Disclaimer: Nada de esto es mío, si lo fuera, Slytherin habría ganado alguna Copa de las Casas.
Aquí con otra viñeta, y no demasiada convicción.
If it's not real you can't hold it in your hand ,
you can't feel it with your heart and I won't believe it
But if it's true you can see it with your eyes, oh even in the dark
(Brick By Boring Brick - Paramore)
A Daphne Greengrass le había gustado creer en los cuentos de hadas, hasta que una noche de febrero comprendió que ya no quedaban príncipes azules. Ni verdes. Comprendió que por muchos sapos que besara, nunca aparecería un caballero de brillante armadura y radiante sonrisa. (En cambio, aparecerían cientos de villanos que animados por el beso se mostrarían muy dispuestos a corromperla entre sus sábanas) Su nueva visión del mundo provocó que las cosas cambiaran: Daphne mudo la filosofía de vida como un ofidio muda la piel llegado el momento, y de todas sus fantasías sólo quedaron recuerdos felices.
Sintiéndose una mariposa recién liberada de la crisálida, muy ufana con su reforzado cinismo, a partir de ese momento se dedicó a lo que mejor se le daba: compararse con otras. Y ganar. Disfrutaba regodeándose en su hipocresía analizando una y otra vez a su victima preferida tratando de despreciarla y ocultar el brillo de envidia en sus ojos:
Porque Pansy Parkinson, siempre fue consciente de que en la vida real no había espacio para sueños de cien años ni bailes hasta la medianoche, que debía guardar los cuentos junto a sus sueños debajo de la piel dónde nadie los viese. Y a pesar de todo, seguía buscando la fantasía de cada cuento debajo de la frialdad de unos ojos grises. Y de alguna manera que sólo ella podía ver, la encontraba. En cada sonrisa de Malfoy veía la salvación contra la crueldad del día a día, y en cada palabra que arrastraba las silabas sabía hallar una canción de esperanza. Y todas las noches, antes de irse a dormir, repetía su versión de la historia (dónde los miedos envenenaban las dudas, y la realidad era evidente por mucho que quisiera ocultarla) en voz alta para poder creérsela.
-Si me esfuerzo, seré como él quiere que sea. Y Draco me querrá. – su vocecita aguda transmitía constancia, y su amiga sabía que detrás de las afirmaciones había un interrogante.
Daphne también sabía que eso no era cierto. Por mucho que se esforzase, Pansy no era lo que Draco Malfoy quería. No era guapa. No era inteligente. No era elegante. No era muchas cosas. Su mayor cualidad, la lealtad que le profesaba, para el arrogante rubio era poco más que una molestia. Pansy Parkinson sería para él apenas un juguete que podía romper y maltratar cuanto quisiera (porque le quería tanto, que siempre estaría dispuesta a recomponerse y perdonarlo) pero nada más.
-Quizás. - con una respuesta sibilina a modo de buenas noches, con una mentira blanda. Daphne se daba la vuelta en la cama, y cerraba los ojos.
A Daphne Greengrass le había gustado creer en los cuentos de hadas, y ahora que ya no creía, le encantaría poder abrir la caja de Pandora, y arrastrar a Pansy con ella en el mundo inhóspito que había descubierto al otro lado de los sueños, dónde la esperanza no existía y la oscuridad congelaba los buenos sentimientos.
