¡Bienvenidos a todos!

Hace algún tiempo recibí unas invitaciones de algunos foros a los que adoro. A-D-O-R-O. Pues bien, decidí participar en un ritual de iniciación para empezar a trabajar un poquito que ya hacía falta, y me pareció perfecto además, empezar a escribir para uno de estos foros.

Después de unos días moviditos por navidad, estos drables han surgido de ahí, espero que os guste a todos.

La maravillosa obra Nanatsu no Taiza y sus personajes pertenecen únicamente a Nakaba Suzuki.

Este fic participa en el ritual de iniciación: Nanatsu no Taizai del foro "Mar de Joyas Escondidas".

Mi personaje elegido es Diane:

- Le gustan: Las hadas.

- No le gusta: La muerte.


Este primer fic iba a estar en un contexto separado del grupo, desde la perspectiva de Diane, sin incluir ningún otro personaje. Por suerte (o desgracia) se me ha ido de las manos y al final, he escrito sobre los sentimientos de Diane por cierto miembro de los Pecados Capitales. Después de escribirlo, intente volver a reescribir otro pero este ya estaba demasiado metido en mi cabeza como para evitar darle vueltas al mismo tema, así pues se quedó tal cual.

Bueno, espero que no guste, sino que os encante la historia.


BRIGHT FAIRY

Diane idolatraba a las hadas, es decir, eran seres pequeños, bellos y con unas alas con miles de colores que les permitían ir a cualquier lugar rápidamente. Todo lo contrario a ella que era enorme, tímida y aunque sus saltos y zancadas le permitían igualmente ir rápido a cualquier lugar, no era para nada elegante ni bonita.

Entonces, cuando era una niña conoció a un hada. Y era todo lo contrario a lo que le habían contado, era más como ella. Harlequin era tímido, se sonrojaba con facilidad y no tenía alas, aunque podía volar. Fue entonces cuando Diane aprendió dos cosas:

1- Ser amiga de un hada era divertido.

2- No todo es como te dicen los demás.

Paso cientos de años jugando con él. Mientras más tiempo pasaba, más le gustaba y más semejanzas encontraba entre ellos. Y no solo eso, Harlequin parecía quererle y ella nunca había tenido a nadie que le quisiera.

Poco a poco, gracias a todo el cariño que Harlequin le profesaba, empezó a sentirse a gusto consigo misma y a pensar que los gigantes también tenían sus cosas buenas.

Eran fuertes, grandes y podían comunicarse con la naturaleza. En definitiva, ella también era genial sin necesidad de ser un hada.

Diane dirigió su mirada a King, quien hablaba con Elizabeth, hacia cientos de años le había dejado cuando era una niña; luego gracias al capitán se habían reencontrado y habían pasado momentos tan buenos y divertidos como en el pasado.

Su relación había mejorado y se conocían mucho mejor que antes. Ambos se habían convertido en el apoyo del otro, siempre animándose, ayudándose y respaldándose mutuamente.

Nunca se imaginó enamorada de un hada, ambos eran tan diferentes pero encajaban tan bien. Fue entonces cuando Diane pensó que las hadas eran tan maravillosas como siempre había creído, y en especial, cierta hada que no parecía para nada un hada pero era el mejor de todas ellas.