Sentía esa puñalada por la espalda, se sentía traicionada por su propia hermana. Pamela pensaba en el por qué su gemela la había querido abandonar. La joven no se lo podía creer.
—No lo entiendo, me dejaste a punto de morir, no hiciste nada y lo peor, observabas sin hacer algún movimiento para poder ayudarme ¿Por qué Heather? ¡Contéstame perra! ¿Por qué? — Gritó Pamela con coraje, causando sorpresa en los demás supervivientes de la habitación de seguridad de puerta azul, se notaba su enojo con solo verle la cara.
Heather no podía hablar, un peculiar nudo en su garganta no le dejaba aire para sacar alguna palabra, sus ojos comenzaron a brillar. Pedía perdón con ese silencio momentáneo, los sentimientos estaban hechos añicos después de lo ocurrido en Willamette en la juguetería, hasta que sus palabras rompieron en llanto.
—Estabas afuera, detrás del vidrio, no podía hacer nada. Perdóname, compréndeme te lo pido, el miedo se apoderó de mí, juro que traté pero no podía, perdóname por favor... — Y lloró, tomaba su gorra con la palabra "Juicy" para secar sus agrias lágrimas, no bastaba.
—Eso no es excusa, debiste haberme defendido, yo hubiera dado lo que sea por ti. Tú te acobardaste, incluso te alejabas dando pasos hacia atrás hasta el mostrador, recuerda que nosotras dos somos la única familia que queda de lo nuestro, todos han muerto y lo sabes, llorar no compensa tu acción — Pamela sentenció tan fríamente que no pudo evitar hacer llorar más a su hermana, quedaba claro que nada sería igual para ambas a partir de ese día. Las gemelas necesitaban alejarse, era un campo de minas todo lo que sucedía, todo se había tornado tan confuso, tan triste, como una gran relación terminó siendo derrumbada por el horror y la desesperación, la decepción y el enojo eran cosas que sobraban.
