Ha pasado un año desde que el Faraón Atem se regresara al mundo de los espíritus y que la puerta del más allá se cerrara, sellando también a los 7 artículos del milenio. Todos creían que el mundo estaría a salvo de nuevo y los antiguos héroes egipcios descansarían por siempre, pero no todas las resultan ser como quisieran que sucedieran.

El joven rey egipcio se encontraba en la parte vacía del más allá caminando sin un rumbo perdido en sus pensamientos, él estaba bien ahora que pudo recuperar sus memorias y que su alma estuviera en donde debía estar. Pero una pequeña parte de su interior sentía cierta nostalgia por aquellos días en los que se encontraba con Yugi y sus amigos con quienes vivió grandes momentos y aventuras.

El Faraón miraba de un lado hacia el otro en el desierto en blanco, y sin esperarlo vio a una persona, una chica que estaba jugando con una clase de cetro que brillaba con una clase de magia. La muchacha era de piel morena, su vestimenta era de una parte superior sin hombros ni mangas con tirantes y una minifalda de color beige, pulseras con gemas alrededor de sus muñecas y tobillos con una gargantilla, cinturón y sombrero similares en estilo y su cabello castaño sobresalía hacia abajo en todas direcciones.

-¿Qué haces aquí Mana? – preguntó Atem al ver que era su amiga de la infancia

-ah, hola Faraón Atem – saludó la hechicera con una sonrisa – solo practicaba mi magia un poco, es muy aburrido estar ahí sin hacer nada – dijo la maga - y usted alteza, ¿qué hace aquí?

-nada, solo camino – respondió el faraón simplemente - ¿y por qué practicas sola, que Mahad no es tu maestro?

-no, no es eso – respondió la chica mágica – es que son las mismas lecciones que he tenido y ya me cansé de eso pero igual no logro nada aquí – admitió aburrida

-ah, ya sé a qué te refieres - Atem entendía a su amiga por lo que sentía, ya casi no había nada que hacer ahora que todo estaba en paz - ¿pero qué piensas hacer entonces?

-ehhh, creo que haré lo que tú y exploraré las afueras – dijo Mana volteándose mirando el desierto vacío - ¿quiere acompañarme?, solo será un rato

-no gracias, ya caminé bastante – dijo el faraón sonriéndole y ella asintió – puedes ir, pero procura dejar un rastro para no perderte… no será que se repitan esos problemas de cuando éramos niños

-¡ya se, ya se!... ¡no soy tonta! – exclamó Mana un poco enojada por eso, Atem se rio un poco

La maga aprendiz caminó a donde podía en el vacío sin fin, para no extraviarse marcaba unas líneas en el suelo con su báculo. Ya se volvía a aburrir cuando de repente vio algo al horizonte, era una silueta que parecía moverse.

-hmm? – Mana estaba extrañada - ¿será alguien o es solo un espejismo? - la silueta se acercó un poco más y pudo verlo mejor – creo que si es una persona pero… ¿eh? – en ese momento tuvo una sensación extraña pero a la vez familiar, la silueta era humana pero su aura era sobrenatural y lo peor es que avanzaba más rápido – se…¡se dirige hacia mí!

Mana salió corriendo lo más veloz que pudo siguiendo el rastro que había dejado en su paso, por fin vio una silueta pero esta era la de su amigo Atem que todavía estaba de pie pensando así que empezó a llamarlo.

-¡ATEM!, ¡ATEM! – Gritó Mana mientras corría hacia su faraón – ¡ATEEEEEM! – éste reaccionó al oír a su amiga

-¡¿Mana, Qué pasa, por qué corres así?! – dijo Atem al ver a su amiga alterada, estaba cansada de correr

-uff, hay… algo o alguien… que entró… al mundo de los espíritus, pero… - la hechicera fue interrumpida por su amigo

-¿pudo entrar? – preguntó el faraón sorprendido, en ese momento llegaron Mahad y el padre de Atem, Aknamkanon

-¿Que está pasando mi Faraón? – preguntó el mago Mahad

-Padre, Mahad – dijo faraón Atem – Mana vio a un extraño acercarse aquí

-imposible - dijo Aknamkanon sorprendido – desde que se sellaron los artículos del milenio y la entrada del mundo de los muertos ningún alma puede entrar aquí

-si lo sé, es muy extraño – concordó su hijo, miró de nuevo a su amiga - ¿y no viste como era?

-no pude observarlo bien – dijo Mana aun preocupada – salí corriendo cuando lo vi y este me seguía, parecía humano… aunque

-¡Faraón Atem, ahí está! – exclamó el mago señalando con la mano

La figura humana se acercaba cada vez más hasta que se encontraba a unos 10 metros de distancia de los egipcios. La persona era alta y estaba encapuchada con un gran hábito gris oscuro parecido a los de los cazadores raros, tenía un bastón largo con una mano de mono tenebrosa y abierta. En la capucha se mostraban unos ojos rojos es intimidantes. Parecía ser un hombre pero emanaba una energía inhumana. El padre de Atem se estremeció un poco al verlo más de cerca.

-ten cuidado hijo mío – le advirtió el antiguo rey a su hijo

-si – dijo Atem en voz baja, dio un par de pasos hacia adelante

El hombre se acercó aún más, ya solo estaba a 2 metros de ellos. Le daba muy mala espina al joven Faraón, algo que no pensó en sentir de nuevo, tenía que tomarlo con calma.

-Vaya vaya, miren que tenemos aquí, espíritus de gente muerta de hace siglos – dijo el muchacho de una forma muy mezquina y burlona

-¿quién eres? – interrogó Atem

-mi nombre es Karim, soy un espíritu errante – respondió naturalmente el chico encapuchado – este es un gran descubrimiento, no había visto almas como ustedes en mucho tiempo… ya había creído que estaba completamente solo

-¿Cómo llegaste aquí? – Preguntó de nuevo el joven rey – nadie, ni un alma puede entrar tan fácil al este mundo

-como dije antes, soy un espíritu errante, viajo a donde mis pies caminan, nada más – respondió ahora más respetuoso y sonriente – no importa si es un lugar sagrado o prohibido

-…entiendo – dijo Atem sin dejar de ser cauteloso– ¿así eras en tu vida pasada?

-hahaha, bueno eso es más complicado – dijo riendo un poco – yo era un humilde sacerdote en un palacio en el antiguo Egipto… hace 5000 años

Todos ahí presentes estaban mudos, nunca habían oído hablar de este tipo ni de verlo en el palacio cuando gobernaba el joven Faraón. Sin embargo el padre de Atem, Aknamkanon se le veía tenso, su hijo pudo notarlo sin voltearse a verlo, al parecer él si conoció a este misterioso sacerdote, mientras tanto el viejo rey rogaba mentalmente que no fuera lo que pensaba.

-¿S-Señor? – preguntó Mahad al anterior Faraón

- por cierto, no te has presentado como debe hacerlo un rey, ¿Cómo te llamas? – preguntó Karim

-Soy Atem, fui un Faraón egipcio como mencionaste, pero no quiero hablar de eso – respondió el joven rey - ¿Qué piensas hacer aquí en el mundo de los espíritus?

-ahhh, nada en especial, solo pasaré de largo y desapareceré como si nunca hubiera existido – Karim hablaba mientras caminaba alrededor del Faraón – creo que no tienes algún problema con eso ¿verdad?

-…supongo que no – dijo Atem sin apartarle la vista al sacerdote – solo te pido que te vayas lo más pronto posible por favor

A medida que rodeaba al joven rey, los demás se hicieron para atrás, querían intervenir con lo que estuviera tratando de hacer pero algo les impedía y los ponía nerviosos. Aknamkanon también quería decir algo pero sabía que con la magia que poseía Karim sería difícil.

-hijo… aléjate – susurró el padre, quería decirlo más alto sin embargo no podía por el sacerdote y el miedo que tenia

Atem no podía quitarle los ojos de encima por nada. Y sin que nadie se fijara, el sacerdote errante había girado su bastón en donde estaba la garra de mono y comenzó a rasguñar con los 3 dedos en el suelo dibujando círculo encerrando al Faraón.

-pero antes de irme de aquí, quiero hacer un pequeño experimento – comenzó hablar Karim de nuevo con la sonrisa ahora más amplia – como veras, yo era un sacerdote al servicio de los dioses y conozco de magia, y he querido hacer un conjuro desde hace mucho pero no puedo arriesgarme y fallar así que… necesito un conejillo de indias

-¿y acaso crees que te voy ayudar? – preguntó Atem con la mirada muy fija

-ya me estas ayudando, Alteza – Karim sonrió siniestramente

-¿Qué? –Atem miró a sus pies, estaba rodeado por un círculo perfectamente trazado

-ese hechizo, ¡ATEM VETE DE AHÍ! – Gritó finalmente Aknamkanon desesperado - ¡ÉL ES UN SERVIDOR DEL DIOS ANUBIS!

Pero ya era tarde, el círculo brilló en un color morado oscuro y de repente se alzó una energía negra que giraba, el joven rey intentó irse pero la energía le dio un choque eléctrico que casi lo hace caer.

-¡ATEM! – gritaron todos al unísono por el joven rey atrapado

El sacerdote encapuchado por fin reveló su rostro, era un joven de la edad de Atem de piel morena oscura, de cabello corto y café oscuro. Sus ojos rojos expresaban malicia y rencor. No se le quitaba esa horrible sonrisa de sus labios.

-tranquilo su majestad – dijo Karim mirando profundamente – quédese así hasta que termine con mi prueba

-¡no te saldrás con la tuya Karim! – Dijo Mahad ahora molesto alzando su cetro – ¡Mana!

-¡esperen no! – gritó el padre de Atem en vano

El hechicero y su aprendiz lanzaron sus poderes. Mahad hacia el sacerdote y Mana hacia el hechizo. Sin embargo él sin mirar a sus atacantes hizo un movimiento con su bastón creando un gran campo de energía reflejando la magia de ambos brujos golpeando a los demás, el choque fue tan fuerte que los derribó dejándolos casi inconscientes. Atem dio un jadeo y se viró para mirar con rabia y odio a Karim.

-¡MALDITO, CÓMO TE ATREVEZ! – gritó a todo pulmón el Faraón

-eso le pregunté al asesino al que llamas padre – susurró Karim ahora con los ojos puestos en el viejo rey

El joven rey ahora estaba impactado y miró a su padre aun tirado pero ya se había despertado, en pocos minutos se había levantado viendo al sacerdote con angustia.

-¡no Karim!, ¡¿Por qué a él, porque a mi hijo?! – Preguntó desesperadamente Aknamkanon

-tú me quitaste mi valiosa vida para salvar tu pellejo – dijo Karim con una gran sed de venganza – ahora te devolveré el favor el favor quitándote tu valioso hijo – el sacerdote se acercó a Atem que lo miraba impotente – se parece bastante a ti cuando tenías su edad y me mataste, mi viejo amigo – volvió a sonreírle malignamente al joven Faraón – ahora pequeño rey, ¡despídete de todos!

El círculo se empezó a cerrar hacia Atem, ya que no tenía a donde huir, justo cuando la magia oscura casi lo tocaba, Karim levantó su bastón con las 2 manos. Los amigos del Faraón se levantaron e intentaron correr para salvarlo pero ya no pudieron hacer nada, el brujo clavó la punta de su bastón con el suelo y del círculo salió un resplandor blanco que segó a todos por un instante.

Mientras tanto en Egipto, estaba oscuro ya que era de noche, las 12 exactamente. En un templo antiguo que tenía la entrada en ruinas, y a dentro de los escombros brillaron 7 objetos con una luz dorada y luego en una blanca muy fuerte que iluminó de adentro hacia afuera del templo. Un minuto después volvió a ser oscuro y en medio de las ruinas se encontraba el cuerpo inmóvil de una persona pero respiraba, la persona abrió sus ojos violetas antes de quedar inconsciente de nuevo.

-Yu-Yugi

Despertó del sobresalto un muchacho de cabello picudo tricolor muy parecido a Atem, excepto por su mirada y su estatura baja. Era Yugi Muto, el campeón de los duelistas de monstruos más grande del mundo. Éste miró a su alrededor jadeando y sudando frio. Finalmente se calmó y alzó la cara hacia el tragaluz de su habitación con la luna llena.

-fue solo un sueño – susurró convenciéndose a sí mismo aunque le quedaban dudas - ¿pero que fue eso, habrá sido?... no, no es posible… ¿o sí?

Ya no quería preguntarse más de eso y se volvió a dormir tranquilamente.

Se me ocurrió hacer un fic de Yu Gi Oh después de verlo de nuevo, bueno aún sigo buscando los capítulos para apoyarme un poco en esta historia, acepto críticas constructivas como es primer fic para esta serie de la infancia con drama, amistad y un poco de romance por Tea y Atem o Revolutionshipping xP disfruten :D (los que quieran y les guste esta serie xB).

Personajes de la serie Yu Gi Oh del manga creado por Kazuki Takahashi.