HOLLYWOOD PRINCESS
-Tu! - me señalo mi jefa saliendo del departamento de su exnovio supongo, por las lagrimas en sus mejillas - Me vas a llevar aun bar, el que sea para emborracharme, entendiste?
Asentí con un repentino nudo en el garganta.
Odiaba verla llorar, verla sufrir por esos patanes hijos de perra, que solo la utilizaban para tener la atención de los medios y de los productores de la industria.
Ella era Renesmee Masen, cotizada y muy talentosa actiz de Hollywood. Su carrera había empezado desde que sus padres la llevaron a una audición para un comercial a la tierna edad de cinco años. Ella era una muñequita hermosa de risos cobrizos y mejillas sonrojadas; pronto los agentes contactaron a sus padres para ofrecerles mas comerciales, apariciones en series de televisión. A los diez años salio en su primer película con un papel bastante importante, ganandose la atención de las casas productoras.
Su rostro comenzo a ser mas conocido gracias a que sus padres Edward e Isabella Masen firmaron varios contratos donde su hija era la imagen de juguetes y marcas de ropa para niños.
Renesmee -Nessie para mi- no tuvo una infancia como la mía, ella creció bajo el glamour de los reflectores hollywoodenses. Mi padre trabajaba con ella como su chofer, el la llevaba a todos y cada uno de los llamados en los estudios, a las presentaciones y conferencias de prensa. Yo iba a su casa todos los domingos, para ver a mi padre; el vivía ahí junto con la demás servidumbre. El me presento con aquella niña de ojos tristes que estaba muy pero que muy lejos de mi alcance. Pero ella me sonreía, platicaba y jugaba conmigo.
Sus padres no decían nada sobre nuestra extraña amistad, hasta que ella cumplio los trece años.
-Te he dicho mil veces que no te juntes con la servidumbre - Bella su madre y representante, la saco de la alberca donde estabamos jugando y la alejo de mi.
Desde ese día Renesmee jamas me volvió a hablar como amiga, solo como lo que era yo: el hijo de un sirviente.
Ella era mi única amiga y yo su único amigo y su madre nos separo.
Cada vez que salia una película de ella, yo iba a verla el día de estreno. Cuando visitaba a mi padre ella no me miraba o me hablaba, se comportaba y se veía diferente. Sus padres le llenaban la cabeza de humo diciéndole que ella era mejor que el resto del mundo. Ante mis ojos desapareció la niña de ojos tristes y color chocolate y se convirtió en la Diva de Hollywood, la niña con mas paga en el medio del espectáculo, la Nueva Consentida de América como le llamaban las revistas.
Cuando mi padre enfermo, Edward fue a mi casa a ofrecerme su trabajo. Solo lo acepte por ella, por verla por estar con ella aunque solo fuera como un sirviente.
Renesmee se sorprendió de verme con mi camisa blanca y pantalón negro y la puerta trasera de su auto abierta.
Ella acababa de cumplir los dieciocho y yo los veinte.
No me dijo nada, solo la dirección a donde se dirigía.
Desde entonces también soy algo así como su guardaespaldas y asistente. Voy con ella de compras, con sus amigos, a su trabajo. Se todo de ella, cuando se siente mal, cuando esta triste, cansada, alegre, enojada...
He sido testigo de varios de sus derumbes emocionales donde llora descosoladamente en mi pecho. Al día siguiente actúa como si eso nunca hubiera pasado y me trata con la misma frialdad que siempre.
Le he visto enamorarse de esos patanes que solo quieren salir a su lado en la prensa y a los dos meses la botan como si fuera una basura, cuando ya consiguieron lo que querían: sus 15 minutos de fama.
Cuando cumplió veintiun años, los festejo en Las Vegas con todos sus amigos famosos y salieron unas fotos bastante perturbadoras -hechas con photoshop- donde Renesmee usaba drogas y se besaba con una chica. Eso jamas paso, yo estuve con ella todo el tiempo cuidándola. Para eso me pagaba.
Sus padres que aun manejaban su vida como cuando ella tenia cinco años, me despidieron. Renesmee me volvió a contratar una vez que se deslindo de sus padres, consiguió una nueva representante, y se alejo definitivamente de su familia.
Ahora vive sola en una inmensa mansión, donde solo la acompañan cuatro sirvientes y yo. Así como un ocacional parásito que se hace llamar su novio.
-Por que me traes a casa? Que no escuchaste que me quiero emborrachar? - me grito una vez que estacione el auto frente a la entrada de su casa.
-Si, pero si no se ha dado cuenta señorita Masen, usted es conocida mundialmente. Alguien puede verla, tomarle fotografías y vídeo de usted ebria y venderlas.
-Me importa un rabano tu maldita opinión, Black.
-Y no le importa su reputación con la prensa? Recuerde que fue muy difícil aclarar aquellas fotografías hace dos años.
Su rostro paso de la ira a la tristeza.
-Bien - refunfuño - pero yo no voy a tomar sola. Tu lo harás conmigo.
Cerro la puerta del coche con un golpe y se dirigió a aquella enorme casa con alberca, cancha de tenis, gimnacio, siete habitaciones, cochera para seis autos y un bar.
Cuando la encontre por fin en aquella mansión, estaba tirada en la alfombra beige de su enorme habitación con una botella de vodka en sus manos.
Abrió los ojos cuando le quite la botella. Renesmee iba a protestar cuando vio que le di un trago.
Nessie se levanto y puso musica de rock y comenzo a bailar sola con otra botella, que de quien sabe donde saco. Ni siquiera estaba bailando la ritmo de la musica, solo abrazo la botella de tequila y bailo suavemente con los ojos cerrados. Yo ya no bebí mas que ese trago que le di al vodka; tenia que estar consciente para poder cuidarla.
-Te dije que tu ibas a tomar conmigo - murmuro arrastrando las palabras y sentándose junto a mi, en la alfombra. - Bebe...
La obedecí y se quedo contenta.
Luego de un rato de silencio de su parte, comenzo a sollozar. Me mordí el labio para no llorar con ella.
Sentía un agujero en el estomago por verla sufrir así. Ella no merecia sufrir asi. Esos patanes no merecían sus lagrimas.
Me atreví a pasar mi brazo izquierdo por sus hombros y la atraje hacia mi. Ella no me rechazo, me abrazo también.
-Por que...? - susurro. - Por que...?
Estuvo llorando por mas de media hora, pero sin dejar de beber.
-Por que... por que nadie me quiere, Jacob? - murmuro sorbiendo su nariz.
Yo si te quiero, Renesmee. Te amo.
-Que hay de malo en mi?
-Nada, señorita Masen. No hay nada malo en usted - susurre limpiando sus lagrimas con mi mano.
-Entonces... por que todos... me dejan? No amo suficiente? Amo demasiado? Por que todos se van? Por que estoy sola?... No quiero morir sola - un fuerte sollozo salio de nuevo de su boca.
No moriras sola -quise decirle- Yo siempre estaré a tu lado. Siempre.
Continuo llorando y bebiendo hasta que la botella quedo a la mitad. Me levante y fui al cuarto de baño por pañuelos para limpiar sus lagrimas y su nariz.
-Por que eres tan bueno conmigo, Jacob Black? - murmuro mientras limpiaba su rostro. -Que nos paso? Tu antes eras mi amigo... Por que dejaste de hablarme. Eras mi único amigo y tu me abandonaste.
-Yo...
-Por que no me amas...? Ámame Jacob - cuando menos lo pense Renesmee ya estaba sentada a horcajadas sobre mi besando mi cuello.
-Señorita Masen... - trate de quitármela de encima.
La amaba con todo mi corazón, pero no quería que esto sucediera así. No con ella estando tan ebria que ni se acordaría.
-Dejate de estupideces con eso de señorita Masen - estampo sus labios en los míos y no pude evitarlo.
La bese con todo el amor del mundo. Había imaginado tanto ese instante...
-Por favor, quiéreme - suplico.
-Te amo, Renesmee Te he amado desde el primer día en que te vi. No necesitas pedírmelo.
Acerque su rostro al mio y ella me correspondio. Sus labios sabían a tequila, al igual que su suave y avariciosa lengua. Mis manos recorrieron su espalda, sus caderas, sus piernas. Las suyas jalaron mi cabello negro acercándome mas a ella. Había fuego y pasión corriendo por todo su cuerpo y el mio. Podía sentir como su tibio sexo rozaba el mio con ímpetu.
Tenia que detenerla y detenerme. No podia aprovecharme de su estado y de su vulnerabilidad. Ella solo quería estar conmigo por que se sentía sola, no por que me amara.
Cualquiera en mi lugar se hubiera aprovechado de la situación, pero yo no. La amaba demasiado como para hacer semejante mostruosidad. Pero sus besos eran mi perdición...
Ella termino el beso antes que yo y recargo la cabeza en mi hombro, escondiendo su rostro -blanco como la nieve- en mi cuello.
Su agitada respiración se fue calmando poco a poco. Hasta que se convirtió en lenta, acompasada y silenciosa.
Se había quedado dormida.
Como pude, me levante con ella aun aferrada a mi como changuito, y la deposite con cuidado en su enorme cama. La cobije y me estuve a su lado el resto de la tarde.
A un lado de su cama deje un contenedor de basura por si se despertaba queriendo devolver el estomago, así como un vaso de agua.
Dormí en uno de los sillones de su habitación. Ella no desperto en toda la noche. Durmió como un tronco.
Antes del amanecer me fui a mi habitación, me duche y me aliste para otro día de trabajo normal. Subí las escaleras al segundo piso con una bebida que quita la resaca en minutos.
Renesmee estaba despertando cuando entre. No esperaba por nada del mundo que ella recordara que me había besado y que yo le había declarado mi amor. Así que actue normal.
-Mi cabeza... - susurro subiendo ambas manos a sus cienes.
-Esto le quitara el dolor, señorita Masen - murmure dándole el vaso alargado de cristal, que contenía la bebida roja y espumosa.
-Que es? - pregunto incorporándose con cuidado.
-No quiere saberlo. Solo bebalo.
Ella obedeció haciendo gestos.
-Sabe horrible - musito, pero continuo bebiendo.
-Pido que le traigan un desayuno ligero?
-No, me duchare primero... Pero... que traigan un bagel y jugo de naranja - ordeno bajando de la cama.
Si, definitivamente ella no recordaba nada. Seguía hablándome con frialdad y no hizo contacto visual, como era su costumbre.
Abatido y aliviado, baje a la cocina. Le dije a la cocinera las ordenes de la jefa y ella subió el desayuno.
No podía sacar de mi cabeza sus besos, sus lagrimas, sus suplicas de amor...
Si tan solo ella me viera de nuevo. Si tan solo pidiera que la amara estando ella sobria...
-El brasileño ese termino con ella, verdad? - pregunto Sue, la ama de llaves.
-Si - respondí con un suspiro.
-Igual que el italiano...
-Si.
-Pobre niña. Y pobre de ti mi niño, viéndola todos los días... Viéndola enamorarse de cualquier galancillo extranjero, y viéndola sufrir cuando ellos la abandonan. Por que no le dices que la amas?
-Ayer se lo dije - susurre viendo la mesa.
No era un secreto entre la servidumbre de Renesmee, que yo estaba enamorado de ella, como un imbécil.
-Y ella que te dijo? - pregunto emocionada.
-Nada.
-Y que te dijo hoy en la mañana?
-No creo que lo recuerde... Estaba bastante ebria ayer.
-Por que no se lo dices...? Tu la amas y yo creo que ella a ti también.
-Me vas a llevar hoy de compras y a comer - murmuro Renesmee en la puerta de la cocina, haciéndonos saltar del susto a mi y a Sue.
-Renesmee!... Es decir... Claro, señorita Masen.
Ella se marcho con ese andar elegante y altanero.
Que había escuchado?
Me desplome sobre la mesa gimiendo y sollosando sin llorar.
Sue solto unas risitas.
-No es gracioso, Sue. Casi me da un infarto!
Media hora mas tarde, Renesmee bajo las escaleras con un vestidito color durazno, bastante simple, a como ella suele vestirse. Pero se veía mas hermosa. No traía tanto maquillaje, ni accesorios. Solo llevaba una bolsa grande color blanco, arracadas y lentes de sol sobre su cabeza y unas zapatillas blancas de piso.
-Asi vas a ir vestido? - pregunto con horror.
-Es... es mi uniforme. Camisa blanca, pantalón negro.
-Hice un desastre en mi habitación, buscando que ponerme en nuestra primera cita y tu te vistes así? - meneo la cabeza desepcionada, mientras yo la miraba como si estuviera retrasado. -No importa, te llevare de compras.
Renesmee me tomo de la mano y se encamino fuera de la casa rumbo al garaje. Subió a su convertible negro y encendió el auto.
-No tengo todo el día Jacob - murmuro esperando a que yo subiera. - Bueno si tengo todo el día, pero ya quiero quitarte esa ropa. Bueno no quitarte la ropa... de ese modo... Bueno si, pero... Solo súbete!
La obedecí con el rostro rojo como tomate, igual al de ella.
-Por cierto... - murmuro tomando la carretera - estas despedido.
-Que? - grite asustado.
-Recuerdas que no me debo juntar con la servidumbre? - enarco una ceja con una mirada traviesa.
