Disclaimer: Ninguno de los personajes me pertenece y no saco ningún provecho económico de esto, aunque si me mandan a Tohma, Suguru o Yuki se los agradezco XD. También acepto donativos económicos XD

Advertencia: Si no sabes del pasado de Eiri, mejor que no lo leas y, si lo haces, es bajo tu responsabilidad.

Notas de la autora: El viernes por la noche me vi entero el anime de Gravitation y, el sábado por la noche, mientras leía, se me vino a la mente el principio del fic. Así que aquí está. Es el primer fic que hago de Gravitation y la verdad, no sé cómo estará, además, creo que es lo más corto que he escrito nunca (sólo media página), por norma general, mis fics suelen ser más largos. Espero que me dejen reviews, sobretodo díganme que les parece la segunda parte del fic, a mí es que no me termina de convencer y por si acaso, más adelante me da por rescribirlo, saber que quitar o que meter.

Me decidí hacerlo sobre el pasado de Eiri porque ciertamente me rayó muchísimo lo que le pasó cuando era pequeño. Tengo una hermana pequeña de doce años y, si desde luego, algún bastardo se le ocurriese ponerle la mano encima, el sádico psicópata de Muraki, de Yami no Matsuei, a mi lado, sería el angelito más santo del cielo, porque como cogiese al tipo… Bueno, eso es un tema aparte que aquí no viene al caso, así que únicamente lean el fic.

Sangre

Tiemblo. No sé donde estoy, sólo veo sombras. Desde la calle me llega el lejano ruido de los transeúntes. Los últimos rayos del sol se filtran por la ventana que tengo a mi espalda bañando la estancia de tonos sangrientos.

Un sonido se repite en mi cabeza. Una y otra vez se vuelve a repetir ese sonido, martirizándome. Una breve explosión y un golpe seco. Es un continuo martilleo.

Contemplo mis manos. Son las de un asesino. La sangre las ha cubierto completamente. Aunque no están manchadas, yo puedo sentir la sangre que se escurre por ellas. Puedo sentir ese olor a óxido. Me marea.

Mis ojos están fijos. Primero veo el arma tirada a mis pies. Caigo de rodillas en el suelo. La sangre sigue manando de tu cuerpo inerte.

Estás tirado en el suelo. Tan cerca de mí, pero tan lejos. Te has ido para siempre. He hecho que te vayas para siempre.

¿Por qué, Yuki? ¿Por qué me hiciste hacerte esto? Tú sabías lo que sentía, pero aún así, no te importó lo más mínimo. Me vendiste, Yuki. Me vendiste, aunque sabías que sólo era un niño. ¡¡¡¿Cómo pudiste, Yuki! ¡¡¡YUUUKIIIIII!

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Se despertó sobresaltado. Su cuerpo estaba bañado en un sudor frío. Su respiración, agitada. Miró a su alrededor.

Estaba en su cuarto, en su cama, y con él, Shuichi. Su Shuichi. Se quedó observándolo.

Tenía una expresión dulce e inocente en su rostro. La misma expresión que él había tenido hacía ya mucho tiempo, aquella que le había sido arrebatada un día, de golpe, por la persona que él más quería.

Trató de borrar éste pensamiento de su mente. Tenía que olvidarlo. No atormentarse más por lo que había ocurrido hacía ya más de seis años. Ahora lo tenía a él, a Shuichi, y se encargaría de que su expresión dulce e inocente nunca lo abandonase. Y haría lo que hiciese falta. Lo demás no importaba. Sólo ver a Shuichi sonreír, eso le bastaba para ir recuperando poco a poco la sonrisa y tratar de curar las heridas eternas del pasado.

Abrazó al chico con fuerza, atrayéndolo hacía sí. Entre sueños, Shuichi volteó para quedar de frente a Eiri. Y así se quedaron dormidos juntos.

Terminado a la 01:17 del Domingo 7 de Noviembre de 2004

Aroa Nehring