¡Hola a todo el mundo! Este es mi primer fanfic y espero que les guste, siéntase libres de dejar un review y decirme lo que piensan. Antes que nada me gustaría agradecer a Alphabetta por su ayuda con este capítulo.
Y sin más preámbulos ¡que los juegos comiencen!
Matar es la regla
Mila Vilks, 16 años, Distrito 11
Disclaimer: Los juegos del hambre le pertenecen a Suzanne Collins.
¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué yo? Es lo que me he preguntado una y otra vez desde que llamaron mi nombre en la cosecha hasta ahora que camino sola hacia la Cornucopia donde está el banquete. Sé que posiblemente no haya una respuesta lógica para mi pregunta, sé simplemente ese día las posibilidades no estuvieron a mi favor.
Es el cuarto día desde que comenzaron los Juegos. Supongo que tengo que dar gracias de estar viva, la gente de mi distrito por lo general no dura mucho. Me digo que es por mi sensatez, fui lo suficientemente lista como para correr en dirección contraria al baño de sangre pues no duraría ni un minuto allí. No obstante, antes de eso logré agarrar una mochila mientras corría hacia el bosque. Adentro había unas cuantas fundas plásticas con fruta seca, una botella de agua y una manta.
Ahora, la botella y las fundas de fruta seca están vacías. Me aseguré de guardar estas últimas en la mochila, no podía arriesgarme a dejar ningún tipo de rastro. Estoy segura de que la mochila que me depara en el banquete debe estar llena de comida y agua, es lo que más necesito ahora, tengo un hueco en el estómago y la boca seca.
Es por lo primero por lo que me detengo y fijo la vista en el arbusto de moras que está frente a mí. Tomo una y quiero llevármela directamente a la boca pero primero la examino con cuidado y otra vez agradezco a mi buen juicio, estas son jaulas de la noche. Arrojo el fruto lejos de mí y sigo mi camino. Para mi gran alegría la cornucopia se encuentra menos de diez metros. Antes de correr a tomar la mochila con el número de mi distrito examino el lugar con atención, podría haber algún tributo oculto.
Respiro hondo y empiezo a correr, tengo que arriesgarme. Apenas llego agarro mi mochila y boto la otra al suelo, ya no me sirve. Nadie salta para atacarme así que supongo que soy la primera en llegar. Me doy vuelta, lista para irme cuando una idea cruza por mi mente. Abro la mochila que boté al suelo y cojo dos fundas plásticas, corro hacia el arbusto de jaulas de la noche, tomo un puñado de ellas y las meto en las fundas. A toda velocidad vuelvo a la Cornucopia y meto una funda en la mochila del tributo del 2 y otra en el del 3. No tengo tiempo para hacer lo mismo con las demás así que corro de nuevo.
Sé qué es lo que acabo de hacer, acabo de hacer trampa, jugué sucio. Esos dos tributos pensarán que las fundas son un bocadillo adicional, se las comerán y morirán. Y cuando eso suceda habrá sido culpa mía, yo los habré matado indirectamente pero ¿qué otra opción tengo?
Esa es la regla en los Juegos del Hambre.
- Gracias por leerme y hasta la próxima
