¡No intentes jamás despertar a los muertos!
Que de niebla los muertos cumbres la faz del día;
pues ya sobre esta tierra ninguna luz envía,
lo que en la tumba yace con los parpados yertos.
¡Que en su estrecho ataúd duerma eternamente!
Los muertos con voz pútrida desde el sepulcro llaman
y envenenan la sangre de los seres que aman;
ni los rayos del sol ni el roció paciente,
ni el mágico perfume de dulces primaveras,
han de hacer que su sangre se renueve de veras.
Si una vez de la vida fue apartada una cosa,
de la vida enemiga siempre va resultar;
el necio que despierte al que en sueños reposa,
a la paz de su alma deberá renunciar.

-¿Quieres dormir eternamente? ¿No despertar, amada mía? ¿Descansar para siempre de tu corto peregrinaje por la tierra? ¡Regresa por favor! Trae contigo de nuevo la aurora a mi vida, convertida en helado crepúsculo desde que partiste. ¿Callas? ¿Callas para siempre? ¿Tu amado se aflige y tú guardas silencio? ¿Tú amado derrama amargas lágrimas y tú reposas? ¿Tu amado desepera y tú no abres los brazos? ¿Te párese acaso mas bella la mortaja que te envuelve que el velo nupcial? ¿Es el sepulcro más calido que nuestro lecho de amor? ¿La muerte más fogosa que tu amado? ¡Oh, regresa amada mía! ¡Regresa a este pecho que te añora!

Así se lamentaba Cloud por Aerith, su amada y esposa de juventud; Así se lamentaba junto a su tumba a medianoche, cuando el espíritu que brama en las tempestades lanza sus crujientes legiones de monstruos por los corredores del cielo, mientras sus sombras revolotean sobre la tierra bajo el derrotero de la luna llena, como la en la vida los pensamientos sobre el alma del pecador; así se lamentaba junto aquella cripta bajo los altos árboles, reclinando la cabeza sobre la helada lapida, por encima de la cual se agitaban las sombras de las ramas como en una visión evanescente.

Cloud era un poderoso guerrero de Nibelheim. En los días más fogosos de su juventud se había enamorado de la hermosa Aerith, que resplandecía con mayor brillo que todas sus hermanas en la comarca, una belleza digna de la tierra, una hija de la tierra a imagen y semejanza de su madre, pues la radiante luminosidad de su cuerpo esbelto, el rojo crepuscular de sus mejillas, eran bañados por cabellos castaños y sus ojos no se asemejaban a los astros que relucen en el firmamento nocturno desde una distancia infinita, haciendo que el alma se eleve desde la vida infinita, desde la eternidad; el fulgor de sus ojos era el fulgor de la naturaleza misma, que con una mirada nos invita a vivir y admirar las exquisitas maravillas que nos ofrece los linajes de la tierra.

Aerith se había convertido en la esposa de Cloud; y ambos se encontraban en la flor de la edad, ambos anhelaban el gozo, entregados al torrente de una pasión, gracias a la cual la vida, protegida por un cristalino manto, se había convertido en sueño. A ese sueño justamente y apenas a ese sueño, llamaban vida; y solo el deseo de poder soñarlo eternamente, con sus sombras, apartaba por momentos el miedo de que un día él se deshiciera quebrando aquel hechizos sin embargo, la estrella del amor no se eleva hacia aquel que desea con la niebla de la tierra, y en un descuido puede remontarse a las alturas, mas allá del tiempo mortal de la vida terrena. Y así como la pasión de Cloud y Aerith acabo mas temprano de lo que debía, el amor de Cloud se apago como una llamarada, pero fue también leve y versátil como ella; y cuándo la muerte le arrebato a Aerith, su alma quedo acongojada, aunque no tanto, pues el dolor que sufrió fue pasajero se disipo; pronto cambio por otra esposa, Tifa, que estaba a su lado para consolarlo.

También Tifa era hermosa; pero el modelo de su belleza, al parecer, había sido forjado por la naturaleza a partir de otro círculo de la vida. Rojos como el fuego, ondeaba sobre su espalda su cabello negro como la noche; cuando una hermosa emoción conmovía su alma, un tinte rosáceo salpicaba el lirio de sus mejillas, sus miembros estaban formados con bella simetría, pero en modo alguno poseía la voluptuosidad exuberante de la vida terrenal; si que brillaba sus ojos, pero era con el fulgor de las estrellas que nos invita a tomar la mano de la amada, a lo sumo a estrecharla suavemente contra nosotros y sostenerla en los brazos mientras levantamos la mira hacia el cielo.

Pero a pesar de su infinita belleza nada en esta esposa podía despertar en Cloud su antigua embriaguez, pero ella llenaba de felicidad las horas de su vigilia. Seria por igual que amable, diligente, cuidando hasta en los detalles más ínfimos aquello que le diera placer a su marido, reinaba de la mañana a la noche en su casa, y con hermoso orden la había convertido laboriosamente en una imagen de la naturaleza. En los ojos de quienes la acompañaban se reflejaba una intima satisfacción con las tareas que les asignaba y cada uno sabia lo que iba a ocurrir y lo que debía hacer al día siguiente. Su dulzura ponía a la naturaleza fogosa y vehemente de su marido candorosos limites, y su prudencia lo hacia volver constantemente de lo oscuro he inconmensurables laberintos del deseo, de sus esperanzas y proyectos, a la claridad de la vida.

Dos hijos dio Tifa a Cloud, un niño y una niña: con cabellos dorados, ojos claros como los resplandores de la mañana, serena y alegre era la niña, quien se entretenía con pasatiempos solitarios, jugando siempre con la mayor seriedad y otorgándole la mas profunda importancia a sus trabajos y sus obras; el varón en cambio tenia cabellos tan negros como la oscura noche y claros sus ojos como dos zafiros presagiaban un futuro héroe. Unido a Tifa por el amor de estos niños, Cloud fue feliz con ella durante algunos años y aunque a menudo pensaba en Aerith, lo hacia serenamente, como cuando no acordamos de un amigo de la infancia, al que el torrente de la vida ha arrastrado lejos de nosotros, hacia una región extraña donde sabemos que es feliz.

Pero las nubes se desvanecen, las flores se marchitan, las arenas se desgastan, y así se desvanecen, se marchitan y se desgastan también los sentimientos, y con ellos la felicidad. El corazón inconstante de Cloud volvió anhelar el sueño de su juventud; Aerith se aparecía otra vez ante su razón afiebrada con todo el esplendor de sus encantos nupciales, y empego a comparar el ahora y el ayer; así mientras la fantasía de otra ensombrecía el presente, el pasado y el futuro se le presentaban como magníficos, y encontraba estos tiempos mil veces mas ricos y el presente mil veces mas pobre de lo que era en realidad.

Tifa no dejo de notar el cambio en su esposo y, redoblando su atención hacia él, sus ocupaciones de la casa y el cuidado de los niños, confió en que, por esos medios, lograría anudar el lazo que entre ambos se había desatado; pero cuanto mas se esforzaba por recuperar el cariño de Cloud, tanto mas equivoco se volvía él, tanto mas intolerables le resultaban las carisias de ella y mas frecuentemente su fantasía era acosada por la vivida imagen de Aerith. Únicamente Namine y Zack, cuyo amor para Cloud era indispensable, se mantenía entre los padres como espíritus deseosos de favorecer una reconciliación y, amados por ambos, constituían aun un débil lazo de unión entre sus corazones. Sin embargo, como todo el mal en el hombre puede solo ser extirpado de raíz, una vez que ha salido a la luz resulta indestructible; y así también la mórbida nostalgia de Cloud aumento demasiado como para impedir su crecimiento y pronto se apodero de su alma. Con frecuencia por las noches en vez de acudir al lecho de su esposa, se dirigía a un pequeño bosque donde estaba el sepulcro de Aerith, allí donde la noche fue testigo de su amor y del dolor, que desgarro su corazón al separarse de su amada, allí donde ahora el viento poseído por mil demonios brama con ira en la oscuridad, advirtiendo el reinado de la muerte, y postrado de rodillas sobre la tierra húmeda, preguntaba:

-¿Quieres dormir eternamente?

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Bueno ste es mi primer Fic asi que no creo que este tan bueno...jejej...cualquier cosa que quieran decirme...reviews