La última vez que fue a ese lugar no tenía apenas que agacharse para poder entrar sin problemas, pero a esas alturas le tocó gatear con las manos llenas de tierra y apenas espacio para moverse para poder entrar. A excepción de eso no tuvo ningún otro problema para terminar de cruzar ese estrecho corredor. Con una sonrisa se sacudió las manos de tierra mojada para ver que todo seguía igual. A un lado y a otro todo se conservaba como si el tiempo no hubiera pasado en absoluto por aquel lugar. A pesar de ser un lugar oscuro… tenía una luz especial, siempre la tuvo y esperaba que siempre la tuviera. O quizás era que para él de algún siempre le había parecido que brillaba de una manera especial.
Las paredes de piedra y las raíces aún cubrían la pequeña cueva en un lado y otro. Pero sobre todo, lo más importante y lo que le había hecho volver a ese lugar, eran todos esos dibujos en ella. Esos que se mantenían prácticamente intactos desde que los vio antes de partir de la isla. No recordaba exactamente cuánto tiempo paso desde la última vez que entro… pero por un momento le pareció que demasiado. Ahora era mucho más alto, mucho más fuerte y era incluso gracioso ver que todo a su alrededor parecía más pequeño de lo que recordaba.
Con una sonrisa y un giro para ver todo a su alrededor se dejo caer de espaldas en el centro del Lugar Secreto. Tumbado desde ahí pudo pasear su mirada por todo el techo y al cerrar los ojos respiro profundamente. Capto esa mezcla de olores tan características de aquel lugar. Olía… fresco, aún siendo un lugar tan cerrado, era un olor algo así como tierra húmeda, hierba y agua fresca.
No podría poner en palabras la razón exacta que le hizo volver a ese lugar en ese día en especial. Pero ahí estaba dejando que los recuerdos le invadieran uno detrás de otro. Y pensándolo bien era realmente una lástima haber tardado tantísimo tiempo en volver a entrar ahí. No es que no hubiera tenido tiempo ni ganas, nada de eso, sino más bien que simplemente no lo había pensado hasta esa misma mañana.
Con un salto se levanto del suelo para poder mirar todos y cada uno de los dibujos de las paredes sin poder contener un suspiro. Podía recordar cada uno de los momentos que paso dibujando cada figura en la piedra y se le escapo una carcajada sin pensarlo. Más de una de sus aventuras estaban ahí inmortalizadas con los trazos torpes y toscos de un niño, y en cada línea se podía ver el entusiasmo puesto en ellas. No es que dibujara especialmente bien en esa época… aunque eso no lo reconocería en alto nunca.
Pero de todos esos dibujos, solo uno de ellos llamo su atención.
Se acerco arrodillándose frente a él. Ese fue el último que hizo. Al pasar los dedos por encima de las líneas que trazaba la figura de Kairi se sorprendió al reconocer unas que no eran suyas. Y sonrió al verlo. En aquella época, que ahora parecía tan lejana, ese había sido su mayor deseo por decirlo de alguna forma. Y que lejano se sentía en ese momento todo aquel sentimiento. Ahora las cosas habían cambiado mucho. Tanto que era una sorpresa ver el resultado de todo y como acabaron finalmente las cosas.
Ya era momento de irse pero tras una última mirada que le robo una sonrisa lo decidió. Cogió la piedra más cercana y busco un hueco donde poder dibujar. Las líneas que trazo fueron sencillas, nada del otro mundo, pero cuando lo termino se sintió contento, como si con eso terminara por finalizar algo.
Algún día de esos traería a Riku a ese lugar de nuevo, no ahora pero en algún momento. A pesar de que sabía que ese sitio aun le gustaba, porque era tanto suyo como de él, también sabía de sobra que aún le hacía sentir incomodo con todo lo que paso. Pero volverían los dos y traerían con ellos a Kairi. Borraría cada mal recuerdo de la mente de Riku y ese era el primer paso. Ese dibujo que recordaba que ahora le tenía a su lado al fin y que siempre lo haría.
Al salir fuera el sol le deslumbro y la brisa fresca del agua le trajo un poco del olor del mar, y en cuanto sus ojos se acostumbraron a ella pudo ver la figura de su mejor amigo esperándole. Con una sonrisa echo a correr hasta lanzarse encima y hacerle perder el equilibrio acabando ambos tirados en el agua entre risas y quejas.
Si. Definitivamente borraría todo lo malo, cada uno de los recuerdos que atormentaban a Riku. Se encargaría de llenar cada uno de esos huecos con nuevos hechos uno a uno para él. Todo volvería a ser como antes. Incluso sería mejor aun. Tendrían muchos más momentos ahora que los dos podían estar de nuevo juntos. Porque todo volvía a estar bien y al fin volvía a tenerle a su lado.
