LOONEY TUNES PERTENECE A WARNER BROS.
1927
– Los ojos un poco más grandes, quizás.
– Hmm. Sí. ¿Qué tal ahora? ¿Qué opinas?
– Fantástico. Creo que así está bien.
Ya solamente faltaba entintar. Hugh tomó la plumilla y repasó el contorno del dibujo, para después rellenar las formas. Rudolf, situado detrás de él con las manos en la cintura, con un aire casi cetrino, no perdía detalle del proceso. A medida que dejaba de ser un boceto, el dibujo parecía tener mucha mejor pinta. Una vez terminó, Hugh giró su muñeca y se apartó de la mesa para echar un vistazo.
– No tiene muy mala pinta, ¿no crees?
Rudolf sonrió.
– Está perfecto.
Estaba hecho. Bosko ya había tomado forma.
Al principio, el dibujo solamente parpadeó. Tras un momento, giró el cuello de un lado a otro, fijándose en los dos hombres que lo miraban. Probó a estirar sus piernas y movió sus dedos enguantados. Luego, se estiró. Finalmente, salió del papel de una zancada.
– ¡Arrea!–fueron las primeras palabras que Bosko pronunció.
Hugh y Rudolf intercambiaron una mirada de complicidad. El primero soltó una risita, se puso en pie y dio una vuelta a su alrededor, atrayendo su curiosidad.
– Es estupendo, ¿verdad?–dijo Hugh.
– Está bien. Mejor que bien–Rudolf dio un paso hacia el personaje y le ofreció su mano con una sonrisa paternal–. Bienvenido, Bosko. Es un placer conocerte.
Bosko inclinó un poco la cabeza y luego sonrió.
– ¡Pues hola!–dijo simplemente, y estrechó su mano con tanta efusividad que el animador se tambaleó.
Aún parecía un poco abrumado. Por supuesto, venir al mundo necesitaba una aclimatación. Demasiados estímulos en poco tiempo. Tendrían que ser pacientes. Pero parecía encantado de conocerlos, y eso fue suficiente para Hugh y Rudolf.
– Voy a por la cámara. ¡Acaba de nacer una estrella!
– ¿Estrella?–Bosko miró primero al tipo que ya marchaba por la puerta y luego a Hugh. Tenía aquella mirada encantadora de un niño curioso e inquieto. Eso ablandó el corazón de Hugh hasta el punto de que no pudo evitar acariciar su cabeza como si fuera su niñito. En cierto modo, sí que era su hijo.
– Sí, amiguito. Eres una estrella. Bueno, lo serás, cuando demos con el productor indicado. Tranquilo, te lo explicaremos todo con tiempo. Ah, y es normal que te sientas un poco torpe. Ya verás como en poco tiempo ganarás soltura. La vas a necesitar, porque dentro de poco mucha gente va a estar pendiente de cómo te mueves. Jeje, sí, perdona que te abrume. Cuando vuelva Hugh, nos sentaremos y te lo contaremos todo. No tengas miedo, te va a encantar.
Hugh Harman y Rudolf Ising crearon los primeros cortos de los Looney Tunes tras ser contratados por el productor Leon Schlesinger. Éste había visto el corto animado con el que los dos socios promocionaban el personaje creado por el primero, Bosko, cuando aún trabajaban para la compañía Disney. Harman y Ising trabajaron para Warner Bros. desde 1930 hasta 1933, animando las aventuras de Bosko, quien llegó a ser tan popular como Mickey Mouse, debido a lo innovadores que resultaban los cortos de animación con sonido. En 1933, por una disputa económica (el dúo quería introducir mejoras técnicas y Schlesinger no quería abrir el grifo), Harman y Ising abandonaron Warner Bros. y fueron a trabajar a Metro Goldwyn Mayer, donde cambiaron el diseño de Bosko para hacerlo más humano, hasta que finalmente el personaje cayó en el olvido.
