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"La flor que crece en la adversidad, es la más rara y hermosa de todas"


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Cuando Sesshomaru la conoció, era un retoño maltrecho que estaba en crecimiento.

Sorpresivamente, este murió.

Su cadáver a sus pies, estaba marchito. Sin embargo la salvo, el demonio le devolvió la vida; el retoño volvía a tener vitalidad y este lo acompañó a su salvador por donde quiera que vaya.

Pero de nuevo se marchito. Sin embargo, Sesshomaru no iba a dejar que el retoño que ni siquiera floreció, muera, así otra vez la salvo.

No obstante, tomó la decisión de dejarla en un pueblo, en una tierra para que pueda crecer mejor; sin el contaste peligro que puede ocasionar estar a su lado.

El tiempo paso y Rin creció, floreciendo bellamente, Seshomaru la busco y ella se fue con él, quien quería que fuera suya, su flor. Quería que le entregue su flor y ella se la dio porque lo quería inmensamente.

El demonio y la flor. A pesar de que es humana, Rin es como una flor, pura, bella, efímera e inocente.

Sus pétalos (Su kimono) fueron deshojados (Fue quitado). Es rozada, la textura es suave, Rin es delicada. Así que es cuidadoso (En sus besos, caricias) Desnuda, la explora con la mirada, con sus manos, su lengua que se desliza por su botón que prueba y muerde. Ella jadea y se detiene (Teme lastimar a su flor) Con sus ojos, con su voz pide que continúe.

Los dos están en la flor de la vida. (El mejor momento de su existencia)

La ama. Lo ama. Se aman.

Demonio y humana. Demonio y flor.

Recorre su tallo (torso) con sus garras y luego posa sus manos en su cintura para adentrarse a ella (Cuerpo, alma y corazón se funden entre los dos) Profundo, de tal forma que le invade una sensación dolorosa y sublime, gimen, mueven sus caderas y llegan al clímax.

En el final, comparten caricias más suaves, más tiernas. Sesshomaru besa gentilmente la frente de Rin, antes de separarse de su flor, esa, que Sesshomaru había desflorado.