La vida de un Potter
Disclaimer: Los personajes son de JK Rowling, al igual que lugares, objetos
Summary: ¡Hola! Soy Harry Potter y bienvenidos a mi locura de vida. Aquí, encontrarán pelirrojas banshees, padres irresponsables, un padrino mujeriego, un tío licántropo con tendencias asalta-cunas, hurones albinos y comadrejas. Oh, y por cierto, ¡no voy a ser padre a los quince ni a acostarme con Ginny!
Primer Capítulo: Introducción a una vida singular
¡Hola a todos!
Mi nombre es Lily Luna Potter.
Sí, y soy hija de Harry Potter.
Pero no estamos aquí para hablar de mí.
Esto se trata de mis padres, mis tíos, mis padrinos, los padres de mis amigos, los padres de los ahijados de mis padres…
Mmm, ¿entienden la idea, no?
Bien, con la ayuda de mi guapo novio, recolectamos recuerdos, diarios, y fotografías de los protagonistas de esta historia, para crear esto:
"La vida de un Potter"
Conste que el título no se me ocurrió a mí, sino al idiota de mi novio, ¿vale?
Y bueno, antes que cualquiera cierre la pestaña debido que luego de enterarse quién es, ya que eso significa que su pareja favorita de la "tercera generación" no está junta y blablablá, esto no va sobre mí y no volverán a saber de su servidora hasta que suba el último capítulo.
Así que, ¡redoble de tambores!
Salgo con Scorpius Malfoy.
See, no todo sale como uno espera.
Pero, ¿cómo conseguí los recuerdos? Y más importante, ¿por qué cuento esta historia?
Verán, desde pequeña he estado obsesionada con saber más de mi familia. Pero, nunca quisieron complacerme. Además, tengo esa vena de escritora… que simplemente no puedo ignorar.
Por lo que, al comienzo de mi quinto año, me propuse una misión: Escribiría la historia de mis padres.
Sí, no tuve hijos ni peleé en la sala de Misterios, pero merezco algo de crédito ¿no?
Como sea, para ello necesitaba respuestas, y, no, nadie me las quiso dar. Así que me las ingenié para conseguir la preparación de una poción que me permitiría extraer recuerdos sin que los afectados tengan noción de esto, pero para ello debía preparar otra más que los dejaría inconscientes. Y, no, no podía hacer todo esto sola, en especial si quería aprovechar una ocasión especial donde los adultos se reunían, no me daría tiempo, y tenía que acceder a otras personas que había visto en contadas ocasiones.
Por lo que, pedí ayuda a mi familia.
¿La respuesta?
"Estás tan chiflada como tía Luna"
¡Bah!
Pero, el insoportable mejor amigo de mi prima y mi hermano, mostró interés. Y así terminamos los dos robando recuerdos y pertenencias, para crear esta historia.
Y el resumen fue hecho por él, según Scorpius:
"Es lo mínimo que puedes hacer tomando en cuenta de que no dejarás escribir ningún capítulo del libro"
Como sea, es hora de empezar con la historia.
¡Nos vemos al final!
"La vida es eso que pasa mientras haces otros planes"
—John Lennon
Era un día de otoño particularmente caluroso, por lo que el joven de cabello azabache rebelde y ojos verdes brillantes no se molestó en cerrar las ventanas de su habitación.
De hecho, todavía seguía dormido, acurrucado en un lado de la cama, con expresión tranquila.
La cama, muy grande para una sola persona, tenía tallado en madera en la cabecera el nombre del muchacho, "Harry".
De hecho, la habitación de Harry estaba llena de lujos y extravagancias, decorado con un fino gusto, pero sin dejar de ser la desordenada habitación de un típico adolescente.
Aunque, bueno, tal vez no tan típico.
En el dormitorio, había pósteres y fotografías que se movían, una escoba inusual, una jaula, un baúl y algunos objetos extraños que resaltaban. Oh, y un largo palo de forma extraña estaba sobre la mesa de noche. Sí, tal vez Harry no era un adolescente común y corriente.
De hecho, era un mago.
— ¡Cachorro! ¡A levantarse!
Un hombre abrió la puerta y empezó a zarandear a Harry. Era joven, alto y bien formado, de cabello negro brillante largo, ojos grises, sonrisa traviesa y porte aristócrata. Muy atractivo. Debía rondar los treinta años.
— ¿Qué quieres, Sirius? —Gruñó.
— ¿Yo? Nada, es tu madre. Ya llegó.
Harry suspiró, parándose. Era un joven atlético, delgado y alto, no tanto como su mejor amigo, Ronald Weasley, pero si unos centímetros más que la estatura promedio. Distraído, cogió una sudadera del suelo y se la puso, despeinándose el cabello.
— Eres igualito a James —negó con la cabeza Sirius, mientras Harry le sacaba la lengua.
James Potter era su padre, un hombre de treintañero con un apellido importantísimo y adinerado, muy adinerado, además del jefe del departamento de aurores en el ministerio. Guapo, brillante y rico, era un excelente partido o así lo veían todos. Sin embargo, había un pequeño problema: Tenía un hijo.
Sí, James Potter había tenido un hijo a los quince años, y no con otra joven rica y de apellido respetable, sino con una nacida de muggles y de clase media, Lily Evans. Aún así, James siempre se hizo cargo y cuidó de su hijo, lo que hacía que muchas mujeres lo admirarán y se mostrarán interesadas en él.
Pero James no mostraba interés en nadie para más de una sola noche. Sí, puede que fuera responsable, pero seguía siendo un mujeriego.
— ¡Mamá! —Harry bajó de un salto el último tramo de escaleras y abrazó a su madre.
Podía tener quince años, pero había echado muchísimo de menos a su madre en los últimos dos meses.
Harry siempre había vivido con Lily, pero pasaba mucho tiempo en casa de su padre. De hecho, durante sus primeros once años de vida, solía quedarse en diferentes lugares, llegando a tener habitación propia en casa de sus abuelos, su padrino y su madrina, después de todo, había nacido cuando sus progenitores tenían quince años.
La ausencia de Lily se debía a que había aceptado un puesto de trabajo en Francia, uno muy importante dentro del ministerio Francés, llegando a ser jefa del departamento de Aurores, al igual que James.
La propuesta de trabajo le llegó poco antes de que su hijo terminara el curso, y una de las condiciones era pasar los dos meses convencionales de vacaciones ahí, a cambio de tener libre el mes de Navidad. Lily, dudando, había aceptado, ya que todos sus amigos y hasta su hijo la habían presionado. Ahora, tenía todo un departamento a su cargo, sus ingresos habían aumentado considerablemente y adquirido una casa en suelo francés, aparte de conservar su piso en Inglaterra.
Al principio, se suponía que Harry pasaría con ella un mes de vacaciones en Francia, pero los Weasley lo habían invitado a pasar tres semanas con ellos y él, Ron, Ginny y Hermione irían a acampar con los padres de la última una semana. Y el resto, la pasaría con su padre, su padrino, sus tíos de cariño y familiares. Así que, los dos se habían extrañado mucho.
— Te encantará Francia, Harry —dijo su madre, tras soltarlo—. París es hermoso, la casa que compré es grande y tiene un jardín precioso, además, los festivales son asombrosos. Y en el vecindario que me instale, hay más jóvenes magos, de hecho, ¡todos son magos! Verás, los empleados del ministerio tienen acceso a vivir en pueblos mágicos, hay un estadio de Quidditch, bibliotecas, tiendas, ¡es increíble!
— Ya, Lily. No agobies al niño.
Lily fulminó con la mirada a James, mientras este reía.
James Potter, era, en pocas palabras, el calco de Harry. Alto, atractivo, en forma, con cabello azabache rebelde y tez ligeramente bronceada. Pero Harry no había heredado los ojos castaños y pícaros del moreno, sino los ojos de Lily. La misma forma y color.
Lily Evans era una mujer baja y delgada, de mirada seria, ojos verdes brillantes que emanaban sinceridad, cabello pelirrojo largo y tez blanca como la leche, repleta de pecas. Era bonita, con ese encanto discreto y modesto, podía conquistar a quién quisiese.
Potter y Evans. James y Lily. Pelinegro y pelirroja. Eran dos personas completamente opuestas, tanto físicamente, a nivel social y económico y en temperamentos. Nadie podía concebir que tuvieran un hijo en común, y mucho menos como ambos había terminado acostándose. Pero, de que lo habían hecho, no había dudas. Y toda la torre de Gryffindor podía asegurarlo. Los habían visto darse el lote en plena sala común, ebrios y subir al dormitorio de James poco después, Sirius los había interrumpido en pleno acto para huir después, y medio alumnado de varones habían oído los gritos. Así que, no, no había dudas.
— Estoy seguro de que adoraré Francia, mamá —intervino Harry, con una sonrisa.
— Hora de irnos —anunció Sirius.
Sacando otro "palo" extraño de la manga de su mano, hizo bajar el baúl de la habitación del chico y la jaula, ambos flotaron hasta la sala.
No, no era un palo. Era una varita.
Sí, flotaron.
Y no, lo que hablaban Harry, James y Lily no eran inventos.
El mundo mágico, simplemente, no estaba a vista de muggles, seres no-mágicos. Pero existía.
Estaba ahí.
— ¿Desde cuándo eres tan responsable? —dijo con burla Lily.
Sirius Black, el padrino de su único hijo y mejor amigo del progenitor de este, la miró ofendido.
— No sé de que hablas, pelirroja —replicó. Yo soy un pan de dios.
Lily simplemente rió, acomodándose un cabello tras la oreja.
James, disimuladamente, la examinó.
Lily había cambiado mucho desde sus años en la escuela, cuando él era el chico más popular de la clase y ella una chica inteligente y bonita.
Él, inmaduro. Ella, madura. Él, arrogante. Ella, humilde.
Tan diferentes.
Sin embargo, a James siempre le atrajo Lily, aunque no quiso admitirlo nunca. Poco antes de las vacaciones de Navidad de cuarto año, empezó a plantearse invitar a Lily a salir. Ya lo había hecho antes, pero, por una apuesta y ella se había negado.
Por Navidad, los alumnos mayores solían organizar celebraciones.
No era algo nuevo, James asistía a esas fiestas desde tercer año y nunca había tenido problemas, lo máximo que había llegado a tener eran copas demás, pero sin emborracharse. Después de todo, no era idiota, sabía cuidarse y era un deportista.
Pero eso no le valió ese día.
Lily, nunca había asistido a una de esas fiestas. Pero estaba triste porque el chico que le gustaba y que le había pedido salir no dudó ni un segundo en morrease con una Ravenclaw horas después de que ella aceptará. Gracias a dios no lo había besado.
Cosas del destino, terminaron sentándose juntos, con cerveza de mantequilla, luego ron, whiskey…
Y el resto ya se lo pueden imaginar.
Lily no se enteró de que estaba embarazada hasta que volvió de vacaciones de Navidad, empezó a sospecharlo a mediados de enero y lo confirmó durante su cumpleaños.
Nada divertido.
Al principio, pensó en no mencionar nada hasta Pascua, donde platicaría con sus padres, pero tras un desmayo en Marzo y que la enfermara diagnosticará su embarazo, se vio obligada a comentárselo a James, que, obviamente, se encontró muy confundido.
¡Acababa de cumplir quince años! Sí, Lily tuvo el "tacto" suficiente de mencionárselo ese día, pero no era culpa de la pelirroja desmayarse ese día.
Se enfrentaron a muchos problemas, sus padres, maestros, compañeros… Pero salieron adelante y Harry nació.
Pero la paz no duraría poco. En Halloween de su sexto año, Harry visitó el castillo y Lord Voldemort los atacó. Al parecer había una profecía, sin embargo decía:
«El único con poder para derrotar al Señor Tenebroso se acerca..., Nacido de los que lo desafiarán tres veces a morir antes de su undécimo cumpleaños, vendrá al mundo al concluir el séptimo mes...Y el Señor Tenebroso lo señalará como su igual, pero él tendrá un poder que el Señor Tenebroso no conoce...Y uno de los dos deberá morir a manos del otro, pues ninguno de los dos podrá vivir mientras siga el otro con vida...El único con poder para derrotar al Señor Tenebroso nacerá al concluir el séptimo mes...»
Lo que Voldemort no sabía era que, de no haber atacado el castillo, la profecía nunca se hubiera realizado.
Y se realizaron dos enfrentamientos más antes de que Harry cumpliera once años.
Así que, el joven mago era el único con poder de derrotar al mago más oscuro de los últimos tiempos.
James suspiró. Si le hubieran dicho durante su primer año que terminaría teniendo un hijo con la insoportable de Evans, que desafiaría a Voldemort tres veces y que su retoño sería el único capaz de vencerlo, sin duda, se hubiera largado a reír.
Ahora ya no era divertido.
— ¡Papá! —James levantó la vista, enfocándola en su hijo—. ¡Deja de estar ahí tieso como una estatua y apresúrate!
— Pero si todavía no te has cambiado…
Su hijo lo miró atónito, señalándose a sí mismo. Al parecer, mientras este estaba metido en sus pensamientos, su hijo se había duchado y cambiado, ya que usaba ropa muggle y tenía el cabello mojado.
El azabache se despeinó el cabello, para seguir a su primogénito, la madre de este y su mejor amigo rumbo al ascensor.
Lily había insistido. Y él se había negado.
Pero cuando a Evans se le metía algo en la cabeza, no había quién le diera la contra.
Terminaron yendo en su coche a King's Cross, y, para variar, llegando tarde. Y la pelirroja estaba empecinada en echarle la culpa a él.
¡A él!
Y mientras ellos discutían, como era habitual, Sirius y Harry elegían bandos y apostaban quién ganaría.
Una vez llegaron a la estación, se dirigieron con prisa al andén nueve y tres cuartos.
— ¡Harry!
El joven de gafas se volteó, para encontrarse con una sonriente Ginny Weasley, que no dudó en abrazarlo.
Él le correspondió el abrazo, algo torpe y sonrojado, pero la abrazó con la misma emoción.
— Hola, Ginny —sonrió él.
— ¿Cómo has estado?
Se veía bonita, muy bonita. Su melena pelirroja estaba suelta, llevaba unos vaqueros y una camiseta azul que le quedaba bien. Sus dientes blancos, su ojos traviesos, su cara con pecas, su piel blanca… Todo de ella le gustaba.
— Excelente, el mes con Sirius y papá fue muy divertido.
— Me lo imagino, tu padre y tu padrino son bastante ocurrentes.
Lily y James enarcaron una ceja. No es que Ginny no les agradará, de hecho, sí lo hacía, y mucho, Lily solía decir que la menor de los Weasley era la hija que siempre quiso tener, y conocía los sentimientos de la joven hacia su hijo, y también los de su hijo hacia esta, pero, verlos ahí, con la misma edad que ellos tuvieron cuando supieron que Harry venía en camino, les daba… ¡Pánico!
— ¡Oh! Hola, Sirius. James, Lily —saludó, dándoles un beso en la mejilla.
Conocía a los padres de su amigo desde que nació, y había aprendido a tutearlos tan pronto supo sus nombres.
— Hola Ginny. No te preocupes, ya sabemos que cuando ves a cachorro no te concentras en nadie más.
James y Lily le dieron una colleja al joven animago, haciendo reír a los jóvenes y que este gimoteará de dolor.
— Ignóralo. Hoy no se puso el anti-pulgas —dijo Lily, fulminando con la mirada a Sirius.
— Hey, Harry.
El joven levantó la vista. Y esta vez, se sonrojó a más no poder, se despeinó el cabello y luego los introdujo en los bolsillos, tartamudeando:
— Hola, Cho.
Ginny se cruzó de brazos, y vio como su mejor amigo se acercaba a Cho Chang, una alumna de sexto curso de rasgos orientales, cabellos negros, ojos grises, y vestida con una mini falda vaquera, una blusa escotada y tacones.
— ¿Quién es? —inquirió Lily.
— Cho Chang —masculló Ginny.
— ¿Es de tu curso? —preguntó James, vacilante.
— De sexto.
— Cachorro sí que tiene buen gusto.
Ginny bajó la mirada, apenada, y Lily le propinó un golpe en la cabeza a Sirius.
— Creo que ya debo irme. ¡Adiós Lily, Sirius, James!
Se marchó con rapidez, tanta, que James sorprendió que no hubiera chocado con nadie.
— Te ves bien, Harry —oyó Lily que decía la tal Cho.
No le agradaba, eso era seguro. Sabía un poco de ella, que había sido novia de Cedric Diggory y era hija de una empleada del ministerio que no le caía precisamente bien.
— No me agrada.
James rodó los ojos, y observó como su hijo se despedía de la muchacha, para volver con ellos.
— ¿Y Ginny?
— Ahora te acuerdas de ella ¿no? —Le contestó con fastidio su madre.
Harry frunció el ceño, confundido.
— No le hagas caso, está en su momento feminista.
— ¡Yo no estoy…!
Mientras discutían, Harry localizó con la mirada a sus dos mejores amigos. Extrañamente, bueno, realmente no, estos discutían también.
Harry se fijó en las expresiones de sus padres y las de Ron y Hermione.
Eran… iguales.
Se topó con la mirada de Ginny a unos metros, que estaba rodeada de un grupo de chicas. Ambos miraron a las dos peculiares parejas al mismo tiempo, intercambiaron miradas cómplices y se echaron a reír.
Las personas más cercanas levantaron la mirada, incrédulos, al ver como dos jóvenes reían sin razón aparente.
Harry sonrió.
Amaba a su extraña familia y a sus particulares amigos.
Hola. Nueva Historia. Sí, lo sé, irresponsable de mi parte, pero la idea se me metió a la cabeza y quise subirla.
Sé que es algo OOC, en especial porque tener un hijo a los quince no suele pegar nada con el personaje de Lily, pero, una noche alocada y mucho alcohol puede hacer que cualquier persona terminé en situaciones muy particulares. En este caso, Lily y James no llevaban el peso que llevaba Harry en los libros, y podían comportarse más como adolescentes llenos de hormonas.
En fin, ¡Feliz Navidad!
Un beso.
