[Los personajes pertenecen a Hajime Isayama y su respectiva obra]
Origami
Era bien sabido que Levi es una persona de pocas palabras y es de los que contienen sus sentimientos a un nivel extraordinario, pues inclusive el primer te amo que alguna vez le brindó a Mikasa, fue difícil de que lo dijera aun después de todo lo que habían pasado.
— Tu esposo parece de piedra— musita una de las acompañantes de la azabache unánime Mikasa dirigía su mirada al otro lado de la casa con atención, divisando al aludido quieto en la silla del escritorio de la oficina que tenían instalada en su hogar, en realidad, dormido.
Ya estaba acostumbrada a siempre escuchar lo mismo de sus amigas y las dudas que éstas tuvieran a menudo respecto a la relación de ambos, pues no parecía muy normal a sus ojos el que el Ackerman fuese tan indiferente incluso con su propia pareja.
No obstante, Mikasa siempre pasaba por alto todos aquellos comentarios que le llegaban, pues ella sabía lo sentimental que el azabache realmente era o podía ser, a pesar de que el mismo no lo demostrase demasiado. No al menos con afecto físico o verbal, pero lo hacía.
Podría considerarlo más materialista.
Pues hace no mucho, un día en el que buscaba algo en la cartera de Levi —quizá éste le habría pedido que sacase dinero o alguna de las tarjetas por él, o para ella. No recuerda muy bien por qué en verdad, pues después de lo que había descubierto, no pudo pensar en nada más que en ello—, se había percatado de un pequeño detalle.
Levi siempre lleva en su cartera una rosa de origami que le había hecho Mikasa en su primera cita, y la trata siempre con mucho cuidado por miedo a dañarla.
Esa pequeña, insignificante y fea flor —pensaba ella— que le había regalado hacía mucho tiempo, cuando fácilmente podría haber estado olvidada o inclusive perdida entre la basura, seguía siendo atesorada por el Ackerman con completo cariño aun con el pasar de los años.
