En Cada Paso
Capítulo 1
Londres, 1998
La oscuridad de la habitación era casi total, apenas se podía ver uno las palmas de las manos, pero ese era el objetivo después de todo.
Pasar desapercibido era primordial hoy. Los magos y brujas de todos los periódicos de Londres, de Inglaterra para ser más exactos, Merlín incluso de algunos países de Europa habían venido a felicitarlo por su triunfo contra el mago más poderoso, peligroso y perenne de todos los tiempos.
Bueno, de hecho, era el único mago de esas dimensiones que él había enfrentado. De igual modo, ya no quería saber nada de magos tenebrosos, de castillos derrumbándose sobre inocentes y amigos, de personas y personas felicitándolo.
¿Acaso no se daban cuenta que con diecisiete años él había matado? ¿Qué clase de mundo perverso es este? Donde un niño tenía que pasar su vida escondiéndose de un hombre que deseaba su muerte, marcado desde la edad de un año, por un entupido objetivo maléfico, absurdo y prácticamente imposible de lograr… otros lo habían intentado, y no solo magos, los muggles también había intentado acabar con un grupo de personas más reducido. Y ¿lo había logrado? No. Quizá Tom debió de haber estudiado más historia muggle antes de caer bajo el mismo error.
¿Qué esta diciendo?
Un golpe en la ventana lo hizo voltear. Tenía las cortinas corridas y un hechizo de ocultamiento. ¿Cómo era que una lechuza lo había encontrado? Ah, extrañaba a Hedwig.
Se levantó de su lugar, en la cama del sexto cuarto en el tercer piso del numero 13 de Grimmauld place. Arrastrando los pies sobre el frío piso de madera, extraño dado que era verano, se acercó a la ventana, pero antes de alcanzar la cortina, escuchó un débil pop y una fuerza que lo alejaba de la ventana.
-El amo no tiene que acercarse a la ventana, Kreacher se encarga de todo lo que el amo desee, pero el amo no debe acercarse, pues Kreacher se porta bien y hace lo que el amo…
-esta bien Kreacher. Es solo una carta.
-pero, pero el señor le dijo a Kreacher…
El elfo domestico comenzó a golpearse la cabeza contra uno de los postes de la cama de Harry.
-Kreacher, por favor, te dije que no te golpearas.
-pero (golpe) Kreacher (golpe) debe (golpe) ayudar (golpe) al amo (golpe)…
-¡ya! Kreacher ¿puedes ver que me enviaron? – dijo con un suspiro.
-¡Si!, Kreacher desea ayudar al amo. – dijo con una sonrisa pero luego se puso serio y sus orejas se cayeron – nadie debe molestar al amo, él ha trabajado muy duro y ahora necesita descanso. Kreacher se encargará de que el amo no sea molestado…
-Gracias, Kreacher… la carta ¿por favor?
El elfo se acercó a la ventana y dejó pasar a la lechuza marrón lisa. Harry creyó saber de donde provenía la carta, y Kreacher se lo confirmó cuando escupió el suelo.
-es del periodico El Profeta, amo. ¿Qué desea el amo que Kreacher haga con la misiva?
-Dámela, la leeré y luego te diré que haremos.
El elfo le entregó la carta y desapareció.
Harry se sentó en la cama, con las piernas cruzadas, chaqueó los dedos y las luces de todas las velas se encendieron para que pudiera ver bien qué era lo que decía el pergamino.
Estimado señor Potter,
Estamos realmente agradecidos por su desempeño en la batalla del mes que pasó. Nuestros corazones latían en uno solo ritmo mientras esperábamos las noticias más importantes de nuestra vida. Queremos hacer, por tanto, un papel, diminuto en comparación al suyo, en este nuevo tiempo que comienza gracias a sus esfuerzos y desenvolvimiento. Y este papel insignificante es transmitirle al mundo mágico todo aquello que usted ha sentido, vivido y tenido que enfrentar en este año tan trágico pero a la vez maravilloso que tuvimos la gloria de pasar.
Siempre en nuestros pensamientos,
Rita Skitter.
-Rata de alcantarilla. – se quejó Harry mientras dejaba la carta en la mesa de noche y volvía a su posición inicial, en posición fetal en el centro de la cama.
¿Cuándo llevaba alli? La bruja dijo que hacía un mes de lo que ocurrido en Hogwarts, entonces solo podía calcular que hacía un mes desde que estaba allí.
Harry había dado órdenes específicas antes de recluirse. Se puso en contacto con la madre de Tonks, para comunicarle su perdida, estuvo con la familia Weasley durante el entierro de Fred y luego acudió a la ceremonia de despedida a todos los que perdieron la vida en la batalla.
Harry estuvo duro en su lugar, serio, entre Hermione y Ron. ¿Qué tan increíbles podían ser sus amigos? Aún cuando habían encontrado el amor en este momento tan inoportuno, ellos seguían pensando en el bienestar de Harry.
¡Con un demonio! Ron había perdido a su hermano y Hermione, muy posiblemente no volviera a ver a sus padres. Pero él también había perdido algo ¿No? Sus padres, su padrino, la única figura paterna que pudo haberle quedado, la última oportunidad de tener una familia se había ido con Voldemort. Pero también había perdido la inocencia, había perdido esos años en los que un niño no piensa más que en golosinas, chicas y Quidditch. Mientras los demás pasaban por esa etapa él intentaba no morir en el día a día. Y no es que fuera algo sencillo de hacer, ¿No había tenido la mitad del mundo mágico intentado matarlo? Aunque también tenía a la otra mitad ayudándolo.
Pero cuando llegó a Grimmauld place, su hogar, el que su padrino le había dejado tras su muerte, Harry lloró.
Lloró por su familia, por sus amigos y por aquellos que no pudieron ver el amanecer de una nueva era.
Ron y Hermione se pasaron por allí varias veces, más de las que fue capaz de contar. Ginny y sus padres también, pero menos veces que sus amigos. Pero Harry le había dado a Kreacher la orden de que no debía molestarlo con nada ni nadie. Que si sus amigos estaba allí que les dijera que él estaba indispuesto, dormido o muerto. Poco le daba lo que pensaran, necesitaba esa soledad, y no hubo necesidad de explicárselo a Hermione o Ron, aunque el colorado intentó más veces que su novia subir las escaleras y verlo.
Sabía que ellos iban y venían por la casa, sabía también que Luna y Nevile visitaban e incluso Ginny pasaba. Sabía, por Kreacher, que los chicos comían algo, leían uno u otro libro, jugaban ajedrez mágico o solamente estaban allí, ese era un gran apoyo el que le estaban brindando y estaba sumamente agradecido, pero aún no podía bajar y enfrentar el mundo.
Pero había pasado un mes, un mes de todo aquel desastre que él sentía, había arruinado su vida. Ya no sentía nada. Amor, era algo sobrevaluado ahora para él. sí sentía amor por sus amigos, pero Ginny, algo había cambiado en él, y se odiaba por eso. Era una de las razones por las que no quería verlos. Se avergonzaba de si mismo.
Se levantó de su cama despacio. No escuchaba ningún sonido desde abajo, lo que quería decir que la casa estaba desolada, a excepción de él mismo y el elfo. Se calzó y caminó hacia la puerta del cuarto.
Salió despacio, nadie lo apuraba a llegar a ningún lado, una idea fija en su mente. Se deslizó por las escaleras, el polvo ya no brotaba de cada centímetro de superficie, Kreacher había finalmente comenzado a hacer un buen trabajo. La luz del día entraba por las ventanas, las cortinas estaban limpias y su color podía definirse bien en un azul intenso. El piso de madera relucía tras ser encerado y las alfombras tenían ahora motivos y colores vivos.
Llegó hasta la planta baja y giró a la derecha, cerca del cuadro de la señora Black se encontraba la puerta la estudio y junto a esta, la de la biblioteca. Harry tenía intención de poner una puerta que una las dos habitaciones.
Se sentó detrás del escritorio y cerró los ojos, podía imaginarse algunas de las reuniones privadas de Dumbledore allí. Pasó suavemente ambas manos por los apoyabrazos y se relajó. Casi de inmediato Kreacher apareció en el umbral de la puerta. Harry sintió la incertidumbre del elfo, y abrió los ojos para hacerle sentir que estaba bien que pasara.
-¿el amo desea su te ahora?
-eso estaría bien, gracias Kreacher.
En cuanto el elfo desapareció, Harry abrió uno de los cajones del escritorio y tomó un pergamino prolijamente enrollado, tomó la pluma negra sobre la superficie y la mojó en la tinta azul a su derecha.
Rápidamente las palabras brotaron de su mente hacia su mano y el papel, una tras otra, en una línea tras otra. Notó que en poco tiempo tenía escrita la carta.
Kreacher regresó con la bandeja de té y Harry le tendió la carta enrollada.
-Kreacher, quiero que vayas al mercado en Diagon Alley y compres una lechuza, quiero que sea negra, por favor.
-sí amor, Kreacher ira y…
-espera, también deseo que en cuanto tengas la lechuza, envíes esta carta con ella. ¿Está bien?
-Bien, muy bien amo. Kreacher hará lo que el amo pide, y el amo estará orgulloso de Kreacher…
Sin terminar la sarta de halagos, el elfo desapareció dejando a Harry sumido en el silencio de la casa. Aguardaría la respuesta de esa carta en el salón, después de todo había agregado que requería urgente una respuesta.
Harry se quedó observando el vacío. No prestando atención a nada en particular hasta que algo se movió en el rincón de la oficina. Harry trató de enfocar allí, donde había visto el movimiento y una vez más lo percibió. Tomando su varita mágica con fuerza, no que la necesitara, pues Kingsley había logrado enviar buenos hechizos de defensa, se acercó con cuidado. Reconoció el rincón, donde se supone que había visto el movimiento. Notó lo que se había movido, o más bien, el que se había movido.
En el piso, a medio arrugar, estaba El Profeta, frente a Harry, la imagen movediza de un grupo de personas que iban y venían apresuradas.
Harry reconoció a algunas. El ministro provisorio, Kingsley Shakelbolt. El señor y la señora Weasley, notó algunos miembros de la fuerza de Aurors y de fondo… allí estaban los pocos sobrevivientes de la batalla, aquellos que habían llevado mascaras blancas en forma de calavera y túnicas negras. Aquellos que tenían marcas en los brazos… aquellos que eran Mortífagos.
Harry tomó el periódico y leyó la noticia.
¡Juicio al fin!
Tras la impresionante batalla desempeñada en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, el ministerio de la magia de Inglaterra llevará a juicio a todos aquellos que fueron encontrados tras la victoria del-niño-que-vivió- y-nos-salvó-a-todos. – Harry bufó pero siguió leyendo. Ese era un absurdo nombre para ponerle a alguien. ¿Acaso nadie sabía que su nombre era Harry?
Entre los detenidos se encuentran muchos magos y brujas que se habían escapado de Askaban no hacía un año atrás. Familias consideradas puras serán sentenciadas el próximo primero de enero, en los tribunales del ministerio.
Desgraciadamente, serán juicios cerrados, por los que solo podrán estar presentes testigos y familiares directos de los juzgados.
A continuación una lista estimada de los sentenciados y el día de su juicio.
Harry leyó la lista al pasar, casi no conocía a las personas de la lista, algunos los había escuchado nombrar, otros eran hombres lobos, esos seguramente recibirían el beso del dementor, si es que encontraban alguno que estuviera dispuesto. El sabía que la mayoría de los mortífagos que él mismo conocia estaban muertos, Bellatrix, había sido asesinada a manos de la señora Weasley; Goyle, Harry supo después, fue terminado por Remus, mientras que Crabbe había sido acabado por la propia Luna.
Se sorprendió luego, al encontrar en la lista tres nombres que le eran sumamente reconocibles. Los Malfoy. Los tres: Narcissa, Lucius y Draco Malfoy serían sentenciados, juzgados y seguramente destinados si no al beso, a una ida en la cárcel. Sabía bien que Lucius se lo merecía, ese bastardo había hecho hasta lo imposible para acabar con él, pero en su lugar había lastimado a las personas que él más quería. Draco, Harry sabía era un Mortífago, pero también sabía que había sido por obligación más que por elección. Dumbledore se lo hizo ver, Snape ayudó con sus pensamientos.
Draco era, según entendía él, una victima de las circunstancias, pero… ¿no lo había sido también él mismo?
Por otro lado, Narcissa había sido realmente una inocente victima. No conocía mucho a la mujer, pero su hermana mayor se la había descrito bastante. La madre de Tonks, le había dicho, cuando escuchó que su hermana iría a la Askaban, que ella muy poco tenía que ver en todo esto, y que había sido victima de su esposo, su hermana Bellatrix y el resto de los Black. Narcissa había sido, en otro tiempo, una niña sin ambición, sin visión de futuro más que el de ser madre y esposa, continuar con la dinastía de su marido y lucir bien en fiestas y reuniones. D más pequeña había estado más unida a Sirius, pero cuando éste ingresó a la escuela un par de años antes, y fue seleccionado para Gryffindor en lugar de Slytherin como se suponía que debía ser, Narcissa fue obligada a olvidarse de su primo favorito y concentrarse en su otro primo, el marginado Regulus. El cual pasó a ser el centro de atención de toda la familia.
Harry leyó la fecha del juicio, el siete de noviembre serían los tres enjuiciados. Faltan al menos cuatro meses para ello.
-Amo, Kreacher le trajo unas cartas, por que Kreacher está seguro que son importantes para el amo, y el amo puede estar orgulloso de Kreacher porque Kreacher hizo lo que el amo le pidió…
-Gracias, Kreacher. Puedes descansar ahora, no hará falta nada más hasta la cena.
-Si, amo.
El elfo hizo una reverencia donde se golpeó las orejas contra el piso y la nariz contra las rodillas, y luego desapareció.
Harry tomó las dos cartas. Era raro porque solo esperaba una. De igual modo leyó la primera que era la que él sí esperaba recibir.
Harry!
Hemos estado muy preocupado por ti, pero veo que te encuentras bien. Entiendo tu imperiosa necesidad de recluirte, pero…¿de verdad?
De acuerdo, de acuerdo, no voy a discutirte nada, y creo que lo menos que puedo hacer por ti es aceptar lo que me has pedido pero quiero que sepas que me haz insultado enormemente si crees que voy a aceptar un solo knut de parte tuya. ¿Qué clase de persona crees que soy?
Tu encargo está en buenas manos, encaminado más de lo que creí posible. Espéralo en una semana.
Te encargo mucho tu seguridad y tu bienestar! Y espero verte el mes entrante al menos.
Cuenta conmigo siempre amigo,
Seamus Finnigan
Harry sonrió ante la carta. Ese muchacho escribía igual de cómo hablaba. Pero lo más importante era que su amistad era irrefutable y que el encargo estaba hecho y en marcha. Solo faltaba unos cuantos días más y todo estaría solucionado al fin.
Dejó la misiva de Seamus y observó el otro sobre. Increíble como parecía, el remito le produjo un escalofrío.
Era un sobre color crema, con un sello rojo en el cual se podía distinguir un escudo antiguo, aunque no estaba seguro de cuál. La letra en el sobre era pulcra, delicada y redondeada… En color verde… y decía unas palabras muy similares a las que había leído hacía tanto tiempo que le parecía otra vida en realidad.
Señor Harry J. Potter,
Número 13 de Grimmauld Place, oficina estudio junto al palier, debajo de la ventana y junto a cesto de la basura.
El corazón se le detuvo cuando no vio quién enviaba la carta. En general en ese tipo de cartas siempre había otro nombre allí. Minerva MacGonagal era en general, pero había visto alguna que otra carta con el nombre de Dumbledore en ella.
Esta, sin embargo, no tenía remitente.
Giró nuevamente el sobre y despegó con cuidado el sello que lo mantenía cerrado. Dentro había un papel, no era un pergamino, de color verde oliva. Y en ella pudo distinguir vagamente la misma letra que del sobre, en un brillante verde esmeralda.
Comenzó a leer despacio, prestando atención a lo que decía la misiva.
Querido señor Potter,
Que manera tan formal y distante es esa de dirigirse a una persona. Nunca me ha gustado escribir cartas, de hecho, de haber podido, hubiera ido personalmente a verlo, pero entenderá que hay cosas que van más allá de lo que uno desea hacer.
Pero esto es algo que sí suelo hacer, divagar. Ah, es algo que me sorprende día a día, cuánto puede uno pasar de tema en tema como pasa una abeja de flor en flor o el tiempo de una hora a la otra.
Pero creo que este no es momento de divagar, ya tendré tiempo para hacerlo nuevamente.
Señor Potter, ¿podría llamarlo Harry? Espero que no le moleste, a pesar de la diferencia de edades entre usted y yo, lo único que nos une, lo hace de una forma tan poderosa que podríamos considerarnos hermanos. Pues la magia no tiene edad ¿Verdad?
Harry. Queridísimo, estimado amigo, el tiempo nos juega malas pasadas en la vida, pero aún así permanecemos de pie, seguimos adelante para continuar con lo que comenzamos. Para asegurarnos que realmente somos quienes creemos que somos, quienes decimos que somos. Nacemos para demostrarlo, y vivimos día y día tratando, pero solo al final, solo cuando estamos solos, allí recostados en nuestra cama, o sentados en un sillón. Solos, en la oscuridad; solos, pero nunca en realidad –Porque nos acompaña siempre nuestra memoria, nos siguen siempre nuestros recuerdos –, es allí entonces que llegamos a la conclusión de que a pesar de cumplir con lo que vinimos a hacer en esta vida, nunca es suficiente, siempre hay más… siempre hay mas.
Los secretos, Harry, son algo que nunca he apreciado, y sin embargo los guardo. ¿Por qué? Supongo que ese es el gran misterio. Para guardar las apariencias, para mantener la distancia con el resto, para cuidad a mis seres más queridos o simplemente por recelo y ego. Porque el conocimiento es poder Harry, y conocimiento es algo que me sobra. A veces deseo poder vaciar mi mente de recuerdos, pensamientos y secretos, volver a tener la mentalidad de un niño de quince, donde lo único que importa son las muchachas. ¿Fue así para ti Harry?
He repasado las líneas de esta carta una y otra vez, y la he comenzado infinidad de veces, siempre que decido llegar al punto importante de la misiva, que intento confiarte a ti el secreto, mis pensamientos vuelven a divagar, mi mano me traiciona y escribe palabras que no quiero escribir.
No tengo mucho más tiempo, no porque me apure algo importante, solamente la muerte.
Estoy seguro que me conoces, nos han presentado las circunstancias hace años, pero no creo que hemos hablados frente a frente. A ese respecto, espero, cambie nuestra mala suerte.
Ha de ser imperioso que vengas a verme Harry. Ha de ser sumamente necesario, antes que algo me pase, antes de que la muerte me alcance y me reúna con mi querida esposa, con mis viejos amigos. Antes de que todo esté perdido.
No te tomará mucho tiempo. Te lo prometo. Pero necesito verte, contarte mis secretos, y egoístamente regalártelos sin forma de devolución. Sí, pues me considero en mis años más egoístas, Harry, y es por esa misma razón que te entregaré todo mi conocimiento para que seas tú quien cargue con ellos hasta tu hora.
No lo estoy ofreciendo muy bien ¿verdad? Me temo que no puedo. No soy comerciante, solo maestro. Y muy rara vez en la vida un maestro nos enseña algo que es valioso y a la vez gustoso.
Por favor, Harry. Te imploro como amigo, como hermano, por todo aquello que nos une en esta vida, que vengas a verme.
Atentamente, deseoso y triste a la vez de verte,
Nicholas Flamel.
De acuerdo. Esa no era una carta que esperaba recibir. De eso estaba totalmente seguro.
¿Debía decirle a sus amigos? No, a pesar de haber compartido tanto con ellos, ahora se veía en la necesidad de seguir solo, de hacer solo su camino, por más corto o largo que fuera.
Ron y Hermione seguirían un camino ellos, juntos probablemente, luego del desenlace de la batalla. Finalmente sus dos amigos habían aceptado sus sentimientos el uno por el otro, y cuando hacía dos meses atrás ellos eran el trío dorado, ahora Harry se sentía más como un mal tercio.
Sí, esa decisión había sido tomada en cuanto despertó luego de quince horas de dormir, en la enfermería del castillo. Nadie lo había molestado, nadie había hablado más fuerte que en un murmullo a su lado. Él era Harry Potter, aquel que sobrevivió a una maldición imperdonable cuando solo tenía un año, y que ahora había destruido a Voldemort él solo.
¡Qué cantidad de mentiras! No había estado solo, Dumbledore lo había ayudado hasta el final, también Remus y Tonks, sus padres incluso había estado allí segundos antes de enfrentar a Voldemort, de enfrentar su destino. Sus padres y su padrino.
Los Weasley habían perdido un hijo para ayudarlo, muchos amigos habían perdido sus vidas para defender una causa que, simplemente por coincidencia él debía encabezarla, no por elección, sino por que había sido elegido. Elegido por aquel que quería matarlo.
Ron y Hermione estuvieron con él desde el primer momento, desde el instante que él supo la verdad de su pasado, lo apoyaron incondicionalmente en el presente y lo ayudaron a construir un futuro, no solo para él, también para los demás.
Neville, el otro niño del a profecía. ¿Quién iba a decir que Voldemort debería su derrota a los dos muchachos que cumplían con las palabras de la profecía de Trelawney. Neville había dado el puntapié para derrotar a Voldemort, Neville había hecho lo que ni Harry, ni Ron ni Hermione habían podido hacer, matar a serpiente.
Es posible que él fuera el-niño-que-vivió. Pero todos ellos eran los-magos-y-brujas-que-sobrevivieron.
