El demonio, ese ser con el cual te intimidan en la Iglesia; lo pintan bastardo, figura decorativa de lo malévolo. Mi madre cree fielmente en su existencia, así como también en la de un Dios Todopoderoso.

El demonio […]

El demonio no existe; solía decir papá, intentando contradecir todas aquellas creencias paganas en las que se basaba mi madre para llevar una vida libre de, lo que ella llamaba, "pecados".

"Es una simple figura decorativa creada por el humano para exteriorizar los deseos frustrados que albergan las personas, aquellos que no quieren reconocer, aquellos como la lujuria, la pereza, la gula, la avaricia, la vanidad" (oh… ¡la vanidad! El pecado llevado a cabo mayormente por todos), sí, eso era lo que solía repetir una y otra vez papá, antes de que mamá lo obligara a acudir a la iglesia todos los domingos, como si se tratara del peor de los martirios para un científico como lo era mi padre.

También solía decir que el diablo vivía en él, en mi hermano, en mi madre, en mí y en todas las personas.

Mamá se enfadaba cada vez que papá nos daba su punto de vista acerca de las creencias religiosas, pues sí: se enojaba porque ella "estaba intentando volvernos creyentes, para que mi hermano y yo, llegáramos a ser hombres de bien algún día". Y papá se arrebataba aun más por eso; solía decir que la religión volvía ignorantes a las personas, las enceguecía.

"Si matas a alguien, irás al infierno".

Entonces, ¿Quién es realmente quien quiere asesinar a otra persona? ¿Soy yo, o el diablo es quien quiere que lo haga?

Tal y como decía mamá: "Las voces de los demonios nos atormentan en las noches, quieren que hagamos cosas que nunca haríamos de estar en manos de Dios, debemos encomendarnos a él y ahuyentar todas aquellas palabras del mal que nos incitan a pecar"

¿Y si soy yo el pecador, y el diablo es simplemente la figura que está ahí, recordándome todo el tiempo: que no debo asesinar, que no debo abusar, que no debo robar, que no debo gritar, que no debo golpear… entonces, cuánta culpa tiene exactamente la figura del "diablo" en las causas y consecuencias de mis acciones? Ninguna, ¿verdad?

Mi padre jura repararme, encontrar el antídoto, curarme de una vez por todas; mientras tanto mi madre me mira de soslayo, fingiendo una sonrisa tierna, pero eso no me engaña: yo sé muy bien lo que está pasando por su cabeza: me odia, quiere exterminarme; lo veo en sus ojos cuando me mira, se exactamente lo que piensa:

"Eres una semilla del mal", recuerdo que una vez me había dedicado esa frase. Papá se enfadaba tanto con ella cuando me decía tales cosas, que acababan en discusiones familiares fuertes, muy agresivas; tanto que Beyond y yo debíamos defender a mamá de las golpizas. Pero ella no quería que yo la defendiera, ella abrazaba a Beyond, él era su favorito, mientras que yo era el favorito de papá. Mamá no me quería cerca.

Y para ser sinceros, papá no tenía hijo favorito: nos amaba por igual a los dos, pero mi madre sí tenía un preferido y eso era evidente.

Papá decía que hallaría la cura. Beyond rezaba porque papá hallara, algún día, la cura. Mamá decía, a escondidas mías, que la cura no existía: que habría que matarme, que yo era un peligro para ella, para Beyond, para mi padre y para cualquier persona que se me acercase.

Y ahora que veo este desastre…, ahora que logro comprender, ¡ahora que veo lo que acabo de hacerle a mi padre, a mi madre y lo que por poco estuve a punto de hacerle a mi querido hermano y a los criados en la gran mansión!...,me doy cuenta que ella tenía razón.

Y también mi padre la tenía:

El diablo está en todos nosotros;pero ahora que me percato de ello, ahora que comienzo a ahondar más en el tema, me doy cuenta de que el diablo, efectivamente, vive en mí, más que en cualquier otro ser humano en la faz de la tierra.