Mujer-lobo
Mujer-lobo, mujer-lobo, mujer-lobo, mujer-lobo, mujer-lobo, mujer-lobo.
Se lo repite mentalmente hasta que la palabra deja de tener sentido para ella, hasta que deja de ser aterradora y suena en su cabeza como silabas sin significado, hasta que suena graciosa.
Y entonces se ríe, porque es jodidamente divertido (mujer-lobo, mujer-lobo, mujer-lobo), porque ahora ella es una mujer-lobo (¡que palabra tan desternillante! mujer-lobo, mujer-lobo, mujer-lobo, mujer-lobo). Se ríe a carcajadas porque es divertidísimo que una palabra tan absurda le provoque tal pavor, y ríe y ríe y ríe, por una palabra que le provoca cosquillas en la lengua al pronunciarla, y en algún punto se le unen lágrimas, temblores e hipidos a sus carcajadas, porque lo que conlleva esa palabra le provocará mucho más que cosquillas durante sus próximas lunas llenas.
