Los cálidos e incesantes rayos de luz azotaron el cuartel general de las tropas de reconocimiento, un día muy especial para dos personas que pertenecían a aquella cuadrilla.
Uno de los dos, estaba muy impaciente para saber qué sucedería ese día ¿la razón? Era su primer aniversario juntos, en pareja. ¡Un año juntos no se cumple de la nada! Debía de estar acompañado por el cariño, acogimiento, y sin duda el amor que se compartían mutuamente… uno más expresivo en el tema, y el otro no.
El de cabello azabache era el inquieto del momento, se había levantado temprano para poder preparar todo con una perfección indudable, sólo para ella… sólo para su Zoe. –¿Pero qué demonios debería de hacer?. –Se murmullaba por lo bajo, él en sí sabía que no era un romántico emprendido como para darle rosas, poemas, recitarle música romántica mucho menos. Pero quería que esa situación en sí fuera en especial para su novia.
En ese trascurso de ideas e ideas, apareció la chica como por arte de invocación, dejándole con un poco de impresión no vista en la faceta de su rostro que permanecía siempre la indiferencia.
La chica de ocelos avellanados por su parte, estaba tranquila pero a la vez extasiada… su sonrisa revelaba sus sentimientos más internos, el aprecio del pelinegro en sus ojos siempre motivaba una curva en sus labios que era fácilmente adivinaba por el cabello renegrido.
–Tenías que venir tú. –Replicó con cierta molestia no bien dada en su voz, la ambarina notaba de inmediato que su pareja se alegraba de verle.
¿Qué acaso no puedo estar un rato con mi novio? –Le replicó en un tono agraciado, mientras se sentaba a su lado con la alegría andante en cada aspecto.
–Sabes que este es mi lugar privado. –Glosó en lo que fue contrariedad absoluta, que luego fue cambiada por una tonada más calmada. –Dime de verdad, para qué viniste acá.
–Quería recordar viejos tiempos, enano. ¡Anhelaba aún sentir esa sensación que me dio al descubrir este lugar! –La pronunciación animada de la joven de cobrizo cabello, fue acompañada de unos movimientos de sus piernas, y brazos. –Esos tiempos que de seguro recuerdas…
–Fue la vez que te conocí, idiota. No creas que yo soy de memoria corta. –Respondió en un deje pacífico, por la conmoción de un recuerdo agradable para él.
–Juro que tienes la misma altura que desde ese día…
–No digas cosas estúpidas.
Una risilla se le escapó a la chica, no evitando poder dar un profundo y largo suspiro de ese día en el que conoció a un agraciado enanito… que pronto sería su novio, uno que no sería muy expresivo de acuerdo a sus sentimientos u expresiones, pero era cariñoso y afectuoso a su manera con ella… de una manera que no se le demostraba con todos, en realidad a nadie más que a su propia persona.
Hanji cerrón sus ojos, quería volver a revivir ese recuerdo que tanta felicidad y delicia le trajo a su vida, hace más de un año.
Todo comenzó cuando el comandante Irvin había señalado que un nuevo recluta se les haría presente en las próximas horas de un fin de semana de descanso de las tropas, todo era tranquilo y pacífico, muchos ansiaban ver quién era el que tanto alardeaba el comandante por sus habilidades.
Ese día, la líder del departamento de investigación sólo se había enterado por rumores de la entrada de un nuevo recluta más, no pudiendo darse el gusto de emocionarse ante ello, puesto a que estaba ocupada analizando un par de muestras de unos titanes recientemente encontrados en las afueras del muro. Respecto a los otros acompañantes de Zoe, siempre alardeaban los quisquillosos comentarios que daban los reclutas en sus horas de holgazaneo.
. –Dicen por ahí que valen un montón de hombres, es incluso más fuerte que uno de los mayores mata titanes que tenemos. –Alardeaba con susurros, uno de los que estaba detrás de ella.
. –Pero también hablan que él era un peligroso criminal de las partes bajas de la capital, ¿será eso cierto? Creo que será un peligro más para nosotros que para los titanes… -Decía uno con un rostro asustadísimo.
. –¡Hey, ustedes! . –Exclamó la cabecilla del laboratorio, dando la vuelta con una sonrisilla como una posición inclinada hacia delante. –Mejor trabajen, ¡aún tenemos mucho que descubrir de los titanes! –Expresó en un aparente ánimo en su trabajo, tratando de motivarles.
Éstos hicieron un gesto rápido de asentir con su cabeza, con una que otra gotilla de sudor recorriendo su frente por la sorpresa dada de su jefa. En cambio, ella sólo siguió a gusto con su trabajo, sin ninguna cuestión en su mente más del cómo poder averiguar más cosas de los "enemigos de la humanidad".
Para cuando la tarde llegó, el departamento por fin pudo terminar parte de sus informes y correspondía la hora de descanso para todos los activistas en la zona de operaciones… en ello, vendría el nuevo recluta y las tropas externas nuevamente. Hanji se quedó un poco más de lo previsto, a terminar la última hoja de lo que quedaba de su informe, después de todo ella era la que contenía más trabajo en el puesto. Desde la habitación se hacían escuchar los pasos apresurados de querer recibir a las tropas, incluso ella estaba nerviosa por si es que algo habrán recaudado para poder examinar más a fondo… lo que causó una cierta desesperación de querer acabar de una vez; lo que no hizo. Mandó al demonio el trabajo, dirigiéndose directamente hacia donde todos estaban, después de todo ¿ella no era la líder del departamento, e incluso miembro de las tropas? Debía de darle una bienvenida a sus camaradas, como correspondía… ¿o era la sensación de un nuevo soldado al cuál podría moldear con su recién información? No lo sabía, pero del que podría conocer alguien interesante después de tanto tiempo que había aguardado en las tropas, eso sí.
Luego de varios minutos, sonaron caballos cercanamente a la entrada… despertando esos típicos 'ooh' de la gente, y un poco de alzaduras de la cabeza para poder tener una buena vista de qué podrían o a quién podría traer el comandante.
Siempre venía lo típico, unos pocos hombres de toda la flota enviada para poder ir al exterior, un decenar de heridos y entre ellos, un joven que al parecer sólo manchas de sangre tenía en su ropa, pero nada de rasgaduras en sus prendas ni nada por el estilo. Más todos bajaron de su transporte, primero siendo el de alto mandato, que era el rubio Irvin Smith.
. –Buenas tardes a todos. –Replicó en un tono no tan tranquilo, pero debía de ser sereno ante la situación impuesta. El tan sólo nombrar unas palabras en pronunciación ligera, ya acallaba a todos los hombres y mujeres del lugar. –Cómo verán, varios de nuestros compañeros han sido caídos por causa de los titanes… siendo casi imposible aunque sea tomar un poco de ventaja contra ellos.
Todos escucharon esas palabras con cierto nerviosismo, ¿habían escuchado casi? Si era así, ¿qué habrá sucedido? ¿Habrán recuperado territorio o algo? Quizá eso haya sido, se respondieron unos a sí mismos en varias miradas cuestionadoras entre la multitud.
Para la ambarina no era nada más que una pequeña desilusión, pensaba que esta vez podría traer más muestras de los titanes… aunque sorpresas podría llevarse, lo cual no quería perder esperanza.
. –La mayoría se preguntará por qué el casi, ¿no? Pues le presentaré a un joven, que en sí podría ser unos de los próximos mayores aniquiladores de titanes que podría conocerse de este lugar, uno que piensa sus movimientos, y los hace de una manera ágil, con una mirada determinada y serenidad innata.
La muchedumbre quedó ya con la boca abierta ante la descripción dada por el mayor, ¿Realmente era tan así la cosa, que daba tales descripciones? Él no solía de exagerar las cosas a un extremo así.
Luego el chico que causaba tanta intriga, apareció por entre el lado del caballo de atrás de los cabellos blondos, dando una cierto desenfreno, miedo, y temor al ver una mirada tan indiferente, tan frío y enfático se demostraba ese ¿pequeño? Parecía tener baja estatura, según la vista de todos.
. –Él es Rivaille, uno con las mejores destrezas que he visto hasta ahora en este lugar… espero que alguno de ustedes pueda darle el gusto en proporcionarle un recorrido por el cuartel, ¿No? . –Todos se corrieron hacia atrás, al ver como ese chico, inmóvil, permanecía con esa mirada tan sofría, escalofriante y directa. Todos… excepto Zoe.
–Vaya vaya, Hanji de nuevo. –Exasperó con pesadez y cansancio el de mayores cargos, asintiendo con la cabeza. –Te lo dejo en tus manos, mientras nosotros iremos a descansar e idear un par de cosas… confío en ti, Zoe. –Proclamó el inglés, retirándose tranquilamente hacia la morada.
Más, el joven de cabellos azabaches aún le observaba con esa sombría mirada suya, dando a cuentas que no deseaba ir con ella.
. –Buenas, pe-… Soldado Rivaille. –Casi iba a mencionar una de sus características más peculiares del muchacho de cabello carbón. –Soy Hanji Zoe, un gus-
. –No me molestes, idiota. Iré a recorrer por mí mismo el lugar, no necesito de una cuatro ojos para que venga a vigilarme como un bebé. –El carácter firme se presentó en el recién conocido, uno que parecía un poco distanciado al saber quién era ella.
. –'Pero si eres un bebé'. –Se refirió a su interior, soltando una risilla por su propio pensamiento, cosa que el soldado le dio a dirigir una mirada indiferente, siguiendo con su paso hacia el frente.
–Será mejor que te alejes de mí, antes de que recibas una paliza. –Dijo sin interferencia alguna de decírselo, alejándose lentamente hacia las puertas principales del establecimiento.
–Vaya que enano más gruñón. –La joven expresó eso en un notable puchero, después acompañado por una inflada de mejillas. –Ni creas que dejaré que me venzas, chiquito. –Una nueva carcajada entremedia se le escapó, corriendo detrás de él.
–Hey chiquito, eso es el establo. –Expresó en un tono agraciado, corriendo detrás de él para poder alcanzar su sorprendente velocidad en tan sólo caminar.
