Capitulo 1: El Lapicero
Bulma se sentía eufórica y fascinada por haberle cantado sus verdades en la cara a su ahora ex jefe de planta. Estaba harta de tener que soportar su continuo acoso. Cuando la encontraba sola en el box se le insinuaba planteándole situaciones sucias que podrían vivir juntos en su casa del campo, nunca perdía oportunidad de rosar la entrepierna en su falda y ni hablar de las innumerables veces que posaba su mano en su cintura con total confianza. Todo ese descaro la lleno de coraje y fue a exigir su desvinculación de la empresa entre gritos y llantos. Las chicas de Recursos Humanos hicieron todo lo posible por contenerla puesto que poner que el motivo de renuncia era el acoso sexual laboral no le abriría nuevas oportunidades de trabajo ya que sería vista por nuevos empleadores como una trabajadora conflictiva. Respiró hondo y firmó su renuncia, aclaro en el asunto que la empresa no colmaba sus expectativas. Volvió a lo que era su escritorio y tomo una caja mediana en la cual colocó cada uno de sus elementos personales de trabajo. Con los ojos aun llenos de lágrimas pero con el alivio de no volver se fue despidiendo de sus compañeros de trabajo a medida que iba cruzando la enorme sala con la caja en sus manos y llevando la cartera al hombro cuidando de que no se le cayera. Conseguir un buen trabajo contable en una ciudad tan grande como en la que vivía no era sencillo pero ella iba a poder, como pudo con la universidad aunque le tocó pagar sus gastos trabajando medio tiempo en una cafetería. Llegó al ascensor y con un poco de esfuerzo oprimió el botón de llamado y casi de inmediato se abrió el mismo. "Que suerte la mía" pensó puesto que deseaba salir de ahí lo más rápido posible y en el ascensor iban varios pasajeros que le dieron lugar para entrar. Giró para ver como se cerraba la puerta y observo que su repugnante ex jefe iba cruzando el salón a toda prisa mientras la llamaba. A Bulma no le daba la vida, el aire, mantener la cartera en el hombro y el no soltar la caja para apretar con desesperación el botón de cierre pero aun así lo logro y sonrió satisfecha al ver que este cerró en las narices del pelmazo. La personas que estaba en el ascensor quedaron atónitos, desencajados, no entendían si ella se iba, llegaba y si el señor la quería saludar o retener, al cual la joven de cabello azul evadió sin ningún reparo. Una vez en el Hall Central, las puertas del ascensor se abrieron y todos bajaron apurados, incluyendo a Bulma que iba a toda prisa, deseaba irse pronto de ese horrendo lugar. Cada vez que pensaba en todo el martirio que había tenido que soportar se preguntaba porque a ella y muchas veces se planteaba si era su modo de vestir pero cuando se comparaba con muchas de sus compañeras que llevaban vestimentas tan ridículas y provocadoras, terminaba creyendo que su vestuario era más similar al de una bibliotecaria jubilada. Pérdida en sus pensamientos oyó su nombre en la voz de su ex jefe de planta, lo que la hizo apurar el paso para no tener que dirigirle la palabra. Al apresurar el paso comprendió que debía mantener la cartera en equilibrio con la caja que llevaba en sus manos, porque a causa de los tacones altos, el trote hacía que todo comenzara a saltar y a salirse de su control. Estaba llegando a lo que es el umbral de la puerta principal de salida cuando sin perder el ritmo giró el cuello para tratar de ver hacia la cabina de seguridad y así saludar a los muchachos pero chocó con algo que la hizo caer hacía atrás quedando sentada sobre el frío mármol y haciendo que varias cosas de la caja volarán. Cuando pudo reaccionar se encontraba en el piso, de espalda, levemente reclinada sobres sus brazos y la razón por la que no se había puesto de pie era porque un joven de traje oscuro a rayas estaba encima de ella. Tenía el cabello con en flama con unas entradas en pico de viuda, súper negro como la oscuridad más absoluta. Rasgos fuertes en su rostro bien marcado por sus cejas gruesas y ceñidas que definían una mirada penetrante de ojos tan oscuros como una noche sin luna sobre una tez bronceada. Definitivamente era alguien importante y exitoso que... No dejaba de mirarle el busto que tras las respiraciones agitadas de la peliazul no dejaba de subir y bajar. Estaba harta y ella exigía que se la respetara como mujer así que sin dudarlo, estiro el brazo y tomo el lapicero que estaba próximo a ella en el piso y con él lo golpeo en la cabeza.
-Ahhh! Pero que haces Mujer?!- grito el joven que aun no se levantaba.
-Estaría bueno que en lugar de mirarme como un lobo te levantaras y me ayudaras a juntar mis cosas- vocifero Bulma que con esfuerzo se lo quitaba de encima y empezaba a juntar las cosas en la caja de rodillas. Un guarda espaldas se acercó y de un tirón levantó al joven de traje y se arrodillo junto a Bulma y una vez que juntaron todo en la caja, la ayudó a reincorporarse. Bulma agradeció y se fue corriendo al borde de la acera a tomarse un taxi. Necesitaba escapar de ese lugar y refugiarse en la tranquilidad de su departamento. Cuarenta minutos más tarde y lanzo la caja con sus cosas en una mesa ratona y se lanzó en el sofá de su sala. Su departamento no era muy grande, sin embargo, a Bulma le resultaba cómodo y acogedor. Se quitó los tacones y elevó las piernas al sofá, esas faldas tubo con el largo bajo la rodilla eran muy elegantes pero muy incomodas. Suspiro y pasado unos minutos se decidió llamar a su novio, debía comunicarle que estaba sin trabajo pero feliz y aliviada.
-Hola Bulma ¿Llamas de tu casa? ¿Estás enferma? ¿Paso algo?- la voz de su novio respondió rápido el teléfono y no la dejaba hablar preocupado por el horario en el cual lo llamaba.
-Hola Yam! Nada importante Cariño, renuncié a mi horrendo trabajo y quería contarte- respondió Bulma con cierto optimismo.
-¿En serio? Te oyes cansada. ¿Quieres que te vaya a ver ahora? ¿Necesitas algo?- su novio no dejaba de preocuparse.
-Ay Yamcha! Ya me aburres! - lo regañó la peliazul exagerando en su expresión para que su novio comprendiera que estaba haciendo berrinche y así no la molestara más- La verdad es que estoy muy cansada, creo que me tomaré una semana de descanso antes de buscar un nuevo trabajo- concluyó la joven.
Una risa en soplido llena de picardía se oyó en el auricular.
-Está bien, ya que estás tan cansada y estresada, ¿Qué te parece si esta noche voy a visitarte con comida china y tenemos una linda cena en tu casa?- sugirió su novio.
-¡Si! ¡Te espero! –respondió la peliazul llena de alegría, nada le gustaba más que ser mimada en su casa- Te espero, no te vengas muy tarde, si?- sentenció.
-No, no lo haré- y tras una pausa escuchó- Besos, nos vemos.
-Besos Cariño- y Bulma colgó el teléfono y se quedó recostada tratando de repasar la cronología de su acalorada mañana en la empresa.
Comenzó como a las 08hs cuando su ex jefe le había pasado la mano por la cola sin reparó frente a todos sus compañeros en plena junta, como ella respondió totalmente encolerizada, al recordar eso se le escapó una risa. Ella totalmente sacada en una sala llena de personas que la miraban como si fuese el mismísimo demonio. Volvió a reír y siguió con la cronología de los hechos. Más tarde, el intento de negociaciones en el departamento de Recursos Humanos, las chicas que intentaban consolarla. Un sentimiento de angustia la invadió al recordar que vaciaba su escritorio y luego se fue despidiendo de sus compañeros.
-La huída- pronunció en voz alta al recordar el escape en ascensor al ver al acosador intentando alcanzarla.
Luego el Hall Central y el choque con el joven exitoso, y una sonrisa auténtica se dibujó en su rostro al recordar al joven altanero que se le antojaba apetitosamente sensual. Suspiró y recordó su rostro, tan cercano a ella que si no fuese porque estaba huyendo del lugar se hubiera colgado mirándolo por horas hasta tomar el coraje de besarlo. Ese hombre podría encender una mecha sin interruptor ni encendedor, toda su presencia era magnética. Nuevamente volvió a sonreír y con picardía al recordar que lo descubrió viendo su escote sin descaro y con deseo. Suspiro y pensó en el deseo y sintió como su piel se erizaba. "¡Dios!" exclamó en su mente e inconscientemente refregó sus manos por sus piernas para regresarlas por el interior de sus muslos, extendiendo la cabeza hacia atrás. Tres años de noviazgo habían apagado el deseo y hasta había olvidado cómo se sentía. Pero ya que comprendió que la pasión estaba desapareciendo en su vida consideró que lo mejor sería atacara a Yamcha cuando llegará con la cena. Saltó del sofá decidida a encender a su novio en llamas en la noche así que comenzó por ordenar la casa. Una casa bella y una chica sensual en ropa sugestiva serían el combo perfecto para atacar a su novio como una fiera salvaje. Claro, una nueva Bulma estaba apareciendo, dejando atrás la decadencia de su trabajo y buscando fuerzas que le renovaran el espíritu y a la vida. Era momento de brillar y nada la detendría. Ordenó, limpio y la casa se veía esplendida pero sentía su cabello seco y rígido por la tarea realizada de remover polvo. Estaba dándose una ducha cuando comenzó a recordar los productos de belleza que invadían su baño así que comenzó con la utilización de varios. Luego de estar más de una hora con las tareas de belleza pasó a su dormitorio totalmente relajada y confortada. Se miró en el enorme espejo de su cuarto, totalmente desnuda y se sintió satisfecha de su cuerpo, se sentía femenina y sensual sin necesidad de ser perfecta. Abrió el armario recordando que guardaba varias prendas sugestivas de ropa interior femenina llenas de encajes y cintas,. Puso todo sobre la cama y comenzó a estudiar diferentes combinaciones. Sacó más prendas de su armario: vestidos, faldas, blusas de gasa, ligeros, medias de liga, tacones. Necesitaba sentirse sexy, deseada hasta la locura como la habían hecho sentir esa mañana en el Hall Central de su antiguo trabajo. No lo resistió más y abrió la cama moviendo y lanzando algunas pendas al sueldo. Se tapó con las sábanas y comenzó a tocarse, a estimularse, a liberarse de las ataduras de sentirse poco deseaba y no ser llevada a la cama con lujuria. Y el calor subió y su respiración comenzó a entrecortarse cuando instintivamente comenzó a penetrarse con los dedos y alcanzó el clímax con la imagen mental del hombre del Hall Central, ese hombre apuesto, de traje y cabello oscuro y rostro varonil.
-Más- gruñó en la soledad de su cuarto y alcanzó un orgasmo tan delicioso como jamás había tenido.
Se sonrojó al descubrir que aun tenía fuego por dentro y que el portador de sus fantasías haya sido un total desconocido. Nuevamente una sonrisa auténtica iluminaba su rostro. Se levanto y fue al cuarto de baño a higienizarse, luego al dormitorio donde completo la elección de prendas y guardó el resto. Tendría una noche inolvidable y eso la llenaba de felicidad.
Ya entrada la noche Bulma moría de aburrimiento mirando televisión en la sala maquillada y peinada. Ilusionada por la llegada de su novio se había puesto un solero negro y debajo llevaba ropa interior de encaje, medias de liga y liguero. El calzado elegido eran unas ballerinas bajas que descansaban al lado del enorme sofá en el cual estaba reclinada la peliazul. Sonó el timbre y tardó en reaccionar, el aburrimiento la había adormecido. Se colocó los zapatos y antes de abrir la puerta se miró en el espejo de la entrada y pudo notar q su rostro estaba inexpresivo. Hizo unas morisquetas para concluir en una mirada sexy y guiñarse un ojo, luego abrió la puerta con la mayor sensualidad posible. Yamcha la vio y al no comprender su comportamiento se rio y entró. Bulma cerró la puerta y se lo quedó mirando. Él entraba con su imponente físico con total naturalidad, apenas la había besado y fue dejando cosas a medida que ingresaba a la cocina a donde dejaría el paquete con comida. Fue hasta él y lo abrazó por atrás, nuevamente él rió.
-Oye! Pensé que ibas a estar deprimida por haber dejado tu trabajo, no esperaba q estuvieses de tan buen humor- confesó el joven al desajustar el abrazo de su novia y al girar para tenerla de frente.
-Es que merezco que me mimen, no que me consuelen- agrego Bulma colgándose del poderoso cuello de su novio.
-No Bul, hoy no, estoy muy cansado- informó con desdén mientras la descolgaba de su cuello.
-No Yamcha! Yo quiero que me mimes! Que me abraces y me beses y de ser posible, me comas en el sofá!- refunfuñó Bulma cruzando los brazos y mirando con el ceño fruncido el piso.
-¿Acaso mi novia desea que la coma en el sofá? JAJAJAJAJAJA- fue la respuesta del joven que no podía creer las cosas que le decía su novia-¡ Vamos Bulma! Saturaste mis oídos con eso de que las mujeres no deben ser tomas como objeto y ahora quieres que me convierta en un pervertido, mejor relájate y busquemos una película- concluyó.
-¡Qué no! ¡Soy una chica Yamcha! ¡Una chica que desea ser cortejada y amada!- vociferó ella.
-¿Y acaso no estoy acá con comida porque mi novia estaba cansada? ¿Acaso no me preocupé porque renunciaste Bulma? Trabajé 12 malditas horas en el taller el día de hoy! 12 malditas horas de trabajo sucio y pesado y aún así me bañé y fui por comida para complacerte! ¿Acaso nunca piensas en mi?- respondió Yamcha perdiendo un poco la calma.
-¿Y quién dijo que yo no pienso en ti? O esto de tener sexo y complacernos mutuamente a ti no te apetece? ¡Soy tu novia! ¡Y teniéndote tengo que aguantarme y esperar que no estés cansado!- gritó ella yendo hacía la sala y sentándose de golpe en el sofá.
-Vamos nena, tranquilízate. Creo que ambos necesitamos un poco de paz, ambos estamos muy cansados- dijo él acercándose a su novia, buscando reconciliarse. Se sentó junto a ella y la abrazó hacía su pecho mientras le pasaba la mano por el brazo del cual la contenía - ¿A ver? Llevas medías oscuras, lindo detalle- y con su mano libre recorrió la pierna de ella desde la rodilla hacía la cadera, elevando la falda - ¡Pero si te has puesto liguero! ¡Con lo que me gusta! – agregó tratando de mostrar entusiasmo en su voz.
- Ahora te la aguantas Yamcha- sentenció la peliazul que se levantó y dio un portazo a su dormitorio una vez que ingreso. Se sentía estúpida, fea y humillada. Sentía que comenzó a coquetear con ella en el sofá solo porque le había mostrado lo poco que la seducía. Comenzó a llorar casi en silencio y se durmió. La espera y la discusión le habían consumido las energías. Pasado unos treinta minutos despertó súbitamente comprendiendo que se había quedado dormida. Se quedó quieta tratando de comprender si estaba sola o Yamcha seguía en el departamento. Escucho el televisor encendido así que dedujo que él aun continuaba en la casa. Tomó un pañuelo de la mesa de luz y limpió su rostro, luego se paso un poco de crema y se asomo a la puerta:
-¿Vamos a cenar?- preguntó con vergüenza desde el umbral.
-Claro Nena, caliento la comida y la traigo a la sala- respondió él con una voz poco audible, como si un nudo atravesara su garganta. Se levantó y fue a la cocina.
Bulma se sentó en el sofá y lo espero. El resto de la noche fue casi en silencio. Acomodados uno sobre el otro, sin pasión pero sin intensiones de seguir lastimándose. Pasada la medianoche se fueron a dormir juntos. Un beso sencillo y las luces de los veladores se apagaron. Una misma cama y tan lejanos a la vez.
