Encuentro de almas
Capítulo 1
Apenas se veía aún, estaba empezando a amanecer. En la penumbra Michael se levantó, hacía un buen rato que se había despertado y levantado pero se había vuelto a tumbar en la cama. Había estado dándole vueltas a la cabeza a todo el asunto de Scylla, imaginando posibilidades y movimientos como si se tratara de una partida de ajedrez. Intentando apartar de su mente lo que se jugaban en ello, su libertad, su vida… Era una pesada losa para él, con tantas implicaciones morales y afectivas, con tanta gente dependiendo de él que intentaba apartarlas de su mente constantemente.
Oyó a su estómago protestar, fue a la cocina a buscar algo de comer. Se movía como un gato sin hacer el más mínimo ruido. Pasó por delante del dormitorio de Bellick, tras la puerta se oía vagamente roncar. Se disponía a bajar las escalerillas, cuando le pareció ver al final del pasillo, la puerta del cuarto de Mahone entreabierta ¿dónde habría ido? Se acercó con mucho sigilo, vió por el resquicio de la puerta la cama perfectamente hecha, sin una sola arruga, ¿habría dormido allí? Avanzó un poco, desde el otro ángulo pudo ver que Mahone estaba dentro, sentado en el alféizar del ventanal, casi en posición fetal, sólo que tenía la cabeza levantada, aparentemente mirando al exterior, su rostro de perfil se veía nítidamente iluminado por las luces de fuera ¿éso que corría por su mejilla eran lágrimas?
Se sintió de repente incómodo, turbado, dió media vuelta para largarse de allí tan silenciosamente como había llegado pero de repente se paró en seco, se detuvo unos instantes a considerarlo. Había, deliberadamente, eludido pensar en Mahone, ya tenía suficientes problemas y complicaciones encima para tener otro quebradero de cabeza. Michael tan empático con el dolor y los problemas de los demás intentaba no implicarse con Alex, tenía hacía tiempo una subterránea y no formulada sensación hacia él de la que no quería darse cuenta. Sabía que apercibirse, hacerse consciente, de eso tan vago a lo que no sabía cómo llamar podría hacerle sumergir en algo peligroso, algo así como meterse en un lago insondable del que no podría salir jamás. No obstante no sabía qué le impulsó a dar unos suaves toques en la puerta mientras la empujaba levemente y haciéndose el recién llegado preguntó:
"¿Insomnio?"
Mahone casi dió un respingo, limpiándose la mejilla con el dorso de la mano, Scofield se hizo el sorprendido ante la evidencia.
"Tal vez no es un buen momento, lo siento. Mejor me voy… "
Dió media vuelta para irse, había llegado ya a la puerta cuando oyó a Alex tras él:
"No…, no importa, quédate, ¿querías algo?" –dijo con un susurro ahogado.
Michael se volvió, Mahone se había puesto de pie, tenía las manos apoyadas en las caderas y la mirada perdida en algún punto del suelo. Por el rabillo del ojo Michael vio encima de la mesa un sobre grande, de él sobresalían algunas hojas, enseguida supo que era el expediente del FBI sobre el asesinato de Cameron. Desde que ocurrió Alex era a veces como una sombra, la enormidad de su dolor le daba entonces una cualidad casi angélica. Michael, el Michael siempre preocupado por los demás, ni siquiera se atrevía a asomarse a ese precipicio. Mahone le llegaba con tal intensidad y tan impredeciblemente que le aterraba y desde el principio se había construido un caparazón a todo lo que Alex le provocaba.
"En realidad no, sólo vi la puerta entreabierta…" - acertó a decir Michael, no sabía qué hacía allí, debería salir corriendo. Alex no decía nada, no sabía si porque no quería o porque no podía. Michael continuó:
"Entiendo por lo que estás pasando…" -le sonó tan manido nada más decirlo que se sonrojó, afortunadamente Alex pareció no haberle ni escuchado.
"Cinco minutos" –dijo Mahone con una voz que no parecía suya- "Cinco minutos dejó ese cabrón que Cameron se desangrara con un tiro en el vientre entre horribles dolores, sólo para aterrorizar a Pam, y luego le disparó en la cabeza.
A Michael se le hizo un nudo en la garganta. "Le atraparemos Alex, atraparemos a ese asesino y pagará por lo que ha hecho". ¿Era él el que hablaba? Hacía un par de años le hubiera parecido imposible, pero el Michael compasivo e inocente se iba esfumando poco a poco. Las circunstancias ¡y qué circunstancias!, pueden hacer cambiar tanto a un hombre. Él mismo hacía unas semanas había estado dispuesto a matar a Gretchen cuando creía que había matado a Sara. ¿Cómo podía censurar a Alex por su deseo de venganza? habían asesinado y torturado a su hijo, un niño de cinco años, un niño de ojos grandes y oscuros, igualito que su madre.
"Sí, por supuesto que lo atraparemos" –dijo Alex con tal determinación como si estuviera afirmando que la noche siempre sigue al día. A Michael esta certitud le produjo un escalofrío que le recorrió la espalda pero se limitó a asentir con la cabeza.
"Iba a hacer café ¿te apetece?" – se le ocurrió decir a Michael de repente, intentando cambiar de conversación.
"¿Qué?" – respondió Alex como si despertara de un sueño.
"¿Te apetece un café?"
"Sí, sí…, creo que me vendría bien, gracias".
Michael se dirigió a la cocina, Alex le seguía. "Menos mal" pensó Michael para sus adentros, todo ese asunto, todos esos componentes sumados: Alex, el asesinato de su hijo, la Compañía…, le producían una enorme sensación de indefensión y ahora no se podía permitir eso.
Una vez en la cocina, Michael se puso a hacer el café, Alex como un autómata empezó a colocar los platos, las tazas, las cucharillas, el azúcar… Michael miro de reojo, todo perfecto, o al menos todo como si él mismo lo hubiera hecho. Esto en concreto era una nimiedad, pero seguía desconcertándole la eficiencia de Alex, siempre era así, siempre hacia las cosas como si él mismo las hubiera hecho o mejor. A lo largo de la vida se había ido acostumbrando a los demás, a cómo hacían las cosas los demás, a un mundo donde la gente no era como él, encontrar a alguien que no sólo era tan inteligente como él sino que pensaba como él le resultaba muy inquietante, le hacía cosquillas en el estómago. Pensando en el éxito de la operación, se alegraba tanto de haberlo incluido en el equipo, el día anterior si no hubiese sido por Alex a saber dónde estaría él ahora, ¿en manos de T-Bag? Se había escapado maniatado, había descifrado el mensaje que le había dejado…, un hombre lleno de recursos, una inteligencia brillante, una preparación física admirable y menos escrupulos para hacer según que cosas (esto último le hacía a Michael torcer un poco el gesto) en fin, como él mismo y Linc juntos pero mejor.
"Era con leche y sin azúcar ¿no?" – preguntó Michael.
"Sí, gracias" – Alex le miró fijamente unos instantes, a Michael le dio la impresión que le quería decir algo, algo que se quedó en suspenso entre ambos. Era otra vez Alex, era como si de repente se hubiera recuperado del abatimiento anterior. Michael se alivió, ya hemos dicho que el Alex vulnerable le resultaba incómodo y turbador. Se acercó con la cafetera para servir el café y… todo sucedió en una fracción de segundo pero a él luego le pareció que había sido a cámara lenta, resbaló con algo que había en el suelo (luego resultó ser el tapón de un botellín de cerveza), consiguió no caerse pero derramó el café hirviendo y parte de él fue a caer sobre Mahone.
"¡Joder!" –exclamó quitándose rápidamente la camiseta, le había caído sobre el vientre.
*****
"Eres un peligro con una cafetera, mejor no cojas nunca un arma" –dijo Alex con un poco de guasa, mientras se embadurnaba con pomada la quemadura ante el espejo del cuarto de baño.
Michael entraba en ese momento, le traía una camiseta limpia.
"¿Me estás llamando patoso?" –dijo haciéndose el ofendido.
"Tú verás…", -contestó Alex con una mueca, Michael suspiró dirigiéndole una mirada de "ya basta de fustigarme"
"¡Ah!, gracias por la camiseta".
"De nada, la quemadura parece superficial, creo que con esa pomada ni siquiera se te levantaran ampollas".
"Eso espero".
"Será mejor poner un vendaje para que no roce la ropa, espera y te ayudo".
Alex le miró un poco sorprendido pero Michael en ese momento le daba la espalda buscando en el botiquín lo necesario. Tanta solicitud por su parte le extrañaba, es cierto que Michael siempre se preocupaba por todo el mundo, pero nunca lo había hecho por él. Seguramente porque seguía pensando que era un asesino y eso le producía a Mahone una indefinible desazón. Sin embargo haberle derramado el café hirviendo encima parecía hacerle sentir culpable y a Alex le resultaba un poco cómico.
Michael preparó el vendaje e intentó cuadrarlo en el área quemada como si estuviera colgando un cuadro en la pared, presionando suavemente en los bordes para pegarlo.
Por decir algo y porque le estaba resultando un poco embarazosa la proximidad física de Alex preguntó:
"¿Duele?"
"Terriblemente".
Michael echó una ojeada divertida a Mahone, llevaba un rato tomándole el pelo. Bueno, al menos este pequeño accidente había servido para animarle un poco pensó. Pero el maldito vendaje con la grasa de la pomada no se pegaba tan fácilmente como hubiera sido de esperar y su colocación se estaba demorando más de lo que Michael hubiera deseado. No hacía ni pizca de frío, sin embargo podía apercibirse perfectamente de que a Alex se le ponía piel de gallina cuando rozaba su piel con las yemas de los dedos, menos tranquilizador aún era para él el cosquilleo que notaba en su estómago y más abajo.
"Bueno, creo que ya está" –dijo Michael sin levantar la vista, temía haberse ruborizado y que se le notara- "Estaré en la cocina, si te sigue apeteciendo desayunar, prometo ser más cuidadoso". –continuó diciendo mientras se marchaba.
"Ahora voy para allá" –dijo Alex en voz tan baja que Michael que ya había salido probablemente no le habría oído. Se puso la camiseta lentamente y se miró en el espejo, aunque en realidad no se estaba viendo. Estaba intentando digerir lo que había pasado, si es que había pasado algo, porque no estaba muy seguro. El roce de los dedos de Michael en su piel había sido tan…, bueno, no sabía cómo llamarlo, pero había sido algo, algo que había recorrido su cuerpo y Michael se había dado cuenta y se había sonrojado. Extraño, muy extraño, sabía desde que estuvo persiguiéndole por todo el país que sentía una especial curiosidad, léase atracción, por el joven ingeniero, que tenía que ver con su mente brillante y con el prodigioso plan que había trazado. También le dolía, aunque no quisiera reconocerlo, que precisamente Michael al que consideraba intelectualmente su igual, le hubiera demostrado tan poca comprensión. Pero jamás pensó que hubiese nada físico en ello no obstante parecía ser que se equivocaba, estaba perplejo consigo mismo, desde luego entre unas cosas y otras hacía una temporada que no se conocía a sí mismo.
Cuando Alex llegó a la cocina respiró aliviado, Bellick y Sucre estaban allí con Michael.
*****
Estaban montando guardia en el coche, a Alex le había extrañado cuando Michael había hecho los equipos que decidiese que fuera con él, aunque desde el episodio de la cafetera las conversaciones entre ellos parecían un poco más distendidas, era obvio aunque no sabía decir exactamente desde cuándo que Michael rehuía verle, apenas le miraba a la cara.
Allí dentro del coche había un silencio entre ambos que a Michael le resultaba embarazoso, sin embargo a Alex que se había hartado a lo largo de su carrera en el FBI de hacer esto mismo con compañeros y compañeras de todo tipo no le resultaba especialmente incómodo. A veces la vigilancia duraba horas y no podías estar charlando todo ese tiempo, sobre todo si tu compañero no te resultaba muy simpático como a veces se daba el caso. Sin embargo Alex notaba la incomodidad de Michael, cómo se revolvía en el asiento y cómo daba vueltas entre sus dedos a un papelito donde tenía apuntado el número de una matrícula.
"No te impacientes, ya aparecerá" –dijo Alex intentando que se sintiera más cómodo.
"No estoy impaciente" –contestó Michael, parecía enfadado consigo mismo.
Y entonces Alex hizo algo totalmente inesperado, cogió con mucha suavidad por la muñeca la mano de Michael que tenía el papelito, sacó delicadamente el papel de entre sus dedos y lo puso sobre el salpicadero del coche, luego acercó su mano y puso su palma contra la de Michael. Michael le miraba como hipnotizado, primero fue como si se le parase el corazón y después se le aceleró el pulso como si estuviera corriendo, podía oír sus propios latidos y estaba seguro que Alex también. Quiso ver los ojos de Mahone, pero llevaba puestas las gafas de sol, le sentaban muy bien desde luego, pero a él le hubiera encantado poder ver qué expresión tenían sus ojos en ese momento.
"Ahí está" –dijo Mahone de repente soltando la mano de Michael y haciendo un gesto con la cabeza hacia un coche que salía del edificio que vigilaban.
Mahone avisó inmediatamente a Linc y a Sucre de que el pájaro había salido de su jaula, mientras Michael arrancaba y seguía al coche a prudencial distancia.
*****
Habían tenido un día movido, afortunadamente habían conseguido copiar otra tarjeta. De vuelta en el almacén, había habido poco tiempo para congratularse por el éxito pues enseguida se habían puesto a estudiar al portador de la siguiente tarjeta y cómo aproximarse a él. Pero poco a poco conforme el tiempo fue pasando se fueron retirando todos a descansar.
Michael se quedó allí sólo, pero le fue imposible concentrase en el trabajo. Ahora en la tranquilidad y el silencio de la noche no podía evitar pensar en lo que había ocurrido en el coche y azorarse como un adolescente.
Recreaba ese momento una y otra vez en su mente, formando un collage con otros: Alex en el cementerio frente a la tumba de E. Woods, Alex en el ascensor con LJ, Alex encerrado tras la verja en aquel almacén, Alex cayendo al suelo cuando Kellerman le disparó, Alex en el patio de Sona retorciéndole el cuello a aquel tipo que iba a matarle, Alex presionándole contra la pared con un cuchillo al lado de su cabeza, Alex con el torso desnudo echándose pomada, el cuerpo de Alex presionándole contra la pared, su torso desnudo, su torso desnudo... ¡Dios santo, estaba obsesionado hasta lo patológico! Suspiró ruidosamente. Sus sentimientos, sus emociones se habían convertido en una oleada que lo estaba arrasando todo, tanto negarlo, tanto ignorarlo, tanto dejarlo apartado una esquina recóndita de su mente que ahora era como una presa que se fractura.
Y luego estaba Sara. No quería pensar en Sara y en Alex al mismo tiempo. Quería a Sara, no tenía ninguna duda, cuando creyó que había muerto el mundo se le cayó encima. Él era el culpable de todas las desgracias que le habían sucedido en los últimos meses, pero no solamente la amaba por este sentimiento de culpa, había algo más, seguro que había algo más, necesitaba que hubiera algo más.
Era hermosa, inteligente, honesta y estaba enamorada de él. Sin embargo, todo aquello estaba siendo demasiado duro para ella, el secuestro y la tortura a la que la había sometido la Compañía parecía haber roto algo en su alma y no era la misma. Andaba temerosa entre considerar a Michael su ancla para no irse a la deriva y sin rumbo o plantearse salir adelante y curar sus heridas sin Michael. En realidad, Michael la volvía tan frágil. Había tantas muertes tras ella, ¿podía vivir con eso? aferrarse a Michael para enfrentarse a sus fantasmas no le convencía. Michael podía faltarle ¿fallarle? y entonces, ¿qué sería de ella?, por eso había dado un prudente paso atrás, por eso se había retraído y había dejado su relación o lo que fuera que tuviera con Michael en suspenso. Y Michael lo comprendía y la amaba, sí, claro que si, de una forma tranquila y serena.
No sabía definir sin embargo, lo que sentía hacía Alex, enamoramiento, pasión irrefrenable, obsesión… Pero ¿y Alex? ¿qué sentía Alex hacía él? ¿Qué había pretendido Alex con lo del coche? ¿tomarle el pelo? Sin duda se había dado cuenta de cómo se ponía él cada vez que se rozaban o estaban demasiado cerca. ¿Estaba jugando con él? ¿Quería comprobar hasta dónde llegaba la atraccion fisica (porque eso era lo que sentía no tenía razón de ser seguir negándoselo por más tiempo) que le provocaba? ¿Qué habría ocurrido si el coche del portador de la tarjeta hubiera tardado en salir cinco minutos más? Tenía tantas preguntas sin respuesta y una sola cuestión de la que estaba seguro: deseaba a Mahone.
Se iba a volver loco de tanto barajar posibilidades, así es que en un arranque de valor se dirigió al cuarto de Mahone, era hora de poner todas las cartas boca arriba. Era ya tarde, pero seguro que no estaba dormido aún. Llamó a la puerta y entró. Alex estaba trabajando delante del portátil, se puso en pie al ver entrar a Michael.
"Podemos hablar" –dijo Michael serio y mirándole fijamente a los ojos.
"Claro" –le contestó Alex asintiendo al mismo tiempo con la cabeza.
Michael cerró la puerta tras de sí
"¿Qué está ocurriendo?" –preguntó sin más circunloquios. Pensó que seguramente Alex se haría el loco pretendiendo no saber de qué le hablaba, se equivocó.
"No lo sé Michael, pero por dios que me gustaría saberlo" –dijo Alex muy serio también.
"¿Y el numerito de esta mañana?"
"Lo siento, era un experimento"
"¿Un experimento?"
"Tenía curiosidad, quería ver cómo era, fue un impulso repentino, no lo planee".
"¿Querías saber cómo reaccionaría yo?"
"Sí, bueno, y también como lo haría yo".
Michael miró fijamente a Alex, estaba muy cerca de él, durante la conversación se habían ido acercando uno al otro. Así que Alex sólo había querido tocarle para corroborar lo que se estaba haciendo cada vez más obvio, la irreprimible atracción que existía entre ambos", le parecio tan ingenuo y encantador y más viniendo de alguien como Mahone que le hizo sonreír para sus adentros.
"¿Y esa es la mejor manera que tienes de comprobar las reacciones de ambos?" –dijo Michael con un tono ligeramente burlón, pues desde que había aceptado y dado nombre a lo que ocurría se sentía decidido y como si se hubiera quitado un enorme peso de encima.
Alex se quedó de piedra, Michael estaba cruzando un puente muy peligroso, sólo por hablar de ello, por analizarlo, éso innominado y sin formular ya existía. Estaba sorprendido y un poco asustado, hasta ahora la actitud primero esquiva y fría y luego huidiza y tímida de Michael le había protegido, pero no sabía exactamente cuándo se había producido el cambio en Michael y ahora, eran paranoias suyas, o ¿estaba coqueteando?
-"¡Vaya, qué gracioso! ¿y qué querías que hiciera? ¿darte un beso? – dijo Alex, estaba nervioso y quiso sonar burlón e irónico pero le salió esa chorrada que nada más decir supo que no debía haber dicho. Ahora quién se estaba metiendo en un berenjenal era él.
"¿Porqué no?" –dijo Michael divertido e invadiendo el espacio personal de Alex.
"Yo no beso a los tíos".
"No digas tonterías Alex" –le susurró y cogiéndole la cabeza entre las manos acercó sus labios a la boca de Alex, fue un ligero roce, sus alientos se mezclaron un instante, se quedaron mejilla contra mejilla, Michael no quería forzar el beso. Con sus delicados dedos acariciaba morosamente el pelo y las orejas de Alex, con los pulgares rozaba ligeramente sus pómulos, ahora se daba cuenta cuánto tiempo hacía que deseaba tocarle aunque sólo fuera así.
Alex echó la cabeza hacia atrás y mirándole le dijo en voz muy baja:
"¿Qué es lo que dicen? ¿Qué rectificar es de sabios?"
Sus bocas se juntaron de nuevo, Alex puso sus manos en las caderas de Michael y empezó a recrearse en sus sensuales labios, era un beso de tanteo, sin embargo era como si una corriente eléctrica fluyera entre ambos, Michael no podía más y hundió su lengua en la boca de Alex, el gemido de ambos se oyó casi al unísono en la habitación. Una vorágine de sensaciones les inundó, el beso se convirtió casi en desesperado, paraban unos instantes para respirar y continuaban devorándose el uno al otro. Michael metió las manos por debajo de la camiseta de Alex palpando y acariciando su vientre, su pecho, sus hombros y Alex por su parte atrayendo a Michael por las caderas hacia sí, presionaba su cuerpo contra él, restregándose casi.
De repente la voz de Lincoln tras la puerta les hizo dar un respingo.
"Mahone, ¿está ahí Michael contigo?"
"Sí Linc, estoy aquí" –dijo Michael en voz alta al cabo de unos segundos intentando aparentar normalidad.
Para cuando Lincoln abrió la puerta Mahone se había sentado de nuevo ante su portátil y Michael de pie casi de espaldas a la puerta fingía mirar con interés a la pantalla.
"Es tu móvil, estaba sonando ahí abajo, Self quiere hablar contigo" – dijo Linc sin aparentemente dar muestras de haber notado nada extraño y saludando con un movimiento de cabeza a Mahone.
"Gracias Linc, voy para abajo" – contestó Michael saliendo rápidamente de la habitación.
Iba escaleras abajo como la grana, rezando para que la camisa por fuera del pantalón hubiera ocultado suficientemente el bulto de su entrepierna.
Linc salió tranquilamente de la habitación despidiéndose de Mahone con otro leve movimiento de cabeza, éste respondió a su saludo de la misma forma, estaba deseando que se marchara y suspiró aliviado cuando al fin lo hizo, había cruzado las piernas y se había estirado la camiseta pero no estaba seguro de que Lincoln no hubiera notado su obvia erección.
Continuará...
