Dısçlaıмєя Applıєd

Normalmente él no bebía alcohol, pero, como declaró durante la ceremonia, era una ocasión especial y podía permitírselo. Ahora, el llevarse también una botella a su habitación, (de las que Rangiku ocultaba bajo su escritorio —y en cierta medida, bajo su consentimiento—), era poco saludable y anormal; pero podía permitírselo sin ella cerca para reprochar su conducta y siendo consciente de que en su división no existía persona capaz de criticarlo, al menos no de frente.

De algún modo quería distraer de su mente de las palabras que la causante, de su actual acción, le dijo esa tarde y de paso ver si lograba embrutecer lo suficiente a sus pensamientos como para que dejaran tranquila a su conciencia; ya no podía justificarse con que seguramente pegaría el estirón y que los cambios en su personalidad fueran a causa de esto, porque al parecer siempre seguiría viéndose como un niño, incluso si su conducta sobrepasara la de uno. Si bien siempre había odiado el calificativo, más que nada el que se le tratara como tal, últimamente ya no se irritaba tanto con el tema. A menos que lo sacaran a colación a modo de juego, como lo ocurrido con Madarame y Ayasegawa.

Llegado el momento, se sentía aliviado porque tenía la certeza de que era posible volverse físicamente un adulto. Aun así, se cuestionaba si serlo de modo permanente, haría que Matsumoto fuera a considerar tener con él el tipo de relación que deseaba formar con ella.

Un anhelo que comenzó con una simple palabra. O quizás puede que con todos los años y momentos transcurridos, con ella siempre allí.

Incluso cuando se cegó con lo de Aizen, y solo puso la venganza por Hinamori como principal cuestión, Matsumoto había sabido estar para él cuando él mismo la olvidó a causa de su impulsividad; estuvo en todo momento cuando Toshiro se olvidó de los otros miembros de su familia, de Jidanbou, de su abuela, de ella misma por enceguecerse tanto —igual que Hinamori con Aizen— creyendo que la venganza era un tipo de justicia y justificando el daño causado a su primer y única amiga de la infancia.

Muchas veces le ponían los pelos de punta, la mayoría de las veces era de puro coraje debido a lo holgazana, aunque desde hace rato que ya no dudaba en el afecto que le sentía a su teniente.

No importa cuánto tiempo pase, todavía no creces como "Daiguren Hyorinmaru Edición Guapo" ¿eh?

Sabía por estar presente, y haberlo visto y oído, que Matsumoto era muy dada a ser una desvergonzada al decir sus pensamientos. Que lo fuera con él era moneda corriente (ya se había referido a él como "lindo" entre medio de una pelea —provocándole, al de blancos cabellos, un inesperado sonrojo— y además durante una batalla en medio de la guerra, ¡por el amor de Dios!); pero que lo fuera llamándolo con ése otro adjetivo era algo totalmente nuevo para él.

Pero, siendo que había pasado de "lindo" a "guapo" a los ojos de Rangiku; se sentía menos amedrentado emocionalmente, si es que el futuro existía la posibilidad de al fin confesarse.

Quizás algún día… podrás verme de "esa" manera.

Al menos ella le consideraba atractivo siendo un adulto, eso era una ventaja.



ADORO TOTALMENTE LA NOVELA. Aunque el Hitsugaya/Matsumoto, de distinta forma, siempre ha estado presente en el canon, es totalmente agradable cuando pasan cosas comprometedoras como esas palabras de Ran-chan.

Además, hay que recordar que ella es la única que le ha hecho sonrojar ¿no? Y ellos se merecen el uno al otro, no diré más.

¡Nos leemos!