HETALIA AXIS POWERS ES DE HIDEKAZ HIMARUYA. YO ME ENCARGO DE DEFORMARLO SIN PIEDAD.
España se aferró con fuerza a la almohada, soltando un gemido, mientras que Alemania, tras esta última embestida, comenzó a frenarse poco a poco, relajando su cuerpo. Ambas naciones se miraron durante un momento, jadeando, cubiertos de sudor, y después se tumbaron cada uno a un lado de la cama.
España rió entre dientes, limpiándose con la mano el sudor que bajaba por su cara.
- Bueno...Je...Aquí acaba la visita turística a la España profunda...
Alemania suspiró y clavó la vista en el techo.
- No debí haberme tomado esa sangría...-murmuró para sí, llevándose la mano a la frente.
- Jm, pues yo creo que deberías haberte tomado dos más, por lo menos-sonrió España.
Alemania se volvió hacia España y se aclaró la garganta.
- Oye...Yo...Preferiría que esto no saliera de esta habitación-pidió Alemania, desviando la mirada con rubor-. Si Italia se entera...En fin, prefiero no saber cómo reaccionaría...
- Como quieras, amigo-aceptó España, estirando los brazos y las piernas-. Aunque creo que no ha sido para tanto, sólo hemos echado un polvo, no hemos matado a nadie-se incorporó-. Te he invitado a pasar una semana en mi casa, te he enseñado Madrid, nos hemos tomado unas cañitas en unos ocho bares, una cosa llevó a la otra y hemos acabado en la cama. ¡Ya está! ¿Qué hay de malo en eso?
- No me digas que lo ves normal...-murmuró Alemania, arqueando una ceja.
- ¿Y por qué no? A mí me pasa a menudo con Francia-dijo España.
- Francia es un caso aparte-apuntó Alemania.
España sonrió y se sentó sin previo aviso sobre el abdomen de Alemania, haciendo que soltara un gruñido de dolor.
- ¿Molesto?-preguntó España.
- Ng...No-respondió Alemania. Una vez que España se acomodó encima de él, ya no le aplastaba.
España se inclinó para mirar fijamente a Alemania.
- ...¿Qué?-preguntó Alemania, incómodo al tener esos enormes ojos verdes clavados en él.
- ¿No confías en mí?-preguntó España.
- La verdad...No. Cuando bebes, te sueles ir de la lengua.
- Esta vez puedes confiar en mí, lo prometo. No se lo diré ni a Francia ni a Prusia.
Alemania le lanzó una mirada escéptica.
- ¿Seguro?
- Seh. No tengo ganas de aguantar las bromitas de Francia ni de que Prusia me forre a hostias por acostarme con su hermano pequeño.
Aunque no estaba del todo convencido de que España se callaría delante de sus mejores amigos, Alemania decidió confiar en él.
- ...Gracias-musitó.
España esbozó una sonrisa y besó los labios del alemán, que, apartó en seguida la cara, muerto de vergüenza. Aún se sentía torpe y no podía creer lo que acababa de hacer. Además de que era la primera vez que estaba en una situación así con España, con quien no tenía el suficiente trato como para llamar "amigo", le incomodaba un poco estar besando y penetrando al mismo tipo al que le estaba dando la mano seriamente apenas una semana antes delante de cientos de cámaras y políticos en Bruselas.
No volvería a probar la sangría española.
