Amelia
Estoy emocionado, al fin estas frente a mí y tus grandes y hermosos ojos azules me miran queriendo llorar de alegría.
Tomo la guitarra mientras que tú estás sentada mirándome sin decir nada. Esperas y empiezo a cantar. Toco la canción que te escribí, Amelia, la canción sobre nuestro gran amor.
Te extrañaba mucho y estoy feliz de que volvieras a mi lado, mi amada Amelia, tu cabello rubio brilla más que el oro, tus ojos azules más hermosos que el más despejado cielo o el mas profundo mar, y tus labios, tan rosados, tan perfectos, que me gustaría besarlos cada día de mi vida. Y si estoy mintiendo me dejo de llamar Arthur y me depilo las cejas como tú me dijiste en broma alguna vez.
Termino de cantar y te veo a los ojos, están llenos de lágrimas, de seguro te debió encantar la canción. Espero que si pues la escribí con mucho amor solo para ti, Amelia.
Ya quiero saber que piensas sobre ella, aun estas sin habla por la emoción y por la venda que tapa tu boca. Te la quito suavemente pasando mi mano por tu suave y hermoso rostro antes de desatar el nudo por completo.
Tus labios tiemblan y empiezas a sollozar. Tratas de desatarte para abrazarme, eso es seguro. Pero no puedo desatarte aun hasta que me digas, porque siempre sales corriendo y esta vez no quiero perseguirte.
-y dime, Amelia- me prestas atención -¿te gusto la canción?
Paso una mano por tu rostro y te limpio el sendero que las lágrimas han dejado en tu cara mientras espero una respuesta.
-¿Quién eres?, ¿Qué hiciste con mis padres?-
Esa respuesta me sorprendió, pensé que me diría que le había gustado. Trato de calmarme y le respondo, de seguro debe haberse olvidado desde los cinco años que la llevo buscando.
-yo soy Arthur, tu Arthur. Y tus padres son esas bolsas de basura, las que están en la esquina, ¿vez?-
Señalo con la cabeza los bultos en la esquina de la habitación y empiezas a llorar a mares, pongo mi rostro cerca del tuyo y suavemente te explico por qué lo hice. No me gusta verte llorar.
–tus padres no estaban de acuerdo con lo nuestro, Amelia, pero ahora podemos estar juntos, por siempre-
-yo no soy Amelia – me dices entre sollozos –ya te lo dije, soy Emily-
Aparto mi cara de la suya completamente consternado. No, esto no está bien, mi canción era para Amelia no para Emily, ella no es mi amada, ella no es Amelia
-¿Emily?... ¿No eres Amelia? ¡¿Me he vuelto a equivocar?!- le grito.
No me importa gritarle, no me importa golpearla, no me importa que ella sangre y no me importa que deje de moverse o respirara, ella no es Amelia, no es mi Amelia. Me he vuelto a equivocar.
Dejo el cuerpo de la impostora en una bolsa junto a los otros dos bultos que ya empezaron a oler mal. Me cambio de ropa y tomo mi guitarra. Abro la puerta y soy recibido por el frio aliento de la noche.
Algún día, Amelia, algún día te encontrare.
