Un sacrificio por un hermoso tulipán


Sin duda no lo soportaba. Ya había pasado bastante tiempo desde que su querida esposa estaba por dar a luz, ya había esperado muchísimo tiempo los 9 meses que espero a su hija fueron eternos como deseaba ver a su niña, él no podía estar más aterrado viendo a los médicos ir y venir con gente herida o enferma. Una voz aburrida y cansada lo sacó de sus profundos pensamientos, estaba en un muy mal estado ni siquiera recordaba a sus amigos y compañeros de equipo.

―Oye Inoichi todo estará bien tonto―masculló al observarlo con un solo ojo café. ―sé que todo esto es algo problemático pero tu esposa es fuerte y lo sabes.

No bastaron más palabras de Shikaku para dar a entender sus buenas vibras, e Inoichi correspondió con una tenue sonrisa.

― ¡Sí, es cierto! Ya verás que cuando nazca tu hija celebraremos y habrá un nuevo trio Ino-shika-cho ―Chouza se mostraba más emocionado y entretenido comiendo sus favoritas papitas fritas, pero no significaba que sus palabras iban con carecimiento de afecto y alegría.

― ¡Lo sé, lo sé, lo sé! Tienen razón amigos pero esto desesperante, ustedes me comprenderán porque sus hijos nacieron hace unos meses―Inoichi suspiró resignado y Shikaku le sobó la espalda dándole apoyo.

En ese instante una puerta se abrió.

―Familia yamanaka ―. Llamó un shinobi médico.

―Soy su esposo. ―Miró tras de la puerta blanca con receso y miedo, estaba seguro que todo no iba estar bien.

―Su bebé está perfectamente sana, pesando 3.200 kg y miden entre 48-52 cms, pero su esposa murió― dijo el shinobi triste, y la otra persona que lo acompañaba bajó la cabeza en disculpas.

―...―

― ¿Inoichi amigo, estás bien? ― lo llamó el chouza cuando las frituras se regaron el suelo por caerse de sus manos.

Él sólo caminó hasta la puerta y cerró la puerta de la habitación donde está su esposa, pareciendo estar dormida como siempre la observaba antes de dormir después de una misión.

Allí estaba Inoichi Yamanaka tratando de no llorar sólo no lo podía creer ¿Su esposa muerta? No, seguramente era mentira. Tanta fue su frustración que golpeó la pared del hospital en eso un llanto llamó su atención; fue realmente molesto escuchar un potente llanto que hacia sufrir sus oídos pero, todo la irritación se esfumó cuando se acercó. A pocos pasos de donde su esposa descansaba estaba una pequeña cuna, caminó hasta ella seguramente era su hija ¿Cómo podía calmarla? Con nerviosismo se asomó a la cuna adentro de la cuna había un pequeño bultito envuelto en una manta morada y allí estaba su hija tan pequeña y frágil su cabello era igual al de él, rubio, su piel igual a la de su madre, pálida y cremosa, la agarró y la levantó la bebe abrió sus grandes y curiosos ojos azules que lo miraban enojada, supuso que sacó la personalidad de su esposa. Inoichi sintió grandes deseos de protegerla, era el hombre más feliz del mundo ya no pudo contener las lágrimas y más con la bebe en sus brazos.

Avanzó donde su difunta esposa, besándole la coronilla le susurró:

―Gracias amada mía por dejarme este hermoso regalo, muchas gracias te prometo que la cuidare con todo mi corazón a nuestro tulipán, fue un sacrificio por un hermoso tulipán.

Fin.


Editado: 31/12/14, ¡Felices fiestas!