Hello~!

Les traigo este corto (o al menos se suponía que lo fuera) oneshot de Kirino&Shindou, la verdad es que no recuerdo como era la idea original pq lo único que anoté cuando se me ocurrió fueron un par de palabras sueltas, pero aún así me gustó mucho como quedó. Como siempre muchisimas gracias por sus comentarios y visitas, disfruten su lectura! ^^

Disclaimer: Inazuma Eleven Go no me pertenece.


«¿Podemos vernos más temprano mañana? Tengo que decirte algo».

Leía una y otra vez su mensaje intentando descifrar qué sería eso tan importante que debía decirme, al punto de querer que nos viéramos antes de encontrarnos con los demás. No tenía la más mínima idea de qué podía ser, pero seguramente era algo difícil de decir, ya que anoche cuando lo llamé enseguida de haber recibido su mensaje y le dije que estaba dispuesto a escucharlo, pese a que me hubiera despertado a las dos de la madrugada, se negó a hacerlo, diciendo que prefería decírmelo frente a frente.

Lo segundo que me hizo llegar a esa conclusión fue el hecho de que rechazara mi oferta para ir a buscarlo a su casa para ir juntos a clase, así podría contármelo en el camino. Sus acciones hicieron con que mi mente comenzara a imaginar un sinfín de historias, una peor que la otra. Faltaban solo un par de calles antes de llegar al colegio, como sabía que nuestros caminos se cruzaban a partir de la siguiente esquina, acerqué mi rostro a la ventana para intentar verlo. Me mantuve alerta durante todo el camino, pero al final, el auto se detuvo frente a la entrada del colegio, en la cual tampoco había ni rastros de Kirino.

—Tenga un buen día, joven Shindou.

—«Espero así sea».

Me despedí del chofer y bajé del auto. Miré hacia ambos lados de la vereda pero no lo vi venir, caminé unos pasos dentro del terreno del colegio pero no vi a nadie, el lugar estaba desierto, lo cual no me sorprendió, los portones habían sido abiertos apenas unos minutos atrás, era demasiado temprano, los alumnos aún demorarían en llegar. Al no verlo, volteé y comencé a caminar en dirección al portón para esperarlo.

—¡Shindou! —Me detuve de inmediato y volteé a verlo, pero no lo encontré.

—¿Kirino? —Miraba hacia ambos lados buscándolo, estaba seguro que esa era su voz, pero ¿dónde estaba? De pronto vi como alguien salía de detrás de un árbol que estaba a unos metros y se acercaba corriendo hacia mí.

—¡Buenos días! —Su sonrisa me confundió, se veía demasiado feliz en comparación a la noche anterior, pero lo que más me intrigó fue el gorro que llevaba puesto cubriendo todo su cabello.

—Buenos días. —El tono dudoso de mi voz hizo con que su expresión cambiara, como si se hubiera percatado que había algo extraño en nuestro encuentro.

—Ah sí, casi lo olvidaba, ven. —Me tomó de la mano—. Vayamos otro lugar, en cualquier momento comenzaran a llegar más alumnos y no quiero que nos vean.

Dejé que me guiara, no quise preguntarle donde íbamos, tampoco era tan importante, lo que realmente me intrigaba era eso que tenía que decirme y ahora, además de ese misterio, se había sumado otro, ¿por qué estaba usando un beanie? Podía contar con los dedos de la mano las veces en las que lo había visto usar gorros o sombreros desde que dejamos de ser niños. ¿Tendría eso algo que ver con lo que tenía que decirme? Pude ver a lo lejos el campo de fútbol y el antiguo club, frente al cual nos detuvimos.

—Aquí está bien. —Kirino miraba hacia ambos lados, como comprobando que estuviéramos solos, su actitud comenzaba a ponerme nervioso.

Cuando lo vi apoyarse sobre la pared del club para asomarse discretamente a ver si no se acercaba nadie, me acerqué a él y coloqué una mano sobre su hombro, haciéndolo dar un pequeño salto antes de voltearse hacia mí.

—Kirino ¿estás bien? —Intente leer su rostro, pero no pude descifrar que estaba pasando en su mente—. Me preocupas, ¿qué es lo que tienes que decirme? ¿Es algo grave? —Abrió los labios para decir algo pero los cerró de inmediato. Coloque ambas manos sobre sus hombros y los apreté levemente—. Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea. —Sonreí.

Me miró a los ojos y pude ver cuán preocupado estaba, sea lo que sea que le estuviera sucediendo realmente lo tenía mal. No estaba seguro de que debía hacer, ya que siempre había sido él quien me había apoyado en mis malos momentos, pero antes de que pudiera pensar en algo, lo vi sonreír.

—Gracias. —Sintiéndome un poco más tranquilo, le devolví la sonrisa y solté sus hombros. Sus mejillas tomaron un leve rubor antes que continuara—. En realidad no tengo nada que decirte, más bien mostrarte. —Alzó una de sus manos hacia su cabeza y sujetó parte de la tela del gorro, dirigió la mirada hacia el suelo y se mordió el labio inferior antes de jalar de la tela, revelando su cabello. O mejor, lo que quedaba de él.

Su largo cabello rosa se había ido, aquellas coletas que acostumbraba llevar desde pequeño habían desaparecido, ahora solamente las podría ver en fotos. No podía dejar de mirarlo, la última vez que lo había visto llevar el cabello así de corto era cuando estábamos en el jardín y aún en esa época creo que lo llevaba un poco más largo, lo suficiente para atar dos pequeñas coletas, lo cual ahora sería imposible. Al principio me sorprendió verlo así, pero cuanto más lo miraba no podía dejar de pensar en lo bien que le quedaba. Podría decir que el cabello corto realzaba el formato de su rostro, lo hacía ver más maduro y varonil, él siempre había sido lindo, algunos hasta se atrevían a decir que su belleza era superior a la de las chicas, pero ahora, con este corte, definitivamente se veía aún más atractivo. Sus ojos encontraron los míos y sentí como mi corazón dio un pequeño salto.

—«No tiene como saber lo que acabo de pensar, ¿o sí?» —Sus mejillas mantenían su rubor y al ver como sus ojos dejaban los míos para concentrarse en otra zona de mi rostro, supe que las mías debían estar de igual color.

—¿Y-y bien? ¿Qué te parece? ¿Cómo me queda? —Intentaba mirarme pero por momentos desviaba la mirada, algo que agradecía ya que tampoco era capaz de mirarlo a los ojos por mucho tiempo.

—T-te ves bien… me gusta cómo te queda. —Ambos nos miramos al mismo tiempo —. Entonces, ¿era esto lo que tenías que decirme? —Sonrió llevándose una mano a la nuca.

—Sí, perdón si hice que te preocuparas, pero tenía miedo de la reacción de los demás, así que quise contártelo primero, sin que nadie nos viera. —Sonreí.

—Se van a sorprender, pero en el buen sentido, también me sorprendí cuando vi que ya no llevabas tus coletas.

—También me pareció extraño cuando me miré al espejo esta mañana, pero me alegra que te guste, eso me hace sentir más seguro. —Su sonrisa fue tan deslumbrante que tuve que mirar hacia otro lado para evitar que notara cuán rojo me había puesto.

—N-no tienes po-porque preocuparte, estoy seguro de que a todos les va a gustar.

Intenté no tartamudear, pero fallé miserablemente, deseaba que no lo hubiera notado, pero habría sido difícil, sin embargo no dijo nada al respecto, al contrario, cambió de tema alegremente y para cuando me di cuenta estábamos caminando en dirección a nuestro salón. Como era de esperarse, su nueva apariencia atrajo más miradas que de costumbre, tanto en los corredores como en nuestro salón. Estaba seguro de que aunque no nos sentáramos distantes el uno del otro, me sería difícil hablarle, ya que todas las chicas habían rodeado su mesa y no dejaban de hacerle preguntas sobre su nuevo peinado.

Lo mismo ocurrió cuando nos reunimos con los chicos en el club, todos se sorprendieron al ver que Kirino ya no tenía el cabello largo, sujeto por dos coletas. Lo noté nervioso mientras todos lo observaban asombrados, pero a medida en que comenzaron a elogiarlo, el miedo en su rostro y la tensión en su cuerpo fueron desvaneciéndose, hasta que comenzó a sentirse igual de cómodo que esta mañana, cuando hablamos frente al antiguo club.

Me costó un poco acostumbrarme a su cambio, pero finalmente lo había hecho, aunque hace unos días había notado que de alguna manera, su elección había despertado algo en mí. Desde el día en que hablamos, comencé a preguntarme si no debía hacer lo mismo y cambiar mi apariencia. Siempre había llevado el cabello corto y sobre los hombros, nunca lo había dejado crecer y mucho menos cortado, quizá este sería el momento indicado para hacerlo. La idea de cortarlo me aterraba, nunca había sido muy amigo de las tijeras y siempre que mamá me llevaba para mantener el largo, hacia cuestión de cerrar los ojos para no ver, el simple sonido de las láminas cortando mi cabello era suficiente para asustarme y por más que pasen los años, no logro superarlo. Dejarlo crecer tardaría mucho y quería resultados rápidos, quería verme igual de maduro que Kirino.

—«Creo que solo me resta una opción».

Me levanté de la cama, cogí mi celular y caminé hacia el baño. Me senté en el borde de la bañera mientras buscaba imágenes de peinados. Ya que no podía cortar ni dejar crecer mi cabello, al menos tenía la opción de peinarlo de alguna manera diferente. Luego de separar algunas imágenes, me levanté y comencé a buscar en los cajones los objetos que necesitaría, luego de colocarlos sobre el lavabo, elegí el primer peinado que intentaría imitar.

Demoré casi una hora en trenzar tres mechones de cabello, pero lo peor es que me habían quedado sueltos cuando debían estar firmemente aferrados a la lateral de mi cabeza, de donde los había sacado, pero por más que leyera una y otra vez el paso a paso, no lograba entender cómo hacerlo. Al final desarmé las trenzas y decidí elegir otro, uno que parecía un poco más fácil: un coque. No estaba seguro si tenía suficiente cabello para hacerlo, pero estaba a punto de averiguarlo.

Recogí todo mi cabello con una mano y lo peiné con el cepillo para emparejarlo, hecho esto, observé una vez más la imagen en mi celular y seguí los movimientos con cuidado, pero cada vez que intentaba colocar la punta del cabello dentro del coque, este se desarmaba. Lo más cercano a la imagen que pude lograr fue atarme el cabello una vez y al dar la segunda vuelta, dejar parte de las puntas sin pasar por la liga. Decidí pasar a mi otra opción, ahora sí, la más simple de todas las que había encontrado. Consistía en peinar todo el cabello hacia atrás, en mi caso incluyendo el cerquillo, y luego pasar un poco de gel para mantener el peinado. No era mi opción favorita, pero quería por lo menos poder decir que logré imitar uno de los ejemplos que había elegido. Peiné nuevamente mi cabello hacia atrás, esta vez con un peine diferente, y pasé un poco de gel en una de mis manos para después repartirlo por mi cabello, luego tomé el peine y comencé a peinarme para fijar el peinado. Cuando terminé, analice con cuidado mi reflejo en el espejo.

—¿Esto es lo mejor que puedo hacer? —Me veía horrible, espantoso, el peinado no tenía nada que ver conmigo, a diferencia del modelo de la foto, me veía tan extraño que me costaba creer que era yo—. Esto es un desastre, nunca voy a verme tan bien como…

—¿Shindou? —Mis ojos se enfocaron en un segundo reflejo que se había formado en el espejo y en cuanto lo reconocí, sentí un escalofrío en la espalda. Me di vuelta tan rápido que mis manos arrastraron un par de peines y mi celular, haciendo con que cayeran dentro de lavabo.

—Ki-Kirino ¿qu-qué estas ha-haciendo aquí? —Intentaba cubrir los productos para cabello con mi cuerpo, pero al estar de espaldas no sabía si lo estaba haciendo bien. Estaba tan nervioso que aferraba mis manos en el mármol para disfrazar mi temblor.

—Vine a verte, te busqué en el salón de música y como no te encontré pensé que estarías en tu cuarto. —No me molestaba que viniera sin avisar, pero había elegido el peor día para hacerlo—. Dijiste que habías terminado una nueva pieza y querías que la escuchara… —Sus ojos dirigieron su atención a mi cabello. Frunció el ceño— ¿Estas probando un nuevo peinado? —No podía seguir mirándolo así que me di vuelta y comencé a despeinar mi cabello con mis manos.

—Solo estaba jugando. —Algunas partes ya se había endurecido debido al gel, pero lo que más me preocupaba eran sus pasos acerándose.

—Para ser sincero, no me gustó mucho como te quedó, es un poco… extraño. —Lo miré de reojo brevemente antes de coger mi celular y los peines de dentro del lavabo.

Al colocar mi celular sobre el mármol, la pantalla se encendió y por reflejo —o mejor, idiotez— pasé la punta del dedo sobre ella, desbloqueándola sin darme cuenta. Terminaba de guardar los cepillos en un cajón cuando escuché su voz.

—¿Estas son tus opciones? ¿Cuál te gustó más? ¿Te tomaste alguna foto?

—¿Opciones…? —Al darme vuelta vi que tenía mi celular en sus manos. Mi rostro comenzó a arder. Se me ocurrió quitárselo pero el daño ya estaba hecho, solo me restaba esperar a que comenzara a reírse en mi cara. Sin embargo, cuando levantó la mirada lo único que hizo fue sonreírme.

—¿Quieres que te ayude? Tengo años de experiencia en hacer peinados, además muchos de estos son algo complicados y dudo que puedas hacerlos tu solo —no sabía que responder, así que simplemente asentí—. Muy bien, pero antes tenemos que lavarte el cabello para sacar el gel, pareces un loco. —Me tomó por los hombros y me giró en dirección al espejo, mi cabello estaba hecho un desastre, completamente desordenado, parecía que había colocado el dedo en un enchufe y había llevado un choque.

Después de lavarlo y secarlo, Kirino trajo una silla y tomé asiento para dejar que hiciera su magia. No mintió cuando dijo que tenía experiencia, aunque nunca dudé de ello, saber hacer varios peinados era algo natural para alguien que llevaba tantos años usando el cabello largo, además, a su madre siempre le gustó hacerle diferentes peinados desde pequeño, algunos de los cuales hizo en el mío. Después de un par de peinados dejé de prestarle atención al resultado, en cambio enfoque mi atención al procedimiento. Me gustaba como se sentía el toque de sus manos en mi cabello, era suave y delicado, en ningún momento me quejé de dolor cuando ató una coleta o cuando ejerció un poco más de fuerza sobre el peine para emparejar mi cabello, al contrario, lo hizo con tanto cuidado que por momentos dudé que me estuviera peinando. Probó varios tipos, desde una coleta normal hasta un coque bajo que no comprendo cómo logró hacer. También probamos cambiando mi cerquillo hacia ambos lados y finalizó haciéndome dos coletas iguales a las que usaba cuando era pequeño.

No logré sentirme identificado con ninguno, todos me resultaban extraños, eran bonitos y estaban bien hechos, pero no eran para mí. Pese a que mi intento de cambiar mi apariencia hubiese sido un fracaso, logré pasar una tarde agradable con Kirino y a juzgar por cómo me sonreía y halagaba mi aspecto después de cada peinado, él también se había divertido.

No me había levantado con el mejor de los ánimos, así que ni bien sonó la campana del receso, dejé el salón y me dirigí a uno de los pasillos del tercer piso para aprovechar unos minutos de paz, ya que la mayoría de los salones eran utilizados solamente para clases especiales y estaban vacíos en ese momento.

Me crucé de brazos sobre el borde de la ventana y deje que mi mirada se perdiera entre los árboles. Mi soledad no duró mucho ya que unos minutos después alguien familiar cruzó sus brazos sobre la ventana a mi lado. Se mantuvo en silencio unos minutos, esperando que tomara la iniciativa, al no hacerlo, decidió ser él quien lo hiciera.

—No te ves muy bien hoy, estuviste muy quieto en clase y te fuiste sin decir nada, ¿pasa algo? —Me avergonzaba solo de pensarlo, decírselo me asustaba, pero tenía que hacerlo. Lo miré tímidamente, sintiendo como mis mejillas comenzaba a calentarse.

—¿No crees que mi cabello sea… aburrido? —mi pregunta lo tomó por sorpresa, pero luego de unos segundos, sonrió.

—No. —Alzó su mano y acarició mi cabello, entrelazando un par de dedos en un mechón—. Al contrario, me gusta. —Empezó a jugar con mi cabello sin dejar de sonreírme.

—«Tal vez sea mejor dejarlo así después de todo»