Tenía miedo, no por ella, sino por su madre y su hermanita. Katniss pensó en Prim y los recuerdos del Día de la Cosecha acudieron a su mente. Effie Trinket diciendo el nombre de su hermana, Prim caminando hacia el escenario, con la blusa salida como si fuera una colita de pato. La propia Katniss gritando su nombre y ofreciéndose como voluntaria, la gente haciendo aquel gesto...
El movimiento del cilindro metálico trae a Katniss al presente y, por un momento, el miedo y la desesperación la invaden pero recuerda que está aquí por su hermanita, Prim. La única persona a quién está segura de amar, la única persona capaz de hacerla reír.
―Damas y caballeros, ¡Qué empiecen los Septuagésimo Cuartos Juegos del Hambre!
Ya no hay vuelta atrás, pensó Katniss. Levantó la barbilla y miró fijamente la Cornucopia. Haría todo lo posible para ganar. Por ella.
