parecía como si Tony estuviera a su lado, escuchándolo tocar, pidiéndole que lo hiciera una vez más.

De pronto un fuerte crujido lo despertó de su ensueño, dejando bruscamente de tocar, miró hacia abajo, tenía lágrimas en sus ojos, los limpió bruscamente, pero por la bruma no podía ver nada con claridad, de pronto le pareció ver una persona que se repegaba al árbol en el que se encontraba, pensando que algún maleante lo había seguido, "¿Habrán visto en donde subí?", como no veía que se quitaran de ahí optó por bajar despacio, sorprender a su atacante y huir lo más rápido que pudiera hasta la mansión. No lo pensó más, bajó haciendo ruidos intencionalmente para aterrorizar a su atacante y brincó sobre él, y de un impulso comenzó a correr sin percatarse de que algo se le había caído.

¿Cómo pude ser tan estúpido?... Perder algo que Tony me regaló con tanto cariño…

¡Arriba dormilona!… Papá nos espera para llevarnos a otro de sus proyectos… - Exclamó Alice entrando a la habitación de su hermana. Quien renuente se escondía bajo las sábanas. – Por favor, es un día muy hermoso.

¿No puedo negarme por esta vez?... – Le contestó adormilada. – Tengo demasiado sueño…

Te agradará saber que iremos a ver los toques finales de la remodelación de un barco… Tanto que habías insistido en viajar en una de esas antigüedades…

… Quiero dormir…

Bueno, como quieras, pero no podrás escaparte de la fiesta de inauguración… y en esta ocasión no te salvará nada…

¿Logró sacar el Titánic de las profundidades y esa es su gran obra?...- Se burló si abrir los ojos.

Bueno… – se detuvo un momento mientras recordaba. - Parece que es de la misma época… pero no se hundió… lo está remodelando porque se convertirá en museo… la gran fiesta será en año nuevo… ¿no te parece romántico?... - Dijo Alice burlándose de su hermana.

Está bien… iré… No quiero ser la deshonra de nuestro padre…

Me he dado cuenta de que te agrada…- Dijo Alice sentándose en un diván.

¿Qué cosa?... – Preguntó extrañada, aún en cama, mientras se recogía la larga cabellera castaña.

El trabajo de papá… Te observé en el teatro… - Dijo Alice que miraba con alegría sus gestos irónicos - tienes alma de artista igual que él…

No es cierto… sólo… es que me agradó imaginar lo que se siente actuar… eso fue todo… satisfacer un poco la vanidad… ¿Te imaginas?... La Gran Actriz de Broadway… Te…

Como quieras, pero no eres tan dura como crees…- Le interrumpió camino a la puerta – Apresúrate, estamos esperándote… Ahh… por cierto, te traje un emparedado…

Miró la mesa cercana al diván, sonrió y comenzó a vestirse, no tenía ánimos para ir formal; no había podido dormir bien, la melodía que había escuchado parecía que aún resonaba en sus oídos, al tomar su chaqueta, algo cayó al suelo, se agachó suspirando impacientemente por su torpeza, era un objeto brillante y largo, se estiró un poco más y lo tomó, lo miró con curiosidad, era una flauta, recordó la noche anterior que por el miedo, no se detuvo a ver que es lo que había tomado del suelo cuando se levantó. La examinó. Sin duda era un objeto fino, a pesar de ser tan sencilla, y pudo notar unas iniciales: A. B A. y un pequeño escudo grabado cerca de la boquilla, el cual miraba detalladamente. No sabía porqué, tenía la sensación de que había visto en algún lugar el escudo. Escuchó unos golpes ligeros en la puerta, dejó la flauta sobre la mesa, tomando apresuradamente el emparedado, se dirigió a la puerta, seguramente su padre había enviado al "estirado" para apresurarla. Cuando abordaron el auto, Alice se entretenía conversando con su padre, mientras que la morena veía las residencias que rodeaban la de su padre, todas eran de estilo antiguo, como un viejo recordatorio del linaje de las antiguas y distinguidas familias que las ocupaban. Algo llamó su atención cuando el auto dio vuelta, en las rejas de una de las mansiones vio un escudo similar al de la flauta: una rosa, un águila y una letra A al centro.

Padre, ¿que significa ese escudo? – Interrumpió la conversación.

No seas descortés Te… - Comenzó a llamarle la atención Alice, pero su padre le indicó con un ademán que no lo hiciera, dándole toda su atención: - Dime, ¿Cuál?

Es una rosa, un águila, con una letra A en el centro. – Dijo apresuradamente.

Ah, es de una familia de ascendencia escocesa muy importante: Los Ardley. En algunas ocasiones he tenido el gusto de tratar negocios con ellos, según recuerdo, hay una muy vieja amistad entre nuestras familias…

¿Siempre han vivido aquí?. - Preguntó con insistencia, no sabía que la motivaba a hacerlo.

No… ellos siempre han residido en Chicago…- Comentó su padre.- Pero se alojan en su residencia cuando viene alguno de ellos por negocios…

¿Por qué tanto interés en ellos? – Preguntó con curiosidad Alice

Bueno… Yo… solo sentí interés por el extraño escudo que vi… - Dijo dando por terminada la conversación al respecto, aunque sentía mucha inquietud desde esa mañana en que vio el escudo en la flauta. "Eso quiere decir que alguien de esa familia estuvo anoche tocando en el parque… era alguien que se sentía muy triste…".

¿Te pasa algo?- Preguntó Alice, aprovechando que su padre estaba hablando con alguien por el celular.- ¿De nuevo las pesadillas?

Por favor…

¿QUIERES DEJARME EN PAZ?... – Le dijo molesta – NO TODO LO QUE ME PASA TIENE QUE VER CON PESADILLAS…

Lo siento… Es solo que en ocasiones…

NO QUIERO HABLAR AL RESPECTO…- Refunfuñó molesta la morena volteando a la ventana. Alice ya no insistió más. Estaban llegando al puerto. Cuando descendieron del auto, no pudo reprimir una exclamación de sorpresa, al leer el nombre del barco en el que trabajaba su padre: MAURITANIA.

Parecía difícil… pero al fin logramos acondicionarlo como en su época de esplendor: principios del s. XX. – Dijo con orgullo su padre. – Vamos, quiero que vean el interior.

Comenzaron a subir la escalera, recorrieron el barco desde los cuartos de máquinas, las bodegas, los camarotes y el salón, en donde se realizaría el baile de fin de año para recaudar fondos.

Al entrar al gran salón, se maravilló del buen trabajo que realizara su padre, todo se veía tan original, no supo que le sucedió, de pronto comenzó a sentirse angustiada.

Alice… necesito salir a tomar un poco de aire…

¿Te sientes bien?...

Si… sólo necesito tomar un poco de aire…- Dijo algo intranquila – Volveré en un momento…

Alice vio a su hermana salir rápidamente, no comprendía que le sucedía, y menos que no quisiera contarle que le ocurría últimamente.

No le gustaba esa extraña sensación, jamás había sentido algo así, ahora, fuera del gran salón, se preguntaba por que había sentido eso. Le fascinaba navegar, por lo cual jamás había sentido nauseas. Una vez que se sintió mejor, regresó.

Tienes la suerte de que el día de la reinauguración del Mauritania como museo, conozcas a la familia Ardley. Me acaban de avisar que los jóvenes se ofrecieron a dar un pequeño recital para la recaudación de fondos. – Dijo su padre cortando la comunicación del celular cuando la vio entrar.

"QUE BIEN… MÁS DE TUS AMIGOS LOS ESTIRADOS…" - comentó sarcástica.

Pero… tú hace unos momentos estuviste…

Papá, déjala… - Trató de calmar los ánimos Alice.- Hay que aprender a lidiar con sus repentinos cambios de humor.- Por primera vez, se sintió muy molesta con su hermana.

¡¿QUÉ HICISTE QUEEEEE?... – Preguntó Annie a Mandy cuando se enteró de su plan.

Queríamos que la abuela pasara unas buenas vacaciones con nosotros ¿no?...- dijo Mandy, mientras todos los chicos reunidos en la biblioteca la observaban.- Así que la acompañaremos a una de sus tantas "reuniones sociales sin sentido". Y como todas las familias ofrecen realizar algo para recaudar fondos… pues le hice la sugerencia de…

¿Que tocaríamos en frente de todos esos desconocidos?.- Dijo Annie angustiada

Sabes que solo lo hacemos para la abuela… - Reaccionó Andy.- Jamás lo hemos hecho en público…

¿Qué tal si causamos la "Deshonra de la familia".- Se burló Karl.

No si presentamos a nuestro mejor ejecutante de instrumentos de aliento madera. – Dijo Mandy mirando a Karl por encima de sus anteojos.

Sabes que siempre te he apoyado… pero esto es una locura…

Vamos… por la abuela…

Está bien – Aceptó Andy.- Pero no te salvarás de lo que nosotros te propongamos hacer…

Esta vez ten cuidado con el equipo… no queremos que le suceda algo para tan noble causa…- Dijo burlándose Annie.

¡Vamos Karl!... tenemos que ensayar… - Dijo Andy dirigiéndose al salón donde estaba un hermoso piano de cola.

No creo poder hacerlo… - Dijo con tristeza Karl saliendo atrás de él.

Eres magnífico y… Tony lo sabía muy bien… hazlo por ella…

¡ES QUE NO PUEDO!... yo… yo perdí la flauta de Tony…- Dijo deteniéndose en el pasillo bruscamente. – La otra noche… salí al parque cercano… cuando volví ya no la tenía…

Seguramente está en tu habitación…- Quiso tranquilizarlo Andy.- No eres alguien muy ordenado y quizás…

¡NO!...¿ES QUE NO ENTIENDES? LA HE PERDIDO…- Dijo con tristeza.- Los demás jamás me lo perdonarán…

No te preocupes… solo confía en ti.

Me pone muy nervioso… no hago algo parecido desde que ella y yo… en el colegio…

Solo, confía en ti mismo… - Le sonrió Karl con cierta ironía al escuchar a Andy. – Y quizá logres recuperar el instrumento… todo puede ser posible. Prometimos hacer lo mejor para que la abuela se recupere… tu puedes hacerlo. Ella se pondrá muy feliz al ver que has vuelto a ser el mismo.

Lo haré… es solo que significaba tanto ese instrumento… para mi…

¡ÁNIMO!... – Dijo Andy.

La fiesta de año nuevo era esperada por la crema y nata de la alta sociedad neoyorkina, en especial por la inesperada propuesta hecha por los Ardley para recaudar fondos, obviamente nadie negaba el hecho de que fueran tan filantrópicos, pero conociendo lo estricta que era la matriarca, les sorprendió que permitiera a los jóvenes herederos dar un concierto, después del repentino fallecimiento de su nieta Antonia, una brillante flautista. La gran sorpresa de dicho acontecimiento, sería que todos los invitados vestirían a la usanza de la época en que fue recién inaugurado el Mauritania. Todos estaban listos para la tan esperada noche, Karl seguía preocupado por no encontrar su instrumento, por lo que no tuvo más remedio que usar el mismo que usara en el colegio, cuando Tony le estuvo enseñando, a fin de cuentas era igual al de ella, y pasaría desapercibida su pérdida para los demás, pero eso no lo consolaba.

Alice estaba muy nerviosa, su hermana no bajaba y su padre pronto mandaría el auto para recogerlas, subió por ella.

¡Ya estás lista!...- Dijo entrando sin tocar, y la vio que se colocaba un abrigo largo. Por primera vez se sorprendió al ver a su hermana tan formal, no adivinó como era el vestido que llevaría, pero su cabello lo había recogido con un fino listón rojo – Vaya, hasta que decides ir con propiedad…

Bueno, después de todo es una fiesta de disfraces… me gusta divertirme en ellas… puedes ser cualquier persona…

Solo promete comportarte… no seas imprudente y termines metiéndote en problemas.

Claro hermanita… no quiero causar la vergüenza de nuestro distinguido padre… en un momento tan crucial de su carrera…

Ya deja de portarte como una chiquilla malcriada. – Le respondió al tiempo que veía un objeto largo en la mesita de noche. Estaba a punto de preguntar por él cuando en eso, escucharon unos ligeros golpes en la puerta, dieron permiso de pasar y la mucama les avisó que el auto estaba esperándolas. La morena miró con ironía a su hermana, prometiéndole que no haría nada impropio.

Bajaron, afuera había una espesa bruma. Había nevado un poco, sin saber porqué la morena se sentía intranquila.

Todos los Ardley habían llegado temprano, no deseaban ser acosados por los reporteros, además de que los jóvenes querían supervisar todo para el concierto personalmente, divirtiéndose con las ocurrencias de Mandy, quien se sentía toda una experta en electrónica y revisaría que todo el equipo estuviera funcionando adecuadamente.

Ya revisaron todo, por favor muchachos, tienen que ir a cambiarse… - Les llamó la atención la abuela.- No se preocupen, todo saldrá muy bien…

Es solo que queremos que te sientas orgullosa de nuestra actuación.- dijo Andy

Siempre estaré orgullosa de ustedes.- Dijo abrazando a Mandy y Annie.- Más por el esfuerzo que hacen en estos momentos…

Abuela nosotros… - Quiso interrumpir Karl, quien estaba atrás de Mandy afinando su flauta.

Yo sé perfectamente que les desagrada este tipo de acontecimientos, y los amo por todo lo que hacen por mí…

No te preocupes, esta noche tocaremos como jamás lo habíamos hecho… yo, sé que a Tony le hubiera gustado tanto estar aquí…- Dijo Andy, arrepintiéndose al instante de haber dicho eso, al ver la angustia de Karl.

Entonces, apresúrense a cambiarse… Deben ser puntuales… – Dijo Retirándose la abuela del gran salón, y al salir fue interceptada por los hermanos Ligan.

Bueno, por suerte esos dos no saben tocar nada de nada… - Dijo Mandy suspirando. – Si no hubieran terminado por destrozar mis nervios… recuerdan como esos dos intentaban quedar bien con la abuela…- Recordó haciendo unos gestos muy cómicos que todos comenzaron a reír.- Todo instrumento que tocaran parecía como si tuvieran vida propia y pidieran auxilio para que los dejaran en paz…

Karl ya no escuchó, tomó una chaqueta y una bufanda de alguno de los chicos, saliendo sin que nadie se diera cuenta a cubierta, la bruma era muy densa, apenas si se podían ver las luces que alumbraban a la gran alfombra roja por donde desfilarían las grandes personalidades, por suerte habría muy poca prensa y solo tendrían acceso al barco en el momento de que se cortara el listón, así él podría recorrerlo sin que nadie lo molestara. Ese barco lo intrigaba demasiado, él sentía una extraña angustia en ese lugar. Había comenzado a nevar nuevamente, siguió caminado, se detuvo, miraba al embarcadero, cuanto extrañaba a Tony, quería que estuviera a su lado en ese momento, "Ella era la artista de la familia, ella merecía estar disfrutando de algo así"… Sin darse cuenta sintió algo cálido correr por sus mejillas. "¡Que estupidez!... se suponía que ya no lloraría más"…Una fuerte ráfaga de viento lo golpeó fuertemente, tirando su bufanda, fue tras ella, cuando logró alcanzarla, recargada en un barandal vio una figura, no la podía distinguir por la bruma, siguió caminando, era una mujer, se veía triste, quiso alejarse, pero no se dio cuenta de que algo crujió, haciendo un gran ruido, la joven se asustó.

¿QUIÉN ESTÁ AHÍ? – Gritó fuertemente. – ¡SALGA DE INMEDIATO O LLAMARÉ A SEGURIDAD!

Disculpa… no quería asustarte.- Respondió Karl nervioso.

¿Asustarme?... ¿Estás loco o que?... – Dijo ásperamente la morena.- Sé defenderme perfectamente. No estoy buscando guardaespaldas… Pecoso…

Oye, solo soy cortés… no creo que por ello tengas que insultarme.- Respondió rápidamente Karl. – ¿Y qué tienen que ver mis pecas con esto?

¡UUUFFF!... y encima te sientes orgulloso por ello.

Claro, y últimamente he pensado en como conseguir más… - Respondió ofendido Karl. En ese instante, sintió como si fuera un deja vu. La morena sintió lo mismo, quedándose callada por un momento… el silencio fue demasiado incómodo para ambos…

¿Señorita Teresa?- La joven se sobresaltó mirando a Karl de forma penetrante hasta que el dueño de esa voz, se vio con claridad en la bruma. - Su padre la busca, tiene que estar con él y con su hermana para cortar el listón.- dijo uno de los tripulantes del barco interrumpiendo ese momento tan tenso. – Nos vemos pecoso…- Dijo la joven mirándolo sarcásticamente.

Karl se quedó asimilando sus palabras, sintiendo un extraño escalofrío.- ¿Quién es la joven?.- Preguntó al oficial.

Es una de las hijas del Sr. Grandchester, la persona encargada de los trabajos realizados al barco… ¿Puedo ayudarlo en algo Sr. Ardley?

No gracias, estoy bien.- Dijo cortésmente Karl mientras se dirigía su camarote para cambiarse.

Algo le parecía extraño, desde que llegó a la ciudad, algunas cosas le parecían vagamente familiares y ahora, estaba en un lugar que le hacía sentir miles de cosas contradictorias.

Después de que se reinauguró el barco, se dio un breve recorrido a invitados y la prensa.

Durante la cena, el ambiente era muy parecido al de principios del s. XX, un cuarteto de cuerdas amenizaban el momento, todos los invitados iban engalanados con joyas y trajes de la época, finos vestidos las mujeres y los hombres con elegantes fracs., todo era excesivamente formal para el gusto de los jóvenes Ardley; Karl se sentía intranquilo, todos los chicos estaban sentados en la misma mesa que los Ligan, pero no eran ellos, levantó la vista y se dio cuenta que la chica testaruda que conociera en la tarde, ataviada con un hermoso vestido color crema, con vivos rojos al estilo de principios del s. XX, parecía divertirse mirándolo con insistencia e incomodándolo con esa sonrisa sarcástica de medio lado, estaba sentada en la mesa de honor junto a su padre y a una hermosa rubia, por lo que ella no necesitaba hacer ningún movimiento brusco si quería buscar a alguien, lo que le chocaba a Karl, era sentirse observado.

¡Tengo que salir de aquí!.- Dijo arrojando su servilleta a la mesa, sin esperar respuesta de nadie.

¡Espérame!- Lo llamó Annie, apresurándose a tomarlo del brazo. Salieron a cubierta, Karl no podía dejar de sentirse tan nervioso. Ella al notarlo lo detuvo. - ¿Qué sucede?

Solo… solo estoy un poco nervioso… desearía que esto terminara pronto…

Vamos… recuerda que la abuela espera ansiosa nuestra actuación… Y todo terminará…

Está bien… - Suspiró Karl.- Caminemos un rato más… necesito estar tranquilo para el recital…

OK… Tienes que hacerlo como siempre…- Dijo Annie sonriéndole.

¿Te sucede algo Terry?- Preguntó a Alice al darse cuenta de que miraba con insistencia hacia la mesa de los Ardley.

NOOOO. ¡SOLO QUE YA NO SOPORTO ESTA ESTÚPIDA REUNIÓN…!

Te dije que tenías que comportarte, esto es lo más importante de su trabajo de papá…- Susurró Alice.

ES POR ESO QUE YA NO SOPORTO ESTA GENTE Y ESTE LUGAR…- dijo sacando de su bolso un cigarrillo.- POR ESTO NOS ABANDONÓ… PREFIERE TODO ESTO…- No pudo contenerse al decirlo con tanta amargura, intentó levantarse, pero su hermana se lo impidió arrebatándoselo de la mano.

Solo, espera un momento…- Le pidió.- Es mejor retirarse después del recital…

Está bien…- Contestó irónicamente. Las puertas del Gran Salón se abrieron con discreción y entraron el joven pecoso y la chica de cabellos castaño claro que lo acompañó. Algo en su interior la hizo sentirse inquieta. Estaba a punto de irse cuando en esos momentos, se llamó a todo el público a ir a la sala que se acondicionó provisionalmente.

Los chicos lo hicieron de maravilla, todo el público alababa las excelentes ejecuciones que realizaban. Para finalizar, a petición de la abuela, se le pidió a Karl hacer un solo, así que como lo hacía siempre a petición de ella, tocó su melodía favorita y la de Tony. Cuando se sintió listo, dio la señal y el telón se corrió.

Terry estaba a punto de levantarse de su asiento para irse, pues ya estaba bastante fastidiada, pero al escuchar las primeras notas, se detuvo. Su pulso comenzó a acelerarse. Esa melodía ya la había escuchado… no podía creerlo, era la misma de esa noche en el parque, aunque era tocada con sentimiento, no se parecía en nada al expresado en la ocasión anterior.

Observó detenidamente al chico, era el mismo del que se había burlado. Tenía los ojos cerrados, tocaba con gran maestría el instrumento, no podía dejar de sentir algo al respecto, no sabía como describirlo.

Karl se sentía muy inspirado, por ello cerró los ojos, le parecía sentir la presencia de Tony junto a él, pero ahora, tenía la sensación de que si los abría, no podría contener las lágrimas. Cuando estaba por terminar, decidió demostrar que seguía siendo el mismo chico sonriente de siempre, pero al abrir los ojos, su mirada se topó con otra azul profundo, que lo miraban con intensidad. Algo en su interior parecía reconocer esa mirada…

Continuara…

Hola:

¿Cómo están? ¿Qué les pareció?

Bueno, como fue mi primer fic, sé que hay cosas que parecerán muy raras… espero con ansias sus comentarios, jitomatazos y cebollazos…

Pero por favor, no sean muy duras…

Había leído algunos donde se habla de los hijos de Candy y Terry o la reencarnación de ellos, así que pensé, ¿Por qué no hacerlo un poco diferente? Mezclando algunas cosas y haciéndolo un poco futurista… ¿Cómo enfrentarían las situaciones?...

La verdad me pareció muy divertido invertir los papeles… de casi todos los personajes protagónicos…

Admiro la gran dedicación de todas las escritoras de los fanfics, por realizar estas historias…No es nada fácil, pero cuando la inspiración llega…No hay nada que la detenga.

Hanne (Nos Vemos)

Notas: *La primera parte es una trascripción con unas cuantas modificaciones, de un fragmento del fanfic llamado "Reencuentro en el Vórtice"de Mercurio

**Es una trascripción del manga, cuando fallece Anthony.