Un internado entre dos mundos.
Capítulo 1: Malas Noticias.
Era un sala muy bella, llena de muebles antiguos y leyendas por descubrir así como descubiertas, los pilares eran grandes y magníficos y las vigas se retorcían en un millón de bucles haciendo que se vieran como sacadas de un cuento, miles y miles de libros se podían apreciar en una de las tres mesas que reposaban en sala, todas abarrotadas de papeles, manuscritos, historias, noticias e incluso cuentos, había un millar de estanterías todas llenas de libros de gran antigüedad, todos valiosísimos y llenos de encanto natural, los tinteros estaban desparramados por el suelo y pocos se mantenían en pie sobre las mesas, las plumas utilizadas para escribir estaban repartidas por toda la sala, desde el suelo a los libros, miles de cuadrantes de datos adornaban las paredes de la sala y cientos de datos estaban apuntados en cada una de sus múltiples casillas, mapas de todo el reino reposaban tranquilos pero desordenados sobre las escaleras de caracol situadas al fondo de la sala de trabajo.
La gran puerta dorada adornada por decenas y decenas de relieves y piedras preciosas la mayoría desconocidas para el mundo rechinó y un mago de apariencia milenaria entró de forma perezosa y orgullosa al gran salón biblioteca. Miró con orgullo la desordenada sala y se mostró satisfecho al ver el montón de trabajo interesante que se acumulaba en una de sus mesas de trabajo, no se percató del ligero y elegante vuelo de una gran carta dorada que se posaba cual mariposa en cada uno de los libros que por allí existían, al volar realizaba un sonido un tanto chillón y algo molesto, por lo que después de una gran e irritante media hora con ese sonido molesto teniendo en cuenta la aplastante sordera del mago, el sonido se hizo presente en sus grandes orejas y empezó a dar vueltas sobre si mismo con una varita mágica en mano por si las moscas en busca del sonido que le dificultaba su trabajo como mago de Luna del Lago, un importante cargo ocupado por él.
Al ver la carta dorada revoloteando como si nada por su biblioteca y posándose donde le diera la gana su cara amigable y tranquila pasó a ser una cara llena de arrugas y un prominente ceño fruncido que daba a entender que la situación no le hacía ni la más mínima gracia y es que la verdad era que ese mago era un poco huraño y algo maleducado pero aun así tenía una paciencia de oro y eso nadie lo podía negar porque sería darle la espalda a la verdad.
Se dio la vuelta intentando no darle importancia a la carta diciéndose a sí mismo que no sería nada importante y que podría ser leída en otro momento sin que ningún catástrofe asolara su querido reino o a cualquiera de los habitantes de este, al notar esto la carta emitió un sonido de evidente desaprobación y empezó a revolotear con su vuelo irritante pero ligero hasta quedar cerca de la oreja del mago el cual al notar la cercanía de la correspondencia se empezó a poner nervioso, por su cabeza pasó la idea de que podía ser una carta de alguien importante que quisiese pedir su ayuda, pero esa idea fue desechada porque él no conocía a nadie con la suficiente confianza para que se mandaran cartas por lo cual siguió ignorando a la carta, esta empezó a tintinear con más fuerza todavía si era posible pero el mago se dijo a sí mismo que el tamaño de la carta era directamente proporcional al problema que contuviese y daba la ''casualidad'' de que la carta era de un tamaño bastante grande rozando lo gigantesco por lo cual se hizo el oído sordo y siguió trabajando en uno de los tantos manuscritos que poseía en su sala biblioteca.
La carta se enfadó al notar que no le prestaban atención y poniéndose en las narices del mago Utonio empezó a molestarle, y a tirarle los trabajos por el suelo haciendo que toda la paciencia que el mago tenía reventase y después de intentar darle algunos manotazos a la carta en vano se levantó de golpe de su asiento y encaró a la traviesa carta que no paraba de molestarle.
-¡Basta! ¡Basta! ¡Te leeré! Pero no tires mis papeles al suelo desdichada –gritó muy enfadado el mago con aquella gran carta odiosa que le interrumpía en sus importantes quehaceres del trabajo además de irritarle, ponerle de mal humor y hacer que no se pudiese concentrar en sus tareas.
La carta satisfecha con la atención que el mago le estaba empezando a prestar se posó tranquila y burlona en la mesa provocando que Utonio diese un suspiro hastiado y resignado. Con gran pereza y tranquilidad innecesaria el mago empezó a abrir el molesto sobre fijándose en la dirección a la que la carta pertenecía sorprendiéndose cuando la vio, con una curiosidad notable, el mago empezó a leer su contenido.
Al terminar de leer la correspondencia el mago estaba algo mucho más que furibundo: pálido de ira y después rojo de vergüenza, alzó la cabeza al cielo y cerrados ambos ojos aulló una maldición.
- ¡¿Cómo se atreven?! ¡A mí! ¡Al gran mago de Luna del Lago!
- ¿Qué es lo que tanto te molesta amigo mío? ¿Qué es lo que lees que tanto te ha perturbado para que gritases de esa forma tan rara de tu parte?
Utonio miró con furia al dragón multicolor que se había asomado a una de sus ventanas y lo miraba con una burla aguantada en lo más profundo de su fantástico ser.
Era un dragón verdaderamente hermoso, su cuerpo estaba dotado de grandes escamas de innumerables e innombrables colores, grandes espinas de formas diversas adornaban su costado derecho, todas y cada una de ellas estaba perfectamente pulida y redondeada para así poder impedir que nadie saliese lastimado al tocar una de esas grandes y hermosas espinas, sus ojos cambiaban de color según la hora del día que fuese, cuando amanecía el color era negro como el carbón y cuando atardecía sus ojos se habían transformado en un blanco brillante e inmaculado hasta que ese cambio sucedía sus ojos habían tomado una y mil tonalidades, desde rojo a verde y desde verde a morado pasando morado el amarillo y nunca olvidando el precioso azul del la tarde.
- ¡Mi querido amigo Desdentado! ¿Qué te trae por estos lares curioso dragón? – Exclamó el mago claramente feliz de volver a encontrarse con el exuberante dragón de la ventana que no le quitaba sus curiosos ojos de encima. En verdad el nombre de Desdentado no le pegaba en absoluto pues un solo vistazo a sus gigantes dientes ya era suficiente para que tuvieses uno y cien mil ataques al corazón pero por el hecho de que los dientes solo salían cuando iba a comer parecía que el dragón estaba desdentado, de ahí salió ese nombre, Desdentado.
- Si te digo la verdad venía a incordiar un poco a las ovejas de los trolls y a tragarme un poco del delicioso pasto que se halla en el descampado al lado de la casa de los gnomos agricultores, pasando obviamente a visitar a la señora duende que me espera a las siete para dar un paseo sentada en mi lomo, pero al oír ese desgarrador grito tuyo decidí venir para ver qué le pasaba amigo mío.
El gran mago se recostó en uno de sus mullidos sillones y poniendo sus manos en la su frente arrugada le dio la desagradable noticia al dragón que le miraba expectante por sus respuesta.
- Me enviaran como calidad de profesor al Valle de los Dragones ¡Esa escuela parece un asilo! ¡Me quieren quitar el puesto a mí, el gran mago Utonio de Luna del Lago!
- Vamos, vamos. No será para tanto – intentó hacerle razonar Desdentado.
- ¿Qué no es para tanto? ¡Todas las cosas que he hecho por ese pueblo de endemoniados al garete! ¿Qué me dices de la sequía que quité?
- Hiciste que lloviese por cinco meses, el pueblo de los sapos cantantes se inundo completamente, no se habla de ti muy bien por allí.
- ¿Y de la ola de calor?
- Enviaste una helada por siete semanas enteras, muchos pueblos del norte de Luna del Lago se congelaron, es más, creo que algunos ogros de por allí todavía no se han terminado de descongelar, creo que tampoco se debe hablar especialmente bien de ti allí, con el enfado que pillaron ahora cualquiera los para…
- ¿Y de la falta de alimentos?
- Enviaste tal cantidad de alimentos que muchos de los unicornios comieron tanto que ahora estás con un dolor de estómago enorme, algunos inclusive en la clínica para la recuperación de su peso original. Todo esto hace que se me antoje pensar que allí tampoco están muy contentos con tus obras mágicas estimado mago.
-¿Y cuando las cuevas de lo enanos se iban a caer de un momento a otro? ¿No les ayudé a caso con eso? ¿O me lo vas a negar?
-Sí, les ayudaste pero todavía están intentando picar el cemento sobrante (el cual fue como 1256 kilogramos más de cemento) que les pusiste mediante un encantamiento, no creo que se estén muy contentos, hubo un tiempo en el cual la fruta que salía de sus huertos era de cemento. Y además está esa vez en la que...
- Está bien, puede que no haya sido el mejor mago del mundo en estos años pero…
- Te has vuelto viejo querido amigo, al igual que yo, ya no somos lo bastante fuertes para este puesto, debes ir al Valle de los Dragones y educar a esos niños en la magia.
- Pero eso no tiene aprecio, es un trabajo muy poco respetable en estos tiempos que corren y ya las personas lo único que quieren son cantantes, actores, productores, no nos echan un poco en cuenta y abandonan los estudios lo más rápido que pueden ¿O me equivoco a caso alado amigo?
- Te equivocas querido socio, dirigir Valle de los Dragones es un trabajo muy respetable y apreciado por todos.
- ¿Y los estudiantes de hoy en día? ¡Solo piensan en jugar y divertirse!
- Tu también tuviste tu tiempo de rebelde al igual que lo tuvimos todos y sabes que nos portábamos igual fuese donde fuese.
- ¡En aquella época era otro cantar! Mucho más hermoso y fino que el de ahora.
- Bien sabes que tú también fuiste malo y tramposo al igual que travieso cuando eras un chaval, ellos lo son ahora y tu trabajo es enseñarles en la magia y todo lo demás al igual que lo hicieron tus maestros, profesores y tutores cuando tú eras apenas un metro y medio de alto.
- ¡No!
El dragón rió divertido de la tortura a la que estaba siendo sometida su gran amigo en las buenas y en las malas.
-Venga hombre… - Le dijo con un puchero en su gran boca llena de afilados y peligrosos dientes pareciendo un gato enfadado muy mono.
- ¡Jamás!
El dragón soltó una carcajada mucho más estruendosa que la anterior y su risa se fue aumentando al ver cómo Utonio daba vueltas por la biblioteca como un felino rabioso porque le habían quitad su doble ración de carne. Cuantas más vueltas daba el gran mago más se acentuaba la risa del grandísimo dragón, su risa estruendosa llegó a un punto en el que de sus grandes carcajadas hicieron que varios libros cayesen al suelo y que un gran terremoto surcara toda Luna del Lago provocando que los gnomos empezasen a protestar molestos por el dragón.
Próxima continuación: 26 de Julio.
Hola chicos, como veis he empezado una historia nueva se me ocurrió en un viaje y no tardé en escribir el primer capítulo que es una especie de pequeña introducción para que se sepa como empieza mi historia, esta vez será más seria, es decir, los capítulos serán más largos al igual que la historia, un beso y espero que sea de su agrado.
Lucero Gómez.
