N/A:
1. Los personajes de Slam Dunk le pertenecen a Takehiko Inoue y a Toei Animation.
2. Relato que participa dentro de la iniciativa «Dos semanas de locura» promocionado en el GE.
3. Narrado en primera persona. La trama es de mi autoría con ciertas alusiones al anime original.
4. Cualquier sugerencia o comentario pueden hacermela llegar por medio de un review o de un PM.
5. Si ven esta historia fuera de mi cuenta de FB, FF o la cuenta del grupo por favor hacermelo saber. Juntos Digamos NO al Plagio.
Al caer la tarde:
Otro día más acostada en mi cama, creo que ya van cinco días que mi rutina se reduce a dormir, comer y mirar la televisión.
No he ido al instituto, ni revisado los cientos de mensajes de textos de mis compañeras e incluso me he peleado con mi hermano Takenori por haber querido sacarme a la fuerza de mi habitación.
Se preguntaran qué me tiene así, pues ciertamente es el hecho de que el chico que he amado toda mi vida me ha rechazado. Tonto paralizar la vida por un simple «no» en el terreno sentimental ¿verdad?, pero a mi edad es muy común hacer un mundo cuando algo no sale de la manera que lo pensaste.
Aunque lo que más me duele de todo esto no fue tanto el rechazo sino la forma en que él lo hizo. ¿Quién es él?, Rukawa el jugador más valioso de baloncesto que tiene el instituto Shōhoku.
Lo he seguido desde hace dos años, alentando su talento, hablando de sus habilidades en el periódico de la escuela y defendiéndolo ante mi hermano, que es el capitán del equipo, porque sé que su sueño es ser un jugador profesional de la NBA.
Pero al momento de declarármele después de un partido importante a nivel regional lo que recibí de él fue un desprecio absoluto.
—No salgo con fanáticas —dijo Rukawa dándose la vuelta y agregando sobre su hombro—: Mi mente esta en cosas importantes y no puedo perder el tiempo con cosas ñoñas de noviazgos.
Recordar ese momento me da tanta tristeza como enojo y apunto estaba de tirar mi almohada contra mi escritorio cuando sonó el timbre de mi casa. Sin mucha ganas me acerca a la puerta para descubrir que se trataba de Sakuragi, otro miembro del equipo de baloncesto.
—Perdón que te moleste —Se excusó rápidamente y añadió—; pero el capitán me va a matar si no aprendo a jugar como corresponde.
Y así con esa excusa Hanamichi, como lo empecé a llamar con el tiempo, me sacaba todos los días al caer la tarde para que lo ayude a entrenar. En ese tiempo caí en cuenta que en materia de amor él llevaba cincuenta rechazos, incluido el mío, pero jamás había perdido la sonrisa y siempre intentaba superarse cada día un poco más.
Por tal motivo un viernes después de clases me decidí a cambiar los planes.
—Hoy no quiero entrenar Hanamichi —Le comenté a penas sentí el ruido de sus zapatos.
—Ah… está bien Haruko —balbuceó mientras se giraba para volver a su casa.
—¡Hey! —exclamé para llamar su atención—; eso no quiere decir que no quiera pasar esta tarde contigo.
—¿Eh? —interrogó totalmente confundido.
—Ven, vamos a la cafetería que esta cerca de la estación y te explico —respondí con una sonrisa mientras entrelazaba mi brazo al de él.
