Disclaimer: Ninguno de los maravillosos personajes de Harry Potter me pertenecen.

1/38 (Número de capítulo en relación al total de capítulos que tiene la historia)

¡Hola a todos/as! ¿Cómo están? Espero que bien. Bueno, este es mi primer intento en el fandom de HP y decidí hacerlo con ésta parejita tan singular de la siguiente generación. No sé si habrá resultado bien, pero espero que lo haya hecho y espero que puedan disfrutarla tanto como yo disfruté escribirla. Para que sepan (!) YO ACTUALIZO TODOS LOS DÍAS, un capítulo al día, y esa es una promesa que cumplo siempre. Por ende, pueden estar tranquilos que terminaré de subir la historia completa.

En fin, gracias de antemano por tomarse la molestia de leer mi historia. Espero les guste. Y, si no es mucha molestia, me encantaría saber qué les parece. ¡Gracias a todos!

Pd: Los capítulos irán alargándose a medida que avance la historia, dado que inicialmente iba a ser un capítulo por año y terminó convirtiéndose en una historia larga propiamente dicha.


Aversión a primera vista


I

"Aversión a primera vista"


La primera vez que el destino quiso juntarlos, o la concatenación de eventos los puso frente a frente, fue mutuo e inevitable. Ojos grises, fríos y arrogantes, chocaron con marrón, cálidos pero intensos, y algo pareció quebrarse en algún lugar de Inglaterra. Algo pareció encenderse, como una chispa quizá, fugaz y explosiva, y ambos estuvieron seguros y tácitamente de acuerdo que aquello era aversión a primera vista. Era lógico, después de todo. Para ella, él era un idiota. Un arrogante, narcisista, malicioso bravucón y engreído tal y como su tío Ron había descrito al padre de éste, Draco Malfoy. Alguien que se creía mejor que el resto, por el simple hecho de tener un nombre y un árbol genealógico que su tío George insistía no era algo que envidiar, a menos que quisieras venir de un linaje de candidatos para Azkaban o San Mungo.

De una forma u otra, Lily Luna Potter acordó, tácitamente y para sí misma, aquel día, que Scorpius Hyperion Malfoy era el tipo de gente que quería y debía evitar en Hogwarts. Eso era, si no quería ser castigada o expulsada tempranamente por usar el maleficio de mocomurciélagos (que había aprendido de su madre) en persona tan desagradable. Tío George había asegurado que si tal cosa pasaba, siempre podría trabajar con él en la tienda de chascos, pero sus padres no habían encontrado el comentario de éste gracioso. De cualquier forma, había concluido, Scorpius era desagradable.

Y la opinión de Scorpius mismo no difería de la de ella. Pues, para él, Lily era una niñata. Una combinación desastrosa de todos los genes equivocados, de Weasleys y Potters, una potencial Gryffindor (casi seguramente, como el resto de su familia) y, por encima de todo, una hija de traidores a la sangre y una sangre impura propiamente dicha. En resumen, todo lo que Scorpius no era ni deseba ni jamás desearía o podría siquiera desear. No. Para Scorpius, Lily era solo la hija de "el niño-que-vivió" (cómo si eso fuera un logro, pensó con sorna), seguramente una niña mimada por ser la única mujer de los asquerosos Potter, una que creía tendría todo en bandeja de plata solo por portar ese apellido que aún con los años la gente no parecía dejar de repetir con admiración, para disgusto de él y su padre e inclusive su abuelo Lucius. Aunque éste último parecía aún más disgustado por cualquier mención de Potter que su propio padre, mientras que su abuela, Narcissa, generalmente prefería abstenerse de hablar del tema, por una razón u otra, y solo dedicaba una mirada a Draco, una que duraba un segundo más del seguramente necesitado.

Él, en cambio, acordaba con su abuelo, y estaba harto de escuchar "Harry Potter hizo esto y aquello y entonces nos salvó a todos..." como si siquiera importara ya, después de tantos años, una persona más de todas las que habían participado en aquella guerra. Además, estaba harto de su engreído hijo mayor, James, que se la pasaba haciendo bromas y tonterías por todo Hogwarts y escabulléndose por las noches bajo esa capa de invisibilidad como si nadie supiera que lo hacía. Muchos lo sabían, pero seguramente no hacían ni decían nada porque era el hijo de Harry Potter "el elegido" y por ende podía pasearse por Hogwarts a sus anchas sin ser siquiera sancionado. Y de ese otro hijo, Albus, que se la pasaba todo el tiempo con esa sabelotodo, come-libros, sangre impura de Weasley, como si fueran alguien. Por esa razón, no había podido evitarlo, no al verla allí, descender del expreso de Hogwarts con su uniforme y su capa y su lechuza y su largo cabello pelirrojo ondeando tras de sí, pecas y todo, prueba irrefutable de que era tanto una gentuza Weasley como una Potter.

Así que simplemente se había envarado, despegado de la columna contra la cual había permanecido apoyado, de brazos cruzados, y caminado directo a ella, chocándole el hombro bruscamente y siguiendo uno o dos pasos de largo, para luego voltearse a verla con aire despectivo —¿Qué miras, Potter? —labios curvados en una mueca de desagrado—. Tus primos gentuza están adelante.

Hugo, que hasta el momento había estado caminando un paso adelante de Lily, se detuvo y su rostro se tornó rojo, ojos azules fulminando a Malfoy con la mirada. El cual, entretenido y satisfecho, caminó hasta el pelirrojo y tomó uno de los libros que éste traía, examinándolo como si fuera algo asqueroso —Mi abuelo dijo que tu familia era pobre. Parece que les ha estado yendo mejor, Weasley. ¿Ese gato viejo es todo lo que trajiste? —inquirió, deslizando un dedo en la jaula y mirando con desdén el gato de color cobrizo aovillado en el interior de ésta. Pelaje encanecido debido al paso de los años.

Crookshanks, que hasta el momento permanecía acostado tranquilamente, miró el dedo con desdén y, sin moverse, mostró los dientes y las garras, gruñendo, e intentó arañar un pedazo del dedo de Malfoy. Molesto, éste apartó la mano —Cuida a esa asquerosa cosa, Weasley.

Lily torció el gesto —Quizá no deberías meterte donde no te llaman, Malfoy —espetándole en la cara sin el menor reparo. Había oído más que suficiente de los Malfoy y, a diferencia de Albus, que tendía a ser más amable como su padre, ella había salido con un carácter similar al de su madre y, por ende, no se dejaría avasallar por ese idiota. No por Scorpius Malfoy.

Hugo, observando a su prima con los ojos como platos, dio un vistazo a Malfoy, temiendo lo peor —Ah... Lily... Mejor vámonos, no tiene sentido... Y la ceremonia de selección será pronto y...

Pero al pelirroja simplemente permaneció de pie, inmóvil, delante del rubio platinado de angulosas facciones. Malfoy curvó los labios en una mueca de disgusto —Deberías hacer caso a Weasley, Potter.

Lily frunció los labios, molesta, pero se tragó las palabras. Volteándose, dándole un latigazo de cabello colorado en el rostro a Malfoy, tomó de la mano a Hugo y comenzó a arrastrarlo al gran salón —Ven, vámonos Hugo, aquí huele mal —ignorando los suplicas de su primo de que lo dejara caminar por su cuenta o de lo contrario terminaría cayendo al suelo.

En silencio, empezaron a seguir a la profesora de expresión severa que los guiaba hacia un pequeño Hall afuera del gran salón. Una vez en éste, todos reunidos, dijo con voz ceremonial —Bienvenidos a Hogwarts. El banquete ceremonial... —empezando una amplia explicación sobre la ceremonia de selección y las casas que Lily ya sabía de todas formas. Solo rogaba, no quedar en Slytherin.

A su lado, Hugo hacía lo mismo, tragando con dificultad. Sonriéndole, Lily le aseguró —No te preocupes, no quedarás en Slytherin.

—Pero... ¿Y si quedo...? Mi papá se enfadará mucho...

Una voz maliciosa, de una niña, se oyó desde detrás —No te preocupes. Mi mamá dijo que solo la gente habilidosa va a Slytherin. Miedosos como tú no tienen que preocuparse.

Lily se volvió molesta —Déjalo en paz, Hugo no es miedoso —defendiendo a su primo. Si debía, haría un encantamiento a esa chica para hacerle entender.

En ese momento, no obstante, los guiaron al interior —Ahora, fórmense en una fila y síganme —obedeciendo, todos la siguieron al salón.

En silencio, fueron guiados hasta detenerse frente a un taburete con un viejo sombrero andrajoso y remendado. Neville, el actual profesor de Herbología, y amigo de sus padres -notó Lily-, tomó un pergamino y comenzó a leer los nombres uno a uno. Hugo fue uno de los primeros, y su pálida expresión de terror desapareció cuando el sombrero gritó Gryffindor a penas tocó su coronilla. Tragando saliva, Lily lo siguió tres o cuatro nombres después. Su corazón latiendo violentamente cuando ocupó su lugar en el taburete y el sombrero fue colocado sobre su cabeza. No obstante, el resultado fue el mismo: ¡Gryffindor! Gritó el sombrero y Lily bajó del taburete de un saltito, aliviada.

Desgraciadamente, su alivio y buen humor se esfumó cuando escuchó la voz de Malfoy por encima del barullo de la mesa de los de Slytherin, de camino a la de Gryffindor, haciéndose oír aunque pretendiendo que hablaba con los demás de su mesa —Esperable. Los Potter van todos a una casa de perdedores. Me sorprende que Weasley no hubiera ido a Hufflepuff.

Molesta, e ignorando la expresión de satisfacción del rubio, se dejó caer en uno de los bancos de madera del gran salón, inflando ligeramente las mejillas. Aquel era su primer día en Hogwarts, el primero después de años de desearlo tras ver a sus hermanos irse en el expreso, y nada ni nadie se lo arruinaría. Especialmente nadie. Especialmente ningún engreído, narcisista Malfoy.

James, sentado a su lado, sonrió —Veo que conociste ya a Malfoy.

Lily alzó el mentón —El tío Ron tenía razón, es un idiota. Espero que Rose le esté ganando en todos los exámenes.

La aludida, que se encontraba sentada frente a James, junto a Albus, ni siquiera alzó la mirada del libro que estaba leyendo. Lily se preguntó que estaría leyendo, dado que aún ni siquiera habían empezado las clases. Hugo, a su lado, formuló la pregunta en voz alta —¿Qué lees? Ni siquiera hemos comenzado las clases.

Rose alzó la mirada, finas cejas enarcadas, y puso su mejor expresión de "¿acaso no es obvio?", que Lily tantas veces había visto en su tía Hermione —Quería una lectura ligera para el camino en tren.

Hugo la miró con indignación —¿Y a eso llamas ligera?

Su hermana mayor ignoró por completo las palabras del pelirrojo —Además —añadió, puntuadamente, de forma dramática y fáctica—, quiero ir adelantando un poco, dado que cursaré todas las opcionales que pueda. Excepto Adivinación, mamá me dijo que es una pérdida de tiempo —añadió, poniendo los ojos en blanco y retomando sus libros.

—¿Eeehhh? —exclamó James, con incredulidad—. ¿Y cuándo irás a Hogsmeade? Después de todo, es su primer año allí. Pueden visitar la tienda de bromas de Zonko, aunque no es nada en comparación con la del tío George —añadió, sonriendo a su hermano menor que, para su alivio, había quedado también en Gryffindor—. Aunque las golosinas de Honeydukes son las mejores.

Rose se encogió de hombros —No me interesa.

James pareció aún más horrorizado por esto, haciendo una expresión similar a la que solía hacer su tío George cuando dramatizaba sus reacciones —Deberías relajarte más, Rose.

—Éste año tendremos muchos exámenes —le recordó, con severidad. James nunca se tomaba las cosas en serio. Sin embargo, luego acudía a ella pidiéndole que lo ayudara con sus deberes. Aún cuando ella era un año menor que él. Albus, sentado actualmente a su lado, tenía la misma tendencia que su hermano a procrastinar. Aparentemente, había dicho su madre, era cosa de los Potter y los Weasley. Suerte que ella había salido a su madre—. Y si no se lo toman enserio, reprobarán —aseguró, seria, volviendo a su libro—. Deberían pensar menos en Hogsmeade y más en los exámenes.

Hugo bufó y puso los ojos en blanco, mascullando por lo bajo —Sabelotodo —para luego llenar su plato de todo lo que pudo alcanzar y comenzar a comer vorazmente. Olvidándose completamente del insulto de aquella chica, que obviamente había sido ubicada en Slytherin, y de Malfoy.

—Hugo, mastica —lo amonestó su hermana, disgustada, apoyando su pesado libro sobre la mesa.

Lily, en cambio, no podía dejar de desear hacerle un encantamiento al estirado de Malfoy. Molesta, se volteó a verlo. Éste reía, rodeado de un grupo de Slytherin de primero, los cuales lo observaban con admiración y se reían de cada una de sus bromas, aún cuando la mayoría probablemente ni siquiera eran graciosas. Poniendo los ojos en blanco también, la pelirroja se volvió a su comida, resolviendo decididamente que Malfoy era, en aquel instante, la persona hacia la cual más aversión sentía. Y eso que no era la única persona desagradable que conocía.

James codeó a Fred —Éste año ganaremos la copa de Quidditch.

El pelirrojo asintió, de forma traviesa, sonriendo ampliamente —Podemos intentar oír la estrategia de los de Slytherin. Robé de la tienda de papá una oreja extensible —sonrió orgulloso, mostrando el botín de su fechoría a su compañero de travesuras.

—Yo tengo la capa y el mapa del merodeador...

—Y podemos-

Rose los miró indignada —Deberían ganar justamente —cerrando su libro de una vez por todas.

Fred y James ambos pusieron los ojos en blancos. El segundo habló —No seas aburrida, Rose.

El primer estuvo de acuerdo —James tiene razón.

La pelirroja se puso de pie —Es por eso que siguen perdiendo todos los años —acomodándose el cabello hacia atrás y cargando el libro bajo el brazo—. Y ahora, si no les molesta, me voy a dormir. Mañana tenemos clases temprano.

Molly, digna hija de Percy, acordó con Rose que era lo más sensato y se retiró con ella. Además, aseguró, quería convertirse en prefecta como su padre, para que éste pudiera estar orgulloso de ella. Lucy, que tenía la edad de Lily y Hugo negó con la cabeza. Su hermana era una aburrida. Ella prefería estar con sus primos mayores; Fred y James. Sus primos divertidos. Aún así, decidió irse a dormir, dado que estaba cansada. Lily y Hugo decidieron irse también, dado que querían conocer la sala de Gryffindor. Una vez arribaron a un corredor, un retrato de una dama gorda los recibió —Contraseña.

Un prefecto, que permanecía al frente de todos los de primero, se aclaró la garganta y dijo, fuerte y claro, para que todos lo oyeran —Ranas de chocolate —una vez el cuadro se abrió, todos ingresaron.

Por curiosidad, Lily preguntó —¿Dónde se encuentra la sala común de Slytherin?

El prefecto la miró y respondió —En las mazmorras, bajo el lago. Ahora, todos a dormir.

La pelirroja asintió, suspirando y marchándose a uno de los cuartos, dejándose caer sobre una de las camas con dosel. Estaba cansada, no lo negaría. Cerrando los ojos, torció el gesto. Esperable. Los Potter van todos a una casa de perdedores. Me sorprende que Weasley no hubiera ido a Hufflepuff. Estaba resuelto, decidió. Aquello era aversión a primera vista.