El peso de las decisiones.

Capitulo 1. Miles de años.

Había llegado a un reino en caos que era su obligación ordenar. Lo sabía. Y sin embargo cada vez que se detenía su recuerdo lo agobiaba.

Las lagrimas en sus bellos ojos antes de irse.

Sus palabras.

Todo estaba mal.

Ella se merecía ser feliz.

Se merecía ser libre del infierno que lo seguiría a cualquier lugar a donde él fuera.

Miró a su alrededor.

Las cenizas lo cubrían todo.

Llevaba los últimos tres meses reuniendo a los demonios que aun le eran fieles a fin de dar inicio a las inevitables guerras que vendrían. Aun había muchos demonios que insistían en llamarse reyes y proclamarse como soberanos de ese horrible lugar.

Al principio consideró la idea de dejar que se mataran entre ellos. Que lucharan todo lo que quisieran mientras el simplemente los observaba desde lo alto de su trono pero se sentía demasiado parecido a lo que su padre solía hacer. Además, la quietud traía de nuevo su recuerdo y eso era peor.

Le había costado 3 meses pero finalmente tenía un ejército listo para pelear. Sabia que sus números cambiarían a medida que se sucedieran las batallas. En ese mundo violento solo importa la fuerza y él era el más fuerte de todos. Los demonios vencidos le jurarían fidelidad y lucharían a su lado como antes le habrían jurado fidelidad a cual sea el demonio que los comandara.

Pensó en el intenso anhelo que tenía por ella. Como la extrañaba más que a nada en el mundo. Como jamás extrañó la Ciudad de Plata. Hasta los ataques a sus piernas del engendro de su Detective extrañaba.

Escucho el suave ulular detrás de él y supo al instante quien era. Al fin y al cabo era uno de los únicos que se animaba a visitarlo allí.

- Amenadiel, ¿A que debo el honor de tu visita? –

- Hermano, quería ver como estabas. Lamento haber tardado tanto. Recién ayer hable con Chloe y me contó que te habías ido para proteger la tierra de los demonios. Nunca creí que tuvieses en ti esa capacidad de sacrificio. Tanto ella como Linda me pidieron que me asegurara de que estas bien.

Solo oír su nombre le dolía. Por un segundo se pregunto si para ella seria igual.

- No es la tierra lo que quería proteger...- dijo casi en un susurro.

- ¿Es todo por ella? – Amenadiel se debatía entre sentirse preocupado por su hermano y triste por lo inevitable de su situación.

Lucifer solo asintió.

- ¿Qué pasará con Maze? -

- Ahhhh mi querida y rencorosa Mazekeen… solo puedo empezar a imaginar el nivel de odio que siente hacia mi ahora… y aun así… -

Lucifer silbo alto y un demonio con una grotesca cara de mono y con orejas puntiagudas como murciélago se apareció frente a él.

- Balar, consígueme algo para escribir. Mi hermano debe llevarse algo con él.

- Si mi Señor. – El demonio salio disparado a cumplir la orden de su maestro antes de ser nuevamente receptor de la ira que últimamente se encendía rápido en él.

- No entiendo – dijo Amenadiel. - ¿Qué estas planeando? ¿Quieres que actúe como cartero entre tú y Chloe? Si entiendes que tengo un hijo ahora ¿Verdad?-

- No te preocupes hermano. De hecho mi pedido va a ser exactamente opuesto. Déjala en paz. Aléjate lo más posible de la Detective, permítele olvidarnos y ser feliz. Vivir una vida larga y pacifica, sin demonios yendo por ella ni asesinos usándola como carnada para atraerme.

- No se si eso será posible. Ella sigue siendo un milagro de nuestro padre Luci…

- La Detective ya cumplió con su misión. Me devolvió al lugar de donde nunca debí haber salido y me convenció de que es el único en el que merezco estar.- Cada parte del cuerpo de Lucifer dolía al pronunciar esas palabras pero sabia que eran ciertas. La detective había sufrido porque el había sido lo suficientemente egoísta para no dejarla ir. Para amarla y quererla para él. Pero eso iba a terminar. – Yo me asegurare que nadie de aquí abajo vuelva a molestar a ninguno de ustedes, ni a ella, ni a su engendro ni tampoco al tuyo.- lo miro con una sonrisa triste.

- Tu ahijado. – le recordó Amenadiel.

- Lo se. -

- Entonces ¿no planeas volver? Nunca conocerás a mi hijo.

- El día que le salgan sus alas puedes decirle que me visite, aunque creo que lo mejor para él seria nunca jamás conocer este lugar. – suspiro. –Hay dos cosas más que necesito pedirte. Necesito que vayas al cielo a hablar con nuestro padre, dile que me quedare aquí y cumpliré con mi castigo...

Amenadiel lo cortó - Luci no creo que nuestro padre quiera… -

- No me importa lo que el quiera o deje de querer – continuo Lucifer.- Solo dile que me quedare pero que a cambio deje en paz a la Detective. Que la deje disfrutar de su libre albedrío… - miro hacia atrás.

Amenadiel se dio cuenta de que sin que lo notara Balar había regresado y se había quedado en posición inclinada ofreciéndole a Lucifer un papel de apariencia gastada y una pluma fuente.

Lucifer lo tomo y se apoyo contra una de las puertas que llenaban el lugar. Escribió durante un momento, cerró la carta con parcimonia y aplico su anillo sobre uno de los bordes solapados de forma que quedo sellada y con la marca de Lucifer.

- El último pedido es que le lleves esto a Maze. Dile que realmente siento no tenerla a mi lado en estos momentos. Supongo que al menos la alegrara un poco saber que realmente la estoy pasando mal por no tenerla para que combata a mi lado. – otra sonrisa triste, casi una mueca desganada adornaba el rostro del Diablo.

- Puedo traerla si quieres. -

- Maze es libre de decidir que es lo que quiere hacer. – por primera vez en mucho tiempo miro a su hermano a la cara sin deseo de burlarse sino de hablarle como el hermano mayor que era. – Este es el adiós hermano. Cuida a tu pequeña descendencia. Se un mejor padre que el nuestro.

- Luci no es necesario ser tan fatalista. Vendré a verte, se que el tiempo aquí corre diferente pero… - la mano alzada de Lucifer lo detuvo.

- No vuelvas. Tú formas parte de mi vida con ella. No puedo verte y no desear hablarle, mandarle un mensaje, algo… mientras ella viva yo seré el Diablo y perteneceré al infierno y nada divino abra aquí. – "Y cuando ella muera" pensó Lucifer "Ya no abra ningún lugar para mi. De alguna forma conseguiré que la nada me de la bienvenida y desapareceré de la existencia"

- Luci tiene que haber otra solución. – casi imploro Amenadiel.

- No la hay. Ya es hora, debes irte. La batalla empezará en cualquier momento.

- Este bien. – respondió con resignación Amenadiel. – Ya veras, hablare con nuestro padre, el no te condenará a este lugar por mucho tiempo.

Lucifer no lo creía así pero tampoco se gasto en decírselo, a cambio le hizo una pregunta que daba vuelta por su cabeza desde hacia semanas. - Dime algo hermano, ¿cuanto hace que me fui de la tierra? – pregunto con curiosidad Lucifer.

- Aproximadamente 5 días. Nos vemos Luci.- Dijo Amenadiel mientras expandía sus alas y se elevaba hacia las puertas del infierno.

Solo habían pasado 5 días. De repente la magnitud de la soledad que esos 3 meses habían implicado para él lo invadió. Le quedaban por delante miles de años de soledad y angustia antes de poder entregarse a la paz del vacío. A la nada. Así que hizo lo único que haría por el resto de su vida.

- Balar- grito con el tono áspero y el fuego del infierno en sus ojos. – Prepara al ejército, saldremos a mi señal.